34. Quiero Ser...
Personaje: Shinsō Hitoshi
Advertencia: Nah
Estaré haciendo de una "serie" de One Shots de "problemas" matrimoniales, imaginé que sería interesante mostrar algo distinto al típico conflicto adolescente. Así que está serie empieza con el anterior de Rumores, y continuará con por lo menos otros cuatro más. (Aparte de este)
¿Qué personajes les gustaría que aparecieran en este tipo de One Shots y qué problemáticas les gustaría que tuviesen?
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— ¿Quieres helado?
— No.
— Ah — la chica bajo la mirada un tanto decepcionada.
Siguieron caminando por el parque tomados de la mano, hoy era de esos pocos días en los que podían verse y pasar tiempo el uno con el otro. Curioso, llevando ya casi año y medio de matrimonio, no vivían juntos, él tenía su departamento propio, y ella rentaba uno junto a una amiga mientras continuaba con su trabajo de camarógrafo, ni siquiera su matrimonio era de conocimiento público, la celebración fue tan privada que pocos lo conocían.
Ninguno tenía problema con vivir separados, ninguno se quejaba de ello. Su matrimonio era más como un noviazgo, viéndose cuando podían, viviendo por separado, hablando entre ellos en ratos libres, cosas que para ellos era normal, y para los que los conocían era todo lo contrario. ¿Cómo un matrimonio podía vivir así?
— Hitoshi.
— ¿Huh?
— Estaré fuera unos meses por parte del trabajo — mencionó sonriente.
El pelimorado soltó su mano deteniéndose de manera abrupta esperando a que su mujer volviera a hablar dando una explicación. Ella se llevó ambas manos detrás de si cuerpo volviendo a sonreír, estaban solo a unas pocas cuadras del departamento donde ella vivía.
— Filmarán un Really en el Caribe, y tengo que ir, será un par de meses, y luego regresaré — explicó.
Shinsō se quedó callado, ni siquiera se movió analizando lo que su mujer acaba de decir, nunca en su vida como pareja había tenido que separarse, si no se veían a causa del trabajo era una cosa menor a lo que ahora le mencionaba, pues tenían la certeza de que seguían en la misma ciudad, pero ahora, ella se iría al otro lado del mundo por un tiempo indefinido.
— ¿Cuándo te vas? — preguntó al cabo de unos minutos en completo silencio.
— Pasado mañana tengo mi vuelo a las ocho de la mañana — informó sonriente.
— ¿Y hasta ahora me lo dices? Se supone que cosas como estás debíamos hablarlas en pareja — se quejó.
La joven bajo la cabeza cayendo en que tenía parte de la razón, notó como Shinsō fruncía el ceño, estaba molesto, lo vió cruzarse de brazos desviando la mirada hacia la avenida donde unos cuantos autos transitan.
— No creí que fuera tan importante, pues... Ya sabes, vivimos en completa autonomía, tú tienes tus gastos, yo los míos, y cada quién lo solventa como puede.
— ¿Estás endeudada? — preguntó volviendo a mirarla.
Ella chasqueo la lengua desviando la mirada de él.
— Eso no importa — habló rápido comenzando a caminar hacia su casa.
Shinsō la miró unos segundos como se alejaba, entonces corrió a tomarla del brazo jalándola hacía él.
— Duerme conmigo — pidió.
Ella se mantenía pegada a su pecho sintiendo como los brazos de Hitoshi la envolvía con fuerza como si temiera que se fuera a escapar, terminó por abrazarlo también cerrando sus ojos sonriendo con timidez. En su vida, solo había dormido con él una ocasión, y fue la famosa noche de bodas cuando compartieron cama; no tuvieron luna de miel por sus supuestas agendas llenas de trabajo, y cuando hubo de tiempo por parte de ambos, lo terminaron dejando pasar.
La propuesta de su marido era extraña, teniendo todo eso en cuanto, pero no le incomodaba, se fue separando de él para mirar aquellos orbes violetas de los que se había enamorado, se hundió en ellos sonriendo mientras un rubor aparecía en sus mejillas, y con un simple movimiento de cabeza aceptó, provocando una corta sonrisa en su marido.
[...]
Cómo se prometieron, diario hacían de videollamadas para mantenerse en contacto durante su estadía en las playas del Caribe, irónicamente estaban más en contacto el uno de otro cuando se separaban que estando en la misma ciudad, había acordado de una hora en especifico por la gran diferencia de horario, por lo que ambos hacían sus esfuerzos para no fallar en ello.
