15. 🎆 Mi amor inevitable ~ Binuel {P. 2}🎆 BIA: Un Mundo Al Revés

Manuel :

Recargo mi cuerpo en el sofá de mi apartamento, mis piernas tiemblan, para ser sincero, todo mi cuerpo tiembla descontrolamente.

—¡No debí tomar ese último vaso!— grito para mí mismo, sin saber porque lo hago.

El efecto del alcohol me hace devanear.

Miro a mi alrededor; las prendas de ropa esparcidas por todos lados, las botellas de alcohol, los plásticos y bolsas de comida rápida, todo es un completo desorden, entre mareos camino hacia la cocina, en busca de algo para tomar y alimentar mi orgullo para no llamarla.

La nevera está vacía.

Al igual que mi corazón...

No sé si son las consecuencias del alcohol o la simple razón de que sigo extrañandola, mis ojos se nublan y sollozan sin previo aviso. Me dejo caer al suelo, a la gravedad de la situación nada me importa, estoy en el punto más débil de mi vida.

Miro el suelo raso como si fuese lo más novedoso en mi solitario apartamento, el dolor que siento en el pecho va desvaneciendo para convertirse en un sentimiento de rencor, realmente la bebida puede cambiar mi forma de ver las cosas.

—¡¿Por qué me dejó?!— giro hacia la pared y le hablo —¡¿Acaso alguna vez me expreso como se sentía?!; Exacto, nunca lo hizo y pretendía que yo la comprenda cuando jamás me dijo nada—

La pared no me responde, también me dejó como Bia.

Sin saber que hacer, vuelvo a levantarme para patear a la pared que no me dice nada, mi pie duele aún más al segundo golpe y desisto de mi estúpida idea.

—Tal vez debería llamarla— susurro con dudas —Quizas me conteste—

Mis manos no tardan en coordinar para encontrar el bendito celular y marcar desesperado el número de la brasileña.

Mis esperanzas caen al escuchar el ya conocido buzón de voz. Otra vez se negó a escucharme. Ya va un mes que estamos así e indudablemente mi orgullo no me permite ir a su casa.

Aunque estando ebrio eso no importa.

Debo decirle unas cuantas cosas en su hermosa cara. Ella tiene que escucharme.

[...]

Bien.

Estoy aquí, frente a su casa, la respiración se me contrae al dar un paso adelante, no me cabe la menor duda de que necesito apoyarme en algo porque sino de seguro caeré al suelo.

Retengo el suficiente aire en mis pulmones para gritar con todas mis fuerzas.

—¡Bia!— me voy acercando a la puerta —¡Necesito hablar contigo! ¡Debes escucharme!—

Observo toda la casa, mejor dicho la mansión, las ventanas están aparentemente cerradas así no podré trepar, bueno, ni aunque estuvieran abiertas podría subir debido a este estúpido desequilibrio.

—¡¿Pensáis ignorarme?!— mi acento sale repentinamente, intento calmarme —¡Soy el Puma del Amor! No podéis simplemente ignorarme—

Miro hacia arriba con ciertos reflejos cuando unas gotas comienzan a mojar mi rostro; la lluvia se hace presente en menos de un minuto y el viento inicia su recorrido pasando por mi cuerpo empapado, mi piel se eriza.

—¡Lo que faltaba!— farfullo extendiendo mis brazos al cielo —¡Me voy a congelar aquí afuera y la señorita no piensa afrontar la situación!—

Todo sigue igual.

No responde a mi llamado, es más, pareciera que no hubiera nadie en esta casa. Pero no importa, pase lo que pase, estaré aquí hasta que ella se digne a abrir la bendita puerta, no le moveré.

Me acurruco lentamente apoyando mi cabeza a la puerta de color café, mis brazos unen mis piernas entre si para combatir el intenso frío que ya asecha las calles; los ojos empiezan a pesarme de una forma recurrente, siento mis párpados caídos y las ganas de dormir intensas.

Hago caso a esos instintos. Me quedo dormido en poco tiempo.

[...]

—¡¿Manuel?!—

Escucho esa voz pastelosa como si estuviese en mis sueños; aquella silueta se va haciendo presente en mis débiles ojos y me remueve para que pueda observarla mejor, sonrío con los labios cerrados mientras pienso claramente que esto es un sueño producto de mi excesivo consumo de alcohol.

—¡Manuel reacciona!— ella repite, mi nombre suena tan bien en su voz, quiero que lo diga de nuevo.

—Repitelo— susurro abriendo finalmente los ojos.

Vaya, la Bia que tengo en frente mío no es un sueño, es una realidad.

Ella me analiza con sus ojos castaños, veo confusión y temor en su mirada, su respiración es lenta y distorsionada, tanto que hasta podría llegar a pensar que se preocupa por mi.

Y pensar que es así me encanta.

—¿Qué debo repetir?—

—Repite mi nombre— digo en un tono suplicante —me enloquece escucharte pronuciarlo—

La brasileña se sorprende con mis palabras.

