rui rebelde
Rui Ayaki siempre había sido el consentido de Muzan, pero en su adolescencia, su comportamiento comenzó a volverse un problema incluso para las lunas superiores. Desde los 9 años, Rui había comenzado a usar bragas de mujer, algo que confundió a muchos demonios, pero que él defendía como parte de su estilo. En su rebeldía, también desarrolló un gusto por la cerveza y no le importaba romper las reglas impuestas por Muzan.
Un día, en una reunión de las lunas superiores, Rui apareció con una botella de cerveza en la mano, vistiendo un atuendo que mezclaba un kimono tradicional con elementos llamativos y provocativos. Douma, siempre dispuesto a bromear, se acercó y le dijo:
—Rui, querido, ese estilo tuyo es único. Aunque, si te sigues rebelando, quizás Muzan-sama pierda la paciencia contigo.
Kokushibo, por otro lado, permanecía serio, observando a Rui con desaprobación. Para él, el comportamiento del joven demonio era una falta de respeto hacia su maestro.
—Rui, deberías aprender disciplina. Ser el favorito de Muzan-sama no te exime de obedecer.
Pero Rui, con su actitud desafiante, simplemente le lanzó una mirada insolente mientras tomaba un sorbo de cerveza.
—¿Disciplina? Por favor, Kokushibo, no todos queremos ser unos aburridos como tú.
Muzan, quien había llegado a la reunión en silencio, observó la escena desde las sombras. Aunque en el pasado había sido protector con Rui, comenzaba a frustrarse con su comportamiento. Decidió que era hora de imponerle límites, así que convocó a todos a una misión especial: recuperar la obediencia de Rui. Para lograrlo, asignó a Kokushibo y Akaza la tarea de vigilarlo y guiarlo, mientras que Douma, siempre entrometido, se ofreció a ser el "mentor" de Rui en el caos.
En medio de esta dinámica, los demás demonios comenzaron a involucrarse. Enmu, con su obsesión por la perfección, intentaba influir en Rui para que cambiara su estilo, mientras que Gyutaro y Daki discutían sobre si debían imitar o reprobar su actitud. Nakime, desde su habitación, observaba todo con interés, mientras movía las paredes del Castillo Infinito para espiar las interacciones de Rui con los demás.
A pesar de todo, Rui no parecía dispuesto a cambiar. En lugar de eso, comenzó a influir en algunos de los demonios más jóvenes, como Kaigaku, quien veía en Rui un modelo de independencia. Esta nueva situación provocó un caos interno en las filas de Muzan, quien ahora debía decidir si castigar a Rui o aceptarlo tal como era.
Era un día soleado en la costa, una ocasión poco común para Muzan y las lunas superiores, quienes habían decidido tomarse un descanso de sus usuales actividades demoníacas. La playa parecía un lugar extraño para un grupo tan temido, pero Muzan, en un inusual arranque de generosidad (o quizá aburrimiento), decidió llevarlos a relajarse.
Kokushibo, Douma, Akaza, Gyutaro, Kaigaku y Enmu estaban en la arena, vistiendo únicamente shorts. Sus cuerpos marcados e imponentes resaltaban bajo el sol, lo que provocaba miradas de admiración (y miedo) de los pocos humanos presentes en la playa. Douma, siempre bromista, se acercó a Akaza y le dijo:
—Akaza-dono, ¿qué tal si hacemos un concurso de quién atrae más miradas? Aunque claro, ya sabemos que yo ganaría.
Akaza, con su usual actitud seria, lo ignoró mientras ayudaba a Gyutaro a construir un castillo de arena. Gyutaro, a pesar de ser temido como demonio, estaba profundamente concentrado, disfrutando la simplicidad del momento.
Nakime, con su traje de baño sobrio y elegante, se sentó bajo una sombrilla. Tocaba las cuerdas de su biwa con calma, creando una melodía que armonizaba con el sonido de las olas. Era una figura tranquila en medio de la caótica energía de sus compañeros.
Daki, en contraste, estaba en el centro de atención. Su traje de baño sexy llamaba la atención de todos en la playa, y ella lo sabía. Caminaba con confianza, dejando que los humanos admiraran su belleza mientras ignoraba sus comentarios envidiosos.
—Hermanito, mira cuántas miradas estoy atrayendo, —dijo a Gyutaro, quien apenas levantó la vista del castillo de arena para responder:
—Haz lo que quieras, solo no interrumpas mi obra maestra.
Y entonces estaba Rui Ayaki, el centro del caos. Había insistido en no llevar ropa, diciendo que no tenía sentido en la playa. Al final, Muzan permitió que se quedara solo en unas bragas blancas, a pesar de las miradas de Kokushibo y Akaza, quienes desaprobaban su decisión. Rui caminaba despreocupado por la arena, sosteniendo una concha marina que había encontrado.
—¿No te da vergüenza? —preguntó Kaigaku, mirando a Rui con una mezcla de incredulidad y burla.
Rui simplemente se encogió de hombros y respondió:
—¿Por qué debería? Estoy cómodo así. Tú deberías intentar ser más libre, Kaigaku.
Douma, por supuesto, no dejó pasar la oportunidad de reírse de la situación.
—Rui-chan, eres todo un espectáculo. Si alguna vez decides unirte a mi templo, serás la atracción principal.
Muzan, quien estaba sentado en una silla de playa con gafas de sol, observaba todo con aparente indiferencia. En el fondo, sabía que esta excursión era caótica, pero por algún motivo, ver a sus lunas superiores relajándose juntos le daba una extraña satisfacción.
Enmu, quien rara vez participaba en actividades físicas, había construido una pequeña pirámide de arena y estaba absorto en sus pensamientos. Gyokko, por su parte, había optado por nadar, encontrando inspiración en las criaturas marinas que veía bajo el agua.
Hantengu, como siempre, estaba temblando y quejándose de todo.
—¡El sol es demasiado fuerte! ¡El agua es muy fría! ¡El viento me molesta!
A pesar de las quejas y las miradas que atraían, el grupo logró disfrutar de un día peculiar en la playa. Al final, mientras el sol se ponía en el horizonte, incluso Rui, con su rebeldía habitual, admitió que era un momento que no olvidaría fácilmente.
La playa estaba abarrotada de visitantes disfrutando el sol, el mar y la arena, pero nadie esperaba encontrarse con un grupo tan peculiar como el que lideraba Muzan Kibutsuji. Bajo el brillo del sol, Muzan, Kokushibo, Douma, Akaza, Gyutaro, Kaigaku y Enmu caminaban por la playa con confianza, vistiendo únicamente shorts. Sus cuerpos musculosos y bien definidos parecían esculpidos, y rápidamente comenzaron a llamar la atención de las chicas que estaban allí.
Las mujeres no podían evitar fijarse en ellos, susurrando y riendo entre ellas mientras admiraban desde lejos.
—¿Has visto a ese de cabello largo y oscuro? Se ve tan intimidante, pero hay algo en él que no puedo dejar de mirar, —dijo una chica señalando a Kokushibo.
—¿Y ese de cabello blanco? Parece peligroso, pero tiene un aire seductor, —agregó otra, refiriéndose a Douma, quien, como siempre, sonreía encantadoramente, consciente de las miradas que atraía.
Mientras tanto, Akaza caminaba con seriedad, ignorando por completo las miradas de admiración que recibía. Sin embargo, Gyutaro, aunque algo nervioso, comenzaba a sentirse incómodo por la atención.
—Daki, ¿por qué tuvimos que venir aquí? Esto no es lo mío, —murmuró mientras se rascaba la cabeza.
Daki, que estaba usando un traje de baño sexy y claramente disfrutando ser el centro de atención, simplemente sonrió y le respondió:
—Relájate, hermanito. Mira cómo todas las chicas no pueden dejar de mirarlos.
Kaigaku y Enmu también estaban disfrutando de la atención, aunque de formas distintas. Kaigaku se mostraba confiado, inflando el pecho para parecer más imponente, mientras que Enmu, con su actitud reservada, mantenía una leve sonrisa, disfrutando de la admiración silenciosa que recibía.
Sin embargo, fue Rui Ayaki quien provocó la mayor conmoción. El joven demonio caminaba sin ropa, usando únicamente unas bragas blancas que destacaban aún más su apariencia única. Su cabello, peinado como patas de araña, brillaba bajo el sol, y su expresión despreocupada capturaba la atención de un grupo de adolescentes que estaban cerca.
—¡Miren a ese chico! —susurró una de las chicas, apenas conteniendo su emoción.
—¿Qué lleva puesto? ¿Son... bragas? —preguntó otra, visiblemente sorprendida pero incapaz de apartar la mirada.
—Es tan lindo, pero tiene un aire tan extraño... Me da escalofríos, pero no puedo dejar de mirarlo, —admitió una tercera, mientras las demás asentían en acuerdo.
Rui, ajeno o quizá simplemente indiferente a las miradas y los susurros, caminaba con elegancia por la playa, sosteniendo una pequeña concha que había encontrado en la arena. Douma, siempre dispuesto a hacer comentarios provocativos, se acercó a él y le dijo:
—Rui-chan, parece que tienes a un grupo de admiradoras. Deberías saludar, no todos los días eres el centro de atención.
Rui lo miró de reojo y respondió con frialdad:
—No me interesan sus opiniones. Déjalas que miren si quieren.
Esto no hizo más que aumentar el interés de las adolescentes, quienes seguían observándolo con fascinación. Mientras tanto, Muzan, sentado bajo una sombrilla, observaba la escena con una leve sonrisa. A pesar de que no solía permitir este tipo de distracciones, parecía complacido de ver cómo sus demonios atraían la atención de los humanos, incluso si solo era por su apariencia.
La playa, usualmente tranquila, estaba llena de susurros y miradas furtivas hacia el grupo de demonios. A medida que el sol descendía en el horizonte, el ambiente seguía cargado de admiración y asombro, mientras los demonios disfrutaban de su inusual día bajo el sol.
La tarde en la playa tomó un giro inesperado cuando los Pilares, vestidos con trajes de baño que reflejaban sus estilos únicos, llegaron al lugar en busca de un respiro de sus arduas batallas. Cada uno llevaba consigo un aire de autoridad y fuerza, pero la vista que encontraron los dejó momentáneamente atónitos.
Muzan Kibutsuji y su grupo de demonios estaban ahí, inmunes al sol, disfrutando tranquilamente como si fueran simples visitantes. Muzan, con su porte majestuoso, estaba recostado bajo una sombrilla, mientras Kokushibo, Douma, Akaza, Gyutaro, Kaigaku y Enmu mostraban sus torsos musculosos, vistiendo únicamente shorts. Nakime, en su atuendo usual, parecía fuera de lugar en comparación con Daki, quien llevaba un atrevido traje de baño que llamaba la atención de todos los presentes.
Sin embargo, el centro de todas las miradas era Rui Ayaki. El joven demonio caminaba despreocupadamente por la arena, vistiendo únicamente unas bragas blancas que contrastaban con su cabello blanco, peinado como patas de araña. Su presencia no solo atraía las miradas de los adolescentes humanos, sino que también despertó reacciones variadas entre los Pilares.
Giyū Tomioka, siempre serio, frunció el ceño al ver a los demonios.
—No puede ser... están aquí, y bajo el sol. Esto no tiene sentido.
Shinobu Kōchō, con una sonrisa sarcástica, comentó:
—Bueno, parece que incluso los demonios necesitan vacaciones. Aunque... —sus ojos se posaron en Rui—, eso es... ciertamente peculiar.
Kyōjurō Rengoku, con su energía habitual, señaló con entusiasmo:
—¡Un demonio que camina en bragas! ¡Jamás pensé que vería algo así! ¡Esto es asombroso!
Mitsuri Kanrōji, la Pilar del Amor, no pudo evitar ruborizarse al ver a los demonios sin camisa.
—Son tan... musculosos, —susurró, apartando la mirada con timidez, aunque sus ojos seguían regresando a Douma y Akaza.
Obanai Iguro, siempre protector con Mitsuri, bufó con desdén.
—Patético. Son solo demonios arrogantes mostrando músculos.
Sanemi Shinazugawa, en cambio, estaba enfurecido.
—¡Malditos demonios! ¿Qué hacen aquí tan tranquilos? ¡Esto no tiene sentido!
Tengen Uzui, con su personalidad extravagante, se cruzó de brazos y analizó la escena.
—Esto es... muy flamboyante, aunque admito que ese traje de baño de Daki tiene estilo. Pero, ¿y ese chico? —señaló a Rui—. ¿Bragas? Eso sí que es extraño.
Gyōmei Himejima, el Pilar de la Roca, suspiró mientras murmuraba una oración.
—Una visión desconcertante. No esperaba encontrar demonios en este lugar de paz.
Muichirō Tokito, aún somnoliento y despreocupado, miró a Rui con curiosidad.
—¿Por qué solo lleva bragas? No tiene sentido.
Los demonios, por su parte, notaron rápidamente la llegada de los Cazadores de Demonios. Douma, con su sonrisa burlona, fue el primero en hablar.
—¡Oh, miren quién llegó! Los famosos Pilares. ¿Vinieron a pelear, o simplemente a disfrutar de la vista?
Akaza se tensó al ver a los Pilares, especialmente a Rengoku, pero permaneció en silencio. Gyutaro, por otro lado, miraba a Daki con preocupación.
—Hermana, esto no está bien. No deberíamos estar aquí.
Muzan, sin embargo, permaneció impasible, observando a los Pilares como si fueran meras molestias.
—Qué patético. Incluso en un lugar como este, no pueden dejarme en paz.
El ambiente se llenó de tensión mientras ambas partes se miraban fijamente. Las adolescentes que estaban cerca, todavía fascinadas por Rui, comenzaron a susurrar entre ellas, preguntándose quiénes eran los recién llegados. El aire en la playa cambió, y aunque nadie había desenvainado un arma, la sensación de que algo grande estaba por suceder era palpable.
La tensión en la playa aumentaba mientras los Pilares observaban la peculiar dinámica entre los demonios. Todo se tornó aún más caótico cuando Kokushibo, con una expresión severa, le quitó la décima botella de cerveza a Rui Ayaki.
—¡Ya basta! —exclamó Kokushibo con su voz grave, lanzando la botella con tal fuerza que se rompió contra una roca cercana, esparciendo los restos por la arena.
Rui, notablemente molesto, cruzó los brazos y frunció el ceño.
—¡Viejo amargado! ¿Qué te importa lo que haga? ¡Es mi vida! —protestó, antes de darse media vuelta y caminar hacia el agua.
Con pasos firmes y sin mirar atrás, Rui murmuró entre dientes:
—Al menos aquí puedo estar tranquilo...
Mientras tanto, Douma, quien estaba observando todo desde su posición, comenzó a reír a carcajadas, llevándose una mano a la boca.
—¡Viejo amargado! ¡Eso fue genial, Rui! ¡Qué escena tan divertida! —bromeó, sin poder contenerse.
Pero su risa no duró mucho. Kokushibo, ya irritado, se giró hacia Douma y, con un movimiento veloz y contundente, le propinó un golpe que lo lanzó contra una roca, rompiéndola en mil pedazos.
—Cierra la boca, Douma, —gruñó Kokushibo, con un tono que hizo que incluso los demonios presentes se tensaran.
Hantengu, que había estado observando desde la distancia, dejó escapar un grito de terror al ver la violencia de Kokushibo.
—¡E-esto es peligroso! ¡Nos van a destruir a todos! —gritó, retrocediendo rápidamente mientras temblaba de miedo.
