Lovely
– ¿Cómo te encuentras hoy? – pregunto son una sonrisa, una sonrisa falsa en la que escondía la profunda pena que arrastraba su ya cansada alma. Sabía que no obtendría respuesta pero aun así cumplía con hacerlo; en el fondo sabía que él lo estaba escuchando. Pero no podía hallar la manera de responderle. – Hoy... los doctores hablaron conmigo. Dijeron que lo mejor es no dejarte más tiempo en este estado. – tomo una de sus manos y la estrecho entre las suyas, notando el frío en estas.
No deseaba que las cosas fueran de este modo, pero mucho no podía hacer ya. Había hecho demasiado, de hecho. Estos últimos diez años había estado manteniendo a su esposo, a la persona que reposaba sobre una cama conectado a un respirador artificial; era demasiado tiempo. O al menos eso decían sus familiares, opinaban que ya era hora de aceptar que no habría alguna manera de que despertara luego de tanto tiempo.
Y lo que más le hacía sentir mal es que había aceptado y adquirido ese pensamiento y lo había hecho propio. Por eso había venido. No es como que si no hubiera estado visitándolo cada día durante las tardes pero hoy era diferente, no era su aniversario como pareja ni el cumpleaños de alguno de los dos, no. Era año nuevo. Había podido convencer al hospital para que le concediera su petición para quedarse la noche de año nuevo su esposo.
– ¿Adivina qué? – susurro con una sonrisa algo amarga en su rostro mientras abría las cortinas y dejaba que la habitación tuviera vista al magnifico cielo nocturno. – Tu sobrino dijo hace unos días sus primeras palabras. Fue tan adorable. – camino de regreso y coloco su cuerpo sobre la camilla a un costado, tomando nuevamente su mano entre la suya. – ¿Sabes? Nuestras familias opinan que ya ha sido suficiente, yo no lo creía así al principio pero ahora... luego de diez años. Creo – miro hacía su rostro con las lágrimas surcando por su rostro sumido en una expresión dolida. –... que ya es suficiente el tiempo en que has estado conectado a todos esos cables Shadow. Debes estar cansado ya.
Un incómodo dolor se alojó en el centro de su pecho mientras apagaba el respirador artificial y poco después retiraba el tubo de plástico de su boca. Escuchando de fondo como la pantalla que marcaba su pulso bajaba de manera insufrible la frecuencia de un constante sonido que simulaba ser los latidos de su corazón. Dejo sus labios reposar sobre su frente, y solo por un momento. Un sintió por un efímero momento la sensación de calidez en esta antes de que el ruido cesara. Fue entonces cuando se echó a llorar con toda la fuerza que hacia igual al dolor que se alojaba en su pecho, opacando por momentos el resonar de los campaneares que anunciaban el comienzo de un nuevo año.
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