🎡// Festival.
— Odio esto — Murmuró Hirai, teniendo que borrar todo lo que hizo para rehacerlo otra vez.
Si alguien le hubiera dicho que las cosas en Corea eran peor que en Japón, no se hubiese molestado en viajar tantos kilómetros para nada.
Pero allí estaba, trabajando en una oficina, haciendo cosas que ni ella entendía, pues en lo único que estaba pensando, eran en esos 15 minutos que faltaban para que acabe su turno.
— Momo, ¿ya terminas? — Preguntó su compañera y única amiga, Sana.
— ¿Ah?, oh, no, disculpa, lo tendré listo para mañana recién — Respondió, dedicándole una sonrisa apagada.
La rubia suspiró — ¿Sabes?, cuando salgas de aquí, puedes ir a un festival, está cerca, habrán fuegos artificiales, comidas, juegos, concursos de bailes, tal vez puedas participar en uno de esos, a ti te encanta — Mencionó, en un intento de levantarle el ánimo.
— Lo tendré en cuenta, gracias — Asintió, volviendo a poner la vista en la computadora.
La otra japonesa negó con la cabeza, y salió de allí. Hace meses que ve a su amiga tan nítida, sin su brillo característico en sus ojitos, ya no se ríe por cualquier cosa que ella diga, ahora solo era Momo, una trabajadora más.
Por su parte, cuando los quince minutos de la pelinegra acabaron, no dudó mucho y tocó el botón de apagar, dando por finalizado su turno.
Tomó su bolso con sus pertenecías y salió.
Se subió al auto, encendió el motor y se dirigió a su casa, cuando de la nada, mientras esperaba que la luz roja pase a verde, a lo no muy lejos, escuchó un fuerte estruendo, el cual la obligó a mirar hacia allí.
En el pavimento anochecido, vio muchos fuegos artificiales y globos, mientras que abajo había atracciones, juegos de feria, y muchos puestos de comida.
El semáforo le cedió el paso, y ella dudó por la dirección que iba a tomar.
— Solo hoy — Susurró girando a la derecha.
Cuando llegó a aquel festival, buscó donde estacionarse, salió del vehículo, y se encaminó adentro, mirando todo a su alcance con sumo asombro, como si fuese la primera vez que salía al mundo exterior.
Compró algodón de azúcar y se quedó un momento mirando a un payaso que hacía globos de animales y que jugaba con burbujas.
Hasta que de repente, desde un parlante, anunciaron una competencia de baile, donde cualquiera que desee participar, debía acercarse al centro y sería bienvenido.
Hirai miró su golosina, dudando nuevamente en ir o no, hasta que decidió mandar todo al carajo, y se acercó al evento.
— Gracias, Momo del pasado, por haber elegido un pantalón en lugar de falda — Se dijo mentalmente.
Para calmar sus nervios mientras se dirigía al lugar indicado, comía trozos más grande de aquella explosión azucarada.
En el momento que llegó, logró distinguir un tumulto de personas, las cuales estaban amontonados en un círculo, viendo algo que no estaba en su campo visual.
Antes de arrimarse a ver, tiró el palito a un tacho de basura, y luego si, corrió al sitio, con un poco de entusiasmo por ver quien era la persona que tanto llamaba la atención.
Se abrió espacio entre la gente, y en el centro, vio a un chico de cabellos castaños, moverse al ritmo de la música.
La extranjera estaba asombrada ante tales pasos de baile, hace mucho que no bailaba, y verlo hacer eso, de esa manera, la dejó sin palabras.
— ¡Una ronda de aplausos para Jung HoSeok! — Pidió un tipo, hablando mediante un micrófono.
— Así se llama — Pensó entre tantos ruidos.
— Ahora, ¿quién se atreverá vencer a nuestro tres veces invicto bailarín? El ganaron, se lleva el premio que desee de este festival — Anunció el sujeto del micrófono.
Momo levantó la mano sin pensarlo, no quería dejar ir la oportunidad de compartir un baile con él.
Al ver su brazo extendido, el castaño la miró, sus ojos conectaron, y él sonrió, ocasionando un montón de cosas en el estómago de la japonesa.
— ¡Tenemos una contrincante! — Exclamó el hombre, acercándose a ella — ¿Cuál es su nombre, jovencita?
— Hirai Momo — Contestó algo tímida, pero con cierto tono de firmeza.
— Tu acento suena alg raro, ¿eres extranjera? — Preguntó, a lo que ella asintió — Mejor aún, ¡HoSeok representará a Corea!, mientras que nuestra amiga Momo, va a representar a... ¿De dónde eres?.
— Japón — Le susurró.
— ¡A Japón!, entonces, ¡que comience la batalla!.
El resto se hizo para atrás, dejando que ambos tengan más espacio.
Él inició a caminar en círculos alrededor de ella, mientras que la femenina no sabía por dónde empezar o qué hacer, por lo que se quedó quieta en su lugar.
Una música sonó, una demasiada conocida para la extranjera, tanto, que la obligó a moverse tal y como lo hacía en la secundaria.
Bailaba con una sonrisa hermosa y brillante en su rostro, olvidándose por completo que había gente por todos lados, solo seguía los pasos que su cuerpo ordenaba hacer, sin darle importancia al resto, dejando que cada nota corra por sus venas, y que la felicidad se le pinte en el rostro.
Dio un último giro, y la música frenó.
Su respiración estaba agitada, su expresión emanaba alegría, aunque pasó a vergüenza al ver como todos la miraban, incluso el chico al que quería impresionar.
El hombre del micrófono aclaró su garganta — Supongo que es bastante obvio, ¡Momo es la ganadora! — Anunció contento.
Hirai vio como los presentes aplaudían y gritaban, estando más eufóricos que ella.
— Felicidades — Habló alguien detrás suyo.
Ella lo volteó a ver — Gracias, HoSeok —Sonrió soltando un suspiro.
— Señorita, ¿qué desea elegir como premio? — Inquirió el locutor.
La joven miró al cielo, luego a las personas, y suspiró.
— No quiero nada, ya conseguí mi premio.
Dejando a todos nuevamente callados, salió de allí, dispuesta a regresar al auto para volver a casa. Ya había tenido demasiado diversión por un día.
— ¡Espera! — La llamaron a mitad del camino.
— Oh, tú de nuevo — Dijo Hirai, volteando a ver al castaño.
— Umh, si, verás, me encantó como bailaste allí, nunca vi a alguien que lo hiciera como tú, sinceramente, te doy mis respetos, y... Mi número de teléfono, por si algún día, quieres, no sé, darme una revancha — Propuso, entregándole un papel con su número escrito.
La femenina tomó la hoja, sonrió otra vez, y asintió.
Se giró, tomando su camino de nuevo al coche, pero antes de irse, giró a donde estaba el muchacho, se acercó a él, y le dejó una beso en la mejilla.
— Nos veremos pronto — Se despidió.
Entonces si, subió al auto, y durante todo el camino, no paraba de pensar en él, sonriendo cada vez que lo recordaba, agradeciéndole a su valentía por haberla dejado participar.
🎡
Nimin_36
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