24
"Un Encuentro entre Estrellas y Telarañas"
El cielo nocturno se rompió como un espejo en mil pedazos cuando The Collector cayó desde una dimensión lejana, sus pies aterrizando en el suelo del Bosque Prohibido del universo de Demon Slayer. Polvo y hojas volaron alrededor de su figura diminuta, mientras sus ojos amarillos brillaban con asombro y emoción.
—¡Oh, esto es nuevo! —dijo con una sonrisa traviesa, observando su entorno. La magia del lugar era diferente, densa y peligrosa. Pero eso no le preocupaba; era el tipo de desafío que le gustaba.
No muy lejos de ahí, Rui Ayaki luchaba por mantenerse de pie. El demonio, aún recuperándose de sus heridas tras una batalla contra los Demon Slayers, jadeaba, su frágil figura temblando bajo la presión de la amenaza que representaba Giyu Tomioka.
—Un demonio no merece piedad —dijo Tomioka con su espada lista para dar el golpe final.
Pero antes de que la hoja pudiera descender, el aire se congeló, literalmente. Una ráfaga de luz azul celeste envolvió a Rui, y en un parpadeo, él y su atacante estaban separados por un muro invisible.
—¡Alto ahí! —exclamó The Collector, flotando hacia Rui con una expresión divertida.
Tomioka retrocedió, desconcertado por la aparición repentina de la pequeña figura.
Rui, todavía débil, miró al extraño ser con una mezcla de miedo y curiosidad.
—¿Qué eres? —preguntó, su voz apenas un susurro.
The Collector le guiñó un ojo.
—Un amigo.
Con un chasquido de sus dedos, el bosque a su alrededor desapareció, y ambos se encontraron en una pradera bajo un cielo lleno de estrellas danzantes. Rui miró a su alrededor, incrédulo.
—¿Dónde estamos? —preguntó.
—En un lugar donde nadie puede molestarnos —respondió The Collector con una sonrisa. Luego lo observó detenidamente, señalando sus características únicas—. ¡Tú eres como un pequeño rompecabezas! Todo en ti es fascinante: esos puntos, ese cabello, ¡y esas bragas!
Rui se sonrojó, sorprendido por el comentario directo.
—¿Cómo sabes eso?
The Collector giró en el aire, riendo.
—Tengo ojos para los detalles. Y además... —Hizo un gesto, y de repente apareció en un conjunto similar de bragas, pero con estrellas brillantes y colores vibrantes—. ¡Es divertido!
Rui no pudo evitar sonreír un poco, la tensión abandonándolo lentamente. Había algo en la energía infantil de este ser que era extrañamente tranquilizador.
Los días que siguieron estuvieron llenos de aventuras en el extraño reino creado por The Collector. Rui, acostumbrado a la soledad y la oscuridad, encontró en The Collector un amigo inesperado. Compartían juegos, historias y, a veces, solo se quedaban mirando las estrellas.
—¿Por qué me salvaste? —preguntó Rui una noche, su voz suave.
The Collector lo miró con seriedad poco usual.
—Porque no me gustan los finales tristes. Y tú mereces algo más que eso.
Por primera vez en mucho tiempo, Rui sintió algo parecido a la esperanza.
Ambos siguieron compartiendo secretos y creando nuevos recuerdos, dos almas solitarias encontrando consuelo en su mutua rareza. Y aunque el mundo a su alrededor estaba lleno de caos, en su pequeño rincón del universo, todo parecía estar en equilibrio.
Rui y The Collector descansaban bajo un árbol, disfrutando de una suave brisa que movía la hierba alta a su alrededor. Las estrellas que brillaban en el cielo parecían reflejarse en los ojos de The Collector mientras hablaba con entusiasmo sobre los mundos que había visitado. Rui, aunque más reservado, no pudo evitar sentirse a gusto escuchando las historias.
—¿Sabes? —dijo The Collector de repente, con una sonrisa traviesa—. Eres el único con quien me he llevado tan bien en mucho tiempo.
Rui miró hacia otro lado, incómodo con el cumplido.
—Tú también eres... diferente. Pero en el buen sentido.
Hubo un breve silencio, roto por una risa súbita de The Collector.
—¿Quieres ver algo divertido?
Antes de que Rui pudiera responder, The Collector chasqueó los dedos, haciendo que su túnica flotara un poco, revelando lo que llevaba debajo. Bragas blancas con dibujitos de galaxias y estrellas brillantes.
—¿Qué te parecen? —preguntó The Collector, girando en el aire para mostrarlas con orgullo.
Rui lo miró, atónito al principio, pero luego una sonrisa tímida se dibujó en su rostro.
—Son... bonitas.
The Collector se detuvo en el aire, inclinando la cabeza.
—¿Y tú? ¿Qué llevas?
Rui dudó por un momento, pero la sinceridad en la mirada de su nuevo amigo lo convenció. Lentamente, levantó una parte de su kimono, mostrando sus propias bragas blancas con dibujitos de arañas y telarañas.
The Collector abrió los ojos con asombro, y luego estalló en una carcajada pura y contagiosa.
—¡Eso es increíble! ¡Pareces un pequeño príncipe de las arañas!
Rui no pudo evitar reír también, aunque su risa era más suave.
—Y tú pareces un pequeño rey del cosmos.
Ambos continuaron riendo, compartiendo un momento único de conexión. Había algo liberador en poder ser ellos mismos, lejos de las expectativas y los juicios de los demás.
—¿Sabes? —dijo The Collector, dejando de flotar y sentándose junto a Rui—. Creo que este es mi lugar favorito en todo el universo.
Rui lo miró, sintiendo algo que no había sentido en mucho tiempo: amistad genuina.
—El mío también.
Y así, bajo el cielo lleno de estrellas y con risas que llenaban el aire, dos almas extrañas encontraron en sus diferencias un vínculo irrompible.
"Un Amigo Especial"
Las risas de Rui y The Collector resonaban en el campo mientras ambos seguían compartiendo su peculiar momento. Sin embargo, en medio de la diversión, un movimiento torpe hizo que sus manos se cruzaran inesperadamente sobre el bulto de las bragas del otro.
Ambos se congelaron por un instante, sus ojos encontrándose con expresiones de sorpresa y confusión.
—¡Ah! —exclamaron al unísono, sintiendo un hormigueo extraño que los hizo retroceder de golpe.
The Collector fue el primero en hablar, llevándose una mano a la cara mientras intentaba contener la risa.
—¡Eso fue raro!
Rui, aún sonrojado, desvió la mirada.
—Sí... muy raro.
Un breve silencio incómodo cayó sobre ellos, pero pronto The Collector comenzó a reír nuevamente, una risa ligera y despreocupada que alivió la tensión.
—¡No importa! Somos amigos, ¿no? —dijo, encogiéndose de hombros con una sonrisa traviesa.
Rui lo miró, todavía algo avergonzado, pero no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa.
—Sí... amigos.
El incidente quedó rápidamente atrás mientras ambos continuaban conversando y explorando su pequeño refugio. Aunque aquel momento había sido extraño, también fortaleció el vínculo entre ellos, un recordatorio de que podían ser ellos mismos sin miedo al juicio.
—Sabes —dijo Rui, mirando las estrellas—, creo que nunca había tenido un amigo como tú.
The Collector flotó junto a él, con una expresión de alegría.
—Y yo nunca había tenido un amigo como tú.
La noche continuó llena de risas y complicidad, mientras dos almas únicas seguían descubriendo la magia de la amistad en un mundo lleno de caos.
En otro lugar, Muzan Kibutsuji estaba sentado en su trono, envuelto en sombras mientras la noticia llegaba a sus oídos: Rui Ayaki, su favorito, estaba muerto.
La expresión de su rostro pasó de tranquila a una furia incontrolable. Golpeó el brazo del trono, destrozándolo en un instante, mientras su energía demoníaca hacía temblar la habitación.
—¡Inútiles! —rugió, sus ojos carmesí brillando con un odio incontenible—. ¡¿Cómo permitieron que esto sucediera?!
Ante él, las Lunas Inferiores se arrodillaban, temblando de miedo. Aunque cada uno intentaba justificar su supervivencia, Muzan no tenía paciencia para excusas.
—Rui era valioso, irremplazable. Y ustedes... —El tono de su voz se volvió helado mientras los miraba con desprecio—. No sirven para nada.
Sin dudarlo, extendió su mano y uno por uno, los cuerpos de las Lunas Inferiores comenzaron a desintegrarse. El aire se llenó de gritos desesperados mientras Muzan eliminaba a todos, sin mostrar piedad alguna.
Cuando solo quedaba uno, Enmu, el demonio temblaba, esperando su inevitable final. Pero para su sorpresa, Muzan se detuvo.
—Tú... eres el único que mostró un mínimo de lealtad hacia mí. —Su tono era cortante, pero había una chispa de interés en sus palabras—. No me hagas lamentar esta decisión, Enmu. Encuentra a los responsables de la muerte de Rui... y hazlos pagar.
Enmu, aliviado pero aterrado, se inclinó profundamente.
—Sí, amo Muzan. No lo decepcionaré.
Mientras Muzan observaba cómo Enmu se retiraba, su mente seguía llena de ira y frustración. Rui no era solo un subordinado; era su creación perfecta, una pieza clave en su plan. Y ahora, alguien lo había arrebatado de su alcance.
—Si realmente estás muerto, Rui... —susurró con una frialdad que helaría la sangre de cualquier mortal—, destruiré todo lo que se interponga en mi camino para vengarte.
Sin saberlo, Rui Ayaki, ahora en compañía de The Collector, había escapado de la vigilancia de Muzan y de su mundo lleno de caos. Pero la ira de Muzan estaba lejos de apagarse, y su búsqueda no se detendría hasta que obtuviera respuestas.
En la mansión de los Cazadores de Demonios, Giyu Tomioka se encontraba frente a los Pilares reunidos. Su semblante era tan serio como siempre, pero esta vez sus palabras tenían un matiz de incertidumbre que no pasaba desapercibido.
—Rui Ayaki... desapareció. —El tono de Tomioka era frío y directo, pero los Pilares intercambiaron miradas intrigadas ante la declaración.
Mitsuri Kanroji, la Pilar del Amor, fue la primera en reaccionar, llevándose una mano al pecho.
—¿Desapareció? ¿Cómo es eso posible?
Tomioka respiró hondo antes de continuar.
—Cuando lo encontré, estaba gravemente herido y a punto de morir. Me preparaba para acabar con él... pero de repente, apareció un niño.
Los Pilares quedaron en silencio, sorprendidos.
—¿Un niño? —preguntó Kyojuro Rengoku, inclinándose hacia adelante, con la intensidad habitual en su mirada—. ¿Qué clase de niño podría salvar a un demonio como Rui?
—No era un niño normal —continuó Tomioka, su mirada perdida como si reviviera el momento—. Llevaba un pijama con patrones de soles y lunas, y flotaba en el aire como si la gravedad no le afectara. Tenía una energía extraña, casi celestial.
Sanemi Shinazugawa bufó, cruzándose de brazos.
—¿Un niño flotando? Eso suena como un mal chiste, Tomioka.
—No es un chiste. —La voz de Tomioka se volvió más firme—. Ese niño miró directamente a Rui, lo envolvió en una especie de luz brillante y dijo: "No te preocupes, seré tu amigo."
Obanai Iguro frunció el ceño, su serpiente enrollándose más cerca de su cuello.
—¿Y simplemente... desaparecieron?
—Sí. —Tomioka asintió—. Antes de que pudiera hacer algo, ambos desaparecieron en un destello.
Shinobu Kocho, la Pilar del Insecto, inclinó la cabeza, con una sonrisa enigmática.
—Qué fascinante... Un niño con poderes desconocidos que salva a un demonio. Me pregunto si era un aliado o algo más peligroso.
Gyomei Himejima juntó las manos en oración, sus lágrimas habituales rodando por sus mejillas.
—Si este niño tiene el poder de salvar demonios, quizás no busca la destrucción, sino el equilibrio.
Muichiro Tokito, distraído como siempre, murmuró:
—Tal vez solo quería un amigo.
Tengen Uzui, con su actitud extravagante, chasqueó la lengua.
—Sea lo que sea, no podemos ignorar esto. ¡Un niño flotando es algo bastante... llamativo, no creen?
Kagaya Ubuyashiki, quien había estado escuchando en silencio desde las sombras, finalmente habló, su voz tranquila pero cargada de autoridad.
—Si este niño tiene el poder de interferir con los demonios, debemos investigarlo. Tomioka, mantente alerta. Si vuelves a verlo, queremos saberlo todo.