En un acto reflejo, Hantengu liberó a sus clones para protegerse. Akeji, Karaku, Sekido y Urogi aparecieron a su alrededor, adoptando posiciones defensivas mientras observaban atentamente a Kokushibo, temiendo que su furia se extendiera hacia ellos.
Los Pilares, que habían estado siguiendo la escena con asombro, intercambiaron miradas incómodas. Una gota de sudor se deslizó por la frente de cada uno al presenciar la caótica interacción entre los demonios.
Giyū Tomioka, sin apartar la mirada, comentó con su habitual tono serio:
—Esto... no es lo que esperaba ver hoy.
Shinobu Kōchō, con una sonrisa que ocultaba su nerviosismo, respondió:
—¿Quién diría que los demonios pueden ser incluso más problemáticos entre ellos que con nosotros?
Kyōjurō Rengoku, con su energía intacta, exclamó:
—¡Qué espectáculo tan intenso! ¡Parece que están a punto de destruirse entre ellos mismos!
Mitsuri Kanrōji, llevándose las manos a las mejillas, agregó:
—Pero... Rui tiene solo 14 años, como Muichirō. ¡Es terrible que ya esté bebiendo alcohol así!
Obanai Iguro, con un suspiro de irritación, murmuró:
—Ese chico es más problema de lo que parece.
Sanemi Shinazugawa, por su parte, se cruzó de brazos y bufó:
—Esto es ridículo. ¿Por qué demonios tenemos que presenciar esto?
Tengen Uzui, siempre extravagante, rió mientras cruzaba los brazos.
—¡Esto es lo más flamboyante que he visto en años! Aunque debo admitir que la violencia entre ellos tiene cierto estilo.
Gyōmei Himejima, con sus manos juntas en una oración, murmuró:
—Incluso los demonios están sumidos en el caos. Qué triste visión.
Muichirō Tokito, con su habitual expresión distante, comentó:
—Rui es solo un niño... aunque no parece importarle comportarse como un viejo amargado.
Mientras tanto, Rui estaba en el agua, flotando boca arriba mientras ignoraba completamente el caos que había desatado. Sus ojos se entrecerraron mientras murmuraba:
—Idiotas... todos son idiotas.
Los demonios seguían discutiendo entre ellos, mientras los Pilares observaban desde la distancia, tratando de decidir si debían intervenir o simplemente dejar que la situación se resolviera sola.
Los bañistas:
Un grupo de personas que se encontraba disfrutando del día en la playa, se detuvieron al ver la violenta confrontación entre los demonios. Sus ojos se abrieron de par en par al ver a los seres inmortales, algunos con poderosos músculos, otros con una energía claramente aterradora. Pero lo que más les sorprendió fue cuando se dieron cuenta de que uno de los jóvenes, Rui Ayaki, no solo parecía un demonio, sino que parecía tener solo 14 años.
Una joven bañista, mirando sorprendida a Rui, susurró a su amiga:
— ¿¡Él tiene 14 años!? ¡Parece tan mayor! ¿Y está bebiendo alcohol?
Su amiga, igualmente sorprendida, no podía dejar de mirar a Rui, quien se alejaba en dirección al agua tras haber insultado a Kokushibo.
— ¡No parece un niño! Es como... un adulto atrapado en el cuerpo de un adolescente.
Kokushibo:
En ese momento, Kokushibo se giró furioso hacia Douma, quien, tras ver a Rui alejarse, se rió con desdén y dijo:
— ¡Viejo amargado! ¡¿No puedes controlarte ni un poco?! —su risa resonó en el aire.
Sin dudarlo, Kokushibo reaccionó con rapidez. Con un golpe brutal, empujó a Douma hacia una roca cercana, provocando que esta se quebrara violentamente. El sonido del impacto resonó a través de la playa, y la sacudida hizo que Hantengu soltara un grito de terror.
Hantengu, aterrorizado por la violencia de Kokushibo, comenzó a liberar a sus clones para defenderse y protegerlo. Los clones, como Akeji, Karaku, Sekido y Urogi, aparecieron repentinamente alrededor de Hantengu, tomando posiciones defensivas con el único objetivo de mantener a Kokushibo y los demás demonios a raya.
Los bañistas, aunque aterrados por la fuerza y la agresividad de los demonios, no podían apartar la mirada. La escena que presenciaban era tan surrealista y peligrosa que muchos se quedaron en silencio, esperando a ver qué sucedería a continuación. Un hombre, visiblemente nervioso, murmuró:
— ¿Qué son esos... monstruos? ¡¿Qué estamos mirando?!
En ese momento, los Pilares, que habían estado observando todo, se dieron cuenta de que los bañistas se estaban dando cuenta de la situación. Con una gota de sudor en la frente, Giyū Tomioka murmuró:
— Esto se está saliendo de control... no podemos dejar que más personas se enteren de lo que realmente son esos demonios.
Mitsuri Kanrōji, nerviosa pero decidida a actuar, se acercó a Giyū y susurró:
— No podemos hacer mucho mientras haya tanta gente mirando. Necesitamos deshacernos de ellos lo antes posible.
Mientras tanto, Sanemi Shinazugawa soltó un suspiro, claramente irritado por todo el caos.
— Vamos a tener que hacer algo... ¡Esto no va a quedar así!
El grupo de bañistas, sin saber cómo reaccionar ante tal despliegue de poder, intentó alejarse lentamente del área, pero el miedo los paralizaba. Algunos miraban a los demonios con miedo, otros discutían entre ellos si debían correr o esconderse.
La escena en la playa se vuelve aún más caótica y surrealista, mientras los personajes continúan con sus actitudes y actividades:
Daki, aún riendo por la reacción de Hantengu, observa cómo su compañero se esconde, disfrutando del caos.
— Jajaja, pobre Hantengu, siempre tan frágil. No puede soportar la presión de un golpe tan simple.
Mientras tanto, Gyokko está completamente indignado, levantando las manos al aire con una expresión de horror.
— ¡Casi destruyen mi obra de arte! —grita con frustración, mirando alrededor como si su vida dependiera de proteger su "creación".
Gyutaro, como si nada estuviera sucediendo, hace su entrada triunfal montado sobre un tiburón, cortando las olas de manera aterradora.
— ¡Quién necesita un caballo cuando puedes montar un tiburón! —dice mientras observa a todos los presentes con una sonrisa burlona.
Akaza está tranquilamente sentado en una roca cercana, inmerso en una profunda meditación, completamente ajeno al caos que lo rodea. Su expresión está seria, como si estuviera más preocupado por la perfección en su entrenamiento que por las peleas que estallan a su alrededor.
Kokushibo, en lugar de involucrarse en la pelea, se toma un respiro y se dedica a beber lentamente de un coco, disfrutando de la tranquilidad mientras observa a los demás con desdén.
— Nada como una bebida refrescante para calmar los ánimos... —piensa mientras saborea el agua de coco.
De repente, Muzan, con su mirada alerta, se percata de que Yoriichi lo está persiguiendo desde la distancia, y comienza a correr con rapidez, con una mirada de desesperación.
— ¡No otra vez! —grita mientras se mueve con agilidad, alejándose de Yoriichi, que parece estar más cerca que nunca.
Mientras tanto, Rui Ayaki, alejándose un poco del bullicio, se siente incómodo al notar la arena dentro de sus bragas blancas. Sin hacer mucho ruido, comienza a quitarse la arena de su ropa, sin darse cuenta de que tiene un pequeño bulto en la parte trasera de su braga. A pesar del caos que lo rodea, parece estar completamente ajeno a lo que sucede a su alrededor mientras se acomoda.
Nakime y Daki, en su propio mundo, están sentadas cerca conversando sobre temas triviales.
— ¿Sabías que este tipo de maquillaje puede hacer que tus ojos parezcan más grandes? —pregunta Nakime, mostrando una pequeña paleta de colores.
— ¡Oh, eso suena genial! Debería intentarlo. —responde Daki, mientras se mira en un pequeño espejo, fascinada por las opciones.
Douma, por su parte, se muestra completamente relajado y disfruta de un helado. Se le ve dando grandes lamidos al dulce mientras sonríe ampliamente.
— ¡Qué sabroso! No hay nada como disfrutar de un buen helado en un día caluroso como este.
Finalmente, Hantengu está completamente escondido detrás de un par de rocas, asustado por lo que acaba de suceder. Sus clones —Akeji, Karaku, Sekido y Urogi— están vigilando atentamente el perímetro, manteniendo sus ojos bien abiertos. Para calmar los nervios, deciden matar algunos cangrejos y pájaros que se acercan, lanzando ataques rápidos y mortales con sus habilidades demoníacas.
— ¡Cuidado con esos cangrejos, chicos! —dice Sekido mientras aplasta uno bajo su pie, mientras Akeji no para de mirar con recelo a cualquier cosa que se mueva.
La escena se mantiene extraña, con un flujo de acción desconcertante, donde los personajes parecen estar realizando sus propias actividades mientras el caos se desarrolla a su alrededor. Los Pilares siguen observando, sin saber si intervenir o simplemente esperar a que la situación se calme por sí sola. Los bañistas, sin duda, no saben qué hacer ante semejante caos, y algunos de ellos optan por alejarse, mientras otros se quedan mirando, casi hipnotizados por la extraña escena que tienen frente a ellos.
Los Pilares, junto a Tanjiro, Nezuko (quien es inmune al sol) y Zenitsu, estaban observando la extraña escena que se desarrollaba frente a ellos en la playa. Todos parecían un poco confundidos y desconcertados por la presencia de los demonios inmunes al sol y sus actitudes tan inusuales.
Giyū Tomioka (Pilar del Agua), con su mirada seria y calmada, no podía evitar notar lo extraño que era todo esto.
— ¿Qué está pasando aquí? ¿Es esto alguna clase de broma? —murmura, mientras observa a Gyokko, que con un gesto dramático, exclamó:
— ¡Casi destruyen mi obra de arte! —se quejaba el demonio, mientras veía a los demás con horror, como si una catástrofe estuviera ocurriendo.
Giyū frunció el ceño, preocupado por la situación, pero sin mostrar una emoción evidente en su rostro.
Shinobu Kōchō (Pilar del Insecto), por otro lado, observaba a todos los demonios con una mirada curiosa, pero también calculadora.
— Esto es... definitivamente más raro de lo que esperaba, pero no podemos perder de vista lo que realmente está sucediendo.
Su tono de voz estaba lleno de alerta, y sus ojos brillaban con una mezcla de curiosidad y cautela.
Kyōjurō Rengoku (Pilar de la Llama) tenía una gran sonrisa en su rostro, sin inmutarse por el caos.
— ¡Este es el tipo de situación que solo se puede esperar en una playa! ¡Un tiburón, demonios jugando con su comida, y hasta un demonio bebiendo agua de coco! Increíble.
Aunque su entusiasmo era evidente, también sabía que debía estar alerta.
Mitsuri Kanrōji (Pilar del Amor) estaba observando a Gyutaro, que se había subido a un tiburón con gracia, y no pudo evitar reírse.
— ¡Qué bien se ve! ¡Parece que está disfrutando del tiburón como si fuera su mascota!
A pesar de su tono juguetón, ella no podía dejar de prestar atención a lo que sucedía a su alrededor.
Obanai Iguro (Pilar de la Serpiente) no dejaba de observar a Hantengu, que se había escondido detrás de las rocas, mientras sus clones, Akeji, Karaku, Sekido y Urogi, vigilaban atentamente.
— Estos demonios... no se pueden fiar ni un segundo. Tendremos que estar alerta en caso de que decidan atacarnos.
Su tono era serio, y sus ojos estaban alerta, observando cada movimiento de los clones de Hantengu.
Sanemi Shinazugawa (Pilar del Viento), con su carácter impetuoso, no pudo evitar reírse al ver que Gyutaro se subía a un tiburón.
— ¡Esto es ridículo! Un tiburón, en serio... —dice entre risas.
Sin embargo, su humor se desvaneció rápidamente cuando vio a Muzan correr, sabiendo que Yoriichi lo estaba persiguiendo.
— Eso es lo que me preocupa de este lugar. No podemos relajarnos ni un momento. —murmura, con su mano en el pomo de su espada.
Gyōmei Himejima (Pilar de la Roca) observaba tranquilamente la escena, reconociendo el peligro en cada acción, pero también apreciando la extraña calma de algunos de los demonios.
— Es como si todo fuera una mezcla de caos y armonía, pero debemos mantener la guardia alta. —reflexionaba, con su expresión siempre seria y vigilante.
Tengen Uzui (Pilar del Sonido) sonrió mientras veía a Kokushibo beber de su agua de coco, tan tranquilo en medio de todo.
— ¡Este lugar está lleno de sorpresas! —dice con entusiasmo, disfrutando del caos a su alrededor, pero también con un ojo vigilante.
Muichirō Tokito (Pilar de la Niebla), con su mirada distante, observaba la situación sin cambiar su expresión.
— Nada de esto tiene sentido. —murmura, casi como si estuviera demasiado cansado para entenderlo.
A pesar de su indiferencia, la tensión de la situación no se le escapaba.
El ambiente estaba cargado de confusión y extrañeza, pero los Pilares sabían que no podían relajarse, incluso si algunos de los demonios parecían estar disfrutando de las trivialidades de la playa. Tanjiro, Nezuko y Zenitsu observaban todo en silencio, notando la creciente tensión.
Tanjiro se acercó a Nezuko, quien parecía estar relajada a pesar de la presencia de los demonios, mientras Zenitsu no podía evitar temblar.
— Esto... no es algo que vea todos los días. —comentó Zenitsu, intentando calmarse.
En la orilla, Rui Ayaki, molesto por la arena en sus bragas blancas, trataba de quitarse la arena con gestos irritados. Su incomodidad era evidente, pero su preocupación por lo que ocurría a su alrededor era mínima.
— ¡Qué molestia! —exclamó, y en su frustración no se dio cuenta de que había un bulto en la parte trasera de su braga.
Nakime y Daki estaban sentadas cerca, tranquilas, hablando sobre sus opciones de maquillaje, mientras Douma disfrutaba de un helado sin preocuparse por nada.
— Estos demonios están completamente fuera de lugar. —pensó Shinobu, observando cada detalle con atención.
La escena en la playa continuaba, con el caos mezclado con momentos de calma, y todos los presentes se mantenían alertas, conscientes de que algo aún más grande podría estar por suceder.
La escena en la playa continuaba con los Pilares observando a Rui Ayaki. Al ver que finalmente lograba quitarse la arena de sus bragas, Rui se estiró un poco, irritado por la molestia, pero al mismo tiempo, algo más lo esperaba.
Las chicas adolescentes, curiosas y fascinadas por la figura de Rui Ayaki, se acercaron tímidamente a él, riendo y hablando entre ellas. La escena parecía una mezcla de admiración y diversión, como si estuvieran viendo a alguien famoso.
— ¡Rui, podemos tomar una foto contigo! Quiero tener esto como recuerdo.
Una de las chicas se acercó con su teléfono, mientras las demás asintieron emocionadas.
Rui, sintiendo la atención sobre él, dejó escapar un suspiro, pero no pareció oponerse. Tal vez estaba acostumbrado a ser el centro de atención de alguna manera, especialmente por su apariencia y sus características inhumanas.
— Sí, sí... lo que sea. —respondió, algo indiferente, mientras posaba para la cámara, aunque sin una sonrisa genuina. Solo parecía impasible ante el frenesí que se había desatado a su alrededor.
