4

Siento como me recuesta contra el escritorio.

El juego comienza.

Sus manos recorren todos los lugares de mi cuerpo.

El frío aire que entra por la ventana choca contra el calor que emana mi cuerpo.

Su mano golpea contra mi trasero.

-Uno.

Repite el movimiento en el otro lado.

-Dos.

Aumenta la rapidez y fuerza de sus golpes.

-Tres, cuatro, cinco.

Acaricia lentamente mis enrojecidas nalgas.

Con un movimiento brusco me da la vuelta y me coloca sobre el escritorio.

Coloca meticulosamente un antifaz sobre mis ojos.

La obstrucción de mi visión provoca que mi cuerpo se arquee en expectación.

Su lengua recorre poco a poco mi abdomen, sube hasta mi pecho y traza un camino de besos hasta mi ombligo.

Mete la lengua dentro de el mismo y dibuja lentos círculos en su interior.

Sus movimientos cesan abruptamente.

Oigo la fusta antes de que choque contra mi piel.

Aquella nueva sensación provoca que un lastimero gemido se escape de entre mis labios.

-¿No te dije que no hicieras ningún ruido?

La rudeza de sus palabras me hacen estremecer me contra su toque.

-Creo haberte hecho una pregunta.

La fusta golpea contra mi pecho.

-Lo siento amo. Se me escapó.

-Espero que sea la última vez que "se te escapa" sub o tu castigo será ejemplar.

Las trenzas de cuero rozaron suavemente mi pubis antes de golpear con fuerza la zona nombrada.

-Te he entrenado mejor que eso.

Tras estas palabras se entierra de golpe en mi interior.

Me calla con su boca para no escuchar mis sonidos de placer y sus caderas golpean contra mi cuerpo en un lento
vaivén.

Tras acostumbrarme a su tamaño y grosor empujo mis caderas contra su pelvis para encontrar cada una de sus embestidas.

Continuamos con esta placentera danza hasta que ambos conseguimos saciarnos el uno del otro y caer desplomados en el suelo.

No es la primera vez que esto ocurre.

Ni será la última.

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