Los Pilares asintieron, sabiendo que este nuevo giro en los acontecimientos podría cambiar todo lo que sabían sobre demonios y cazadores. Mientras tanto, Rui Ayaki y su nuevo amigo, The Collector, continuaban su viaje, inconscientes de la atención que su misteriosa conexión estaba atrayendo.
Después de la conmoción causada por la desaparición de Rui Ayaki, Giyu Tomioka y los demás Pilares continuaron su investigación. Sin embargo, lo que no sabían era que Rui, ahora bajo la protección de The Collector, había comenzado una nueva vida alejada de las sombras de Muzan y los demonios.
The Collector, con su poder sobrenatural, había hecho lo impensable: volvió a Rui inmune al sol, un regalo invaluable para un demonio tan vulnerable. A través de su magia, Rui ahora podía caminar libremente bajo la luz sin temor a que su cuerpo se desintegrara. Era un nuevo comienzo para él, uno lleno de posibilidades.
Un día, Rui y The Collector estaban jugando en un campo lleno de flores brillantes. Ambos reían como niños, corriendo alrededor, sin preocupaciones. The Collector, con su naturaleza traviesa y juguetona, usaba su poder para hacer que las estrellas parecieran caer del cielo, creando un espectáculo lleno de colores. Rui, con su risa cristalina, intentaba atrapar las estrellas fugaces que se deslizaban por el aire, disfrutando del momento más que nunca.
Rui Ayaki se había liberado de las cadenas de su pasado y ahora podía disfrutar de la vida, algo que antes parecía imposible. El sol no lo quemaba, el viento no lo dañaba, y su vida parecía más luminosa de lo que nunca habría imaginado. The Collector, aunque peculiar en su forma, se había convertido en un amigo leal y protector, un ser que le ofrecía una felicidad que Rui nunca había experimentado.
Mientras tanto, los Pilares, quienes habían estado siguiendo las pistas, llegaron a ese mismo campo. Desde lejos, observaron a los dos, sorprendidos al ver la escena tan inusual. Rui Ayaki y The Collector estaban sentados en el suelo, jugando con figuras hechas de luz y sombras, sin una preocupación en el mundo.
Mitsuri Kanroji, la Pilar del Amor, fue la primera en dar un paso adelante, su mirada dulce y curiosa.
—¿Es eso... Rui? —preguntó, sorprendida. —¿Y quién es ese niño con él?
Kyojuro Rengoku observó detenidamente.
—Eso es... ¡definitivamente Rui! Pero el poder que emana de él es diferente. —su expresión se volvió más seria—. ¿Cómo es posible que esté bajo el sol sin quemarse?
Tomioka, con su mirada grave, se acercó lentamente.
—Este no es el Rui que conocíamos. Algo ha cambiado, y no estoy seguro de qué tan seguro es todo esto.
The Collector, al notar la presencia de los Pilares, giró su cabeza y sonrió de manera traviesa.
—¡Ah, más visitantes! —exclamó, mientras levitaba un poco en el aire. Sus ojos brillaban con una mezcla de curiosidad y diversión—. Pero no se preocupen, ¡no les haré daño! Rui y yo estamos... jugando.
Rui Ayaki, con su usual timidez, miró a los Pilares, pero la incomodidad que solía sentir ya no estaba tan presente. Sonrió levemente, casi como si estuviera contento de que alguien lo hubiera encontrado en ese estado de paz.
—No es lo que parece... —dijo, pero su tono no sonaba tan preocupado como antes. Era claro que la amistad con The Collector lo había cambiado profundamente.
Mitsuri se acercó, observando a Rui con cuidado.
—Parece que está feliz, ¿no crees? —dijo con una sonrisa cálida—. Pero algo no cuadra...
—Exacto —respondió Kyojuro—. Este niño que lo acompaña... parece tener un poder inmenso. ¿Qué tipo de relación tienen?
The Collector soltó una risa alegre y dijo:
—¡Somos amigos! ¡Nada más! ¿Qué hay de malo en eso?
Los Pilares intercambiaron miradas, sabiendo que tenían mucho que aprender sobre lo que estaba sucediendo con Rui Ayaki y The Collector. A pesar de la sorpresa y las dudas, no podían ignorar que Rui ahora parecía estar más libre, más feliz que nunca.
Los Pilares observaron con una mezcla de asombro y confusión cómo Rui Ayaki y The Collector continuaban jugando, ajenos a todo lo que sucedía a su alrededor. Ambos, con sus personalidades inusuales, estaban en su propio mundo, disfrutando de los pequeños momentos como niños, sin preocuparse por lo que podían significar para los demás.
Rui Ayaki, con su figura pequeña y su cabello blanco, estaba riendo mientras The Collector usaba su magia para crear figuras flotantes de luces brillantes que los dos intentaban atrapar. Jugaron con una pelota hecha de luz que rebotaba en el aire, creando un espectáculo de colores y sombras que brillaban en la tarde. A pesar de todo lo que habían pasado, este momento de alegría pura les ofrecía un consuelo que no habían experimentado antes.
Los Pilares observaron en silencio, notando cómo ambos parecían estar completamente alejados de las preocupaciones del mundo exterior. Rui Ayaki y The Collector no parecían estar interesados en las amenazas que pudieran venir de Muzan o cualquier otro demonio. La atmósfera de juego y libertad era todo lo que les importaba.
Mitsuri Kanroji, con una expresión preocupada, fue la primera en hablar.
—No podemos dejar que esto continúe así. Rui y The Collector no son conscientes del peligro. Están tan absortos en su propio mundo que podrían ser fácilmente manipulados.
Tengen Uzui, con su estilo siempre directo, asintió.
—Eso es cierto. Están demasiado distraídos, demasiado protegidos por su burbuja de juegos. Esto no es seguro. Si Muzan o cualquier otra fuerza los ve, podrían aprovecharse de ellos sin que se den cuenta.
Gyomei Himejima, el Pilar de la Roca, añadió con una voz grave:
—Debemos llevarlos a un lugar donde estén a salvo. Ellos no entienden lo que está en juego, y aquí, podrían ser fácilmente manipulados. La mansión del patrón es el mejor lugar para protegerlos.
Kyojuro Rengoku, con su habitual determinación, fue el siguiente en hablar.
—Si Muzan tiene planes para Rui, no podemos arriesgarnos a que se queden aquí. Lo que parece ser diversión ahora podría convertirse en un desastre si no intervenimos.
Obanai Iguro, siempre serio, añadió con frialdad:
—No podemos dejarlos aquí. Rui Ayaki y The Collector tienen potencial, y si no los guiamos correctamente, podrían ser una amenaza para todos.
Los Pilares finalmente decidieron que lo mejor era intervenir antes de que algo peor sucediera. Sin embargo, aunque sentían que tenían razón, no podían evitar sentir una pequeña punzada de tristeza al ver a Rui Ayaki y The Collector tan felices. Parecía cruel llevarlos de su mundo de juegos a uno más serio y lleno de incertidumbres.
The Collector, notando el cambio en la atmósfera, se detuvo en su juego y miró a los Pilares con una sonrisa juguetona, pero también un poco confundida.
—¿Qué pasa? ¿Por qué miran así? Estamos jugando. ¿Qué es tan malo en eso?
Rui Ayaki, con una expresión tranquila pero curiosa, también dejó de jugar y observó a los Pilares.
—¿Nos vamos? ¿Por qué? —preguntó, aún sin comprender completamente las razones detrás de la intervención de los Pilares.
Mitsuri dio un paso adelante, sonriendo dulcemente, aunque su tono era serio.
—Es por tu seguridad, Rui. Queremos asegurarnos de que estés a salvo. Hay personas, como Muzan, que no quieren que estés libre. No podemos dejar que corras ese riesgo.
Rui Ayaki frunció el ceño, mirando a The Collector, quien le devolvió una sonrisa traviesa.
—No me importa Muzan. No me importa lo que pase allá afuera —dijo Rui, mientras jugueteaba con una estrella flotante creada por The Collector.
—Sólo quiero estar aquí, jugando con mi amigo.
The Collector también asintió, de acuerdo con lo que Rui decía.
—¡Exacto! No necesitamos preocuparnos por nada. ¡Estamos felices aquí! No necesitamos a nadie más.
A pesar de las protestas de Rui y The Collector, los Pilares finalmente tomaron la decisión de llevarlos a la mansión del patrón, un lugar donde estarían más seguros, aunque sabían que no sería fácil convencer a ambos de dejar su espacio de juego y libertad.
Mientras Rui y The Collector seguían sin comprender del todo el peligro que los acechaba, los Pilares los llevaron con ellos, sin querer dejarles en ese mundo tan ajeno al peligro real que existía fuera de su burbuja de felicidad.
Rui Ayaki y The Collector llegaron a la mansión del patrón, pero aún no entendían por qué los estaban separando de su lugar de juego. Ambos se sintieron incómodos al principio, pues estaban acostumbrados a la libertad y la diversión, y ahora se sentían algo atrapados. Sin embargo, los Pilares intentaban mostrarles que este era el mejor lugar para estar, dado el peligro que representaban los enemigos que acechaban en las sombras.
Rui, con su mirada desconfiada, se cruzó de brazos y miró a Mitsuri Kanroji.
—¿Por qué tenemos que estar aquí? ¿Qué hay de malo en jugar y ser felices?
Mitsuri, sonriendo suavemente, trató de tranquilizar a Rui Ayaki.
—No es que no queramos que te diviertas, Rui. Es solo que tenemos que protegerte. No es seguro estar fuera. Si Muzan te encuentra, no dudará en usarte.
Pero, en ese momento, algo que los Pilares no esperaban sucedió. Mientras intentaban hablar con los chicos, Rui Ayaki y The Collector se acercaron a un rincón de la mansión, donde había una pequeña área para descansar, y comenzaron a jugar entre ellos, riendo y mostrándose detalles divertidos de sus propias vestimentas, completamente ajenos a la tensión que flotaba en el aire.
Fue entonces cuando uno de los Pilares, al observar más de cerca, notó algo extraño en Rui. Al parecer, tanto él como The Collector no solo compartían una conexión de amistad, sino que también tenían algo en común en cuanto a sus ropas. Ambos usaban bragas, algo que era completamente inesperado para los Pilares. Mitsuri no pudo evitar sonrojarse ligeramente al ver el detalle, mientras que Shinobu Kocho, que había estado observando desde un costado, no pudo evitar arquear una ceja, sorprendida pero intentando mantener su compostura.
Shinobu Kocho, con una mirada intrigada, murmuró para sí misma.
—No esperaba ver algo así...
Los Pilares se miraron entre sí, sorprendidos por este descubrimiento, pero también sintiendo la necesidad de ser respetuosos. Aunque no sabían por qué Rui Ayaki y The Collector usaban eso, era evidente que se trataba de algo que tenía que ver con su relación de amistad y la forma en que encontraban consuelo en pequeños detalles.
Rui Ayaki, al notar que los miraban, se sonrojó levemente y se sintió incómodo.
—¿Qué pasa? No pueden decirnos qué hacer. Esto es lo que nos hace felices. —dijo con firmeza, pero con una ligera inseguridad.
The Collector, al ver la incomodidad de Rui, rápidamente intervino, tratando de suavizar la situación.
—¡Sí! ¡Nos hace felices! No es algo raro. Todos tenemos nuestros propios secretos, ¿verdad? —rió de forma juguetona, tratando de hacer que el ambiente fuera más relajado.
Los Pilares, aunque sorprendidos, entendieron que lo que Rui y The Collector compartían entre ellos no debía ser juzgado. Sin embargo, la preocupación por su seguridad seguía presente.
Kyojuro Rengoku, con su característica seriedad, dio un paso adelante.
—Entendemos que están buscando consuelo en lo que hacen, pero la seguridad es lo más importante. Si Muzan los encuentra... No quiero ni imaginar qué podría hacer. No estamos aquí para juzgar sus elecciones, pero necesitamos asegurar que estén protegidos.
Los Pilares finalmente lograron que Rui Ayaki y The Collector se quedaran en la mansión, pero también les ofrecieron un espacio donde pudieran seguir con su amistad y su tiempo de juego, asegurándose de que estuvieran fuera de peligro.
Rui Ayaki y The Collector, a pesar de tener 18 años, presentan una personalidad que los hace actuar de manera más infantil. A veces, muestran una gran ingenuidad y una forma de ver el mundo más pura, sin las preocupaciones que los adultos suelen tener. Ambos tienen una conexión especial, donde se apoyan mutuamente en su comportamiento infantil y encuentran consuelo en las cosas simples, como juegos, dulces y momentos tranquilos.