—No voy a decir nada— claudica y trata de levantarme colocando mi brazo en su hombro —Levántate y vete de aquí—

Enderezó mis piernas apoyado a su silueta y se me escapa una risa al oír su orden, mis ojos se topan con los suyos, no le causa gracia mi expresión.

—¿Qué harás si te digo que no?—

—Llamaré a la policía—

—¡Hazlo!— la animo en cuanto ella abre la puerta de la casa y me obliga a entrar —¡Hazlo para que todos sepan que estoy así por tu culpa! ¡Porque te extraño tanto!—

—Cállate Manuel— amenaza con la voz baja —No digas nada—

Esa advertencia duele.

Mis pies se cruzan debido a los constantes mareos que tengo y caigo respaldado en el suave sofá, la castaña pierde el equilibrio y termina encima mío.

Vaya situación más cómoda.

—¿Por qué me hiciste entrar a tu casa?— pregunto sintiendo un fuerte dolor en la garganta —Si tanto te fastidio, déjame afuera—

Sus tenues pupilas me observan con cautela, con los labios entreabiertos y las manos a los costados de mi cabeza.

Siento el mismo palpitar de su corazón, su respiración contraída y aún así se queda callada y prefiere alejarse.

—No puedo dejarte afuera con esta tempestad— susurra sentándose a mi lado.

La miro de costado mientras pienso sí ella aún sigue amándome, si aquel brillo que tenían sus pupilas al mirarme sigue intacto, o si al menos guarda una pizca de ese amor para mi. Porque yo sigo enamorado como el primer día. El puma no puede estar sin su pantera.

Es inútil intentar lo contrario.

—¿Aún me amas?—

Esa pregunta la sorprende, lo captó porque traga saliva al enfrentarme para hablar.

—Manuel, deberías dormir, aún estás ebrio— evita responder.

—Solo quiero saber si me amas, lo demás no importa Bia— mis ojos se humedecen —¿Sabes lo mucho que sufro cada día? Te extraño cada maldito segundo de mi miserable vida—

—Yo...—

—¡No! Déjame terminar por favor— freno sus palabras —Si estoy aquí ahora mismo en un estado deplorable y con demasiadas ganas de besarte, es porque realmente te amo—

—Manuel...—

—Perdóname por no ver lo mal que te sentías respecto a mi fans, perdón si es que no te brinde la suficiente atención, por todo lo malo que hayas pasado; perdóname Bia—

Mis ojos llorosos se cierran por unos segundos para aclarar mis pensamientos, acabo de sacar todo lo que tenía atascado desde hace un mes, me siento más libre.

Observo a la castaña fijamente, sus labios permanecen oprimidos, como si guardara silencio para no decir lo que quiere hablar su corazón, pestañea un par de veces y mira al suelo de inmediato, sus manos arrugan el sofá.

Está nerviosa.

—¿Sabes cuánto esperé por escuchar éstas palabras?— sus ojos finalmente conectan conmigo —Cada día, cada noche en la que era atacada por tus fans, o cuando me insultaban por ser una "colgada", como si alguna vez nuestra relación hubiese sido pura apariencia— su voz se quiebra —Pero ante todo eso, tú solo decías que eran pleitos menores y que ignorara los comentarios—

Limpia sus mejillas con las manos mientras yo intento acercarme.

—Ahora lo entiendo— me arriesgo a abrazarla.

Mi mentón choca con su cabellera oscura, en cuanto sus manos quedan paralizadas en el aire, dudando en si corresponder o no, al final la paz entra en mi alma al ver que ella abraza mi espalda, siento que respira en mi cuello provocando una extraña sensación en mi.

—Yo...— balbucea —Yo también te extrañé, Manuel—

Mi corazón reacciona y late aún más.

—Desde que me alejé no he dejado de pensarte, de soñar contigo y aunque no contestaba tus llamadas, una parte de mi anhelaba verte con ansias— ese susurro me devuelve las ganas de vivir nuevamente.

—¿Por qué seguimos alejados?— cuestiono separando un poco mis brazos para quedar frente a ella —Si me siento vacío sin ti, si me hace falta escucharte en mi habitación cada noche, hablando Miles de cosas, si extraño hasta el aroma excéntrico de tu perfume— ella ríe —Te necesito en mi vida, Bia Urquiza—

—Esas son las únicas palabras que necesitaba—

Sus labios me regalan una sonrisa sincera para luego acercarse acortando la poca distancia que nos separaba, me besa como hace tanto tiempo no lo hacía, sus manos acarician mi cabello y yo la tomo de la cintura para unirme más a su cuerpo.

Y desde ese momento puedo decir que recuperé lo más preciado de mi vida, lo único que me hace completamente feliz, mi otra mitad.

Mi amor inevitable.

~~~~~~~~~~

Espero les guste 🥰 ahora pueden sugerirme más one-shots que los estaré leyendo, no olviden dejar su estrellita.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top