Sin embargo, Douma, que estaba cerca, observaba la escena con una sonrisa torcida en su rostro, aunque algo en su mirada delataba una pizca de celos.
— ¿Qué se supone que están haciendo? —preguntó en voz baja, con una sonrisa que claramente mostraba su desagrado.
Su tono era despreciativo, y podía sentirse la tensión que emanaba de él mientras sus ojos se mantenían fijos en Rui Ayaki, quien ahora era el foco de la atención.
Muzan, que había estado corriendo mientras Yoriichi lo perseguía, detuvo su carrera por un momento al ver el caos que se había formado en la playa, pero no mostró mucho interés. De hecho, parecía más bien algo molesto por la distracción.
— No entiendo por qué siempre se genera tanto revuelo con Rui... —murmuró para sí mismo, mientras trataba de recuperar el ritmo en su huida.
Mientras tanto, los Pilares seguían observando de lejos, algunos con más curiosidad que otros. Giyū Tomioka frunció el ceño al ver a Douma actuando de esa manera.
— Douma no cambia... siempre es tan provocador. —pensó, mientras su mirada se mantenía firme.
Shinobu Kōchō también notó la reacción de Douma y la actitud pasiva de Rui.
— Esto no es normal... ¿Por qué Douma está tan celoso de un simple encuentro con unas chicas? —se preguntó, observando con cautela.
Al instante, el ambiente en la playa se transformó de uno aparentemente tranquilo a uno de tensión palpable. Los demonios, al percatarse de la presencia de Yoriichi Tsugikuni, no pudieron evitar sentirse abrumados por su aura. Muzan, Rui Ayaki, Kokushibo, Douma, Akaza, Hantengu, Gyokko, Daki, Gyutaro, Nakime, Kaigaku y Enmu se pusieron al borde del pánico al ver la figura imponente de Yoriichi, la cual traía consigo una katana que parecía estar lista para cortar cualquier cosa a su paso.
Muzan, con su habitual expresión de desdén, fue el primero en reaccionar, pero esta vez no con su arrogancia habitual. En lugar de enfrentarse al legendario espadachín, Muzan dio una señal a los demás y todos comenzaron a correr sin pensarlo. La huida fue frenética, como si el simple acto de estar cerca de Yoriichi fuera suficiente para hacerlos sentir vulnerables, sabiendo la historia que existía entre ellos.
Rui Ayaki, al ver la reacción de los demás, no dudó ni un segundo. Con rapidez, se escondió dentro de un barril de cerveza, el cual estaba cerca de la orilla. La situación parecía tan desesperada que ni siquiera pensó en lo que podría suceder a continuación. En su mente, lo único que importaba era estar lo más alejado posible del peligro.
Yoriichi Tsugikuni, con su katana empuñada, avanzaba con pasos firmes y seguros. Su presencia era imponente, como un recordatorio de su habilidad para derrotar demonios con facilidad. La mirada fría y calculadora que tenía mientras observaba a los demonios correr era suficiente para hacerlos temblar. Cada movimiento que hacía, incluso su respiración, parecía desafiar a las criaturas que ahora huían de él.
Los Pilares observaban la escena con atención. La llegada de Yoriichi había cambiado todo.
Giyū Tomioka se mantenía alerta, sabiendo que la situación podía volverse aún más peligrosa.
Shinobu Kōchō estaba lista para intervenir si era necesario, pero sabía que Yoriichi era capaz de manejar la situación sin problemas.
Kyōjurō Rengoku no pudo evitar sentir una mezcla de admiración y respeto por el poder de Yoriichi.
Mitsuri Kanrōji, por su parte, parecía algo nerviosa, sin saber si debía intervenir o esperar la orden de los demás.
Los bañistas, que aún no sabían exactamente qué estaba sucediendo, comenzaron a mirar con asombro a los demonios que huían a toda velocidad y a Yoriichi, que parecía ser la causa de todo el caos. Algunos se quedaron paralizados, mientras otros comenzaron a gritar y a correr sin entender del todo lo que estaba pasando.
La playa se convirtió en un caos, con los demonios corriendo para salvar sus vidas y los Pilares manteniéndose vigilantes, listos para cualquier movimiento inesperado. La tensión era palpable en el aire, mientras Yoriichi continuaba su avance hacia los demonios, sin perder su foco ni un momento.
La situación en la playa continuaba siendo tensa y frenética, con Muzan liderando la retirada, pero aún preocupado por la desaparición de Rui Ayaki. Con cada segundo que pasaba, la situación se volvía más confusa y peligrosa para todos los involucrados.
Muzan, en su desesperación, gritó con rabia:
— ¿Dónde está Rui?
Con su expresión furiosa, buscaba a Rui Ayaki, quien había desaparecido sin dejar rastro. Los demonios restantes miraban hacia todos los lados, incapaces de encontrarlo.
Kokushibo, por su parte, había encontrado refugio en un barril de cerveza, pero su reacción fue de confusión y frustración al ver a Muzan buscando a Rui. Aun así, no pudo hacer nada más que quedarse allí, inmóvil, esperando que la tormenta pasara.
Douma, con su risa característica y actitud provocadora, se encontraba rodeado por las chicas adolescentes que parecían fascinadas con su presencia. A pesar del caos, las chicas lo seguían, ignorando la situación tensa que se había desatado.
— ¿Qué tal si nos divertimos un poco? —dijo Douma, con su sonrisa de siempre mientras guiaba a las chicas hacia otro lugar, distraídas con su actitud relajada.
Mientras tanto, Akaza, que había presenciado todo el caos, estaba en un estado de desesperación al ver la situación de sus compañeros. Sin embargo, la energía de Yoriichi era tan abrumadora que incluso Akaza, un demonio formidable, no podía hacer otra cosa que rendirse ante su presencia.
Akaza cayó, derrotado, en el suelo, mientras la fuerza de Yoriichi lo dejaba sin opción de defenderse.
— Estoy... no puedo... —murmuró, antes de sucumbir ante la fuerza del espadachín.
Muzan, furioso y decidido a no dejar que los Pilares lo atraparan, gritó a sus subordinados con furia:
— ¡Idiotas, corran!
La orden fue clara. No querían ser alcanzados por Yoriichi, y la única opción era huir para salvarse.
Yoriichi, con su katana en mano, continuó avanzando con paso firme, implacable. Sabía que los demonios no escaparían, y su presencia era el presagio de su inevitable caída.
Mientras tanto, una de las chicas adolescentes había visto a Rui Ayaki esconderse dentro de un barril de cerveza, lo que causó que se acercaran rápidamente para sacar al demonio del escondite.
— ¡Miren, ahí está Rui! —exclamó una de ellas, mientras ayudaban a Rui a salir del barril.
Sin saberlo, los adolescentes comenzaron a llevar a Rui hacia un lugar más apartado, sin tener en cuenta las consecuencias que esto podría traer.
— Ya no seré virgen... —dijo una de las chicas con una risa nerviosa, mirando a Rui Ayaki con una mezcla de fascinación y curiosidad.
Los Pilares, al escuchar y ver lo que estaba ocurriendo, se dieron cuenta de que la situación estaba tomando un giro aún más complejo.
Giyū Tomioka observaba con atención, notando cómo Rui Ayaki parecía ser el centro de atención, mientras Yoriichi continuaba persiguiendo a los demonios.
Shinobu Kōchō, con su mirada tranquila pero alerta, no podía dejar de pensar en la amenaza que representaba Rui en ese momento.
Kyōjurō Rengoku, preocupado por la seguridad de todos, se preparaba para intervenir si era necesario.
Mitsuri Kanrōji, viendo el caos que se desataba, sentía la creciente tensión en el aire, mientras Muichirō Tokito observaba en silencio, esperando el momento adecuado para actuar.
La atmósfera estaba cargada de tensión, con los demonios huyendo y los Pilares preparando sus próximos movimientos, mientras Rui Ayaki se convertía en el centro de una situación que podría cambiar el rumbo de todo lo que había ocurrido hasta ahora.
En este escenario cargado de tensión, los Pilares y los demás personajes comenzaron a reaccionar ante la situación. A medida que las adolescentes continuaban hablando sobre Rui Ayaki y su estado, se volvieron conscientes de la gravedad del momento, especialmente al ver que Rui Ayaki, vestido solo con sus bragas de baño, estaba involucrado en todo este caos.
Giyū Tomioka, con su calma habitual, observó la situación con atención, sus ojos reflejando una profunda preocupación.
— Esto no puede seguir así —pensó para sí mismo, sintiendo que algo más grande se estaba desarrollando, algo que no podría ignorar.
Shinobu Kōchō, siempre perceptiva, no pudo evitar notar el tono de las adolescentes. Su rostro, normalmente sereno, mostró una leve preocupación.
— Esto podría ser aún más complicado de lo que pensaba... —pensó, mientras se preparaba para intervenir si era necesario.
Kyōjurō Rengoku, el Pilar de la Llama, sintió una oleada de ira al escuchar lo que las adolescentes estaban diciendo sobre Rui Ayaki.
— ¡Esto es inaceptable! —pensó, con un fuego interior encendiéndose. No podía tolerar que alguien fuera tratado de esa manera, y menos Rui, quien ya había sufrido demasiado.
— ¡Debemos hacer algo, ahora! —dijo en voz alta, mirando a los demás Pilares.
Mitsuri Kanrōji, al igual que Rengoku, no podía soportar lo que estaba sucediendo.
— No puedo quedarme aquí sin hacer nada... —pensó, mientras sus ojos brillaban con determinación.
Obanai Iguro, el Pilar de la Serpiente, sintió una ola de repulsión al ver lo que estaba ocurriendo. No era solo la situación con Rui Ayaki, sino también con la forma en que los demonios seguían manipulando la situación.
— Esto terminará mal si no actuamos pronto —pensó, sin perder de vista a los demonios y su comportamiento.
Sanemi Shinazugawa, el Pilar del Viento, apretó los dientes al oír a las adolescentes.
— ¡Esto es una locura! —pensó, sus ojos brillando con furia. Sabía que tenía que intervenir, y no iba a esperar más.
Gyōmei Himejima, el Pilar de la Roca, observó en silencio, su rostro reflejando una profunda preocupación. Aunque era conocido por su calma, este tipo de situaciones le provocaba un dolor en el corazón.
— No puedo permitir que esto continúe... —pensó, su corazón siendo atravesado por la angustia.
Tengen Uzui, el Pilar del Sonido, sintió que la situación estaba a punto de estallar.
— Esto no es solo sobre Rui. Si no hacemos algo ahora, esto puede empeorar para todos —pensó mientras se preparaba para actuar.
Muichirō Tokito, el Pilar de la Niebla, también sintió la gravedad de la situación. Aunque normalmente era tranquilo, este momento lo había dejado intranquilo.
— ¿De verdad vamos a permitir que todo esto pase? —pensó, sus manos cerrándose en puños.
Tanjiro Kamado, Nezuko Kamado, Zenitsu Agatsuma, Kanao Tsuyuri y Senjuro también escucharon lo que las adolescentes comentaron. Tanjiro frunció el ceño al oír que hablaban de Rui Ayaki de manera tan insensible.
— Esto no está bien... tenemos que ayudar a Rui, sea lo que sea que esté pasando —pensó, sintiendo la urgencia de la situación.
Nezuko, aunque no podía hablar, mostró un gesto protector, como si estuviera lista para intervenir en defensa de Rui.
Zenitsu, como siempre, se preocupaba por lo que pudiera sucederle a Rui, y su miedo aumentó al ver cómo las adolescentes trataban a la situación.
Kanao, con su mirada calmada pero firme, también estaba lista para actuar.
Senjuro, aunque preocupado, sabía que la situación no podía continuar así. Ya había llegado al punto en el que tenía que proteger a Rui Ayaki de cualquier forma posible.
Los Pilares y los demás sabían que había llegado el momento de actuar. No podían quedarse de brazos cruzados mientras los demonios y las adolescentes continuaban con sus juegos. La protección de Rui Ayaki estaba en sus manos, y no permitirían que nadie lo tratara de esa manera.
Se preparaban para intervenir en cualquier momento, sabiendo que la situación podría explotar en cualquier instante.
Después de que el sol comenzara a ponerse, las chicas se despidieron, cada una con una sonrisa misteriosa y un último vistazo a Rui Ayaki, que, al salir del cuarto, tenía la piel cubierta con besos de labial rojo y morado, así como números de contacto en la piel. Sus brillantes ojos verdes y violetas reflejaban una mezcla de satisfacción y asombro, mientras recorría el lugar con su característico peinado de araña, ahora adornado con anillos y colas que lo hacían parecer aún más extravagante.
Rui Ayaki: "Esto es mejor vida que la lotería... ¡tengo amor!" Pensó mientras se miraba en un espejo cercano, notando que sus bragas blancas estaban marcadas por el labial de las chicas. Aunque le incomodaba un poco la cantidad de atención que estaba recibiendo, no podía evitar sentirse como si hubiera ganado un tipo de "popularidad" que nunca había experimentado antes.
Los Pilares y su grupo, entre los que se encontraban Tanjiro, Nezuko, Zenitsu, Kanao y Senjuro, observaban la escena desde la distancia. Su reacción variaba: mientras algunos estaban sorprendidos por el comportamiento de Rui Ayaki, otros se sentían confundidos o incluso un poco molestos.
Giyū Tomioka (Pilar del Agua) se mantenía en silencio, siempre observador. Su mente estaba más enfocada en los peligros que podrían acechar al grupo, pero no pudo evitar notar cómo las chicas parecían cautivadas por Rui Ayaki. A pesar de su seriedad, una leve duda sobre la situación pasó por su mente.
Shinobu Kōchō (Pilar del Insecto) era la más rápida en expresar su desconcierto, sin embargo, su actitud calmada y su sonrisa siempre disimulada mantenían un aire de profesionalismo. Rui Ayaki, siendo un demonio tan peculiar, le resultaba a veces difícil de comprender.
Kyōjurō Rengoku (Pilar de la Llama) se rió entre dientes, intentando hacer humor de la situación: "Parece que tienes más admiradores de los que puedo contar, Rui." No obstante, había algo en la situación que lo dejaba pensativo.
Mitsuri Kanrōji (Pilar del Amor) sonrió al ver a Rui Ayaki y su popularidad, aunque, como siempre, su mirada reflejaba algo de preocupación, quizás por la forma en que algunas personas parecían ver a Rui Ayaki más como un objeto de atención que como una persona real.
Obanai Iguro (Pilar de la Serpiente) se cruzó de brazos, mirando con desdén, pero sin hacer comentarios. Su actitud fría y calculadora no se dejaba influir por lo que sucedía a su alrededor.
Sanemi Shinazugawa (Pilar del Viento) frunció el ceño, claramente molesto. Su carácter impulsivo lo hacía sentir incómodo con la atención que Rui Ayaki estaba recibiendo. "Esto no me gusta... No es bueno que se exponga así."
Gyōmei Himejima (Pilar de la Roca) observó desde lejos, sin emitir juicio alguno. Su bondad y calma normalmente lo hacían poco inclinado a criticar o juzgar a los demás sin conocer la historia completa.
Tengen Uzui (Pilar del Sonido) no pudo evitar soltar una risa sonora. "¡Vaya, Rui! ¡Parece que eres el centro de todo este espectáculo!" No le molestaba lo que veía, pero no dejaba de notar cómo la situación era algo peculiar.