Escena propuesta:
En un rincón apartado de la mansión, Rui Ayaki y The Collector se sentaron juntos, compartiendo una canasta llena de frutas frescas y dulces. La luz suave del atardecer iluminaba el cuarto, creando un ambiente cálido y acogedor. A pesar de que su apariencia era la de jóvenes adultos, sus risas y risueñas conversaciones revelaban la naturaleza infantil que aún llevaban consigo.
Rui Ayaki, con una expresión traviesa, mordió una rodaja de manzana y luego miró a The Collector con una sonrisa.
—¡Mira, esto sabe como si fuera el cielo! —dijo, disfrutando del sabor con una alegría inocente.
The Collector, con una risa similar, asentía y se llevaba otro dulce a la boca.
—Es como si estuviéramos en una fiesta secreta, ¿verdad? ¡Solo tú y yo! —respondió, con su actitud juguetona y despreocupada.
Ambos, completamente ajenos a las miradas de los demás, continuaron disfrutando de su tiempo juntos. La forma en que se comportaban, tan pura y alegre, hacía que pareciera que el tiempo se había detenido para ellos. A pesar de sus 18 años, su mentalidad y comportamientos reflejaban la inocencia y el encanto de niños más pequeños.
Sin embargo, Tanjiro Kamado, que estaba observando desde una distancia, no podía evitar sentir cierta preocupación por ellos. Aunque sabía que no eran peligrosos, la forma en que se comportaban y la facilidad con la que podían ser manipulados le preocupaba. Nezuko, su hermana, también observaba desde las sombras, compartiendo su preocupación, pero al mismo tiempo, no podía dejar de ver lo tiernos que se veían.
Tanjiro suspiró, sintiendo la responsabilidad de vigilar a los chicos sin interrumpir su momento de felicidad.
—Ellos solo necesitan un poco de orientación... Tal vez, si les mostramos lo que significa ser responsable, podrían aprender a manejar su poder y su vida de una manera más equilibrada. —dijo, con una ligera sonrisa, aunque la preocupación era evidente en sus ojos.
Nezuko, que no hablaba mucho, solo asintió con una mirada suave. Aunque también veía a Rui Ayaki y The Collector como niños inocentes, sabía que el mundo real era más complicado. Sin embargo, su naturaleza protectora no podía evitar que los observase con cariño.
A medida que la trama avanza, podrías explorar cómo la relación entre Rui Ayaki y The Collector afecta a los demás, especialmente a los Pilares y otros personajes que se preocupan por ellos. Los Pilares seguirían vigilándolos, pero también verían el lado positivo de su relación, ya que ambos tienen el poder de influir positivamente en los demás, a pesar de su comportamiento infantil.
Además, la historia podría involucrar desafíos relacionados con su inmadurez y cómo aprenden a ser más responsables sin perder su esencia. Tal vez Tanjiro y Nezuko se conviertan en sus guías, ayudándolos a encontrar un equilibrio entre la diversión y la seriedad.
En el cálido ambiente de la mansión, Rui Ayaki y The Collector estaban alborotando como dos niños pequeños. No les gustaban las pijamas, preferían dormir cómodos en ropa interior, lo cual solía ser un tema de discusión entre ellos y los demás.
Una noche, Tanjiro y Nezuko se decidieron a intentar que se pusieran pijamas. Después de varios intentos fallidos y muchas risas, al fin lograron convencerlos de probarlas. Pero cuando Tanjiro y Nezuko entraron a la habitación con las pijamas en las manos, Rui Ayaki y The Collector ya se habían escapado, corriendo por el pasillo como dos pequeños traviesos.
—¡No vamos a usar eso! —gritó Rui, mientras saltaba de un lado a otro, evadiendo a Tanjiro.
Nezuko, sonriendo tímidamente mientras perseguía a The Collector, sólo alcanzó a decir:
—¡No es tan malo! ¡Sólo póntela una vez!
Tanjiro, con una sonrisa que trataba de ocultar la frustración, comentó:
—¿Por qué nunca pueden dormir como personas normales? —pero su tono era suave y lleno de cariño.
Los Pilares, que habían estado observando desde una distancia, no podían evitar reírse ante la escena. Mitsuri Kanroji y Kyojuro Rengoku compartían una risa cálida, mientras Sanemi Shinazugawa se cruzaba de brazos, observando con una sonrisa contenida.
—¡Nunca pensé que vería esto! —dijo Rengoku, riendo de buena gana.
Obanai Iguro, que estaba más serio, no pudo evitar sonreír de manera sutil.
—Son tan impredecibles... pero eso es lo que los hace divertidos.
Mientras tanto, Tanjiro seguía corriendo detrás de Rui Ayaki y The Collector, ambos disfrutando de la persecución como si fuera un juego. No importaba cuántas veces intentaran, Rui Ayaki y The Collector siempre lograban escapar, corriendo por el pasillo como si no hubiera nada que los pudiera detener.
Nezuko, observando la escena, no pudo evitar sonreír. Aunque a veces le preocupaba su comportamiento travieso, sabía que era parte de lo que hacía que la situación fuera tan divertida.
La noche finalmente cayó sobre la mansión, y después de una larga persecución que había dejado a Tanjiro y Nezuko agotados, Rui Ayaki y The Collector finalmente se quedaron dormidos. Ambos descansaban tranquilamente en sus camas, usando únicamente sus bragas, como siempre preferían.
Tanjiro, apoyado contra el marco de la puerta, suspiró profundamente mientras miraba a los dos jóvenes dormir con total tranquilidad.
—No importa cuánto intentemos... ellos siempre terminan haciendo lo que quieren —dijo con una sonrisa cansada, pero llena de cariño. Luego, añadió en voz baja—: Son como niños de verdad.
Nezuko, que estaba a su lado, observaba a los chicos con los ojos llenos de ternura.
—Mmm... creo que es lindo —murmuró mientras ladeaba la cabeza ligeramente—. Aunque sean mayores, tienen una inocencia que no vemos mucho.
Tanjiro asintió mientras se apartaba del marco de la puerta.
—Supongo que eso es lo que los hace especiales. Pero vaya que son un desafío.
Ambos salieron de la habitación dejando la puerta entreabierta, mientras un suave rayo de luna iluminaba los rostros pacíficos de Rui y The Collector. Aunque sus travesuras del día habían agotado a los demás, ellos dormían con la despreocupación de dos niños pequeños que no conocían más problemas que elegir el siguiente juego o dulce para disfrutar.
En el pasillo, Mitsuri Kanroji pasó junto a Tanjiro y Nezuko, notando su cansancio.
—¿Ya se durmieron? —preguntó con una sonrisa curiosa.
Tanjiro asintió.
—Sí, pero no logramos que se pusieran las pijamas. Al final, se rindieron y se quedaron en sus bragas.
Mitsuri rió suavemente.
—Bueno, si están cómodos así, no hay mucho que hacer. Son adorables de cualquier manera.
Nezuko, apoyando su cabeza en el hombro de Tanjiro, murmuró:
—Sí, creo que no importa mientras estén felices.
En la habitación, el sueño profundo de Rui Ayaki y The Collector estaba lleno de sueños sobre juegos, dulces y risas. Aunque el mundo podía ser cruel, en ese momento ellos estaban rodeados de un ambiente cálido y seguro, disfrutando de su amistad única y especial.
En las sombras de la mansión, un demonio enviado por Muzan Kibutsuji observaba desde una ventana abierta. Sus ojos brillaban con malicia mientras veía a Rui Ayaki y The Collector durmiendo tranquilamente en sus camas, apenas cubiertos con sus bragas. No pudo evitar esbozar una sonrisa burlona al recordar la hilarante escena de Tanjiro y Nezuko corriendo de un lado a otro intentando vestirlos con pijamas.
El demonio inclinó la cabeza, aguzando el oído mientras escuchaba las conversaciones cercanas entre los Pilares.
—Rui Ayaki y The Collector... son como niños —dijo uno de ellos, con un tono suave pero preocupado.
—Por eso debemos vigilarlos —añadió otro—. Son demasiado fáciles de manipular. Si Muzan o alguien más intentara influenciarlos, estarían en peligro.
Esas palabras hicieron que el demonio sonriera con más fuerza. Con sigilo, se deslizó entre las sombras y escapó rápidamente hacia el escondite de Muzan, decidido a llevarle la noticia.
Escena: La audiencia con Muzan
De rodillas frente a Muzan, el demonio le relató lo que había presenciado.
—Mi señor, encontré a Rui Ayaki y a un extraño joven llamado The Collector. Ambos son inmunes al sol y, según los Pilares, son fáciles de manipular. Están bajo su cuidado, pero parecen comportarse como niños.
Muzan, sentado en su trono, entrecerró los ojos mientras procesaba la información.
—¿Fáciles de manipular, dices? —murmuró, su voz suave pero cargada de intención peligrosa.
El demonio asintió rápidamente.
—Sí, maestro. Los vi durmiendo en ropa interior, comportándose de manera infantil. Incluso los Pilares mencionaron su vulnerabilidad.
Muzan se levantó lentamente, su aura oscura llenando la habitación.
—Rui Ayaki... pensé que habías muerto. Y este "Collector"... —sonrió con una mezcla de interés y desprecio—. Si son tan manipulables como dices, podrían ser herramientas útiles.
Muzan giró hacia otro de sus sirvientes demoníacos.
—Reúnan a las Lunas Superiores. Si esos dos pueden ser recuperados, quiero que sean traídos ante mí. Y si los Pilares interfieren... elimínenlos.
El demonio, temblando de emoción y miedo, se inclinó profundamente.
—Sí, maestro.
Con un nuevo plan en marcha, Muzan estaba decidido a recuperar a Rui Ayaki y descubrir el potencial de The Collector, mientras que los Pilares, sin saberlo, podrían estar preparándose para una confrontación inminente.
Día tras día, The Collector entrenó a Rui Ayaki en los fundamentos de su magia. Mientras que The Collector creaba esferas de energía luminosa con facilidad, Rui descubrió que sus propias habilidades estaban influenciadas por su naturaleza demoníaca.
Las esferas de energía de Rui no eran de luz, sino de una materia oscura y densa que parecía moverse como un líquido vivo. Cuando las lanzaba, estas explotaban en una nube de hilos afilados que se extendían como telas de araña, atrapando todo a su alrededor.
—¡Eso fue increíble! —dijo The Collector, aplaudiendo después de que Rui atrapara un árbol entero con su magia.
Rui sonrió, por primera vez sintiéndose más seguro de sí mismo.
—Gracias por enseñarme. Creo que podemos hacer mucho con esto.
The Collector le dio un golpe amistoso en el hombro.
—Somos un gran equipo. Con estos poderes, nadie podrá manipularnos ni usarnos.
Escena: Los Pilares observan
Desde la distancia, los Pilares observaban los avances de Rui Ayaki y The Collector con una mezcla de asombro y preocupación. Tomioka, con los brazos cruzados, comentó:
—Son impresionantes... pero también peligrosos.
Mitsuri sonrió suavemente.
—No parecen querer causar problemas. Solo quieren ser libres y felices.
Sanemi, sin embargo, no estaba tan convencido.
—¿Y si alguien, como Muzan, los convence de luchar para él? Con esos poderes, podrían ser devastadores.
Rengoku asintió.
—Debemos protegerlos. Pero también debemos asegurarnos de que puedan protegerse a sí mismos.
Escena: Una alianza entre Rui y The Collector
Una noche, mientras ambos practicaban bajo la luz de la luna, The Collector miró a Rui con una sonrisa determinada.
—¿Sabes? Creo que somos los más fuertes cuando estamos juntos. No importa quién venga, ¡nadie podrá vencernos!
Rui, sosteniendo una esfera oscura en su mano, asintió.
—Tienes razón. No necesitamos a Muzan ni a los Pilares para decidir nuestro destino. Solo nos necesitamos el uno al otro.
Ambos chocaron sus esferas de energía, creando una explosión combinada que iluminó todo el claro.
Los Pilares, mirando desde la mansión, sabían que algo grande estaba por venir.
Senjuro caminaba tranquilamente por los pasillos de la mansión cuando, al pasar por una habitación, algo llamó su atención. La puerta estaba entreabierta, y dentro vio a Rui Ayaki y The Collector durmiendo tranquilamente. Sin embargo, lo que realmente lo sorprendió fue su atuendo... o la falta de él.
Rui estaba acostado con bragas blancas decoradas con diminutos dibujos de arañas y telarañas, mientras que The Collector llevaba bragas blancas con dibujos de galaxias y estrellas. Ambos se veían completamente despreocupados, abrazando sus juguetes mientras dormían profundamente.
Senjuro parpadeó varias veces, tratando de procesar lo que veía.
