13.- Mundos Enlazados (Parte I)

Personaje: Todoroki Shōto

Advertencia: nel, por el momento.

Aclaración: Universo alterno.

• Estará dividido en varias partes con diferentes personajes como protagonistas.

•Será una serie de cinco a diez capítulos.

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La doncella cayó al suelo por la fuerza de la patada que había recibido en su costado, haciéndola volar unos cuantos metros de sus agresores. Cayó boca abajo, sintió de un líquido caliente descender por su nariz. Se giró limpiando de la tierra en su rostro y la sangre que bajaba, notó como sus agresores se iban acercando de nueva cuenta a ella con pasos amenazantes.

— ¿Han notado lo poco caballeros que son al golpear tan brutalmente a un simple y desprotegida damisela? — habló en medio de movimientos torpes poniéndose en pie.

Los hombres soltaron una carcajada ante sus palabras, el más fuerte de ellos se acercó a la chica tomándola del cabello fuertemente, dió de un jalón haciéndola chocar contra el muro a su derecha y luego hacerla caer nuevamente, el golpe la había aturdido, su vista se tornó borrosa, sin embargo no borró su sonrisa. Una que reflejaba todo el dolor por el que luchaba ocultar.

— ¿Tú? No nos hagas reír — el hombre dió de una fuerte pisada a sus delgadas manos, escuchándose del crujido de éstos, la chica se mordió con fuerza el labio hasta hacerlo sangrar para evitar el gritar — Eres una bruja, no mereces ni el más mínimo respeto de nosotros.

— ¿Si tan malo es ser una bruja, por qué no me queman en la hoguera? — preguntó ella entre cortada, en un mulo intento por sonar firme — ¿Acaso temen de la maldición de... ?

Y no ocupó de una respuesta para saber que era correcta su suposición al recibir de una fuerte patada en las costillas, sintiendo el crujir de estas por la descomunal fuerza con la que fue golpeada. Otro la tomó del cabello alzando un poco su cabeza y luego estamparla contra el concreto del suelo, agrietandose éste por el impacto.

Entre los dos hombres la alzaron tomándola de los hombros, dejándola colgar por encima del suelo, su vista era roja por la sangre que descendía, sabía bien que le había provocado de una hemorragia dentro de su ojo, notaba como el mayor de sus agresores se preparaba para dar del golpe final; cuando de un hielo apareció a una gran velocidad congelando al hombre completamente, sin detener de su avanzar, congeló hasta el cuello a los otros dos hombres que la sostenía impidiendo el huir de ellos; la mujer se mantuvo intacta por el misterioso hielo que la había salvado.

— ¿Qué demonios? — dijo uno, mirando a su compañero con cierto miedo.

— ¡Habla! — le gritó el otro a la joven — ¿Qué clase de brujería hiciste, maldita perra?

— Ella, ninguna — respondió una calmada voz, una ajena a los presentes.

Al desolado y ahora congelado callejón fue ingresando de una figura masculina, uno encapuchado que caminaba lentamente por el piso ahora congelado suelo, pasó de largo por el hombre completamente cubierto, y paró hasta este frente a la doncella que tenía la cara hecha de asco, ésta le sonrió como pudo.

El joven tomó con su izquierda la muñeca de uno de hombres descongelado del hielo este para liberar una de los hombros de la mujer, y prosiguió a rehacer de la acción con el otro hombre, liberando completamente a la mujer, que al no tener de la estabilidad necesaria para permanecer en pie, cayó al suelo como peso muerto. El extraño la vió caer sin hacer nada por sostenerla.

— ¿Q-quién eres? ¿Acaso...? — uno estaba aterrorizado por el intromisión de aquél encapuchado.

La doncella se sentó en el suelo, pasando su brazo derecho por todas sus heridas soltando de un dorado brillo en su camino haciendo desaparecer de las heridas, volviendo todo a su normalidad, como si jamás hubiera sido golpeada.

— Gracias, pero tenía todo controlado — habló terminando de sanar su brazo y costado, continuó pasando su mano por su rostro.