Muichirō Tokito (Pilar de la Niebla) miraba la escena sin comprender del todo. Su expresión confundida reflejaba más curiosidad que incomodidad. No entendía por qué las chicas se sentían tan atraídas por Rui Ayaki, pero observaba en silencio.
Los chicos, Tanjiro, Nezuko, Zenitsu, Kanao y Senjuro, intercambiaron miradas nerviosas.
Tanjiro: "Esto es... raro, pero supongo que es parte de quién es Rui... a veces no sé si deberíamos preocuparnos más por su seguridad o por lo que esto significa."
Nezuko, siempre callada, se acercó a su hermano, observando en silencio a Rui Ayaki. Su rostro era difícil de leer, pero sus ojos reflejaban cierta inquietud.
Zenitsu: "¡Esto no es justo! ¡¿Cómo puede ser tan popular y yo sigo sin encontrar mi lugar?!" Su frustración era palpable, y aunque intentaba disimularlo, no podía dejar de compararse con Rui Ayaki.
Kanao se acercó a Tanjiro, observando a Rui Ayaki de manera casi indiferente, aunque su expresión mostraba una ligera intriga.
Senjuro, por su parte, trataba de comprender lo que estaba sucediendo. Aunque no le gustaba ver a Rui Ayaki tan "exhibido", entendía que él mismo estaba envuelto en una dinámica extraña y caótica.
Mientras Rui Ayaki caminaba por el lugar, con la piel cubierta de besos de labial rojo y morado, y con los números de WhatsApp de las chicas escritas en su piel, se sentía extraño pero, al mismo tiempo, algo satisfecho. Su peinado de araña con anillos y colas brillaba a la luz tenue de la noche. El caos de la situación lo envolvía, y, al mirar su reflejo, pensaba: "Tengo un harem... ¿Es esto lo que se siente ser popular?"
Mientras tanto, los Demonios que lo observaban, como Muzan, Kokushibo, Douma, Akaza, Hantengu, Gyokko, Daki, Gyutaro, Nakime, Kaigaku y Enmu, se encontraban sorprendidos por la escena. Ellos, que siempre habían tenido un control absoluto sobre sus acciones y sentimientos, ahora veían a Rui Ayaki ser el centro de atención de una forma que les resultaba desconcertante. Muzan, en particular, no sabía cómo reaccionar ante este tipo de exhibición de popularidad, especialmente cuando su subordinado parecía disfrutar de la situación.
Muzan (murmurando para sí mismo): "¿Qué está pasando aquí? Rui Ayaki... ¿por qué estás tan rodeado?" Su mirada se oscureció al pensar que tal vez había algo más en juego de lo que pensaba.
Justo en ese momento, un portal se abrió de repente. Killua, Gon, Kurapika y Leorio, sorprendidos por la aparición inesperada, salieron de él. Se miraron unos a otros, confundidos por lo que veían.
Gon (mirando a Rui Ayaki): "¿Qué... qué está pasando aquí? ¿Por qué está rodeado de tantas chicas?"
Killua (cruzando los brazos y mirando fijamente a Rui Ayaki): "Esto es raro. ¿Cómo es que este chico parece tener más atención que cualquiera de nosotros?"
Kurapika (observando cautelosamente): "No es solo la atención, hay algo más en él... Es extraño, pero parece que está jugando con todos."
Leorio (levantando una ceja): "Eso es... un poco raro, ¿verdad?"
Justo entonces, una de las chicas que había estado rodeando a Rui Ayaki se acercó rápidamente y, con una sonrisa traviesa, le dio su número de WhatsApp en el brazo y le plantó un beso en la mejilla. Rui Ayaki, con una sonrisa amplia, aceptó el gesto sin perder su actitud confiada.
Rui Ayaki (pensando en voz alta, con una sonrisa satisfecha): "Esto es mejor que cualquier premio. Si pudiera, viviría así todo el tiempo."
Muzan observó la escena con creciente molestia, sus ojos se entrecerraron mientras analizaba cada detalle. Kokushibo, aunque acostumbrado a situaciones intensas, no pudo evitar sentir una extraña incomodidad al ver a Rui Ayaki disfrutando tanto de la atención que recibía.
Douma (sonriendo malévolamente): "Parece que Rui está disfrutando de ser el centro de todo... pero me pregunto cuánto durará antes de que todo esto se vuelva más problemático."
Por otro lado, los Pilares, Tanjiro, Nezuko y los demás, aunque sorprendidos por el giro de los eventos, se mantenían atentos a lo que sucedía. Algunos, como Zenitsu, ya estaban nerviosos por la situación.
La situación sigue evolucionando, con los nuevos personajes entrando en escena y observando a Rui Ayaki. Este giro puede generar diversas reacciones, desde celos hasta confusión o incluso risas. Es importante mantener las motivaciones de los personajes claras para que la trama siga siendo coherente.
Rui Ayaki, con una sonrisa traviesa, comenzó a escribir con rapidez en su cuaderno los números de WhatsApp de las 19 chicas que le habían dado su contacto. Mientras lo hacía, murmuraba para sí mismo con una mezcla de satisfacción y desconcierto.
Rui Ayaki (pensando mientras escribe): "19 chicas... Esto está mejor que ganar la lotería. ¿Quién necesita tomar una ducha si tengo todo esto?"
Aunque parecía estar disfrutando de la atención, la verdad era que también se sentía un poco abrumado por la situación. Sin embargo, no podía evitar el sentimiento de poder que esto le otorgaba. Mientras tanto, Killua, Gon, Kurapika y Leorio observaban desde lejos, aún confundidos pero intrigados por la extraña situación que se desarrollaba ante sus ojos.
Killua (mirando a Rui Ayaki, en tono serio): "¿Este chico realmente está disfrutando de esto? Es raro, ¿no?"
Gon (con una sonrisa inocente): "No es como si estuviera haciendo nada malo... aunque parece estar recibiendo una atención... bastante inusual."
Kurapika (observando con cautela): "Parece que tiene una influencia extraña sobre las personas. No es solo su atractivo, hay algo más en su presencia."
Leorio (riendo levemente): "Si eso es lo que se siente ser popular, me pregunto cómo sería ser él por un día. Pero... no sé si eso sería algo saludable."
Mientras tanto, Muzan y los Demonios observaban la escena desde una distancia. La mente de Muzan comenzaba a trabajar en varias direcciones, sopesando los posibles beneficios que esta situación podría traer.
Muzan (pensando para sí mismo): "Si Rui Ayaki es tan atractivo... podría ser que los humanos dejen de temer a los demonios. Si el poder de la belleza y el carisma de Rui pudiera contagiarse a otros, tal vez podría cambiar la percepción humana sobre los demonios. Ya no seríamos vistos solo como monstruos, sino como algo... más tolerable, tal vez incluso deseado."
Los demonios, como Kokushibo, Douma, Akaza, y los demás, intercambiaron miradas, intrigados por los pensamientos de Muzan, pero todos conscientes de lo que Rui Ayaki representaba para el futuro de los demonios. Algunos, como Douma, sonreían con su característica malicia, mientras que Akaza meditaba sobre la situación, sintiendo que algo aún no encajaba del todo.
Douma (con una sonrisa burlona): "¿Así que Rui Ayaki puede ser la clave para cambiar todo? Su poder es mucho más que físico, ¿no?"
Akaza (pensativo): "No solo su atractivo, sino lo que puede provocar... Esto podría ser un punto de inflexión para nosotros. Pero... ¿realmente está bajo el control de Muzan?"
En esta continuación, se podría explorar cómo las tensiones entre los demonios y los humanos se van formando, ya que Muzan comienza a ver el potencial de Rui Ayaki como un vehículo para cambiar la percepción humana sobre los demonios. Al mismo tiempo, las reacciones de Killua, Gon, Kurapika, Leorio y los demás sobre Rui Ayaki pueden ser una forma de construir nuevas dinámicas en la historia.
La familia Zoldyck, conocidos por su temible reputación como una de las familias más poderosas de asesinos, observaba en silencio desde la distancia. Estaban reunidos en la mansión, cada uno con su propia forma de reaccionar ante lo que veían. Sillva Zoldyck, el patriarca, mantenía una expresión seria, mientras que su esposa Kikyo Zoldyck observaba con una mezcla de curiosidad y desaprobación. Los hermanos mayores Illumi y Milluki intercambiaban miradas, mientras que Alluka y Kalluto parecían fascinados, pero de manera distante. Zeno Zoldyck, el abuelo, permanecía impasible, analizando la situación con sus ojos experimentados.
Rui Ayaki, con su piel llena de besos de labial rojo y morado, caminaba como si nada, su cuerpo marcado por los números de WhatsApp que las chicas le habían dejado con plumón. A pesar de la incomodidad que sentía al estar tan expuesto, no podía evitar sentir una extraña satisfacción al ver cómo toda esa atención se concentraba en él. Su peinado, similar a patas de araña, con anillos y colas, brillaba bajo la luz tenue de la noche, un contraste curioso con su entorno. Mientras tanto, Rui seguía escribiendo números de WhatsApp en su cuaderno, sin mostrar señales de querer detenerse.
Sillva Zoldyck (con un tono severo): "Este chico... ¿es un demonio? No es común que alguien tan joven, aún siendo de bajo rango como Luna Inferior 5, tenga tal... influencia."
Kikyo Zoldyck (en un susurro, observando con desaprobación): "Es un espectáculo extraño. No me gusta la forma en que las chicas parecen idolatrarlo. Es evidente que hay algo más detrás de esto."
Illumi Zoldyck (pensativo, observando con atención): "Rui Ayaki... No solo es un demonio, parece que su atractivo es un arma poderosa. Si controla a las personas con tal facilidad... hay algo más que eso, algo que no puedo leer con facilidad."
Milluki Zoldyck (riendo de manera burlona): "Miren a ese chico, parece un imán para los problemas. No es tan especial... solo un demonio con suerte."
Zeno Zoldyck (con calma, observando la escena con atención): "No subestimen el poder de la influencia que tiene este demonio. Aunque parezca superficial, las emociones humanas pueden ser más complicadas de lo que parecen."
Alluka Zoldyck (con curiosidad, mirando a Rui Ayaki): "Parece que las chicas realmente lo adoran. ¿Qué hace que sea tan especial?"
Kalluto Zoldyck (con una mirada fría, algo intrigado): "Su presencia tiene algo peculiar. Aunque no entiendo bien qué está pasando, está claro que tiene un poder que no puede ser ignorado."
Rui Ayaki, sin darse cuenta de que estaba siendo observado por la poderosa familia Zoldyck, seguía con su ritual de escribir los números en su cuaderno. Su mente estaba llena de pensamientos confusos, pero también de una satisfacción secreta. A pesar de todo, había algo en él que se sentía atraído por la atención que recibía. Sin embargo, el hecho de que fuera observado por personas tan peligrosas y poderosas no le preocupaba en lo más mínimo.
Muzan, al ver la interacción de los Zoldyck con Rui Ayaki, comenzaba a pensar en nuevas maneras de usar a Rui como una herramienta en su guerra contra los cazadores de demonios. Sabía que si conseguía manipular a Rui Ayaki aún más, podría ser una pieza clave en sus planes para dominar el mundo humano.
La familia Zoldyck podría reaccionar de muchas formas, y en este escenario, podemos ver sus diversas opiniones sobre el poder de Rui Ayaki y su influencia. La situación podría evolucionar aún más dependiendo de las decisiones que tomen los personajes principales, como si deciden interactuar con él, o si se acercan a Muzan para discutir sus intenciones.
Rui Ayaki caminaba tranquilamente por la aldea con su kimono, como si nada pudiera alterar su paz. Sin embargo, la calma nunca duraba mucho tiempo. Un grupo de chicas, como era habitual, lo rodeó de repente, todas riendo, coqueteando, y expresando su admiración por él.
Antes de que pudiera procesar lo que estaba pasando, las chicas lo tomaron de los brazos y lo llevaron con ellas. Era algo a lo que Rui ya estaba acostumbrado, pero nunca dejaba de ser un espectáculo. Después de varias horas de atención incesante, Rui salía con su piel cubierta de besos de labial en tonos rojos y morados, con números de WhatsApp escritos en plumón por todo su cuerpo. Su kimono solía estar desarreglado o, en algunos casos, simplemente desaparecía, dejándolo sin camisa o incluso solo en ropa interior, adornada con las mismas marcas de labial y números.
Rui (murmurando mientras escribía en su cuaderno): "No sé si esto es una bendición o un castigo... pero al menos no me siento solo. Creo que ya tengo otra lista completa de números."
Incluso Nezuko, que usualmente mantenía su distancia de este tipo de situaciones, había caído una vez en el encanto inadvertido de Rui. Ella también había dejado su huella, marcándolo con un beso en la mejilla y escribiendo su número de WhatsApp en su brazo con un pequeño dibujo decorativo.
Zenitsu (gritando, lleno de celos): "¡Esto es injusto! ¿Por qué él atrae a todas las chicas? ¡Incluso Nezuko-chan no pudo resistirse!"
Inosuke (confundido): "¿Qué tiene ese tipo? No parece tan fuerte... pero todos lo miran como si fuera un rey."
Mientras tanto, Rui, completamente ajeno a los celos de Zenitsu o las confusiones de Inosuke, seguía caminando por el pueblo como si nada hubiera pasado. Cada vez que pasaba por un grupo de chicas, estas parecían magnetizadas por su presencia, como si su mera existencia irradiara una atracción incontrolable.
Por su parte, Muzan observaba todo desde las sombras. Este fenómeno no le pasaba desapercibido. En su mente, Rui no solo era una herramienta valiosa, sino también un símbolo de lo que los demonios podrían representar para los humanos: una coexistencia en la que el miedo se transformaba en fascinación.
Muzan (pensando para sí): "Si Rui Ayaki, siendo una Luna Inferior, puede lograr este nivel de influencia, podría ser la clave para erradicar el miedo hacia los demonios. Podría convertir a los humanos en nuestros aliados en lugar de enemigos. Su habilidad es más poderosa de lo que jamás imaginé."
El caos, la atención y las emociones giraban alrededor de Rui Ayaki, y él, aunque acostumbrado a este tipo de situaciones, no podía evitar preguntarse cuánto tiempo podría sostener esta extraña dualidad entre su vida como demonio y la adoración que recibía de los humanos.
Rui Ayaki salió del cuarto con su característico aire tranquilo, aunque su apariencia estaba lejos de ser ordinaria. Su piel estaba cubierta de besos de labial rojo y morado, y en casi cada espacio visible había números de WhatsApp escritos con plumón. Vestía únicamente unas bragas blancas, mientras su cabello con forma de patas de araña, adornado con anillos y colas, reflejaba la luz tenue de la noche. A pesar de todo, Rui se mostraba sereno, escribiendo cuidadosamente cada número de WhatsApp en su cuaderno, como si fuera un ritual al que ya se había acostumbrado.
De pronto, un portal brillante se abrió en medio de la habitación, interrumpiendo el silencio. De él emergieron los estudiantes de la Clase 1-A y Clase 1-B de la Academia U.A., quienes se detuvieron al unísono al ver la inesperada escena.
Izuku Midoriya (aturdido, con un leve rubor): "¿Qué... qué está pasando aquí? ¿Quién es él? ¿Y por qué... está vestido así?"
Katsuki Bakugo (gritando, visiblemente molesto): "¿¡QUÉ DIABLOS ES ESTE SHOW RIDÍCULO!? ¿¡Y POR QUÉ TIENE TANTOS NÚMEROS EN SU CUERPO!?"