—¿Qué... qué estoy viendo? —murmuró para sí mismo, retrocediendo lentamente y cerrando la puerta con cuidado.
Decidido a entender lo que acababa de presenciar, fue directo a buscar a su hermano mayor.
Escena: La conversación con Rengoku
En la cocina, Kyōjurō Rengoku estaba disfrutando de un gran plato de arroz con curry cuando Senjuro entró, visiblemente confundido.
—Hermano... —empezó Senjuro, sentándose frente a él.
Kyōjurō sonrió ampliamente, como siempre.
—¡Ah, Senjuro! ¿Qué ocurre? Pareces intrigado.
—Acabo de ver a Rui y a ese niño raro, The Collector, durmiendo... en bragas.
Kyōjurō soltó una carcajada tan fuerte que casi se atraganta con su comida.
—¡Ah, eso! Sí, sí, es algo que ya hemos visto.
Senjuro lo miró, todavía confundido.
—¿Por qué no usan pijama?
Kyōjurō se limpió la boca antes de responder con su característico entusiasmo.
—¡Porque se las quitan! ¡Siempre se las quitan! Tanjiro y Nezuko pasan horas tratando de ponérselas, pero Rui y The Collector terminan corriendo por toda la casa. ¡Es bastante divertido de ver!
Senjuro lo miró incrédulo.
—¿Y nadie hace nada al respecto?
Kyōjurō se encogió de hombros, todavía sonriente.
—Intentarlo sería inútil. Además, no hacen daño a nadie. Solo son como niños pequeños.
Senjuro suspiró y luego preguntó algo que lo tenía intrigado.
—¿Cuántos años tienen realmente?
Kyōjurō se llevó una mano al mentón, pensando.
—Tienen 14 años, pero se comportan como si tuvieran 9.
Senjuro se recostó en la silla, procesando esa información.
—Eso explica muchas cosas... pero al mismo tiempo, no explica nada.
Kyōjurō estalló en otra carcajada.
—¡Así es la vida con ellos, hermano! Siempre llena de sorpresas.
Desde el pasillo, Muichiro Tokito, el Pilar de la Niebla, escuchaba la conversación entre los hermanos Rengoku. Sus ojos, siempre perdidos en sus pensamientos, parpadearon lentamente al captar las palabras de Kyōjurō.
Tokito (para sí mismo): ¿Ellos tienen 14 años pero actúan como si tuvieran 9?
Intrigado, Tokito decidió entrar en la cocina, silenciosamente como siempre, sorprendiendo a los hermanos.
—Entonces... Rui Ayaki y The Collector tienen 14 años, pero se comportan como si fueran niños de 9.
Kyōjurō giró hacia él con su característica sonrisa.
—¡Exacto, joven Tokito! ¡Son adorables y despreocupados como dos niños pequeños!
Tokito frunció el ceño ligeramente, algo confundido.
—¿Y por qué actúan así? Yo tengo 15 años y no hago esas cosas.
Senjuro soltó una risita nerviosa.
—Hermano, creo que Tokito está cuestionando la lógica detrás de esto.
Kyōjurō se encogió de hombros y dejó escapar una carcajada.
—¡No todo necesita lógica, joven Tokito! A veces la vida es como el fuego: impredecible, ardiente y lleno de sorpresas. Rui y The Collector simplemente disfrutan de ser ellos mismos.
Tokito lo miró, incrédulo, y luego suspiró.
—Aun así... deberían usar pijama.
Kyōjurō rió aún más fuerte, mientras Senjuro asentía con simpatía.
Escena: Tokito va a ver a Rui y The Collector
Intrigado, Tokito decidió acercarse al cuarto donde Rui y The Collector estaban durmiendo. Al abrir la puerta ligeramente, los vio: ambos acurrucados en la cama, vistiendo únicamente sus características bragas. Rui tenía su diseño de arañas y telarañas, mientras que The Collector tenía las galaxias y estrellas.
Tokito los observó en silencio durante un momento, evaluando la escena con su típica expresión distante.
—Definitivamente actúan como niños —murmuró.
Rui se movió ligeramente, murmurando algo entre sueños.
Rui (medio dormido): "No me pongas pijama... no quiero...".
The Collector (medio dormido): "Rui... pasa la pelota...".
Tokito arqueó una ceja y cerró la puerta en silencio, volviendo al pasillo.
—Esto no tiene sentido.
Al regresar a la cocina, Tokito declaró con total seriedad:
—Rui y The Collector son raros.
Kyōjurō, Senjuro y ahora también Tanjiro, que acababa de entrar, estallaron en risas.
Tanjiro: ¡Eso ya lo sabemos, Tokito! ¡Pero al menos son felices!
Tokito suspiró, resignado.
—Supongo que está bien... mientras no traten de quitarme mi pijama.
La noticia sobre la edad de Rui Ayaki y The Collector dejó a los Pilares sorprendidos. Habían estado observando desde la distancia, tratando de entender qué tan inmaduros eran para tener 14 años pero comportarse como niños pequeños. La conversación sobre esta revelación se dio cuando los Pilares se reunieron en la sala principal de la Mansión del Patrón.
Escena: Reacción de los Pilares
Giyū Tomioka, como siempre serio, se apoyó en la pared, observando a los demás Pilares con su expresión habitual, sin mostrar mucho de su pensamiento.
—No me sorprende, pero es... extraño —murmuró, mirando hacia el pasillo, donde Rui y The Collector jugaban juntos.
Shinobu Kōchō, la Pilar del Insecto, con una sonrisa tranquila, observó a Giyū antes de hablar.
—Son como niños, ¿verdad? Pero no podemos juzgar su comportamiento. Tal vez estén tratando de aferrarse a lo que queda de su infancia, aunque sea de una manera peculiar.
Mitsuri Kanrōji, la Pilar del Amor, saltó de entusiasmo, su energía contrastando con la calma de los demás.
—¡Qué lindos! ¡Me hace querer abrazarlos! Aunque sí... parece que necesitan algo de dirección, ¿no? ¡Tal vez deberíamos enseñarles cómo ser más responsables!
Obanai Iguro, el Pilar de la Serpiente, entrecerró los ojos y observó con escepticismo.
—Eso no cambiará nada. Si realmente se comportan de esa manera a pesar de su edad, algo está mal. Podrían ser más fáciles de manipular o hacerles daño. —respondió, siempre precavido.
Sanemi Shinazugawa, el Pilar del Viento, frunció el ceño.
—¡Esto es ridículo! ¿14 años? ¿Y todavía juegan como si tuvieran 9? ¿Cómo esperan enfrentar a los demonios así? —dijo, su frustración evidente.
Gyōmei Himejima, el Pilar de la Roca, estaba en silencio, pero sus ojos brillaban con preocupación.
—Tienen potencial, eso es seguro... pero si no pueden madurar, estarán en peligro. Esto no es solo sobre ellos; también está en juego nuestra protección y la de los demás.
Tengen Uzui, el Pilar del Sonido, se echó hacia atrás, adoptando una postura relajada.
—Jajaja, son unos niños adorables, pero parece que Tokito no lo está pasando tan bien con ellos —comentó entre risas, mirando a Tokito, quien seguía sin entender cómo lidiar con ellos.
Tokito, aún frustrado, dio un paso hacia adelante.
—¡Es que no tienen sentido! ¡Soy mayor que ellos, pero actúan como si tuviera que cuidarlos! Esto es... frustrante.
Reacción de los Pilares
Los Pilares intercambiaron miradas mientras pensaban en qué hacer con Rui Ayaki y The Collector. Al final, comprendieron que no podían forzarlos a madurar de inmediato, pero sí necesitaban guiarlos de alguna manera para que no fueran vulnerables a manipulación o peligro.
Giyū Tomioka se acercó a Tokito, colocando una mano en su hombro con un tono tranquilo.
—La vida no siempre sigue una línea recta. Tal vez estos dos no se comporten como esperas, pero eso no significa que no tengan valor. A veces, el tiempo y las experiencias les harán madurar.
Shinobu Kōchō asintió, dándole una leve sonrisa a Tokito.
—El crecimiento puede ser complicado para ellos, pero no son completamente indefensos. Podemos ayudarlos.
Mitsuri Kanrōji sonrió con ternura.
—¡Les daré muchos abrazos y cariño! Estoy segura de que se sentirán más seguros y cómodos si saben que los apoyamos.
Obanai Iguro se cruzó de brazos.
—Mientras no sean una carga, todo bien. Pero que no se pongan en situaciones peligrosas.
A pesar de las frustraciones y preocupaciones de algunos, los Pilares decidieron darles a Rui Ayaki y The Collector el espacio para ser ellos mismos, pero también comenzaron a ofrecerles una guía más firme para asegurar que estuvieran protegidos. Para Tokito, el proceso de aceptar el comportamiento de los demás seguiría siendo difícil, pero entendió que, en el fondo, todos tenían algo valioso, independientemente de su inmadurez o edad.
La noche estaba tranquila, pero esa paz no duró mucho. Rui Ayaki y The Collector jugaban cerca de la mansión, ajenos a lo que se avecinaba. Estaban rodeados por la oscuridad de la noche, pero su risa y los ecos de su juego rompían el silencio. Ninguno de ellos notaba la sombra que se cernía sobre ellos.
Enmu, uno de los demonios al servicio de Muzan, apareció en la oscuridad. Sus ojos brillaban con malicia mientras observaba a los dos niños, quienes no se daban cuenta de su presencia hasta que fue demasiado tarde. En un rápido movimiento, Enmu los atrapó con su poder, rodeándolos con sombras oscuras que los inmovilizaron sin que pudieran defenderse.
Dentro de la mansión, los Pilares estaban reunidos, discutiendo cómo manejar la situación de Rui Ayaki y The Collector. La presencia de Muzan en sus vidas ya estaba complicando las cosas, y la noticia del secuestro de los dos niños llegó a sus oídos rápidamente.
Sanemi Shinazugawa, molesto por las travesuras y comportamientos problemáticos de los niños, frunció el ceño y cruzó los brazos.
—No importa. ¿Por qué deberían ser tan difíciles? Si Muzan quiere mantenerlos bajo su control, que lo haga. ¡Son un dolor de cabeza!
Los demás Pilares se miraron, claramente preocupados. Aunque cada uno tenía su propio enfoque hacia los niños, nadie quería verlos en manos de Muzan. Tokito, en particular, no sabía cómo reaccionar. A pesar de la frustración que sentía por su comportamiento inmaduro, sabía que no podía dejarlos ser manipulados tan fácilmente.
Muichiro Tokito, con su tono habitual de calma, dijo:
—Puede que sea cierto que son difíciles de manejar, pero si Muzan los captura, ¿realmente cree que serán solo un dolor de cabeza para él? Hay algo más aquí, y lo sabemos. No podemos dejar que se los lleven. —Se giró hacia los demás, esperando que entendieran su punto de vista.
Kyojuro Rengoku intervino, con su voz fuerte y clara.
—Lo que Muzan haga con ellos no será fácil de prever. Ellos tienen poderes únicos. Si los dejamos ir, probablemente los usará como armas en su propio beneficio. No podemos arriesgar eso.
Shinobu Kōchō asintió, preocupada.
—Estamos hablando de dos seres con poderes que podrían volverse peligrosos si se manipulan. ¿De verdad creemos que Muzan no sabe esto? —miró a los demás, esperando una respuesta clara.
Sanemi, sin embargo, mantuvo su postura, algo cansado de la situación.
—A veces, los problemas se resuelven por sí mismos. Muzan puede intentar controlarlos, pero si se vuelve un problema, lo manejará. Al final, si los chicos se comportan como niños y siguen siendo una carga, Muzan mismo se cansará de ellos.
Gyōmei Himejima, siempre el más serio, se acercó al grupo, su voz profunda.
—Lo que Sanemi dice no está equivocado en parte. Pero, ¿quiénes somos nosotros para decidir si los dejamos en manos de Muzan? Si hay algo que sabemos, es que Rui Ayaki y The Collector no son solo una carga. Ellos tienen algo que Muzan busca, y si lo conseguimos, podríamos usarlos para enfrentarnos a él de la manera correcta.
Tokito, mirando a los demás, suspiró profundamente.
—No me malinterpreten. Lo que quiero decir es que, si Muzan los cuida y controla, no se puede confiar en él. Quizás tengamos que ayudarlos a madurar antes de que eso suceda. Aunque sean complicados, necesitan guía. Yo no quiero que se conviertan en una amenaza para todos.
La situación es tensa. Enmu, con Rui Ayaki y The Collector bajo su control, ya había enviado un mensaje a Muzan, quien esperaba poder usarlos para sus propios fines. Los Pilares se encontraban en una disyuntiva: salvarlos de las garras de Muzan, o permitir que se enfrentaran a las consecuencias de sus acciones.
