17. Profesor
Personaje: Aizawa Shōta
Advertencia: Lemmon, no sé qué tan bien salió, este tipo no es mi fuerte :'v
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Su espalda chocó contra la pared, tapó su boca buscando callar de su agitada respiración, llevándose la otra al pecho, en donde su corazón latía desbocado. Una sonrisa se dibujó en su rostro y del color carmesí subió a sus pálidas mejillas.
Corrió hacia su profesor abrazándolo por detrás, enterrando su rostro en la espalda del hombre aspirando de la varonil aroma que este desprendía. Lo escuchó suspirar algo molesto ante tan repentino acto, pero ella no se movió, aumento la fuerza en su abrazo como si quisiera asegurarse de que él no se fuera ir de su lado. Los pasillos estaban solos por lo que nadie los vería y no habría problema para su mayor.
— Sabes que estamos en horario de clase, no puedes hacer esto — se quejó sin moverse.
— No hay nadie, el único con autoridad aquí es usted, profesor — y la última palabra lo dijo de manera seductora.
El mayor volvió a suspirar con molestia, se giró hacia ella agachándose un poco para quedar a su altura tomándola por los hombros, la sonrisa en el rostro de la pequeña se borró en cuanto notó de la seriedad en su mayor.
— Deja de hacer el tonto — la reprendió — Sabes bien que si esto se descubre todo acaba.
— Una aventura es mejor si huele a peligro — respondió ladeando su rostro mostrando de una sonrisa juguetona.
El azabache se enderezó rascando su cabeza suspirando con pesadez, era vano, aquella niña con la que había terminado enredado era complicada de hacerla entender; no entendía bien el por qué seguía a su lado, ésta no era de la primera vez que terminaba saliendo con alguna de sus alumnas, sin embargo, si que era la primera en que no se molestaba por disimular tan siquiera, y él, no entendía cómo es que seguía ahí únicamente reprendiendo cuando fácilmente podía dar todo por terminado como en ocasiones anteriores cuando deseaban de hacer pública o más atención en la relación que mantenía.
— No voy a arriesgarme a perder mi trabajo por infantiles actitudes tuyas — explicó.
— ¡Profesor! ¡Pero que crueldad la suya! — expresó la pequeña chica llevándose ambas manos al pecho fingiendo estar sumamente herida.
«Ella es diferente a las anteriores, no es como ellas »
Se aproximó unos cuantos pasos a la chica de celestes rizos que dramatizaba a mitad de pasillo; no pudo evitar imaginarla en un teatro interpretando algún personaje por tremenda actuación que se estaba a hechando. Una inapreciable sonrisa cruzó su rostro, en definitiva, ella era especial, por algo es que su relación no estaba basada en búsqueda de placer... Siendo exactos, a pesar de tener con ella ya más de los cinco meses saliendo a escondidas jamás pensó en ella con ese objetivo.
— Solo llamarás la atención así.
— Pero no llamó la atención de la persona que quiero — hizo un puchero, se dió media vuelta cruzando los brazos por encima de su pecho.
— Okumura — la llamó.
— ¿Ah? — se giró a él apuntándole con el dedo de manera acusadora — Correción, señora Aizawa.
Vió de la sonrisa en el rostro de la pequeña, y por primera vez no supo con que responder, aquella broma que la niña le había hecho le había arrancado las palabras de boca, no era algo que él esperará. Permaneció callado observando detenidamente a la chica.
Aún era joven como para entender todo lo que esa frase podía acarrear, sin embargo, no pudo evitar divagar con que esa afirmación se cumpliera de verdad, pero volvió a caer en que ella era pequeña y muy probablemente después lo olvidaría, par terminar formando parte de uno de sus aventuras amorosas en su época de preparatoria.
— No juegues con eso — dijo finalmente. Apoyó su espalda contra la pared del pasillo desolado.
Ella volteó a verlo con esa sonrisa que la caracteriza, se acercó a él tomando sus manos.
— No juego — dijo sin borrar la sonrisa — ¿Me estás diciendo que tú no te imaginas un futuro en donde te esté hostigando desde que te levantes hasta que te acueste?