Shoto Todoroki (con su típica calma, aunque ligeramente confundido): "Es peculiar... parece que tiene mucha atención de las chicas. Tal vez sea algún tipo de habilidad."
Ochaco Uraraka (con las mejillas rojas, desviando la mirada): "¡No mires tanto, Deku! Esto es... un poco incómodo."
Mina Ashido (riendo emocionada): "¡Wow, este chico sí que sabe cómo llamar la atención! Mira esos números, ¡es como un imán para las chicas!"
Mientras los estudiantes de la Clase 1-A intentaban procesar lo que estaban viendo, los de la Clase 1-B no se quedaban atrás.
Itsuka Kendo (cruzada de brazos, suspirando): "¿Por qué siempre terminamos en situaciones tan extrañas? Este chico parece que atrae el caos."
Tetsutetsu Tetsutetsu (confundido): "¿Es un héroe? ¿Un villano? ¿O simplemente alguien con demasiada suerte?"
Rui levantó la vista por un momento, observando al grupo con una expresión neutral, como si la escena frente a él no fuera más sorprendente que cualquier otro día de su vida. Cerró su cuaderno y dio un pequeño suspiro antes de hablar.
Rui (calmado): "Supongo que ustedes también tienen preguntas. Pero antes de que digan algo más... No, no voy a bañarme. Eso arruinaría mi registro."
Los estudiantes lo miraron, algunos confundidos, otros incrédulos, y unos pocos, como Minoru Mineta, completamente fascinados.
Minoru Mineta (con ojos brillantes): "¡Es mi héroe! ¡Enséñame tus secretos, maestro!"
Momo Yaoyorozu (molesta, apartando a Mineta): "¡Por favor, compórtate, Mineta! Esto no es un espectáculo."
Mientras tanto, Aizawa, quien había salido detrás de ellos al escuchar el alboroto, miró a Rui con sus ojos cansados pero críticos.
Aizawa (suspirando): "Esto ya es demasiado para un solo día. Alguien explíqueme por qué hay un demonio semidesnudo lleno de números y besos aquí. Y rápido."
La presencia de la Clase 1-A y 1-B solo añadía más caos a la vida ya excéntrica de Rui Ayaki, mientras él permanecía indiferente, listo para lo que fuera que viniera a continuación.
Rui Ayaki, con su actitud relajada, levantó la cabeza y sonrió de manera casual, como si nada fuera fuera de lo común. Con confianza, levantó su brazo y señaló uno de los números escritos en su piel.
Rui (con una sonrisa traviesa): "Tengo el número de la hermana de Tanjiro. Nezuko se acercó, me besó y lo escribió en mi brazo. Curioso, ¿no?"
Tanjiro, que había estado observando la escena con creciente incredulidad, frunció el ceño y se cruzó de brazos, claramente molesto por la situación.
Tanjiro (molesto, entrecerrando los ojos): "¡Espera un momento! ¿¡Qué demonios acaba de decir!? ¿¡Nezuko hizo qué!? ¡Esto no tiene sentido!"
Los estudiantes de la Clase 1-A y Clase 1-B miraban la escena con asombro, algunos sorprendidos por la actitud descarada de Rui Ayaki, mientras otros trataban de procesar lo que había dicho.
Izuku Midoriya (visiblemente confundido, tomando notas): "¿Esto es... normal? ¿Cómo es que tiene tantos números de chicas? ¿Y cómo logró que Nezuko lo besara?"
Katsuki Bakugo (gruñendo, claramente irritado): "¡¿Y qué se supone que significa eso de 'curioso'? ¡Este tipo no tiene vergüenza!"
Shoto Todoroki (mirando la situación con calma, aunque algo preocupado): "Es extraño... parece que todos lo miran con mucha atención. Pero, ¿cómo es que puede influir tanto en las personas?"
Mina Ashido (riendo nerviosa): "¡Esto es lo más raro que he visto! Y eso que hemos visto cosas raras en la escuela."
Aizawa, que había estado observando en silencio, parecía no sorprenderse del caos que había comenzado a surgir a su alrededor, pero no pudo evitar un suspiro de frustración. Se frotó la cara con una mano, como si tratara de bloquear la incomodidad de la situación.
Aizawa (con voz cansada y seria): "Esto es absurdo. Ya basta. Necesito una explicación clara de lo que está pasando aquí, ahora. Y espero que no sea algo más raro de lo que ya hemos visto."
Rui Ayaki simplemente continuó sonriendo con tranquilidad, disfrutando del desconcierto que causaba a su alrededor, mientras las personas que lo rodeaban no sabían qué hacer. En ese momento, parecía que Rui era el centro de toda la atención, y no había forma de que pudiera escapar de esa curiosidad inexplicable.
Tanjiro, aún molesto, se acercó a Rui con el deseo de entender qué estaba sucediendo, mientras Nezuko, con su silencio habitual, observaba desde un rincón, sin decir palabra alguna.
Enmu, la Luna Inferior 1, se acercó a Rui Ayaki con una expresión despectiva en su rostro. Con una sonrisa burlona, dijo:
Enmu (con tono sarcástico): "Solo eres un perro de chicas. No eres más que una marioneta de sus caprichos."
Rui Ayaki, sin decir palabra alguna, frunció el ceño y sintió cómo la ira comenzaba a burbujear dentro de él. Usó su habilidad con los hilos, que había perfeccionado con el tiempo, y de un movimiento rápido y preciso, cortó la mandíbula de Enmu, dejándola caída por el impacto.
Enmu, sorprendido por el ataque, apenas pudo reaccionar antes de que su mandíbula comenzara a regenerarse, cerrándose nuevamente. El proceso de regeneración era rápido, pero se notaba la molestia en su rostro mientras recuperaba la forma de su mandíbula.
Sin perder tiempo, Rui Ayaki aprovechó la oportunidad y, con una velocidad impresionante, golpeó a Enmu en la entrepierna, enviándolo hacia atrás con un dolor intenso. Los ojos de Enmu se abrieron con sorpresa y furia, mientras trataba de recuperarse nuevamente.
Los estudiantes de la Clase 1-A y 1-B, aún observando todo el escenario, estaban completamente atónitos y asustados por la rapidez con la que Rui Ayaki había actuado. Nadie esperaba una confrontación tan violenta en medio de esa situación tan caótica.
Izuku Midoriya (temblando, asustado): "¿Esos... son demonios? ¿Cómo se regeneran tan rápido? ¡Esto es una locura!"
Katsuki Bakugo (gruñendo, furioso): "¡¿Qué demonios?! ¡Esto no es normal! ¡Nadie puede golpear a un tipo tan fuerte así y esperar que se quede de brazos cruzados!"
Shoto Todoroki (con una expresión seria, mirando a Enmu): "Parece que esos demonios son más resistentes de lo que pensaba. Y la regeneración... es impresionante."
Mina Ashido (gritando, con los ojos bien abiertos): "¡¿Qué demonios está pasando aquí!? ¡¿De dónde salieron estos tipos?!"
Tanjiro, observando la escena con nerviosismo, se acercó a los demás estudiantes, intentando mantener la calma, aunque claramente preocupado por lo que acababan de ver.
Tanjiro (mirando a sus compañeros, explicando rápidamente): "Son demonios. Los demonios se regeneran rápidamente, no importa qué les hagas. Ya los he enfrentado antes... pero no todos son tan fuertes como Rui Ayaki."
Rui Ayaki, con una mirada desafiante, observó cómo Enmu comenzaba a regenerarse, pero en lugar de mostrar debilidad, su expresión permaneció confiada. No parecía tener miedo de los demonios, y mucho menos de Enmu, quien ahora estaba visiblemente molesto por el ataque.
Enmu (gritando, furioso, mientras su regeneración finalizaba): "¡Maldito! ¡Te arrepentirás de eso!"
El ambiente estaba tenso, y aunque los estudiantes de la Clase 1-A y 1-B no entendían completamente la situación, sentían el peligro inminente que representaban esos demonios y la complejidad de las relaciones entre ellos. La tensión en el aire era palpable, y muchos se preguntaban qué sucedería a continuación.
Rui Ayaki, aún tranquilo, parecía no preocuparse por las amenazas de Enmu, y continuó escribiendo los números de WhatsApp en su cuaderno, como si estuviera completamente ajeno a lo que estaba ocurriendo.
La clase observaba atónita, sin saber si deberían intervenir o dejar que las cosas siguieran su curso.
Rui Ayaki, con su usual aire desafiante, miró a Enmu y, con una sonrisa tranquila, le lanzó un comentario que sorprendió a todos los presentes.
Rui Ayaki (con voz segura, mirando a Enmu): "Sabes, soy el favorito del maestro. Si me lastimas, él no dudará en matarte. Así que mejor piénsalo bien."
El tono de Rui Ayaki no era de arrogancia vacía, sino que había una calma peligrosa en sus palabras, como si estuviera completamente seguro de lo que decía. Enmu, furioso por las palabras de Rui, apretó los dientes y se preparó para lanzar un nuevo ataque, pero antes de que pudiera reaccionar, una presencia mucho más poderosa apareció en el aire.
La atmósfera cambió de inmediato, como si el mismo aire se hubiera enfriado. Los ojos de todos, incluidos los estudiantes de la Clase 1-A y 1-B, se dirigieron hacia la figura imponente que había llegado.
Era Kokushibo, el temido Upper Rank 1 de los demonios. Su presencia era abrumadora, y su figura musculosa se alzaba con una calma aterradora. Su cabello negro y puntiagudo, junto con sus ojos múltiples y el kanji "Upper Rank" grabado en su rostro, lo hacían una figura inconfundible. La katana en su cintura, con ojos que parecían ver más allá de lo físico, lo acompañaba como una extensión de su propia voluntad.
Kokushibo (con voz grave, observando la escena): "Parece que se están divirtiendo mucho, ¿eh? Pero no olviden quién está a cargo aquí."
La mirada de Kokushibo se dirigió primero a Enmu, quien, al ver la llegada de su superior, se mostró más cauteloso. A pesar de su regeneración, Enmu sabía que enfrentarse a Kokushibo no era una opción que tomara a la ligera. La tensión en el aire se podía cortar con un cuchillo.
Los estudiantes de la Clase 1-A y 1-B, que hasta ahora solo habían sido espectadores asustados, sentían el peso de la situación. Muchos de ellos miraban aterrados a Kokushibo, sabiendo que no se trataba de un demonio cualquiera. Izuku Midoriya y los demás estaban completamente desconcertados.
Izuku Midoriya (susurrando a sus compañeros): "¿Quién... quién es él? Ese tipo no es normal..."
Katsuki Bakugo (gruñendo, irritado): "¡No me importa quién sea! ¡Voy a pelear si es necesario! ¡Malditos demonios!"
Shoto Todoroki (en tono serio, observando a Kokushibo): "Este tipo... tiene una presencia demasiado poderosa. No podemos enfrentarnos a él directamente."
Mina Ashido (sorprendida y asustada): "¡¿Quién es ese tipo?! ¡Es... es aterrador!"
Los miembros de la Clase 1-A y 1-B estaban completamente fuera de lugar. Mientras tanto, Kokushibo observaba a Rui Ayaki, quien parecía no sentirse intimidado en lo más mínimo.
Kokushibo (con una sonrisa leve, mirando a Rui Ayaki): "Veo que tienes un poder curioso, joven Rui Ayaki. No es común que alguien de tu rango tenga tal influencia sobre los demás... y sobre los demonios."
Rui Ayaki no se inmutó. Sabía que la situación podría volverse aún más peligrosa, pero en ese momento, se sentía como si estuviera en control, algo que le generaba una extraña satisfacción.
Rui Ayaki (sin perder su actitud tranquila): "No me importa lo que pienses de mí, pero aquí estoy. Y si te atreves a interferir, serás el siguiente."
El desafío en sus palabras estaba claro, y aunque Kokushibo podría haberlo matado en un abrir y cerrar de ojos, parecía que estaba observando, esperando algo.
Tanjiro, que había estado observando en silencio desde un rincón, no podía creer lo que estaba viendo. La tensión entre los demonios era palpable, y la presencia de Kokushibo solo hacía que la situación fuera aún más peligrosa. Era evidente que tanto él como Rui Ayaki eran piezas clave en algo mucho más grande de lo que los estudiantes de la Clase 1-A y 1-B podían entender.
Tanjiro (en voz baja, nervioso): "Esto... esto no va a terminar bien. Necesitamos hacer algo... pero ¿qué?"
La situación estaba por desbordarse, y solo el tiempo diría qué decisiones tomarían los involucrados. Pero una cosa era clara: ninguno de los presentes estaría a salvo si la confrontación continuaba.
El aire estaba tenso, cargado con una mezcla de miedo y anticipación. La llegada de Kokushibo había dejado a todos en un estado de shock, pero los estudiantes de la Clase 1-A y 1-B no iban a retroceder tan fácilmente. Katsuki Bakugo, con su orgullo indomable, no dudó ni un segundo en atacar. Con un grito feroz, activó su quirk de explosión y cargó hacia Kokushibo, buscando aprovechar cualquier oportunidad para derribarlo.
Katsuki Bakugo (gritando mientras lanza un ataque explosivo): "¡Te voy a hacer pedazos, maldito demonio!"
Sin embargo, Kokushibo no pareció preocupado en lo más mínimo. Usando su habilidad única, activó Mundo Transparente, lo que le permitió ver más allá de lo físico y anticipar los movimientos de su oponente con una precisión mortal. Los músculos de Bakugo, su flujo sanguíneo y sus movimientos articulares fueron expuestos ante los ojos de Kokushibo como si estuviera viendo una película de cámara lenta.
En un parpadeo, Kokushibo esquivó el ataque de Bakugo con una agilidad asombrosa, y antes de que el joven héroe pudiera reaccionar, Kokushibo lo golpeó con una fuerza brutal, enviándolo hacia atrás con una velocidad abrumadora.
Kokushibo (en tono calmado pero aterrador): "¿Eso es todo? ¿Así atacas tú? Qué patético."
Bakugo, aunque claramente dañado, no se dio por vencido. Se levantó rápidamente, furioso, dispuesto a continuar el combate. Sin embargo, en ese preciso momento, Kokushibo desenvainó su katana de carne y realizó la Primera Forma: Luna Oscura, Palacio Vespertino, un corte horizontal que parecía cortar el aire mismo. A lo largo de su camino, una serie de hojas caóticas de media luna aparecieron, desintegrando todo lo que tocaban. Bakugo apenas logró esquivarlo, pero el corte fue tan preciso que todos los árboles cercanos fueron cortados por la mitad y una gran parte del bosque fue destruida en el proceso.
La clase 1-A y 1-B observó aterrada cómo la escena se desarrollaba. Los estudiantes estaban tan asustados que algunos apenas podían moverse, mientras otros como Izuku Midoriya trataban de analizar la situación, buscando una posible manera de intervenir sin caer en la furia de Kokushibo.
Katsuki Bakugo (jadeando, sorprendido por la fuerza de Kokushibo): "¡Maldito... ¿quién eres tú?! ¡¿Cómo demonios puede ser tan fuerte?!"
Pero antes de que cualquiera pudiera procesar completamente lo sucedido, Rui Ayaki se adelantó, riendo con desprecio mientras observaba la escena. Su risa, llena de arrogancia, resonó en el aire.