Dentro del Castillo Infinito, la atmósfera estaba cargada de tensión, ya que Rui Ayaki y The Collector habían sido llevados hasta allí, cautivos de Muzan. A pesar de la gravedad de la situación, los dos niños continuaban comportándose como si nada estuviera fuera de lo común. En sus manos, Rui Ayaki y The Collector sostenían pequeños juguetes metálicos, una de las pocas cosas que les daban un poco de consuelo en medio del caos.
Mientras exploraban la fortaleza, sus ojos se encontraron con Douma, quien los observaba con una sonrisa macabra, preparado para manipularlos o incluso usarlos para sus propios fines. Pero, en lugar de temerle o ceder a su presencia, Rui Ayaki y The Collector reaccionaron de una manera completamente inesperada.
Sin pensarlo, Rui Ayaki y The Collector lanzaron sus muñequitos metálicos directamente a la cara de Douma, quienes cayeron al suelo por la fuerza del impacto. El sonido de los juguetes al golpearlo resonó en el aire, y Douma quedó inmovilizado por un momento, completamente desconcertado. En lugar de la reacción de miedo que esperaba, se encontró con dos niños que solo querían seguir jugando.
Azaka, quien observaba todo desde un rincón, no pudo evitar reírse ante la escena. Pero rápidamente se dio cuenta de que Douma no lo tomaría a bien. Daki y Gyutaro, quienes estaban observando desde lejos, también vieron lo sucedido y comenzaron a intercambiar miradas de sorpresa. No podían creer que esos niños, que claramente eran poderosos y habían sobrevivido tanto tiempo, pudieran comportarse de esa manera tan infantil y audaz.
Daki, sin embargo, frunció el ceño, un poco irritada por la actitud de los niños.
—¿Así que esos dos piensan que pueden jugar con nosotros? —dijo con desdén, sin saber si lo que sucedía era algo para tomar en serio.
Gyutaro, por otro lado, parecía más interesado en los niños. Su expresión era más pensativa.
—No es que me importe mucho, pero si realmente son tan inocentes, podría ser fácil manipularlos. Aunque no sé si eso les convenga. —su voz era profunda y algo desconcertante.
Mientras tanto, Douma se levantó lentamente del suelo, limpiándose la cara con una sonrisa sádica.
—Vaya, parece que me han dado una sorpresa, pequeños. Pero, ¿realmente creen que pueden vencerme con juguetes? —se levantó, sacudiéndose la ropa, mientras los miraba fijamente.
Rui Ayaki y The Collector intercambiaron una mirada, antes de simplemente encogerse de hombros y seguir adelante, sin darle mucha importancia a las amenazas de Douma. La situación estaba cargada de tensión, pero para los niños, todo era un juego.
Azaka, aún riendo por la reacción de Douma, intervino, pero con una expresión seria.
—¿Realmente quieres hacerles algo, Douma? Los niños son complicados. No sé si sea tan fácil como crees.
Daki suspiró y cruzó los brazos, observando la escena.
—De acuerdo, basta de jugar. Pero no olviden que Muzan tiene grandes planes para ellos, y pueden ser más peligrosos de lo que parecen. —dijo en tono grave, haciendo un gesto hacia Douma para que se calmara.
Rui Ayaki y The Collector, ajenos a las consecuencias de sus acciones, miraron con una sonrisa traviesa a Gyutaro y Daki, quienes se habían acercado para intimidarlos. Sin embargo, Rui Ayaki y The Collector no se intimidaron, y sin pensarlo, se voltearon hacia ellos y dijeron en tono juguetón:
—¡Betty la fea! —exclamaron ambos, señalando a Daki y Gyutaro.
El apodo fue tan inesperado y ridículo que Daki y Gyutaro se quedaron en shock por un momento. Pero rápidamente, el enojo y la ira comenzaron a llenar sus rostros. Daki, furiosa, apretó los puños mientras su rostro se tornaba rojo de ira.
—¿Qué dijiste? —gruñó Daki, con los dientes apretados, claramente disgustada por el apodo.
Gyutaro, aunque un poco más calmado que su hermana, no pudo evitar fruncir el ceño al escuchar las palabras de los niños. Su mirada se tornó fría y calculadora, como si estuviera buscando una forma de hacerlos callar. Pero, para su sorpresa, Rui Ayaki y The Collector no mostraban ni una pizca de miedo.
Rui Ayaki y The Collector comenzaron a reírse con gusto, disfrutando de la reacción de los dos demonios, sin entender realmente lo que acababan de causar. Su risa llenó el aire, y parecía que nada podría hacerlos callar.
—¡¿Betty la fea?! ¡Nosotros somos más lindos que ellos! —exclamó Rui Ayaki, mientras daba vueltas de felicidad. The Collector se unió a su risa, disfrutando del caos que habían creado sin esfuerzo alguno.
Daki, completamente furiosa, dio un paso hacia ellos, sus ojos brillando con furia.
—¡No me llames así, niño! ¡Te arrepentirás! —su voz se volvió más grave y venenosa, mientras las serpientes que adornaban su cuerpo comenzaban a moverse inquietas, listas para atacar.
Gyutaro no pudo contener su malhumor y, con una mirada llena de veneno, se acercó también, más calmado pero igual de peligroso.
—Vaya, ¿de verdad quieres jugar con nosotros? —dijo, con voz baja pero amenazante.
Pero Rui Ayaki y The Collector solo siguieron riendo, completamente ajenos a la amenaza inminente.
De repente, el aire se cargó de tensión mientras los dos demonios avanzaban hacia los niños, y los demás demonios observaban con una mezcla de sorpresa y diversión. Sin embargo, Rui Ayaki y The Collector se detuvieron de repente en su risa, dándose cuenta de que la situación había cambiado y que tal vez habían ido demasiado lejos con sus bromas.
—Oye, ¿nos van a matar? —preguntó The Collector, mirando a Rui Ayaki con una mezcla de preocupación y curiosidad.
Rui Ayaki asintió, mirando a Daki y Gyutaro con una sonrisa tímida, como si estuviera intentando encontrar una salida.
—Creo que sí... ¡pero se ve divertido!
A pesar de la amenaza, los dos niños seguían disfrutando de su juego, aunque un poco más conscientes de que tal vez los demonios no eran tan fáciles de molestar como pensaban. Sin embargo, su actitud despreocupada contrastaba con la intensidad de la situación que se estaba desarrollando a su alrededor.
Rui Ayaki y The Collector, con una sonrisa traviesa en sus rostros, miraron a Akaza, que estaba parado frente a ellos con una mirada fría y seria. Sin dudarlo, Rui Ayaki exclamó en tono juguetón:
—¡Eres basketball con patas! —dijo, señalando a Akaza con los dedos, como si se estuviera burlando de él.
The Collector, contagiado por la risa de Rui Ayaki, no pudo evitar soltarse en carcajadas también.
—¡Sí, sí! ¡Es como si tuvieras una cancha en cada pierna! —añadió The Collector, mientras se reía con ganas, completamente ajeno a las posibles consecuencias.
Akaza, visiblemente enojado, frunció el ceño y su mirada se endureció. La burla de los niños lo había tocado en su punto más débil. Su cuerpo vibró de ira, pero aún mantenía su control, como el guerrero disciplinado que era.
—¿Qué dijiste, niño? —gruñó Akaza, dando un paso hacia ellos con una expresión feroz. El aire a su alrededor parecía volverse más denso por su enojo.
A pesar de la amenaza de Akaza, Rui Ayaki y The Collector no dejaron de reírse. Ambos seguían disfrutando del caos que habían desatado.
Douma, que había estado observando la escena desde un rincón, no pudo evitar soltar una risa suave al ver la reacción de Akaza ante las burlas de los niños. Aunque Douma era un demonio excéntrico, disfrutaba de las situaciones ridículas que se presentaban, y ver a Akaza tan enfadado le resultaba cómico.
—Jajaja, ¡es cierto! —dijo Douma mientras se acercaba con una sonrisa burlona en el rostro. —¡Basketball con patas! ¡Nunca lo había pensado de esa manera!
La risa de Douma solo hizo que Rui Ayaki y The Collector rieran aún más. El ambiente estaba lleno de una energía caótica, con los niños disfrutando de las reacciones que provocaban, mientras Akaza se mantenía en su lugar, casi respirando con dificultad por el enojo, aunque aún luchaba por no perder el control y atacar.
Rui Ayaki miró a Akaza, todavía riendo, y con una sonrisa juguetona agregó:
—¡No te pongas tan serio, solo era una broma! ¡No necesitamos hacer un partido de baloncesto!
Aunque la tensión seguía estando en el aire, Akaza no podía hacer nada más que fruncir el ceño y mantener su compostura, sabiendo que era mejor no perder los nervios frente a ellos, especialmente cuando los niños parecían disfrutar demasiado de la situación.
Douma, por otro lado, continuó disfrutando del momento, sabiendo que Rui Ayaki y The Collector eran una fuente de caos y diversión en medio del mundo demoníaco.
Rui Ayaki y The Collector, al notar que Douma estaba distraído, se acercaron sigilosamente hacia él. Con una sonrisa traviesa en sus rostros, Rui Ayaki estiró la mano y, con rapidez, le jaló un mechón de cabello a Douma. The Collector hizo lo mismo, tirando de otro lado de su cabello.
Douma reaccionó inmediatamente, soltando un gemido de dolor.
—¡Ouch! —exclamó Douma, llevándose las manos a la cabeza mientras sentía cómo el dolor aumentaba por el tirón.
Su rostro, normalmente sereno y lleno de una expresión de indiferencia, ahora mostraba una leve mueca de incomodidad. Aunque Douma estaba acostumbrado al dolor, no esperaba que los dos niños lo atacaran de esa manera.
Akaza, que había estado observando la situación con una expresión de irritación, frunció el ceño. Estaba a punto de intervenir cuando vio la reacción de Douma, pero decidió quedarse quieto, observando cómo se desenvolvía la escena. Él, como muchos otros demonios, sabía que Douma rara vez mostraba dolor y siempre mantenía una fachada tranquila. La situación le parecía extraña, pero se abstuvo de intervenir, confiando en que Douma podría manejarlo.
Gyokko, que había estado observando en silencio, no pudo evitar soltar una risa ante la situación. Ver a Douma, tan imperturbable y siempre con su actitud despreocupada, siendo atacado de forma tan infantil por Rui Ayaki y The Collector le parecía extremadamente cómico.
—Jajaja, ¡parecen un par de pequeños monstruos! —se burló Gyokko, riendo con entusiasmo. La imagen de Douma sufriendo un dolor tan simple como un tirón de cabello le parecía ridículamente graciosa.
Rui Ayaki y The Collector, viendo la reacción de Douma, no pudieron evitar reírse más. Rui Ayaki miró a The Collector, sonriendo con travesura.
—¡Eso estuvo divertido! —dijo Rui Ayaki, mientras se apartaba un poco.
The Collector, riendo junto a él, asintió.
—¡Sí! ¡Lo hicimos! ¡Ahora tiene el cabello desordenado! —respondió The Collector, como si hubieran ganado un pequeño triunfo.
Douma, a pesar de la molestia en su rostro, no perdió su compostura y, con una sonrisa nerviosa, frotó la cabeza.
—¿Qué fue eso, chicos? ¿Creen que pueden hacerme daño con un poco de cabello? —dijo, tratando de recuperar su actitud despreocupada.
Pero incluso él sabía que la pequeña travesura de los niños había sido una señal de algo más grande. A pesar de todo, Douma no podía negar que Rui Ayaki y The Collector eran una mezcla impredecible de travesura y poder.
Kokushibo, con su imponente presencia, miró a Rui Ayaki y The Collector con una mirada severa. Su voz resonó de manera profunda y autoritaria:
—¡Ya basta, niños! —dijo, su tono dejando claro que no había lugar para más travesuras.
Rui Ayaki y The Collector se detuvieron en seco, sorprendidos momentáneamente por la presencia de Kokushibo, pero rápidamente, con una expresión de inocencia, asintieron. Sin decir una palabra más, se fueron con él, caminando a su lado, sin intentar provocarlo más.
Douma, que aún sentía la sensación de dolor por el tirón de cabello, observó en silencio. Aunque le había causado cierta molestia, la actitud de Kokushibo hizo que se quedara en su lugar. Douma sonrió levemente, aunque su orgullo estaba herido.
—Parece que los niños tienen a alguien con más poder que ellos. —murmuró Douma, cruzando los brazos y mirando hacia Kokushibo, que guiaba a los dos pequeños traviesos.