El joven volvió a poner su atención sobre los hombres, ignorando por completo a la chica. Ésta se puso de pie colocándose trás su misterioso salvador. Sus manos se dirigieron al cuello de joven, y retiró de su capucha en un movimiento rápido.

— ¿Con qué los rumores son ciertos? — el joven se entorno hacia la doncella, quién lo lanzó contra el muro sin darle chance de defenderse — ¿Qué te trae por aquí? ¿No me digas que también estás en busca de la gema?

El bicolor se mantuvo en silencio, no la había reconocido hasta ahora que la tenía tan cerca y la miraba con detenimiento. Aquella damisela que había salvado e ignorado momentos atrás era una de la brujas más reconocidas en todo el reino, Minerva era el nombre de aquella doncella que lo tenía contra la pared, y su fama no era una precisamente buena.

En el rostro del joven bicolor se formó de una pequeña sonrisa, algo que desconcertó a la joven bruja, apretando la fuerza con la que lo mantenía atrapado.

— No, estaba en tu búsqueda — respondió.

Y el hielo envolvió el cuerpo de la pequeña bruja dejando libre únicamente su rostro ya restaurado.

— ¡¿Qué diablos eres?! — gritó uno de los hombres un tanto desesperado por no entender del tan inesperado desenlace de los acontecimientos.

— Alégrate, él es Todoroki, una de los más grandes magos en el reino — habló Minerva sonriendo — Uno que se dedica únicamente al exterminio de plagas. Al fin sus plegarias fueron oídas, él se encargará de mí ¿O me equivoco?

Todoroki afirmó con un movimiento rápido de asentimiento.








— ¿Podrías hacer mi muerte la más bella de todas? — dijo la mujer sin hacer lucha por quitarse las esposas.

— ¿Dónde está? — cuestionó ignorando su petición por completo.

— ¿Dónde está qué? — contestó confundida.

— La gema — aclaró.

Minerva suspiró, se sentó en la silla anteriormente ofrecida, colocó sus brazos sobre la mesa, y apoyando su rostro sobre sus blancas manos le sonrió. Ya presentía ella que aquél poderoso maga viniera solo a matarla, sus suposiciones eran correctas, pero no podía estar feliz por ello. Observó con detenimiento a aquél famoso mago, uno que pertenecía al consejo de magia, uno que podía hacer uso de su magia de manera legal, algo envidiable en algún punto. Minerva el algún momento de su pasado se le fue ofrecido ingresar a aquél consejo de élite.

Los límites era lo que odiaba más que nada, por tanto rechazó sin pensarlo dos veces aquella oferta. Y de ahí venía de su mala reputación, una que los altos mandos de la élite se encargaron de crear haciendo de un esparcimiento de falsos rumores para hundirla completamente. Rumores falsos que ella se encargó de hacerlos propios, ocasionando que un sinfín de cosas se hicieran reales. Y todo por mostrar de su rebeldía al consejo y conseguir fama en el proceso.

— Después de todo, si estás trás la gema — dijo ladeando su rostro.

— ¿Su ubicación? — pidió el bicolor.

— Eres un excelente conversador ¿Te lo había dicho antes?

— No te desvíe la conversación, dígame la ubicación de la gema — volvió a pedir con frialdad.

Minerva desvió la mirada de aquellas orbes de distinto color, le habían parecido bellos, y pensar ello era malo. Se concentró en la gema, conocía de ello, el poder que albergaba, y lo peligrosa que podría ser si algún simple humano lo tomaba. Pensó en los beneficios que podía tener el revelar aquella información tan valiosa que solo ella conocía. Así que volvió a sonreír le al joven de cabello de distinto color.

— ¿Por qué la buscás? — se atrevió a preguntar.

— No es algo que deba decirte — contestó.

— Te diré todo lo que sé si me liberas — propuso extendiendo sus manos a él mostrando de las enormes cadenas en ellas.