Rui Ayaki (riendo suavemente, mirando a la clase 1-A y 1-B): "¿Saben? Kokushibo tiene 480 años... Y aún sigue siendo más fuerte que todos ustedes juntos. ¿Realmente creen que tienen alguna oportunidad?"
Sus palabras fueron como una sentencia de muerte para los estudiantes que intentaban comprender la magnitud de la amenaza que enfrentaban. Kokushibo, con su presencia dominante, observó sin inmutarse mientras sus ojos múltiples se posaban sobre los chicos de la Clase 1-A y 1-B.
Kokushibo (en un susurro profundo, casi un eco): "No tienen idea de lo que acaban de presenciar... y tampoco lo comprenderán hasta que sea demasiado tarde."
Los estudiantes, especialmente Izuku, Katsuki y Shoto, no podían más que mirar horrorizados. Sabían que se enfrentaban a algo mucho más allá de sus habilidades actuales, y la situación estaba a punto de volverse aún más peligrosa de lo que imaginaban.
El ambiente estaba completamente cargado de tensión mientras Killua, Gon, Kurapika y Leorio, que habían llegado al lugar, observaron con ojos aterrados la devastadora demostración de poder de Kokushibo. El corte de la katana de carne había destruido una gran parte del bosque, y el poder que se desplegaba ante ellos era algo completamente fuera de su alcance. Rui Ayaki, al ver la reacción de los recién llegados, no pudo evitar reír con cierto desdén, disfrutando de la incomodidad y el miedo en sus ojos.
Rui Ayaki (riendo suavemente, con una sonrisa arrogante): "¿Ven lo que acaban de presenciar? Kokushibo tiene 480 años. ¿De verdad creen que pueden hacerle frente a algo así?"
Gon (con una mezcla de asombro y miedo): "Eso... eso fue increíble... pero ¿quién es él?"
Killua (analizando la situación, sin dejar de observar a Kokushibo): "Ese tipo... no es un simple demonio, ¿verdad? ¿Qué es exactamente?"
Kurapika (preocupado, observando la destrucción): "Este poder... es más allá de cualquier cosa que haya visto antes. Y lo que Rui Ayaki dijo... Si es cierto, estamos en una situación mucho más grave de lo que pensábamos."
Leorio (con una expresión de incredulidad, mirando a los demás): "Esto... ¿qué clase de pesadilla es esta? ¿Por qué están peleando de esa manera? ¿Y ese tipo, Kokushibo, es aún más fuerte?"
A medida que los cuatro miembros del equipo de Hunter evaluaban la situación, no podían evitar sentir el peso de lo que estaban enfrentando. El poder de Kokushibo era absoluto, y la arrogancia de Rui Ayaki parecía indicar que estaban ante una batalla mucho más difícil de lo que jamás imaginaron.
Mientras tanto, Kokushibo mantenía una postura tranquila, sus múltiples ojos observando a cada uno de los presentes, evaluando sus reacciones, como si estuviera esperando que cometieran algún error.
Kokushibo (con voz profunda, casi mística): "Ni siquiera tienen idea de lo que están enfrentando. Y ustedes, jóvenes... me resultan interesantes. Pero no es el momento adecuado para que intervengan."
La clase 1-A y 1-B seguían observando aterrados, pero Rui Ayaki, completamente seguro de su situación, se adelantó con una sonrisa burlona en su rostro.
Rui Ayaki (con una sonrisa arrogante, mirando a Killua y los demás): "No hace falta que me miren tan sorprendidos. Todos tienen un papel en esta obra, pero no todos están destinados a sobrevivir."
Los estudiantes de la Clase 1-A y 1-B no sabían cómo reaccionar ante las palabras de Rui Ayaki. Sabían que enfrentaban un enemigo mucho más fuerte que cualquier cosa que hubieran visto antes, pero la sola presencia de Kokushibo y las palabras de Rui los dejaban sin saber qué hacer.
Izuku Midoriya (con la voz llena de determinación, pero claramente asustado): "¡Debemos hacer algo! ¡No podemos quedarnos de brazos cruzados!"
Bakugo (con furia en sus ojos): "¡Maldita sea, no voy a dejar que esos malditos demonios nos destruyan! ¡Voy a pelear hasta el final!"
En ese momento, Kokushibo finalmente dio un paso adelante, su katana de carne brillando bajo la luz de la luna, mientras su mirada implacable se posaba sobre los estudiantes. Sabía que este encuentro no sería fácil, pero también sabía que iba a disfrutar de la batalla.
Kokushibo (sonriendo levemente, sin inmutarse por los gritos de Bakugo): "Si insisten en desafiarme, lo lamentarán. Ninguno de ustedes está a mi nivel."
La situación estaba a punto de volverse mucho más peligrosa. La lucha que se desataría entre Kokushibo, Rui Ayaki y los estudiantes de Hunter x Hunter y My Hero Academia podría ser decisiva.
La situación continuaba tensa mientras Rui Ayaki tomaba una botella de whisky con un 90% de alcohol y la vaciaba en un trago largo, la etiqueta de la botella brillando en la luz tenue. A pesar de la intensidad del momento, Rui parecía completamente relajado, incluso disfrutando de la atención que sus acciones provocaban. El alcohol, al igual que su actitud descarada, parecía no afectarle en absoluto.
Rui Ayaki (con una sonrisa arrogante y algo de burla en su tono): "Y bien, ¿les sorprende que con 15 años ya sea tan... increíble? La vida me ha enseñado mucho más que a ustedes, especialmente con todo lo que he pasado. Lo de ser virgen, ¿quién lo necesita cuando tienes todo esto a tu alrededor?"
Kokushibo, observando a Rui Ayaki, se mostró ligeramente irritado, como si las palabras de Rui le provocaran una mezcla de desdén y desaprobación. Con su postura imponente, su voz profunda y fría resonó.
Kokushibo (en tono desaprobador): "Eres un adolescente mal educado, y ni siquiera entiendo cómo puedes beber alcohol tan fuerte a tu edad. Te he sacado de la cárcel nueve veces, y aún no entiendes el valor de la vida, ¿verdad? Ya no eres virgen, pero ni siquiera eso te hace más maduro."
Rui, sin perder su actitud confiada, se encogió de hombros, como si no le importara en absoluto la opinión de Kokushibo.
Rui Ayaki (con tono desafiante, mientras se ponía su kimono): "¿Y qué? Mi vida es mía y no tengo que rendir cuentas a nadie. Y, por cierto, tengo un harem. Y si crees que tus katanas pueden hacerme algo... bueno, soy inmune a ellas, así que no gastes más tiempo."
Con esas palabras, Kokushibo pareció evaluar la situación y, tras un momento de silencio, suspiró con pesadez. Sabía que Rui era un demonio con habilidades fuera de lo común, y sus provocaciones no valían la pena. Con un gesto brusco, Kokushibo dio la vuelta y se retiró, su presencia dejando un aire denso de tensión.
Kokushibo (sin volverse, con voz baja pero cargada de amenaza): "Disfruta de tu vida, demonio inmaduro. Pero recuerda que siempre habrá algo más fuerte que tú."
Con la salida de Kokushibo, la Clase 1-A y la Clase 1-B quedaron estupefactos. Las palabras de Rui, su actitud, y la revelación de su edad de 15 años les dejaron sin palabras. El hecho de que Rui Ayaki estuviera en medio de todo eso, con un comportamiento tan desinhibido, sin preocuparse por las consecuencias de sus acciones, los dejaba totalmente sorprendidos.
Izuku Midoriya (con ojos muy abiertos, todavía procesando todo lo que había pasado): "¡¿15 años?! No lo puedo creer... ¿cómo es posible que alguien tan joven haya pasado por todo esto?"
Bakugo, visiblemente molesto por la actitud de Rui pero también impresionado, gruñó con rabia: "¡Tsk! ¿Qué diablos pasa con ese tipo? Es tan... arrogante."
Killua, mirando a Rui con un interés intrigado pero también desconcertado, murmuró: "Es increíblemente poderoso para su edad, ¿pero qué le hace ser así? ¿Quién le dio esa confianza?"
Kurapika, sintiendo que algo oscuro se escondía detrás de la arrogancia de Rui, comentó: "No me gusta lo que veo. Hay algo muy extraño en él, algo que no puedo entender todavía. No es solo su poder, sino su forma de pensar."
Leorio, un tanto desconcertado pero manteniendo su postura, comentó: "Este tipo está loco, ¿pero qué tan fuerte es realmente? ¿Puede alguien con tanta inmadurez ser tan poderoso?"
Mientras tanto, Gon y Killua intercambiaron miradas, ambos preocupados por el comportamiento de Rui, pero también conscientes de que su poder no podía ser subestimado. Sin embargo, la desconexión de Rui con lo que era correcto o aceptable los dejaba con una sensación de inquietud.
El ambiente era ahora más tenso que nunca. La aparición de Kokushibo había dejado claro que Rui Ayaki estaba en un nivel completamente diferente, pero las verdaderas intenciones de este joven demonio seguían siendo un misterio, incluso para los más experimentados.
La Clase 1-A se reunió en pequeños grupos, murmurando sobre lo que acababan de presenciar. La actitud de Rui Ayaki había dejado una fuerte impresión en todos, y la tensión seguía flotando en el aire mientras procesaban lo ocurrido.
Izuku Midoriya, siempre curioso y analítico, fue el primero en hablar. Su rostro reflejaba una mezcla de sorpresa y preocupación.
Izuku Midoriya: "¿De verdad tiene 15 años? ¡Es imposible! A pesar de su juventud, tiene una fuerza increíble. Y esa actitud... es como si estuviera por encima de todos nosotros. No sé si eso es algo que deberíamos temer o... admirar."
Katsuki Bakugo, aún molesto por la actitud desafiante de Rui, no podía evitar dejar escapar un gruñido mientras se cruzaba de brazos.
Katsuki Bakugo: "¡Tch! Ese tipo no tiene ni un poco de respeto por nada ni por nadie. No me importa cuán fuerte sea, nadie habla así frente a mí. Pero... no sé qué pensar. Ese poder... ¿y la forma en que trató a Kokushibo? Eso no es algo normal."
Ochaco Uraraka, sintiéndose un poco desconcertada, también intervino, preocupada por lo que habían presenciado.
Ochaco Uraraka: "¡Qué raro! No sé por qué, pero siento que hay algo muy raro en él. Es como si estuviera jugando con todos nosotros. Aunque sea fuerte, no parece tener ningún tipo de ética... ni siquiera respeto por los demás."
Tenya Iida, siempre serio y con una postura firme sobre la moral, añadió:
Tenya Iida: "¡Eso es precisamente lo que me preocupa! No solo su actitud inmadura, sino la forma en que se comportó frente a Kokushibo. Es un demonio, pero ¿quién lo crió? ¿Cómo ha llegado a ser tan poderoso y aún mantener esa falta de respeto? Deberíamos estar alerta."
Mina Ashido, que usualmente era optimista y juguetona, se mostró sorprendida, pero también intrigada por Rui Ayaki.
Mina Ashido: "Ese tipo... es como un imán para problemas, pero también parece ser un imán para chicas. ¿Viste cómo estaba cubierto de besos de labial? ¡Y aún así tiene el poder de enfrentarse a Kokushibo! No entiendo nada."
Kirishima Eijiro, que siempre había sido un gran admirador de la fuerza, no pudo evitar notar el poder de Rui, aunque no estaba seguro de cómo sentirse al respecto.
Kirishima Eijiro: "Ese chico tiene una fuerza tremenda. ¡Y con solo 15 años! Pero me hace preguntarme... ¿por qué actúa de esa forma tan... inmadura? Es como si no tuviera un límite. Incluso me da miedo pensar en qué sería capaz de hacer si tuviera más poder."
Yuga Aoyama, que siempre trataba de mantener una imagen sofisticada, pero también había notado los detalles más llamativos de Rui, se unió a la conversación.
Yuga Aoyama: "Es... realmente intrigante, ¿verdad? Aunque su actitud no sea la mejor, esa aura de poder que emana es algo que no se ve todos los días. Podría ser una amenaza seria si decidiera ir en contra de nosotros."
Tsuyu Asui, que siempre se mantenía alerta y observadora, también expresó su preocupación.
Tsuyu Asui: "Hay algo en sus ojos. No sé si se trata de su poder o algo más, pero no se ve como alguien que solo está jugando. Es como si todo fuera parte de su plan, algo calculado."
Mientras tanto, Shoto Todoroki observaba en silencio, sin decir mucho, pero con una mirada pensativa. Su mente estaba procesando lo que había sucedido.
Shoto Todoroki: "A pesar de todo su desdén, tiene algo... diferente. Como si fuera un ser completamente distinto a nosotros, y no solo por su poder. Necesitamos estar preparados, cualquiera que sea su verdadera naturaleza."
El ambiente estaba cargado de incertidumbre. Mientras que algunos miembros de la Clase 1-A se sentían más desconcertados por el comportamiento y poder de Rui Ayaki, otros no podían evitar sentirse atraídos por la enigmática presencia que el joven demonio había dejado.
La conversación continuó, pero todos sabían que Rui Ayaki no era alguien a quien pudieran subestimar. Había algo más en él que simplemente su arrogancia y poder, y aunque no todos lo entendían, la mayoría estaba consciente de que enfrentarse a alguien como él podría ser mucho más complicado de lo que imaginaban.
El día había comenzado como cualquier otro, pero la atmósfera cambió drásticamente cuando una figura inesperada apareció, desafiando el curso de los acontecimientos. Yoriichi Tsugikuni, el legendario Pilar de la Llama y el único ser capaz de igualar a Muzan Kibutsuji en términos de poder, apareció de repente en el horizonte.
La aparición de Yoriichi fue tan impactante que incluso los demonios, incluidos Muzan y Kokushibo, se vieron sorprendidos.
Muzan: "¡AAAAAAAH!" Su grito de desesperación retumbó, lleno de furia y miedo. La presencia de Yoriichi era un recordatorio palpable de la única persona que alguna vez lo había desafiado seriamente.
Kokushibo, al ver la figura de su hermano, mostró una mezcla de emociones, pero el miedo predominaba. Kokushibo: "Muzan... ¡Todo esto es un desastre! ¡Es él!"
Yoriichi, con una calma imperturbable, sonrió levemente al dirigirse a su hermano. Yoriichi: "Hola, hermano."
El grito de Kokushibo fue tan desgarrador como su desesperación al enfrentarse a la inminente amenaza que representaba su hermano.
Kokushibo: "¡AAAAAAAH!" Se retorció en su propio tormento al enfrentar la llegada de Yoriichi, el ser que, en su corazón, había sido siempre el mayor rival.
Rui Ayaki, observando la escena, se quedó congelado de miedo. No entendía exactamente lo que estaba sucediendo, pero el poder que emanaba de Yoriichi lo hizo sentir una mezcla de terror y respeto. Rui Ayaki, con un susurro: "¡Jesus fuck!" Se asustó profundamente por la presencia de Yoriichi, temiendo lo que pudiera suceder.
En un arranque de desesperación, Enmu, al ver que la situación se estaba volviendo peligrosa, no dudó en actuar. Enmu: "¡Maldita sea!" Y sin pensarlo dos veces, agarró a Rui Ayaki y lo arrancó de la escena, llevándoselo a toda velocidad.
Rui Ayaki: "¡Maldito, más rápido!" Gritó mientras luchaba contra las manos de Enmu, sin poder zafarse.