Akaza, quien había estado callado observando, no pudo evitar una leve sonrisa. Aunque su rostro mostraba una expresión de seriedad, un destello de diversión se reflejó en sus ojos. Los niños, a pesar de su poder, no dejaban de sorprenderlo con sus actos inesperados.
—¿Qué opinas, Douma? —preguntó Akaza, con un toque de sarcasmo en su voz. —¿Crees que pueden manejar a Kokushibo también?
Daki y Gyutaro, por su parte, observaban a los niños y a Kokushibo con una mezcla de curiosidad y desconfianza. Daki parecía algo frustrada, ya que no comprendía por qué Kokushibo se llevaba a los niños, como si fueran algo tan especial.
—Esos niños son un dolor de cabeza, pero... —dijo Gyutaro, riendo suavemente. —Tienen algo interesante. Puede que no estén tan fuera de control como creemos.
Daki, algo molesta por la situación, frunció el ceño.
—No me gustan. Pero si Kokushibo dice que se los lleve, supongo que no podemos hacer mucho. —respondió, cruzando los brazos con desdén.
Mientras tanto, Kokushibo caminaba con Rui Ayaki y The Collector a su lado. Aunque los niños se comportaban de manera juguetona, sabían que él no toleraría más juegos en ese momento. Rui Ayaki miró a Kokushibo, reconociendo su poder, y se quedó tranquilo a su lado. The Collector, con su energía incontrolable, también decidió mantener la calma.
Kokushibo los observó con una expresión seria, pero no dijo nada más. En ese momento, lo único que quería era evitar que los niños siguieran creando más caos en el castillo. Pero, en el fondo, sabía que sería difícil mantenerlos tranquilos por mucho tiempo.
Douma salió de la fortaleza, con su cabello un poco desordenado, aún molesto por el tirón que Rui Ayaki y The Collector le habían dado. Aunque intentaba mantener su actitud alegre y despreocupada, su rostro mostraba una clara molestia.
—Esos dos mocosos... —murmuró Douma, mirando su reflejo en una de las paredes del castillo, donde todavía se podía ver la marca de su cabello arrancado. —Me arrancaron un mechón de mi hermoso cabello. ¡Eso sí que es audaz! Pero bueno, al menos Kokushibo los calmó...
Mientras tanto, Akaza se acercó a él, visiblemente enojado por lo que los niños habían dicho.
—¿Y a mí qué? Me llamaron 'pelota de baloncesto' —dijo Akaza, su tono de voz mostrando claramente su desagrado. —Esas criaturas no tienen respeto por nada.
Daki y Gyutaro también salieron detrás de ellos, todavía molestos por lo que les habían dicho. Daki, con una mueca de enojo, cruzó los brazos y comentó con sarcasmo.
—¿Y qué tal a nosotros? Nos llamaron 'Betty la fea'. ¿Qué clase de ridículo programa de televisión es ese? —se quejó, mirando hacia el cielo, claramente irritada.
Gyutaro, aunque se sentía igual de frustrado, no pudo evitar reírse un poco por la situación.
—Esos mocosos... tal vez sean más fuertes de lo que pensábamos. Pero qué curioso, nunca me imaginé que un par de niños pudieran hacernos tanto enojar. —dijo Gyutaro, mirando a sus compañeros.
Mientras tanto, los Pilares estaban escondidos cerca de la fortaleza, escuchando las quejas de los demonios. Giyū Tomioka (Pilar del Agua), Shinobu Kōchō (Pilar del Insecto), Kyōjurō Rengoku (Pilar de la Llama), Mitsuri Kanrōji (Pilar del Amor), Obanai Iguro (Pilar de la Serpiente), Sanemi Shinazugawa (Pilar del Viento), Gyōmei Himejima (Pilar de la Roca), Tengen Uzui (Pilar del Sonido) y Muichirō Tokito (Pilar de la Niebla) los observaban con cautela.
—Parece que esos niños no solo tienen poder, sino que también saben cómo hacer enojar a los demonios. —dijo Giyū Tomioka, en voz baja, mirando a los demás pilares.
Shinobu, que siempre era tranquila, asintió con una pequeña sonrisa.
—Aunque son bastante traviesos, es impresionante lo que pueden hacer. —comentó, observando cómo Douma, Akaza, Daki y Gyutaro se alejaban, todavía molestos.
Rengoku no pudo evitar reírse.
—Esos mocosos están causando más caos de lo que imaginaba. Pero sin duda son fuertes. Tal vez tengamos que tener más cuidado con ellos. —dijo Kyōjurō Rengoku, sin perder su actitud optimista.
Mitsuri miró con curiosidad.
—¿Pero qué les pasará? Están tan descontrolados, ¿será que alguna vez aprenderán a manejar su poder? —preguntó.
Obanai, siempre serio, no parecía tan preocupado por los niños.
—Puedo ver que no son fáciles de manejar, pero si se los lleva Kokushibo, eso significa que tienen algo que los hace valiosos. Habrá que seguir vigilándolos. —dijo Obanai Iguro, ajustándose su máscara.
Sanemi, como siempre, no pudo evitar soltar una risa.
—Esos niños... me siguen sorprendiendo, aunque no siempre de la mejor manera. —comentó en tono burlón.
Gyōmei Himejima, el Pilar de la Roca, era el más tranquilo del grupo, pero aún así su mirada era fija, observando la escena.
—Aunque son niños, tienen una presencia innegable. Será interesante ver qué más pueden hacer. —dijo con calma.
Tengen Uzui, el Pilar del Sonido, observó en silencio.
—Esos niños no tienen miedo de nada... ¿serán una amenaza para nosotros o serán aliados? Es algo que necesitamos descubrir pronto. —dijo, tocándose la mandíbula pensativamente.
Muichirō, el Pilar de la Niebla, simplemente los miraba con curiosidad, como si todo fuera un misterio que aún tenía que resolverse.
—¿Qué será de esos niños? —murmuró, casi como si hablara para sí mismo, pero todos lo oyeron.
El ambiente estaba tenso y lleno de incertidumbre. Los pilares sabían que Rui Ayaki y The Collector no eran simplemente dos niños comunes; su poder y personalidad incontrolable los hacían impredecibles. Tendrían que estar atentos a cualquier movimiento que hicieran.
Enmu salió de la fortaleza, visiblemente molesto y con una expresión de incomodidad en su rostro. Su tono de voz era furioso, y no pudo evitar soltar lo que sentía.
—¡Malditos mocosos! —gritó Enmu, levantando una mano con frustración. —¡Me metieron un cangrejo en la entrepierna y me hicieron un calzón chino! Ese cangrejo de verdad me lastimó.
Los demonios que estaban cerca, Douma, Akaza, Daki y Gyutaro, no pudieron evitar estallar en carcajadas al escuchar la queja de Enmu. La escena era tan absurda que, a pesar de lo serio que parecía el momento, todos no pudieron más que reírse.
—¡Eso es ridículo! —exclamó Gyutaro entre risas. —Esos niños son más problemáticos de lo que pensaba, ¡pero qué manera tan extraña de hacerle daño a un demonio!
Douma, siempre con una sonrisa en el rostro, no pudo evitar reírse también, aunque trató de mantener su compostura.
—¡Vaya! Ese par tiene una forma única de pelear... Nunca imaginé que un cangrejo sería su arma secreta. —rió Douma, dándose palmaditas en el estómago.
Akaza, aunque un poco molesto por la broma, no pudo evitar dejar escapar una pequeña risa al imaginarse la situación.
—Un cangrejo, ¿en serio? Eso debe haber sido... doloroso. —comentó con una leve sonrisa sarcástica.
Daki, aunque irritada por lo que le habían dicho los niños antes, también soltó una pequeña risa.
—Esos mocosos... tienen una creatividad aterradora para causar caos. —dijo Daki con tono irónico.
Mientras tanto, los Pilares estaban ocultos, escuchando las risas y las quejas de los demonios. Giyū Tomioka, Shinobu Kōchō, Kyōjurō Rengoku, Mitsuri Kanrōji, Obanai Iguro, Sanemi Shinazugawa, Gyōmei Himejima, Tengen Uzui y Muichirō Tokito intercambiaron miradas.
—Eso suena... bastante peculiar. —dijo Shinobu, aunque sin perder su calma, pero la curiosidad en su voz era evidente.
Giyū Tomioka frunció el ceño ligeramente.
—Parece que esos niños están causando más problemas de los que imaginamos. Y no sólo es su poder... también tienen maneras bastante... creativas de pelear. —comentó, sintiendo que la situación se volvía más complicada.
Rengoku soltó una risa sincera.
—¡Eso es algo que no había oído antes! Ese cangrejo debe haber sido bastante molesto. —dijo, con su típica sonrisa de confianza.
Mitsuri observó con una expresión de preocupación.
—A veces siento que esos niños pueden volverse demasiado incontrolables. Deberíamos estar más atentos. —dijo, aunque sin perder su optimismo.
Obanai, siempre más serio, se cruzó de brazos.
—Lo que esos niños han hecho va más allá de lo que normalmente veríamos en cualquier batalla... Son impredecibles, eso es seguro. —dijo con un tono grave.
Sanemi, sin embargo, no dejó de reírse.
—Esos mocosos realmente saben cómo hacer que todo se vuelva un caos. Tal vez este lugar se vuelva más divertido de lo que pensábamos. —comentó con una sonrisa burlona.
Gyōmei asintió, su rostro serio, pero con una mirada pensativa.
—Tendremos que tener más cuidado con ellos. Si han hecho esto, lo siguiente podría ser aún más peligroso. —dijo con calma, evaluando la situación.
Tengen Uzui, el Pilar del Sonido, no pudo evitar sonreír.
—¡Vaya! Los niños son una gran sorpresa, no puedo esperar a ver qué hacen a continuación. —dijo con una risa traviesa.
Muichirō, el Pilar de la Niebla, observaba en silencio, aunque algo curioso se reflejaba en sus ojos.
—Esos niños... no son como los demás. —comentó, como si tratara de comprender lo que sucedía.
Los pilares sabían que la situación con Rui Ayaki y The Collector se estaba volviendo cada vez más peligrosa, pero al mismo tiempo, no podían dejar de sentirse intrigados por los poderes y comportamientos impredecibles de esos niños. Tendrían que estar muy atentos a lo que sucediera a continuación.
Gyokko salió furioso de la fortaleza, su rostro mostrando una mezcla de frustración y enfado. Se acercó a los demás demonios con rapidez, su voz llena de enojo.
—¡Esos mocosos me rompieron mis jarrones! —gritó Gyokko, señalando las piezas rotas que había tenido cuidadosamente en su posesión. —Esos niños no tienen ni idea de lo que están haciendo... ¡Esos jarrones eran mi orgullo!
Douma, Akaza, Daki y Gyutaro se quedaron sorprendidos por la reacción de Gyokko, observando las piezas rotas sin comprender del todo el nivel de frustración que el demonio estaba mostrando.
—¿En serio? —preguntó Douma, aún con una sonrisa en el rostro, pero visiblemente intrigado por lo que estaba sucediendo. —Esos niños realmente saben cómo meterse en problemas.
Akaza, aunque algo molesto por sus propios problemas, no pudo evitar observar la escena con cierta curiosidad.
—Esos mocosos realmente no se detienen con nada, ¿eh? —comentó, su tono algo sarcástico.
Daki y Gyutaro también intercambiaron miradas, sorprendidos, pero más bien confundidos por la magnitud del enojo de Gyokko.
—Esos niños... son más peligrosos de lo que parece. —comentó Daki, con su tono de voz irónico pero preocupado.
En ese momento, Kokushibo apareció, con su presencia imponente llenando la sala. Observó todo lo que sucedía y, con su voz profunda, interrumpió la queja de Gyokko.
—Dije que Rui Ayaki y The Collector no harían nada. Parecen ser... mis favoritos, a pesar de su comportamiento extraño. —declaró Kokushibo, mirando a los demás demonios con una mirada seria, pero un tanto tranquila. —No están aquí para causar destrucción, solo actúan como niños... A su manera.
La sorpresa en los rostros de los demás demonios era evidente. Nadie esperaba que Kokushibo, uno de los demonios más poderosos, hablara de Rui Ayaki y The Collector de esa manera.
Enmu, aún con dolor por la broma que le hicieron los niños, no pudo evitar lanzarle una mirada irritada a Douma, Akaza, Daki y Gyutaro. Sin embargo, también mostró una leve sonrisa al escuchar las palabras de Kokushibo.
—Esos niños... —murmuró Enmu, levantando una mano para frotarse la cabeza dolorida. —Siempre me dan más problemas de lo que valen, pero parece que Kokushibo tiene una idea diferente de ellos.