— Te liberare en cuanto me digas lo que quiero saber — contraatacó él.

Y la sonrisa en su rostro se esfumó, no iba a liberarla, no porque creyera que mintiera, sino por la misma información, si lo decía, ahora no podría irse, la retendrá si hablaba, lo mismo a si callaba. Dejó caer su rostro a la mesa, su largo y plateado cabello cubrió gran parte de la mesa de madera. Todoroki ni se inmutó, pues él ya conocía de esa información.

¿Por qué? Fácil, había irrumpido en el hogar de aquella mujer encontrando de su investigación al estar ella ausente. Y de no ser por el problema que encuentro en el recuperar la gema, hubiera dejado a la pequeña bruja en libertad.

— Está en otro mundo — dijo finalmente.

— Lo sé — contestó él.

A lo que ella abrió tanto los ojos perpleja. No era tonta, supo de inmediato que había estado hurgando entre sus cosas antes de contactarla, y la sonrisa en su rostro volvió a aparecer.

— Si lo sabes, significa que algo te detiene en ir a por ella ¿No?

— ¿Cómo cruzó al mundo de las sombras? — pregunta sin rodeos.

— Aunque te lo dijera no podrías. Eres un mago híbrido, muy poderoso para la media, pero no lo suficiente para lo que ocupas — explicó — No tienes el conocimiento, ni del poder para cruzar. Hablé, ahora liberame.

— Lo sé, por eso te he capturado, tú abrieras ese portal para mí — contestó.

Ella rió.

— Tampoco puedo hacerlo, sé hacerlo, pero tampoco mi poder es el suficiente para realizarlo — explicó — He de suponer que leíste toda mi investigación, así que sabes que me lo impide. Te repito, ya he hablado, ahora liberame.

Sí que era cierto, ella era la única bruja en todo el reino capaz de abrir aquel portal, sin embargo le hacía falta de algo mínimo para hacerlo, y eso era algo que ella por más estudios que hiciera no lograría conseguir; mientras que él, simplemente su magia no era compatible con ese tipo de magia para cruzar mundos. Sin embargo, fracasar no estaba en sus planes.

— Lo sé — volvió a repetir — Entonces cásate conmigo.

La doncella tosió atragantada con su propia saliva por aquella repentina petición, un rubor apareció en su mejillas, tenía que estar de broma. Pero al observar el rostro del chico supo que de broma no tenía nada, su inexpresivo rostro le decía que todo ello era enserio, que la boda era cierto, y no un juego, lo que la llevó a preguntarse: ¿Qué estaría sucedido para querer esa gema manera tan desesperada?

— Sabes que no es necesario casarnos — habló aún con el rubor en sus mejillas, con la mirada fija en la pared.

— Pensé que sería lo correcto — contestó con una tranquilidad, una que empezaba a desesperar a la pequeña bruja.

— ¿Lo correcto? — cuestionó.

— Pensé que así no sentirías tanto como que te usé — por primera vez en lo que llevaba de conocerse el bicolor había respondido a una de sus preguntas.

Ella soltó el aire retenido con pesadez, y el rubor en su mejillas aumento.

— Quedarás atado a mí sí nos casamos, sabes bien que el divorcio en esta realidad es castigado con la pena de muerte — dijo intentando calmar de el rojo en su rostro — Sólo ocupamos tener... Relaciones para cruzar.

— También es una deshonra que lo hagamos así — puntualizó el chico.

— No si nadie se entera — la sonrisa en la bruja volvió a aparecer.

El joven se levantó de la mesa, sin darle ni un sí ni un no, confundiendo a la pequeña mujer, quitó de las cadenas en sus muñecas y luego se dirigió a la puerta de la habitación, colocó su mano en el picaporte y antes de girarlo dijo:

— Nos casaremos en una semana, ten todo listo para el hechizo.

Y salió.

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¿Qué les pareció está primera parte?

Dependiendo de cómo sea recibida se alargará con partes.

De cualquier forma a lo que tengo planeado se presta para extenderse mucho.

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