Enmu: "¡Cállate y corre, perra!" Exclamó, mientras esquivaba los ataques y movimientos de Yoriichi, sintiendo que cada paso los acercaba a la muerte si no lograban escapar a tiempo.
Tanjiro Kamado se unió a la persecución, con la respiración entrecortada pero decidido. Tanjiro: "¡No dejaré que te lleves a Rui!" Gritó mientras corría tras ellos, blandiendo su katana.
Yoriichi, sin perder la compostura, seguía a Tanjiro en la persecución. Yoriichi: "No dejaré que estos demonios hagan lo que quieran. Voy a asegurarme de que paguen por sus crímenes."
Muzan, aterrorizado por la aparición de Yoriichi, también huyó, temeroso de las consecuencias de enfrentarse a él. Muzan: "¡Kokushibo, corre! ¡¡No podemos enfrentar a Yoriichi!!"
Kokushibo, aunque reacio a huir, sabía que enfrentarse a Yoriichi en ese momento sería un suicidio. Sin embargo, algo dentro de él lo empujaba a quedarse, a desafiar lo imposible, a pesar de la certeza de que perdería.
Muzan y Kokushibo corrían, tratando de escapar a toda costa de la persecución, con Yoriichi y Tanjiro pisándoles los talones. Los dos eran implacables.
Mientras tanto, los demás observadores, que incluían a la Clase 1-A y 1-B, junto con Gon, Killua, Kurapika y Leorio, se encontraban completamente confundidos ante el caos que se desarrollaba ante sus ojos.
Izuku Midoriya, siempre el más pensante, trataba de asimilar todo lo que sucedía. Izuku Midoriya: "¿Quién son esas personas? ¿Por qué son tan poderosas?"
Katsuki Bakugo no podía evitar estar molesto por el nivel de caos que se desató. Katsuki Bakugo: "¡¿Qué demonios está pasando?! ¡Eso no es normal!"
Shoto Todoroki, con su mirada seria, observaba las técnicas de combate de Yoriichi y la forma en que manejaba la katana. Shoto Todoroki: "Eso... eso no es algo que cualquiera pueda hacer. La habilidad de su espada... parece un reflejo de su experiencia y fuerza."
Gon, siempre optimista y sin miedo, se acercó a Killua, con los ojos brillando de curiosidad. Gon: "¿Quiénes son ellos? ¿Son tan fuertes que pueden detener a Muzan?"
Killua, con una expresión cautelosa, susurró: "Esos son demonios, y parece que estamos viendo una pelea épica entre ellos."
Kurapika, con su mente analítica, estaba decidido a entender más sobre los demonios y sus poderes. Kurapika: "Si estos demonios son tan poderosos, necesitaríamos más que solo fuerza para detenerlos. Necesitamos saber todo sobre ellos."
Leorio, aunque preocupado, mantenía la calma, observando el desarrollo de la batalla. Leorio: "Esto no puede acabar bien. Tenemos que hacer algo."
La clase estaba claramente atónita, sin saber cómo lidiar con la magnitud de los sucesos que ocurrían ante sus ojos. Mientras tanto, Rui Ayaki, atrapado por Enmu, se daba cuenta de que estaba en el centro de una tormenta peligrosa. La situación solo se volvía más tensa con cada segundo.
La escena se había vuelto un espectáculo surrealista. El caos reinaba mientras cada demonio tomaba una reacción más insólita que la anterior ante la presencia de Yoriichi Tsugikuni, cuya imponente figura parecía ser el detonante de una ola de pánico.
Douma, conocido por su actitud despreocupada, esta vez mostraba un instinto de supervivencia puro. Al ver a Yoriichi, lanzó un grito nervioso. Douma: "¡Oh, no! ¡Esto es un problema serio!" Con una velocidad inusual, trepó a un árbol cercano, quedándose allí como si el follaje pudiera protegerlo del legendario espadachín.
Mientras tanto, Gyutaro y Daki, incapaces de mantener su arrogancia característica, decidieron que la mejor opción era huir a toda prisa. Gyutaro: "¡Daki, corre! Este tipo no es normal." Daki, por primera vez aterrada, respondió: "¡Ya lo sé, idiota!" Ambos desaparecieron en dirección opuesta.
Akaza, siempre más valiente que los demás, miró la situación por un breve instante antes de tomar una decisión inesperada. Akaza: "No me enfrentaré a esto ahora." Con un salto impresionante, se lanzó al río más cercano y desapareció bajo las aguas, como si intentara disolver su orgullo en las corrientes.
Hantengu, fiel a su naturaleza cobarde, encontró una manera aún más peculiar de esconderse. Temblando de miedo, se puso a excavar desesperadamente en el suelo, cavando una especie de tumba improvisada. Hantengu: "¡Tal vez si me entierro nadie me encontrará!" Colocó una roca encima de su escondite y permaneció en silencio, temblando.
Mientras tanto, Enmu, tratando de escapar con Rui Ayaki en brazos, cometió una acción completamente absurda. Enmu: "¡No tengo tiempo para esto!" Sin pensarlo, lanzó a Rui a una piscina gigante llena de cerveza cercana. Rui Ayaki, cayendo de cabeza, gritó: "¡Maldita sea, Enmu! ¡Me las vas a pagar!" Al tocar el líquido, Rui se sumergió y desapareció bajo las burbujas doradas.
El karma llegó rápido para Enmu, quien, en su intento de escapar, chocó directamente contra un panal de abejas. Enmu: "¡AAAAAAAAAH!" Las abejas comenzaron a picarlo sin piedad, y su desesperado intento de escapar se convirtió en una tragicomedia de gritos y zumbidos.
Por otro lado, Muzan y Kokushibo demostraron que incluso los demonios más poderosos pueden tener un miedo instintivo. Ambos corrían a velocidades imposibles, como si quisieran competir con Flash en una carrera de desesperación. La vista era tan cómica que dejaba boquiabiertos a todos los presentes.
La Clase 1-A y 1-B, que habían estado observando el caos desde el principio, no sabían cómo reaccionar. Ochaco Uraraka, señalando la piscina de cerveza, dijo incrédula: "¿Acaban de lanzar a ese chico a una piscina de cerveza?"
Bakugo, cruzado de brazos, murmuró: "¡Esos demonios son un circo de idiotas!"
Shoto Todoroki, con su característica calma, señaló: "Ese tipo que trepó al árbol... ¿de verdad cree que está a salvo ahí arriba?"
Killua, Gon, Kurapika y Leorio, por su parte, no podían dejar de reír. Killua, sosteniéndose el estómago, dijo: "¡Esto es lo más ridículo que he visto en mi vida!"
Gon, tratando de recuperar el aliento, agregó: "¡Nunca pensé que los demonios pudieran ser tan cómicos!"
Kurapika, normalmente serio, no podía evitar sonreír. Kurapika: "Es irónico. Los seres más temidos están haciendo el ridículo."
Leorio, señalando a Hantengu, comentó: "¡Ese viejo cavó su propia tumba, literalmente!"
Mientras tanto, los Pilares observaban desde la distancia, disfrutando de la escena. Tengen Uzui, con una risa estruendosa, exclamó: "¡Esto es entretenimiento de primera! ¡Qué espectáculo tan llamativo!"
Rengoku, riendo a carcajadas, gritó: "¡Fascinante! ¡Nunca había visto algo así!"
Sanemi, con una sonrisa torcida, dijo: "Esto es mejor que cualquier misión."
Mitsuri, aunque preocupada por Rui, no pudo evitar sonrojarse mientras reía: "¡Es tan absurdo que resulta adorable!"
La situación, aunque caótica, tenía a todos, humanos y cazadores por igual, en un estado de risa incontrolable. Y mientras el caos continuaba, Yoriichi y Tanjiro seguían con la mirada fija en su objetivo, ignorando completamente la comedia que los rodeaba.
La tensión aumentaba con la llegada de Yoriichi Tsugikuni, quien demostró por qué era considerado el espadachín más temido de la historia. Su dominio de la Respiración Solar era imponente, y tanto Muzan como Kokushibo lo sabían demasiado bien.
El combate comienza
Yoriichi, con movimientos precisos y llenos de gracia, desenvainó su katana con una calma que hacía temblar a los demonios cercanos.
Yoriichi: "Esta vez no habrá escapatoria."
Con un solo movimiento, utilizó la Respiración Solar: Primera Forma - Danza del Dios del Sol, lanzando una serie de cortes rápidos y devastadores. Muzan, con su velocidad sobrehumana, logró esquivar la mayoría de los ataques, aunque no sin consecuencias. Un corte ligero en el brazo le hizo gruñir de dolor, y el impacto destrozó varios árboles cercanos.
A medida que el combate avanzaba, Yoriichi, con otro movimiento fluido, lanzó un ataque que decapitó a dos de las Lunas Inferiores que estaban demasiado cerca del conflicto. Sus cabezas rodaron al suelo, marcando el fin inmediato de sus vidas.
Kokushibo, observando el enfrentamiento, decidió intervenir. Desenvainando su katana de carne con ojos parpadeantes, lanzó una serie de ataques usando varias posturas de la Respiración Lunar:
Primera Pose: Luna Oscura, Palacio Vespertino, un corte que lanzó varias medias lunas en todas direcciones.Segunda Pose: Onda de Luna, Arena Estelar, con movimientos ondulados y caóticos.Novena Pose: Luna Descendiente, Dragón Caído, un ataque devastador que creó un enorme dragón de energía oscura.
Pero Yoriichi, con su tranquilidad inquebrantable, desvió cada ataque con precisión quirúrgica. Su katana brillaba como el sol, desintegrando las medias lunas y neutralizando por completo los ataques de Kokushibo.
Kokushibo, temblando, retrocedió.
Kokushibo: "Eres... imparable... incluso después de todo este tiempo."
Desesperado, decidió retirarse, lanzándose al río más cercano para escapar. El agua se agitó mientras desaparecía en las profundidades.
Muzan, viendo que no podía igualar la habilidad de Yoriichi, recurrió a tácticas evasivas. Con un salto impresionante, se encaramó al árbol más alto que encontró. Desde allí, observaba la escena con una mezcla de frustración y terror.
Muzan (pensando): "Este hombre... sigue siendo mi peor pesadilla. Debo idear un plan para deshacerme de él."
Los espectadores
La Clase 1-A y 1-B, junto con Killua, Gon, Kurapika y Leorio, estaban al borde del asombro y la incredulidad.
Bakugo, apretando los puños: "¡Ese tipo es una maldita máquina! ¡Ni siquiera esos demonios tienen una oportunidad contra él!"
Midoriya, con los ojos abiertos de par en par: "Esa es la verdadera habilidad de un espadachín legendario. ¡Es increíble!"
Killua, mirando a Gon: "¿Cómo puede alguien moverse así? Es como si pudiera leer el futuro."
Kurapika, reflexivo: "No es solo habilidad física. Es la perfección absoluta en su técnica."
Mientras tanto, los Pilares, quienes seguían observando desde una distancia segura, estaban impresionados y aliviados.
Tengen Uzui, cruzado de brazos: "Ahora esto sí que es extravagante. Este hombre es un espectáculo por sí mismo."
Sanemi, riendo nerviosamente: "Es una locura. Muzan y Kokushibo están huyendo como ratas."
Rengoku, con su sonrisa característica: "¡Qué escena tan fascinante! Yoriichi-sama es verdaderamente inigualable."
Yoriichi, con la mirada fija en Muzan en el árbol, sostuvo su katana firme.
Yoriichi: "¿Crees que el árbol te protegerá? No hay lugar donde puedas esconderte de mí."
Tanjiro, acompañando a Yoriichi, desenvainó su katana, listo para unirse al enfrentamiento.
Tanjiro: "¡No permitiré que Muzan escape otra vez!"
La atmósfera estaba cargada de tensión, y todos sabían que el desenlace de este enfrentamiento cambiaría el curso del destino.
Mientras el enfrentamiento alcanzaba un clímax de tensión, un nuevo giro inesperado ocurrió: Rui Ayaki, completamente borracho, apareció tambaleándose cerca de la piscina de cerveza.
Rui Ayaki: (con voz arrastrada) "¡Yo... hic... soy inmortal! ¡Nadie puede conmigo!"
Dando un paso en falso, Rui perdió el equilibrio y cayó nuevamente a la piscina de cerveza, generando una pequeña ola que salpicó a varios de los espectadores cercanos.
Bakugo, frustrado: "¡¿Qué demonios hace ese idiota ahora?!"
Midoriya, preocupado: "Parece que está muy mal..."
Mientras Rui intentaba salir tambaleándose, su kimono, empapado y desordenado, se abrió, revelando sus bragas moradas que no pasaron desapercibidas.
Mineta, con la nariz sangrando: "¡Esto es un paraíso!"
Yaoyorozu, horrorizada: "¡Mineta, compórtate o te sacaré de aquí!"
De pronto, 19 chicas random, que habían estado observando la escena desde lejos, corrieron hacia Rui.
Chica Random 1: "¡Pobrecito, está tan indefenso!"
Chica Random 2: "¡Hay que ayudarlo antes de que pase algo peor!"
Chica Random 3: "¡Es tan lindo, incluso borracho!"
Antes de que alguien pudiera intervenir, las chicas levantaron a Rui de la piscina y lo rodearon como si fuera un tesoro.
Rui Ayaki (borracho, mientras lo llevan): "¡Todas ustedes son mías! ¡Mi harem está creciendo!"
Las chicas comenzaron a llevarse a Rui lejos de la escena, ignorando por completo la batalla que estaba ocurriendo entre Yoriichi, Muzan, y Tanjiro.
Killua, perplejo: "¿Qué está pasando aquí? ¿Por qué lo tratan como si fuera una celebridad?"
Leorio, sarcástico: "Supongo que el alcohol y la ropa interior son una combinación irresistible para algunos."
Kurapika, con un suspiro: "Esto es un desastre en todos los sentidos."
Mientras tanto, los Pilares, que observaban todo, no podían evitar soltar risas contenidas.
Tengen Uzui, entre risas: "¡Ese chico sí sabe cómo robarse el espectáculo, incluso en medio de una batalla épica!"
Sanemi, carcajeando: "¡Ni siquiera Muzan puede competir con esto!"
Rengoku, sonriendo: "¡Qué espectáculo tan apasionante y lleno de giros inesperados!"
Mientras Rui era llevado por las chicas, Muzan, desde lo alto del árbol, observaba incrédulo, pensando:
Muzan: "¿Cómo puede ser este niño más problemático que Yoriichi?"
La escena, aunque absurda, añadió un aire cómico en medio de la tensión, recordando a todos que incluso en los momentos más serios, la imprevisibilidad de Rui Ayaki podía cambiarlo todo.
Mientras las chicas se llevaban a Rui Ayaki, aún tambaleante y murmurando frases incoherentes, Senjuro observaba desde lejos, con una mezcla de preocupación y pena en su rostro.
Senjuro, suspirando: "Pobre chico... ni siquiera entiende en qué se está metiendo."
Tengen Uzui, siempre con su actitud despreocupada, no pudo evitar hacer un comentario sarcástico mientras se ajustaba su banda brillante:
Tengen: "Lo que pasa, Senjuro, es que las chicas no pueden resistirse a alguien con tanta... 'crema masculina'."
Rengoku, ofendido por el comentario sobre su hermano menor, dio un paso al frente y señaló a Tengen con seriedad.
Rengoku: "¡Calla, Tengen! Mi hermano aún es inocente, y no permitiré que lo metas en esas ideas absurdas."