Douma, sin poder dejar de reírse por la situación, asintió.
—¡Vaya! ¡Kokushibo tiene un sentido muy peculiar sobre esos niños! —dijo entre risas, aunque con una mezcla de incredulidad en su voz.
Los Pilares, al escuchar toda la conversación, estaban completamente sorprendidos. La información que habían recibido de los demonios sobre Rui Ayaki y The Collector no se alineaba con lo que ellos conocían.
—No puedo creer lo que estoy oyendo. —dijo Giyū Tomioka, frunciendo el ceño. —¿Kokushibo... está defendiendo a esos niños? Eso no tiene sentido.
Shinobu observó en silencio, pero sus ojos mostraban una mezcla de desconcierto y preocupación.
—Es extraño, ¿verdad? Estos niños... ¿serán tan inofensivos como parece? —comentó Shinobu, reflexionando sobre la situación.
Rengoku, con una sonrisa confiada, se cruzó de brazos.
—Si Kokushibo los ve como sus favoritos, eso significa que hay algo que debemos entender mejor. —dijo, con un tono de voz que no ocultaba su sorpresa pero también su interés.
Mitsuri también estaba sorprendida, su rostro lleno de dudas.
—¿Qué significa esto? ¿Son realmente inofensivos? O... ¿hay algo más detrás de su comportamiento? —preguntó, mirando a los demás pilares.
Obanai, con una expresión más seria, asintió lentamente.
—Tenemos que mantenerlos vigilados. No podemos permitirnos subestimarlos, aunque su comportamiento sea extraño. —dijo con firmeza.
Sanemi soltó una risa burlona, pero su tono también estaba lleno de preocupación.
—Esos mocosos son un dolor de cabeza, pero si Kokushibo los respalda, debemos estar listos para lo que venga. —comentó, sin dejar de observar atentamente la situación.
Gyōmei observó todo con calma, pero la preocupación también era evidente en su rostro.
—Si esos niños son poderosos, debemos ser cautelosos. Incluso si parecen inofensivos, su poder podría ser más grande de lo que pensamos. —dijo con su voz grave.
Tengen Uzui se rió, pero también estaba pensativo.
—La situación se está complicando más de lo que esperaba... pero lo interesante es que Kokushibo parece ver algo en ellos. —comentó con una sonrisa traviesa.
Muichirō Tokito, en su característica calma, miró a los otros pilares.
—Creo que lo mejor será mantenernos atentos. No sabemos hasta dónde pueden llegar esos niños. —dijo, su mirada perdida en sus pensamientos.
La situación se volvía cada vez más incierta. Los Pilares sabían que los demonios de la fortaleza estaban reaccionando de manera impredecible, y Rui Ayaki y The Collector no dejaban de sorprenderlos. Ahora, más que nunca, tendrían que estar alertas.
La situación seguía complicándose a medida que los demonios observaban el comportamiento de Rui Ayaki y The Collector. Enmu, todavía con el dolor de su experiencia, no podía dejar de pensar en lo problemáticos que eran esos "mocosos". Su paciencia se agotaba, pero también tenía que reconocer que, por alguna razón, Kokushibo y Nakime parecían no verse tan perturbados por ellos.
Enmu murmuró, con tono de frustración:
—Esos mocosos... corriendo por ahí en bragas, causando caos, son realmente problemáticos. —comentó, frotándose la cabeza y mirando hacia la dirección donde estaban Rui Ayaki y The Collector. —Espero que mi amo, Muzan, los controle pronto, porque ya no sé cómo manejar este nivel de travesuras.
Douma y los demás demonios se mantenían atentos, algunos aún riendo por las reacciones de Enmu y Gyokko, pero otros, como Akaza, estaban más callados, mirando a Rui Ayaki y The Collector con una mezcla de incomodidad y fascinación. Aunque sus comportamientos eran extraños y desafiantes, no podían negar que había algo en ellos que los hacía distintos de los demás. Kokushibo, sin embargo, parecía ser el único que estaba tranquilo.
Rui Ayaki y The Collector no molestaban a Kokushibo ni a Nakime porque, de alguna manera, los consideraban sus favoritos, y ambos sabían que los demonios más poderosos no los tratarían con hostilidad.
Kokushibo, con su presencia imponente, caminaba por la fortaleza con una calma que contrastaba con el caos que rodeaba a los demás demonios. Sus ojos seguían observando a los chicos con una mezcla de interés y desapego, pero no se dejaba llevar por las acciones impulsivas de los demás.
—No se preocupen por ellos. —dijo Kokushibo con su tono grave y firme, mirando a Enmu y los demás demonios que lo observaban. —Si continúan actuando como niños, probablemente no causarán muchos problemas. Y si lo hacen, estoy seguro de que Muzan tomará cartas en el asunto. Pero por ahora, déjenlos ser.
Nakime, que estaba cerca, asintió en silencio, observando a Rui Ayaki y The Collector con una ligera sonrisa en su rostro. Ella, al igual que Kokushibo, no parecía tan preocupada por los niños, aunque su actitud tranquila era más misteriosa.
Por otro lado, Enmu y los demás demonios seguían con sus quejas, pero era evidente que Kokushibo no iba a ceder en su punto de vista sobre los chicos. Aunque eran impredecibles, parecía que, de alguna manera, los consideraba una parte importante de los planes de Muzan.
Mientras tanto, Rui Ayaki y The Collector estaban en otro lugar de la fortaleza, riendo y disfrutando de su tiempo, sin darse cuenta de la confusión que habían causado entre los demonios. A pesar de sus travesuras, su vínculo con Kokushibo y Nakime parecía ser especial, lo que les otorgaba una protección tácita que los mantenía a salvo de los otros demonios más hostiles.
Los Pilares, desde su escondite, seguían observando con atención. La situación se volvía más tensa con cada paso que daban Rui Ayaki y The Collector, y sabían que, en cualquier momento, algo podría estallar.
—Esto no terminará bien... —murmuró Giyū Tomioka, observando todo con una mezcla de cautela y duda.
Los demonios aún se mantenían vigilantes, pero nadie podía predecir cómo se desarrollaría todo. La tensión estaba en el aire, y la intervención de Muzan parecía ser el único factor que podría equilibrar la situación. Sin embargo, todos sabían que el futuro de Rui Ayaki y The Collector no estaba escrito, y cualquier cosa podría suceder en esa fortaleza del castillo infinito.
La escena se desplaza hacia un lugar completamente distinto. La atmósfera era diferente, llena de magia y criaturas extraordinarias. Luz, King, y sus amigos se encontraban en una reunión, hablando sobre algo que los había dejado sorprendidos. Edalyn Clawthorne, la poderosa hechicera, y Lilith, su hermana, escuchaban con atención, mientras Luz explicaba los últimos eventos que involucraban al misterioso ser conocido como The Collector.
— ¿Entonces, The Collector se hizo amigo de alguien? —preguntó Edalyn, frunciendo el ceño. — ¿Y esa persona es Rui Ayaki? ¿Un demonio?
Luz asintió, preocupada. Su expresión mostraba una mezcla de confusión y fascinación. El ser llamado The Collector había sido una figura clave en su propio mundo, pero nunca había escuchado de un demonio como Rui Ayaki.
— Sí, Rui Ayaki es un demonio. —dijo Luz con cierto tono sombrío. — Y no es cualquier demonio. En su universo, parece ser una de las 12 Lunas Demoniacas de Demon Slayer. Es extremadamente poderoso, pero, a la vez, tiene un trauma tan profundo que se comporta como un niño pequeño.
King, que estaba sentado cerca, se rascó la cabeza, claramente confundido.
— ¿Un demonio que se comporta como un niño? —se preguntó, mirándolos. — Eso es... raro. ¿Por qué se comportan así?
Lilith, siempre analítica, entrelazó sus manos y pensó profundamente.
— Parece que tanto Rui Ayaki como The Collector tienen historias complicadas. Traumas profundos que les impiden desarrollarse de la manera típica. —dijo Lilith con calma, comprendiendo lo que Luz quería decir. — A veces, el trauma puede congelar el crecimiento emocional, llevándolos a comportarse como si fueran más jóvenes de lo que realmente son. Y aunque son poderosos, su inmadurez y vulnerabilidad pueden hacerlos más manipulables.
Luz asintió, reconociendo la sabiduría de Lilith.
— Exacto. Aunque son increíblemente fuertes, sus mentes están atrapadas en un ciclo infantil debido a todo lo que han vivido. Es como si sus traumas hubieran creado una especie de escudo emocional que los mantiene en ese estado, a pesar de su poder.
Edalyn parecía entender el dilema, pero no podía dejar de sentirse preocupada por el bienestar de esos niños, incluso si no estaban en su mundo.
— No puedo evitar sentir que hay algo más en esto. —comentó Edalyn, mirando a Luz y a Lilith. — Si The Collector tiene tanto poder y ha hecho una amistad con Rui Ayaki, esto puede cambiar las dinámicas de ambos universos, y eso me asusta. Ellos pueden ser vulnerables, pero también increíblemente destructivos si sus emociones no son gestionadas correctamente.
King, aún confundido pero interesado, miró a Luz y luego a Edalyn.
— ¿Qué podemos hacer al respecto? ¿Deberíamos intervenir? —preguntó con una mezcla de duda y preocupación.
Luz se mordió el labio, considerando las opciones. Sabía que el poder de Rui Ayaki y The Collector no debía subestimarse, pero también reconocía que podrían necesitar ayuda para lidiar con su trauma.
— No estoy segura, pero si The Collector y Rui Ayaki realmente están ligados de alguna forma y siguen siendo vulnerables emocionalmente, creo que debemos ofrecerles nuestra ayuda. —dijo Luz, con firmeza. — Aunque su poder es grande, también lo es su dolor. Tal vez haya algo que podamos hacer para guiarlos en el camino correcto.
Edalyn miró a Luz con una expresión de aprobación, reconociendo su madurez al abordar la situación con empatía.
— No es fácil manejar seres tan poderosos, pero entiendo lo que quieres decir. —comentó Edalyn. — Si deciden seguir ese camino, será importante asegurarse de que no se conviertan en una amenaza para el equilibrio de nuestros mundos.
Lilith asintió en silencio, pero su mirada estaba fija en Luz, transmitiendo un sentimiento de advertencia.
— Recuerda, Luz, ayudar a estos seres no significa que debas dejarlos escapar de las consecuencias de sus actos. —advirtió Lilith. — Son poderosos, pero también tienen que aprender a controlarse. No podemos permitir que sus emociones desborden sin ningún tipo de restricción.
King suspiró, mirando a Luz y luego a Edalyn y Lilith.
— Parece que tenemos un verdadero desafío entre manos. —comentó King. — Pero si hay algo que sé es que no podemos dejar a alguien en ese estado.
Mientras tanto, en el universo de Demon Slayer, Rui Ayaki y The Collector continuaban su relación peculiar, jugando entre ellos con su poder y disfrutando de su niñez perdida. Aunque eran niños en su comportamiento, su potencial destructivo seguía siendo enorme, y cada paso que daban en su amistad podría cambiar el curso de los acontecimientos para todos los involucrados.
Luz, King, Edalyn Clawthorne, y Lilith se encontraban reunidos nuevamente, pero esta vez la conversación había tomado un giro mucho más serio. Se habían enterado de los recientes eventos causados por Rui Ayaki y The Collector en el mundo de Demon Slayer. Las bromas y los insultos a los poderosos demonios como Enmu, Douma, Akaza, Daki, Gyutaro, y Gyokko habían provocado una gran conmoción. Pero lo que más los preocupaba era el hecho de que, a pesar de las tensiones, Kokushibo había sido el único demonio que parecía mantenerse alejado del caos que los niños habían creado.
Luz frunció el ceño mientras analizaba la situación. Rui Ayaki y The Collector no solo se habían metido en problemas por sus bromas, sino que también habían demostrado su inmenso poder de manera algo imprudente.
— ¿Entonces, estos dos chicos han estado causando caos, y los demonios poderosos no parecen poder hacer nada al respecto? —preguntó Luz, viendo a King y a Lilith.
Edalyn suspiró, con una expresión preocupada en su rostro.
— Sí, pero lo más alarmante es que Muzan está planeando manipularlos. Los ve como herramientas útiles, pero también como una posible amenaza si no se controlan. —comentó Edalyn, preocupada por los posibles planes de Muzan para influir en Rui Ayaki y The Collector.
Lilith asintió, también viendo el panorama con una mezcla de preocupación y desconcierto.