Aizawa desvío la mirada, ahora sí que podía notar de la gran diferencia entre ellos. Él ya un adulto que muy probable debería ya estar en planes de formar una familia, mientras que ella, una niña, que se formaba para héroe; eran muy distintos los puntos a los que se enfocaban debido a las edades. Quizá y ya era tiempo de dejar sus parejas de pasatiempo para buscar de una relación seria, pero...
— Rezó porque eso que dices no se cumpla — respondió.
— Entiendo — el tono desanimado en que le respondió sólo le dijo que quizás y se había pasado un poco — Ya regreso a clases.
Notó de la figura de la chica alejarse por el pasillo de regreso al aula de dónde se había escapado. Entonces también él sintió algo de desánimo, notando de un mayor problema a su búsqueda por algo estable y duradero.
Aizawa realmente que había caído enamorado de su alumna.
Algo que él en un principio quiso iniciar como de un pasatiempo para bajar de estrés se había convertido en algo más que si conllevaba de sentimientos sinceros. Y al percatarse de ello, empezó a maldecir en silencio.
[…]
Observó a la chiquilla reírse con sus compañeros de clase haciendo de gestos raros para agregar emoción y comedia a la anécdota que les relataba, mientras que sus oyentes reían a carcajadas desayunando.
Él lo veía todo a la lejanía bebiendo de su termo, la sonrisa de la niña era realmente hermosa, ella era como el mismo cielo nocturno de verano, llena de estrellas, alguien completamente brillante. Sintió de gran molestia cuando notó el cómo el chico explosivo la miraba, inclusive de él había captado la atención.
— Entonces el domador fue domado — se burló su rubio amigo.
Aizawa gruñó por debajo, alejándose de la cafetería mientras su amigo de toda la vida le seguía los pasos.
— Cállate.
Y el otro únicamente rió viendo como su buen amigo se alejaba seguramente ideado de un plan para alejar al rubio cenizo de su estudiante favorita.
[…]
— ¿Qué haces aquí? — preguntó un tanto desconcertado.
La niña sin esperar a que la invitará a pasar, se adelantó, entrando a la casa de su profesor como si fuera la suya propia, dejándose caer el sofá mientras que el pelinegro la miraba desde la puerta, para después cerrarla. Ella le sonrió ampliamente, notó de las medias de gato que portaba cubriendo un poco más arriba de sus rodillas, y las dos coletas en las que su celeste cabello se había agarrado le dada un aire tierno.
— Okumura — se pasó una mano por su cabello. Con esa vestimenta realmente él parecía de un pederasta.
La chica se cruzó de brazos chasqueando la lengua.
— Si no me vas a decir “señora Aizawa” te agradecería que me llames por mi nombre tan siquiera — se quejó, a lo que Shōta únicamente suspiró.
— ¿Vas a seguir con eso?
Ella sonrió de manera juguetona, cruzó una pierna, dejando de una muy buena vista de ellas debido a la falda que portaba, mostrando de su blanca piel al adulto, que imaginó que debía de ser muy suave. Apartó la mirada de su alumna.
— Últimamente estás muy irritable — comentó la chica dejando caer su cabeza sobre el respaldo del sofá pensando esquivando el comentario del mayor — ¿Estás durmiendo bien?
— ¿Eso a quién le importa?
La niña rió ligeramente.
— ¡Ya sé! — gritó emocionada poniéndose de pie de un salto.
Aizawa la miró un tanto sorprendido, aquella niña era completamente impredecible y era eso lo que más le gustaba, y muy posiblemente era eso mismo una de las principales razones por las que había terminado enamorado de la chiquilla.
— ¿Qué?
— Te hace falta sexo — dijo como si fuera lo más natural del mundo.
Él permaneció estático observando a la chica parada delante de él señalando con su índice mientras que el otro brazo lo mantenía detrás de su cuerpo.
— ¿Quién dice?
— Midnight lo dijo el otro día — dijo pensativa llevándose una mano al mentón, Aizawa chasqueó la lengua colocando sus manos en los bolsillos tratando de mostrar una figura despreocupada — ¿Es cierto?
— No — respondió con sequedad.
Sintió como la chica hundió su rostro en el pecho, mientras sus manos se enredaban en su cuello. La escuchó reír.
— ¿Y la sinceridad? Profesor Aizawa, usted es un grandísimo mentiroso — le susurró.