Cómo cualquier otro día, ambos estaban frente a la pantalla contando de los sucesos en su día, Minsoh le contaba sobre las grabaciones que habían estado a su cargo y que estarían ayudando al equipo de producción para la edición del material, mientras hablaba notó a Shinsō algo distraído, mirando a distintas partes menos a la cámara como los días pasados.
— ¿Sucede algo? — preguntó interrupiendose así misma.
— No... Hoy he tenido día libre ¿Sabes? Fui un rato a un parque, había muchos niños jugando y corriendo por todos lados... — comenzó hablando sonriente, parecía que el recuerdo era bueno, tenía una sincera sonrisa en rostro.
Entonces hizo una pausa, dirigió su mirada a la cámara, su sonrisa se borró por completo, cambiando a una semblante serio, muy serio que sorprendió demasiado a Minsoh, ella lo miró muy atenta, esperando a que prosiguiera.
— Minsoh, quiero ser padre — pronunció finalmente.
La piel de la joven se erizó en un abrir y cerrar de ojos, sintió un escalofrío subir por su espalda, se abrazó a sí misma por el frío que dejó en su cuerpo. Un rubor empezó a aparecer en sus mejillas, una sonrisa tonta se dibujó en su rostro.
— ¿L-lo dices en-nserio? — preguntó con gran nerviosismo, mientras la sonrisa permanecía.
Él asintió manteniendo aquél semblante serio.
— Huh... Este... Me has tomando desprevenida... Y-yo no sé bien que decir — balbuceaba mientras su mirada iba de un lugar a otro, se sentía pequeña, sus mejillas ardían a más no poder.
La risa de Hitoshi la hizo callar.
— No quiero una respuesta inmediata, tienes hasta que vuelvas para decirme — dijo volviendo a sonreír.
[...]
Le sorprendió demasiado el hecho de que Hitoshi estuviera esperando en el aeropuerto por ella cuando el tiempo de filmación acabó. Había pasado casi cinco meses desde que se había ido, cuando la vió, fue abrazarla dándole un beso en frente, ella sonrió con cierta pena, abrazándolo de regreso. El pelimorado se ofreció a cargar con su equipaje, saliendo del aeropuerto con las manos entrelazadas.
— Quiero que vivas conmigo — le dijo en cuanto subieron al taxi.
Ella sonrió acomodó un mechón tras su oreja con cierta timidez mientras desviaba la mirada.
— ¿A qué se debe esa propuesta? — comentó riendo.
— Eres mi esposa, se supone que debemos vivir juntos — mencionó.
El taxista levantó amabas cejas mirándolos con sorpresa por el retrovisor.
El camino pasó con tranquilidad, llegaron al departamento del pelimorado, el ayudó a bajar de el equipaje, introdujo su clave para que la puerta se abriera, dejando entrar primero a la joven, y después el seguirla. Entraron al ascensor manteniéndose en silencio durante en trayecto, intercambio de vez en cuando una que otra mirada, hasta que finalmente llegaron al último piso donde era que se encontraba el departamento de Shinsō.
Ambos entraron a este, Minsoh se dejó caer en el sofá color vino que estaba junto a una cantina, suspirando, se sentía agotada, observó a de orbes violetas sonreír, este dejó del equipaje en la habitación, se dirigió a la cantina sacando de una copa de vino mostrándosela a la joven con una sonrisa traviesa, sirvió de dos copas; entregándole una a la joven y después tomar asiento junto a ella.
Él la contemplaba, observando su rostro con gran cariño, sus rasgos, sus facciones... Dió un largo sorbo a la copa, ella le regaló de una tímida sonrisa, dejó la copa en la mesa delante de ellos, girándose completamente hacía él.
— Sí — soltó.
— ¿Huh?
— Quiero que seamos padres — complemento.
El pelimorado abrió mucho sus ojos, inclusive tosió un poco por ello, cuando se calmó, la tomó del mentón alzandolo, le sonrió con cierta malicia y después prosiguió a unir sus labios.
[...]
Cuando regresó Hitoshi a la casa observó a Minsoh sentada en el sofá algo decaída, al acercarse pudo notar de una prueba de embarazo en la que indicaba negativo; se sentó junto a ella abrazándola, dándole de un beso en la frente intentando hacerla sonreír.
— Volvamos a intentar — dijo intentando animarla.
Ella sonrió animada asintiendo.