Tengen levantó las manos en señal de rendición, pero no pudo evitar una sonrisa burlona.
Tengen: "Relájate, Rengoku. Sólo estoy diciendo que la naturaleza carismática de Rui hace que las cosas sean... interesantes."
Sanemi, riendo desde un lado: "Interesantes, sí. Especialmente cuando termina en la piscina de cerveza con bragas a la vista."
Shinobu, con una sonrisa afilada, añadió: "Quizás deberíamos enseñarle un poco de autocontrol. Aunque, sinceramente, su manera de atraer problemas es bastante fascinante."
Mientras tanto, Tanjiro, que seguía observando a Rui siendo llevado por las chicas, no pudo evitar sentirse algo confundido.
Tanjiro, murmurando: "¿Es esto normal? ¿Cómo es que Rui siempre termina así?"
Nezuko, escondida tras Tanjiro, soltó un pequeño sonido que sonaba como una risa, mientras miraba a Rui con curiosidad.
Por otro lado, Killua, que había estado procesando todo en silencio, finalmente habló con una expresión seria.
Killua: "Esto es ridículo. ¿Por qué nadie lo detiene? Es como si todos aceptaran que su vida es un circo ambulante."
Leorio, riendo: "¿Y te sorprende? Mira a su alrededor. Todo aquí es un caos constante."
Kurapika, cruzando los brazos, respondió: "Aun así, no puedo evitar sentir que Rui está en un camino autodestructivo. Deberíamos intervenir antes de que sea demasiado tarde."
Mientras hablaban, Yoriichi, con su aura imponente, se acercó al grupo, su mirada fija en el horizonte donde Rui había desaparecido con las chicas.
Yoriichi, en voz baja pero firme: "Ese chico... es un torbellino de problemas. Pero tiene un propósito más grande del que incluso él comprende."
Su comentario dejó a todos en silencio por un momento, antes de que Muzan, todavía encaramado en el árbol, gritara con frustración:
Muzan: "¡¿Por qué nadie está prestando atención a la verdadera amenaza aquí?!"
Kokushibo, emergiendo del río con su kimono empapado, miró a Muzan con resignación.
Kokushibo: "Porque incluso en su caos, Rui parece ser el centro de todo."
La escena, llena de tensiones y humor, dejó a todos preguntándose cuál sería el próximo giro inesperado en esta extraña y caótica aventura.
Mientras Nakime comenzaba a transportar a los poderosos demonios hacia la fortaleza del castillo infinito, Muzan no pudo evitar lanzar un último comentario cargado de ira a Yoriichi.
Muzan, con una expresión furiosa: "¡Adiós, perra!"
Yoriichi, con una sonrisa tranquila pero desafiante, respondió de manera cortante: "Adiós, Michael Jackson. Hee hee."
El sarcasmo de Yoriichi parecía solo enfurecer más a Muzan, quien se giró rápidamente para desaparecer en la oscuridad de la fortaleza, seguido de Kokushibo, Douma, Akaza, Hantengu, Gyokko, Daki, Gyutaro, y Kaigaku. Cada uno con su aura peligrosa, preparándose para lo que venía.
La clase 1A y 1B, al igual que Killua, Gon, Kurapika, y Leorio, observaron atónitos cómo la fortaleza, aparentemente imparable, se alzaba ante ellos, desafiando todo lo que conocían.
Bakugo, con la mano en la cabeza, gritó con frustración:
Bakugo: "¡Malditos monstruos! ¿¡Qué rayos es esa cosa!? ¡Parece una maldita fortaleza de pesadilla!"
Izuku Midoriya, con sus ojos brillando con determinación, murmuró:
Izuku: "Esa fortaleza... parece más peligrosa que cualquier villano que hayamos enfrentado."
Mientras tanto, Tanjiro miraba con profunda preocupación, no solo por la fortaleza, sino por lo que eso significaba para Rui Ayaki y los demás.
Tanjiro: "¿Qué están haciendo ahora? Esa fortaleza... ¿por qué?"
Nezuko, al igual que Tanjiro, se mantenía en silencio, pero su expresión reflejaba una preocupación similar.
Desde el otro lado, los pilares, como Rengoku, Tengen, y Shinobu, miraban hacia la fortaleza con una mezcla de tensión y comprensión, sabían que este sería el lugar donde los demonios probablemente tratarían de consolidar su poder.
Rengoku, con su habitual fuego en los ojos, respondió a la situación con valentía:
Rengoku: "Eso no puede ser bueno... pero, ¿qué podemos hacer? ¡Debemos entrar y hacerle frente!"
Shinobu, siempre con su toque pragmático, frunció el ceño y dijo:
Shinobu: "No podemos subestimarlos. Vamos a necesitar una estrategia, y no podemos permitir que más gente sufra."
En el fondo, Yoriichi, ya tranquilo, caminaba con paso firme hacia el horizonte mientras se giraba hacia los demás.
Yoriichi: "Nada de lo que hagamos aquí será sencillo, pero los enfrentaremos, uno a uno, hasta el final."
La tensión aumentaba mientras todos los ojos estaban puestos en la fortaleza del castillo infinito. Las decisiones que tomaran a partir de ese momento decidirían el curso de la batalla.
Título: "El Demonio Rebelde: La Llegada de Rui Ayaki al Pueblo"
Rui Ayaki, un joven demonio conocido por su actitud rebelde, había dejado su huella por donde pasaba. A pesar de ser temido y admirado por algunos, siempre se metía en problemas, lo que le valió el título de "El Demonio Problemático" entre los habitantes del pueblo. Sus peculiares costumbres y su extraño atractivo eran inconfundibles: su cabello, peinado en intrincadas formas que se asemejaban a patas de araña, decorado con anillos y colas brillantes, y su kimono suelto viendose las bragas , que parecía ser su sello personal.
A menudo se le veía rodeado de chicas jóvenes que lo admiraban, dejando en su piel huellas de labiales de colores intensos, como rojo, morado y negro, y, en ocasiones, números de WhatsApp escritos con plumones permanentes. Sin embargo, más allá de su apariencia excéntrica, Rui Ayaki era un ser complejo, marcado por su lucha interna y su deseo de encontrar un propósito en su vida demoníaca.
Un día, al llegar a un pueblo que no conocía, Rui no pudo evitar sentir una extraña sensación de familiaridad. Mientras caminaba entre los civiles, los murmullos comenzaron a esparcirse rápidamente, y el título de "demonio rebelde" se le pegó como una etiqueta más. Algunos lo miraban con desconfianza, otros con curiosidad, pero ninguno de ellos podía negar que había algo magnético en él.
La noticia de su llegada llegó rápidamente a oídos de la clase 1A y 1B, quienes, junto con figuras notables como Killua, Gon, Kurapika, Leorio, y los poderosos pilares como Tanjiro, Zenitsu y Yoriichi, se acercaron a investigar la presencia de este demonio tan peculiar. Aunque algunos lo veían como una amenaza, otros no podían evitar sentir que había algo más allá de su apariencia.
"¿Qué divertido..." murmuró Rui Ayaki, sonriendo de manera traviesa, mientras observaba a los jóvenes que lo rodeaban, conscientes de la expectación que su presencia provocaba.
A pesar de las diferencias entre ellos, el joven demonio y los héroes se enfrentaban a un destino común: el caos que Rui Ayaki atraía siempre parecía llevarlos a todos, de alguna forma, hacia la misma batalla.
Título: "La Llegada de Rui Ayaki al Pueblo: Un Día Peculiar"
Cuando Rui Ayaki llegó al pueblo, todos los ojos se posaron en él, no solo por su apariencia única, sino por la extraña aura de caos que siempre lo rodeaba. Mientras caminaba, su cabello, adornado con anillos y colas, brillaba con el reflejo del sol. Su kimono suelto viendose las bragas moradas y el característico labial en su piel —en tonos rojo, morado y negro— daban cuenta de las muchas aventuras y momentos curiosos que Rui había vivido. Los números de WhatsApp de varias chicas adornaban su piel, y aunque algunos se sorprendían, otros no podían evitar sonreír ante la peculiaridad del joven demonio.
Senjuro, al ver a Rui tan desinhibido y con esa apariencia tan particular, no pudo evitar sonrojarse. No era la primera vez que Rui lo hacía sentir incómodo, pero su actitud relajada siempre dejaba una sensación extraña de atracción en su mente.
Tengen Uzui, siempre bromista, no perdió la oportunidad de hacer un comentario. "¡Vamos, Senjuro! Dale tu número de WhatsApp, únete al lado oscuro", dijo riendo, imitando una famosa frase de Star Wars mientras hacía un gesto teatral.
"¡No!" exclamó Kyojuro Rengoku, observando la escena con una sonrisa. "Es mejor que te concentres, Tengen."
Rui Ayaki, con su actitud despreocupada, se rió ante los comentarios. Aunque aún llevaba el labial y los números de teléfono de las chicas en su cuerpo, no parecía avergonzado. Su kimono ligeramente suelto y su carácter rebelde hacían que todos se sintieran desconcertados, pero también intrigados.
Momo, una chica del grupo, con una sonrisa juguetona, decidió poner su propio número de WhatsApp en el brazo de Rui, dibujando una línea con su labial rosa. "Listo", dijo con entusiasmo.
Mineta, quien observaba la escena desde lejos, se sintió celoso. "¡Eso no es justo!" protestó, cruzando los brazos, mientras veía cómo las chicas interactuaban con Rui de una manera tan abierta.
Killua, mirando todo esto con una expresión que denotaba una mezcla de sorpresa y diversión, comentó: "Yo también quisiera tener algo tan... interesante, como Rui Ayaki, con labial y números por todo el cuerpo."
Gon, algo confundido, frunció el ceño y preguntó: "¿Eso significa que Rui tiene más amigas que yo?"
Kurapika y Leorio, con una expresión de total incredulidad, se miraron y dijeron al unísono: "WFF... ¿Qué está pasando aquí?"
La escena se convirtió en un caos lleno de risas y bromas, mientras todos trataban de comprender cómo alguien tan rebelde y desinhibido como Rui Ayaki lograba atraer tanto la atención.
Muzan se enfrentó a Rui Ayaki con furia desbordante, despojándolo de su posición entre las Doce Kizuki con un gesto despiadado. El cruel líder demoníaco despreció a Rui, menospreciándolo como un débil que solo se preocupaba por cosas superficiales como sus prendas íntimas. Con un movimiento rápido y preciso, Muzan cortó la marca en el ojo izquierdo de Rui, dejando una cicatriz blanca en forma de X que marcaba el fin de su estatus entre los altos rangos demoníacos.
El grito de dolor de Rui resonó en el aire, su ojo sangrando por la herida recién infligida. La clase 1A y 1B, junto con Killua, Gon, Kurapika y Leorio, observaron atónitos la escena desde la distancia, impactados por la brutalidad de Muzan y la vulnerabilidad repentina de Rui.
Rui Ayaki, aunque herido física y emocionalmente, reunió su orgullo y miró fijamente a Muzan con determinación ardiente en sus heterocromáticos ojos. A pesar de la pérdida de su posición, su mente comenzó a formular un plan para recuperarse y demostrar que era más que lo que Muzan veía en él en ese momento de desgracia.
Mientras tanto, los observadores se preguntaban cómo reaccionaría Rui y qué camino elegiría ahora que su destino había cambiado tan drásticamente. La pérdida de su lugar en las filas de las Doce Kizuki podría significar el comienzo de una nueva dirección para Rui, una que tal vez lo llevaría a unirse más estrechamente con aquellos que ahora lo veían con nuevos ojos, más allá de sus atributos físicos y su antigua afiliación.
La escena estaba cargada de tensión. El grito de Rui Ayaki resonó en el aire mientras su ojo sangraba, y la clase 1A y 1B, junto con Killua, Gon, Kurapika y Leorio, observaban en shock el enfrentamiento. Pero, en un giro inesperado, Rui, a pesar de su dolor y la pérdida de su marca de las Doce Kizuki, comenzó a liberarse de la influencia de Muzan.
Con un movimiento rápido y lleno de fuerza de voluntad, Rui logró deshacerse de las cadenas de control de Muzan que lo habían atado. Su cuerpo, aunque agotado, estaba lejos de rendirse. A través de sus gritos de dolor, su determinación se hizo más clara que nunca. No iba a ser controlado, no por Muzan ni por nadie más.
Rui Ayaki, con su ojo sangrante y su kimono suelto, se levantó, mirando a Muzan con una nueva intensidad. "¡Lo paras caro, Muzan!" dijo con una sonrisa desafiante, su voz cargada de furia. "Me liberé de ti, y no me volverás a ver. Este es el último día que me tienes bajo tu control."
Con esas palabras, Rui dio la espalda a Muzan, dejando al demonio furioso y en silencio detrás de él. Rui se alejó, sabiendo que había tomado una decisión importante. No necesitaba el poder de las Doce Kizuki ni la aprobación de alguien como Muzan. Estaba listo para trazar su propio destino, con la libertad como su nuevo objetivo.
Mientras Rui se alejaba, la clase 1A y 1B, junto con los demás observadores como Killua, Gon, Kurapika y Leorio, no podían evitar sentirse sorprendidos. Había algo en la actitud de Rui, algo en su voluntad de liberarse, que los hacía cuestionar lo que sabían sobre los demonios y sus motivaciones.
Después de que Rui Ayaki se liberó de la influencia de Muzan, el caos que había rodeado su existencia alcanzó su punto culminante. Con un último vistazo desafiante a Muzan, Rui Ayaki, con su harem, comenzó a preparar el siguiente paso: escapar de ese mundo que lo había atormentado y controlado durante tanto tiempo.
Rui Ayaki, aún con la cicatriz en su ojo y con el dolor de la batalla reciente, se concentró en su poder. Había algo en él, un poder oculto que nunca había usado completamente. Con la determinación renovada, Rui comenzó a formar un portal. No era cualquier portal, era una creación compleja, casi mecánica en su construcción, que representaba su propio deseo de escapar de las garras de Muzan y de todo lo que había sido parte de su vida como demonio.
Con la ayuda de su harem y su propia magia, el portal se abrió. Era una visión impresionante, llena de luces brillantes y maquinaria que parecía combinar la tecnología y lo sobrenatural en una única puerta hacia lo desconocido. El portal era su escape, su nueva oportunidad.
"¡Vamos!", gritó Rui a su harem, con la determinación de alguien que estaba dejando atrás una vida llena de sufrimiento y control. Cada miembro del harem lo siguió, entrando en el portal que se había formado frente a ellos.
Sin embargo, justo cuando estaban a punto de atravesarlo, algo extraño ocurrió. El portal comenzó a temblar, como si algo o alguien estuviera tratando de impedir su existencia. Unos segundos después, el portal se destruyó, desintegrándose en una explosión de energía que dejó solo rastros de lo que había sido.
A pesar de la destrucción, Rui Ayaki no mostró miedo. Aunque el portal se desvaneció, él sabía que no necesitaba huir de esa manera. Lo que realmente importaba era que había logrado liberarse de las ataduras de Muzan. No importaba lo que viniera después.
"Este mundo no me retendrá", dijo Rui, mirando al vacío que dejó el portal destruido. "Lo que venga, lo enfrentaré a mi manera."
Con la determinación de siempre, Rui Ayaki y su harem se adentraron en lo desconocido, sin miedo a lo que el futuro les deparaba. Muzan y sus antiguos enemigos ya no tenían poder sobre él. Esta vez, Rui iba a forjar su propio destino.
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