— La ética...
— La ética la lanzó al trasto desde que me besó en el gimnasio, no se quiera hacer a estas alturas el profesor siempre recto y perfecto — lo interrumpió rápidamente mirándolo de manera acusadora al desalineado hombre.
— Entonces deja de llamarme “profesor”.
— Como digas, Shōta.
[…]
— Ah.
Gimió erguiendo su cuerpo, Aizawa sonrió al oírla, la tomó de las caderas haciendo más presión en éstas. Ambos se hallaban bañados en sudor, los negros cabellos del adulto se adherían a su rostro, mientras que la peliceleste lo miraba atenta con los labios entreabiertos con un muy notable sonrojó, ambos tenían la respiración agitada, en especial la chica.
— No voy a detenerme hasta que lo digas — habló entre cortado el mayor.
La chica negó. Entonces Aizawa dió una fuerte embestida, la primera de varias, aumentando la velocidad con la que antes entraba; tomó las piernas temblorosas de la chica colocándolas sobré sus hombros, haciendo todavía más profundas sus penetraciones.
— ¡Ah!
— ¿Vas a dejar de causarme problemas?
— No.
Entonces Shōta salió de ella, tomó a la chica como si fuera de una muñeca de trapo, alzando a la niña hasta su rostro en done la besó con gran necesidad, un ritmo bastante acelerado imposible de seguir para la de celestes cabello, él metió de su lengua recorriendo de toda su boca, mordiendo y jalando de su labio, mientras ella con sus mano recorría del sudado pero bien formado torso de su profesor.
Entonces él rompió el beso tan rápido como lo inició quedando unidos por un fino hilo de saliva. La volvió a dejar sobre el colchón, estaba vez girándola, haciendo que quedara apoya en sus codos y rodillas, entonces sin previo aviso volviendo a entrar en ella con rudeza, haciendo que ella se erguiera soltando de un largo gemido, mientras que apretaba las sábanas entre sus pequeños puños.
Shōta la tomó del cabello y con la otra mano del vientre jalando su cuerpo a haciendo él mientras daba de las embestidas, escuchándose únicamente en la habitación de los gemidos y suspiros que ambos soltaban con cada excitante roce, igual que los lascivos y húmedos sonidos que se producían entre cada choque de piel con piel.
— S-shōta — gimió su nombre.
Él hizo de un aumento en la fuerza y velocidad, tomando sus cadera con ambas manos al sentir las piernas de la chica al borde del colapso, entrando más y más sintiendo como las paredes internas del chica abrazaban de su miembro, haciéndose cada vez más y más apretadas, ella pronto acabaría; continuó con su acción hasta que soltó de un largo suspiro en cuanto liberó de su líquido aún en su interior, sintiendo como ella apretaba aún más su miembro en el interior, para después salir.
La chica cayó exhausta en el húmedo colchón completamente bañada en sudor, por lo que su piel tenía de un brillo que para el adulto lucía algo excitante. Empezó a cerrar sus ojos con gran cansancio.
— No he dicho que hemos acabado — dijo con voz ronca un poco más tranquilo.
— Ya no...
— Espero que sepas hacer algo más que molestarme con esa boca — dijo acercándose de manera amenazante a la chica tomando entre sus manos su miembro nuevamente erecto, la peliceleste al verlo se sonrojó aún más de lo que ya estaba.
[…]
— Aoi - san ¿Qué te sucedió? — se acercó un poco Midoriya a la chica un tanto preocupado.
El resto de la clase se giró en dirección a la puerta en donde la de celeste cabellera estaba sentada en una silla de ruedas, ella sonrió con dulzura tratando de aminorar la preocupación de sus compañeros.
— ¿Qué hiciste, fea? — preguntó con una preocupación disimulada el rubio explosivo.
— Oh, me arroyo un auto, pero no es nada en realidad estoy bien — explicó con cierto nerviosismo.
— ¿De casualidad el auto no tenía de placas A-1-5-a-w-a? — preguntó a su oído Midnight que escuchaba la conversación desde hacía rato.
Y el rostro de Aoi se tornó tan rojo como el cabello de Kirishima ante esa afirmación.
Al menos ya él la llamaba “señora Aizawa”
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