Pronto se hizo un año, en donde ambos seguían intentando sin tener resultados deseados. Hitoshi, llegó temprano viendo a su mujer llorar en el sofá con una prueba de embarazo, nuevamente negativa, la observó unos minutos desde el pasillo, había perdido ya la cuenta de los intentos fallidos, sonrió con desgano saliendo del apartamento, para irse a un bar con unos amigos. Ambos sufrían por sus constantes fracasos, pero ninguno hablaba de ello de frente, está no era la primera vez que la encontraba llorando con una prueba en mano.
Recordarla así le dolía, imaginó que debía irse haciendo la idea de que no podría engendrar, pues hacía unos meses había ido con un médico solo para confirmarles que la posibilidad era baja, por no decir nula, a pesar de ello, ambos se aferraron a esa baja esperanza, obteniendo puros negativos.
— Podrías buscarte otra mujer — mencionó uno mientras le daba unas palmadas en la espalda.
El tema de infertilidad en la pareja se había vuelto ya de conocimiento entre varias personas, inclusive unos medios de espectáculo había comenzado a sacar como nota para rellenar el tiempo a falta de cosas interesantes.
— Eres joven Shinsō, seguro encuentras algo mejor que ella y que si te pueda dar hijos — volvió a decir.
El pelimorado mantenía su mirada fija en el vaso aún con alcohol. No respondió nada, se mantuvo en silencio, no se había dado cuenta de lo mucho que deseaba ser padre, y se asustó de que la idea de su amigo la comenzará a considerar, quería engendrar un hijo, verlo nacer, crecer.
Regresó a casa encontrándose a su mujer dormida abrazada de una almohada, miró hacía un rincón de la habitación notando de las pocas cosas de bebés que habían estado comprando durante todo el tiempo que llevaban intentando; se sentó junto a ella acariciando su rostro con gran dulzura apreciando de las finas facciones que tenía. Ella se removió un poco abriendo de poco en poco sus ojos.
— Volviste — dijo soñolienta.
Sonrió de manera corta, soltó un bostezo y después se fue incorporado de en poco, se talló los ojos, la habitación seguía a oscuras. Sin pensarlo dos veces, se abalanzó hacía Hitoshi abrazándolo por la cintura, tirándolo en la cama, quedando ella encima de él.
Él la miró un tanto sorprendido, le regresó una sonrisa. Ella enterró su nariz en el cuello del hombre notando de la mezcla entre su habitual colonia y alcohol, dió un corto beso en su cuello.
— Te prometo que cumpliré tu sueño — susurró con dulzura volviendo a cerrar sus ojos sin dejarlo de abrazar para así volver a dormir.
El pelimorado abrió sus ojos sorprendió, estaba incrédulo, un nudo se formó en su garganta al recordar que hacía casi nada tan siquiera, por muy mínimo consideró el dejarla para poder ser padre, y al darse cuenta de ello, se sintió como una vil basura, no pudo evitar que sus violetas orbes se humedecieran, sonrió con gran nostalgia, pasando su brazo por la cintura de ella jurandose que pasará lo que pasará no la dejaría.
Habían transcurrido unos semanas después de ello, se mantenía más animado, regresaba a casa con unos papeles y un ramo de margaritas en mano, había ido a visitar de algunos orfanatos a pedir información. Imaginó que se alegraría ella si le comentaba de su idea.
Al llegar al departamento, notó que todo estaba más callado que de costumbre, se dirigió a la cocina sin encontrarla, pasó por la sala notando de una prueba de embarazo en la mesa, la miró unos momentos, y volvió a su labor de buscarla ahora en la habitación, encontrandola dormida con un libro entre sus piernas.
Se acercó a ella dándole un beso en la frente, un cálido y tierno tacto que la hizo despertar, le sonrió soltando un bostezo casi de inmediato, Shinsō rió.
— ¿Qué es esto? — preguntó en referencia ella a la prueba.
Notó como las lágrimas comenzaron a descender por las mejillas de Minsoh sin que parecieran que fueran a detenerse pronto, mientras una amplia sonrisa se formaba en su rostro, notó como pequeñas estrellas se formaron en sus cristalinos ojos mientras le sonreía con una genuina alegría, tan contagiosa, que el pelimorado termino también por derramar unas cuantas lágrimas mientras la sonrisa iba apareciendo, soltó un sollozo.
— ¿E-estas... Es-estas...?
— Sí — respondió ella mientras mordía sus labios al no poder contener la alegría.
De un momento a otro, se hallaba girando por el aire, Hitoshi la había alazado girando con ella por la habitación debido a la alegría que sentía mientras repartía de varios besos por su rostro, ambos comenzaron a reír dejando que las lágrimas siguieran fluyendo.
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