— Si Muzan puede manipularlos, la situación podría empeorar rápidamente. Estos dos tienen un poder que rivaliza con algunos de los demonios más fuertes, y si se usan de la manera equivocada, el daño que podrían causar sería catastrófico. —dijo Lilith, manteniendo la calma a pesar de la gravedad de la situación.
King, que estaba mirando la conversación con algo de confusión, finalmente habló.
— Pero, ¿por qué no pueden ser controlados fácilmente? Quiero decir, si son tan poderosos, ¿por qué los demonios no los pueden detener?
Luz lo miró, comprendiendo su confusión.
— Es porque Rui Ayaki y The Collector no son solo poderosos físicamente, sino que también tienen una mente... complicada. Están emocionalmente atrapados, con traumas profundos que los hacen actuar de manera infantil. Eso los hace impredecibles, y aunque son capaces de grandes hazañas, sus emociones a menudo los desbordan.
Edalyn añadió con una mirada grave:
— Lo que más me preocupa es que, a pesar de su poder, siguen siendo niños en su comportamiento. Tienen la capacidad de destruir todo a su alrededor, pero no entienden completamente las consecuencias de sus acciones. Esto los hace fáciles de manipular, como planea Muzan. Si logra controlarlos, las consecuencias serán devastadoras.
Lilith reflexionó sobre lo que Edalyn había dicho.
— ¿Y Kokushibo? ¿Por qué él no está tan involucrado en el caos?
Luz miró hacia el horizonte, donde los pensamientos de Kokushibo parecían ser un misterio.
— Kokushibo parece tener una influencia diferente sobre ellos. Aparentemente, Rui Ayaki y The Collector no lo ven como un objetivo de sus bromas y juegos. Tal vez hay algo en su naturaleza o su poder que los calma o los mantiene a raya.
King estaba pensativo, claramente impresionado por lo que estaba escuchando.
— Entonces, ¿Muzan está tratando de usarlos, pero Kokushibo está protegiéndolos o al menos manteniéndolos a salvo de alguna manera?
Edalyn asintió, pero con una expresión pensativa.
— Es posible. Sin embargo, no podemos subestimarlos. Estos niños tienen un poder tan grande que incluso si se mantienen a raya ahora, podrían cambiar el curso de todo.
Lilith terminó la conversación con una advertencia seria.
— Si Muzan logra manipularlos, tenemos que estar listos para intervenir. Rui Ayaki y The Collector pueden ser aliados, o pueden ser una gran amenaza. Necesitamos averiguar qué podemos hacer para asegurarnos de que el daño que puedan causar no sea irreversible.
Luz miró a King, Edalyn, y Lilith con determinación.
— Tienes razón. Rui Ayaki y The Collector son poderosos, pero aún son vulnerables. Si hay alguna oportunidad de ayudarlos o al menos mantenerlos bajo control, debemos aprovecharla. Pero también debemos estar listos para enfrentar las consecuencias si todo esto se descontrola.
La conversación continuó mientras Luz y sus amigos planificaban su próxima movida, sabiendo que el destino de Rui Ayaki y The Collector, y tal vez de todo el universo, estaba en sus manos.
En el otro universo, en la fortaleza de Muzan...
Rui Ayaki y The Collector continuaban con su comportamiento infantil, pero la creciente preocupación de los demonios y la manipulación de Muzan comenzaban a tejer una red de peligros que pronto se desataría.
Luz, King, Edalyn Clawthorne y Lilith estaban sentados en la sala de estar, discutiendo sobre los problemas relacionados con Rui Ayaki y The Collector. Habían descubierto mucho sobre ellos, incluyendo sus habilidades, comportamientos y los peligros que podrían representar. Sin embargo, la conversación tomó un giro inesperado cuando Luz, sin querer, mencionó un detalle más peculiar sobre los dos.
Luz, con un tono un poco más ligero:
— "¡Oh, y por cierto! Me enteré de que Rui Ayaki y The Collector... usan bragas. Sí, ya sé que no tiene mucho sentido, pero parece que es algo que ambos hacen todo el tiempo. No sé si es una preferencia o simplemente parte de su comportamiento infantil."
King, con cara de confusión, no pudo evitar soltar una pequeña risa nerviosa.
— "¿Bragas? ¿En serio? Bueno, no sé si eso cambia mucho el panorama, pero... ¿realmente son tan... peculiares?"
Edalyn, que normalmente mantenía una actitud seria, soltó un suspiro.
— "Parece que están atrapados en un ciclo de inmadurez, no solo en su comportamiento, sino en su forma de ver el mundo. Pero al final, eso no cambia que tienen el poder para hacer mucho daño. Aunque eso... es un detalle raro."
Lilith, con una mirada algo divertida pero preocupada, comentó mientras cruzaba los brazos.
— "Aunque no debería sorprenderme, si se comportan como niños en todos los aspectos. Parece que no tienen muchas restricciones, incluso si eso incluye sus elecciones de ropa."
Luz frunció el ceño, pensando en la situación más seriamente.
— "Sí, pero eso nos dice algo importante. Rui Ayaki y The Collector no solo tienen poder, sino que tienen un lado vulnerable. Están confundidos, atrapados en sus propios traumas. Y, aunque a veces parecen fuera de control, son más frágiles de lo que parece."
King, intentando aportar algo más en serio, dijo:
— "Es cierto. A veces los detalles más pequeños pueden decirnos mucho sobre una persona. Tal vez si entendemos mejor sus problemas, podamos ayudarlos, o al menos evitar que Muzan los manipule."
Edalyn asintió, viendo la situación desde un ángulo diferente.
— "Si podemos ofrecerles algo de orientación o apoyo, tal vez podamos prevenir que se conviertan en una amenaza mayor. Sin embargo, tenemos que ser cuidadosos. Su poder es enorme, y cualquier intento de acercarnos podría ser peligroso si no somos inteligentes al respecto."
Lilith asintió en acuerdo.
— "Exactamente. Ellos pueden parecer inofensivos, pero Muzan ya ha mostrado su interés en manipularlos. Si no actuamos con cautela, podríamos terminar siendo parte de su juego."
La conversación continuó, pero todos sabían que había más en juego de lo que solo sus comportamientos infantiles mostraban. Mientras tanto, Rui Ayaki y The Collector seguían en el otro mundo, sin saber que sus acciones y decisiones, por extrañas que parecieran, estaban atrayendo cada vez más atención y peligro a su alrededor.
Luz, King, Edalyn Clawthorne y Lilith estaban sentados alrededor de una mesa en la casa de Luz, discutiendo los últimos eventos que habían descubierto sobre Rui Ayaki y The Collector. Habían aprendido mucho sobre ellos, pero esta nueva revelación les dejó sorprendidos.
Luz, con una expresión de sorpresa, comenzó la conversación.
— "¡Esto es... raro! Acabo de enterarme de algo aún más extraño. Rui Ayaki y The Collector tienen 14 años, pero... se comportan como si tuvieran 9. Es como si estuvieran atrapados en un ciclo de inmadurez, como si sus edades reales no coincidieran con su comportamiento."
King, que normalmente era más reservado, levantó una ceja y se frotó la cabeza.
— "¿14 años? Pero, ¡actúan como si fueran mucho más jóvenes! Eso definitivamente complica las cosas, ¿no? Si tienen tanto poder, pero no pueden madurar emocionalmente, eso puede hacerlos... impredecibles."
Edalyn cruzó los brazos y reflexionó sobre lo que acababa de escuchar.
— "Eso podría explicarlo. La inmadurez no es solo un problema de comportamiento, sino una manifestación de algo más profundo, tal vez un trauma o una falta de desarrollo emocional. Puede que Rui Ayaki y The Collector no sean simplemente niños con poderes, sino... ¿algo más? Algo que les impide crecer como deberían."
Lilith, quien siempre estaba alerta sobre cualquier posible peligro, hizo una pausa antes de hablar.
— "Esto cambia las cosas. Si Rui Ayaki y The Collector son niños atrapados en una especie de ciclo de inmadurez, eso podría hacerlos más fáciles de manipular. Pero también podrían ser un peligro mucho mayor si no sabemos cómo tratar con ellos correctamente."
Luz asintió, mirando hacia el horizonte mientras pensaba en las implicaciones.
— "Sí, eso podría ser un problema. Pero también es nuestra oportunidad para ayudar. Tal vez si entendemos mejor su situación, podamos guiarlos para que usen su poder de manera responsable. Aunque también es cierto que hay una amenaza enorme, como Muzan, que podría manipularlos para sus propios fines."
Edalyn miró a Luz y luego a King, con una mirada decidida.
— "No podemos subestimarlos, pero tampoco debemos dejar que se conviertan en marionetas de Muzan. Necesitamos actuar con cautela, pero también debemos estar dispuestos a hacer lo que sea necesario para protegerlos."
King suspiró, mirando hacia el suelo.
— "Es complicado. Son tan poderosos, pero también tan frágiles. Tal vez si logramos conectarnos con ellos, podamos ayudarles a superar ese trauma y a encontrar su camino."
Lilith, con tono serio, concluyó.
— "Lo que sea que decidamos hacer, tenemos que ser cuidadosos. Muzan seguramente ya está buscando cómo controlarlos, y tenemos que adelantarnos a su juego. No podemos permitir que Rui Ayaki y The Collector se conviertan en piezas de ajedrez en su mano."
Con esa reflexión en mente, Luz, King, Edalyn y Lilith sabían que tenían que tomar decisiones difíciles. Aunque Rui Ayaki y The Collector parecían niños atrapados en su propia mente, sus poderes y el interés de Muzan los convertían en una amenaza latente. Sin embargo, había un pequeño rayo de esperanza: si lograban entender su dolor y ayudarles a madurar, tal vez podrían evitar que su potencial fuera usado para el mal.
En la fortaleza de Muzan, las sombras se alargaban mientras él observaba desde una distancia. El aire estaba tenso, y la luz tenue de las esferas flotantes que Rui Ayaki y The Collector manipulaban iluminaba la habitación. Los dos, completamente absortos en su juego, controlaban con destreza los hilos de energía que cada uno generaba: Rui Ayaki rodeado de destellos de luz y estrellas, mientras que The Collector tejía hilos con una fuerza invisible.
Muzan, desde su posición, no pudo evitar notar el desarrollo de sus poderes. Ambos usaban magia que él mismo había dominado, pero de una manera diferente, como si sus habilidades se hubieran fusionado. Rui Ayaki ahora podía manipular las esferas de luz y las estrellas con una habilidad asombrosa, mientras que The Collector, por su parte, había comenzado a tejer los mismos hilos que Rui solía usar, como si ambos se hubieran vuelto reflejos el uno del otro.
Muzan, con una mirada fría, observaba en silencio. Su mente trabajaba rápidamente, calculando las implicaciones de este inesperado desarrollo. Ya no era solo cuestión de que Rui Ayaki y The Collector fueran poderosos. Ahora compartían sus habilidades, fusionando sus capacidades de manera tan fluida que resultaba desconcertante. Esto les daba una ventaja notable, una que podría ser peligrosa si no se controlaba.
— Interesante... —pensó Muzan, observando cómo las esferas de luz danzaban alrededor de Rui Ayaki, mientras The Collector tejía con precisión hilos invisibles que parecían formar patrones complejos en el aire.
Con una sonrisa que no llegaba a sus ojos, Muzan comenzó a caminar hacia ellos. La tentación de usarlos como herramientas para sus propios fines, de moldearlos a su voluntad, era fuerte. Rui Ayaki y The Collector no solo habían demostrado ser incontrolables, sino que ahora, con sus poderes fusionados, eran un riesgo para todo lo que él había construido.
— Esto es solo el comienzo. —pensó para sí mismo, preparándose para acercarse a los chicos y tomar control de la situación.
En ese momento, Rui Ayaki y The Collector se detuvieron al unísono, como si sintieran la presencia de Muzan en el aire. Sus ojos se encontraron con los suyos, y, por un breve instante, hubo un silencio tenso.
Rui Ayaki, con su expresión inmadura pero profunda, sonrió ligeramente.
— "¿Qué pasa, Muzan? ¿Nos vas a decir algo?" —dijo en tono juguetón, mientras mantenía las esferas flotando alrededor de su cuerpo.
The Collector también miró hacia Muzan con una curiosidad infantil en sus ojos.
— "¿Vas a regañarnos por jugar con nuestras luces y hilos?" —bromeó, sin mostrar miedo.
Muzan, sin embargo, no compartía la misma ligereza. En su rostro se reflejaba una mezcla de frustración y admiración. Sabía que estos dos eran una bomba de tiempo, capaces de destruir su plan de una manera que no había anticipado. La conexión entre sus poderes era algo que necesitaba entender completamente.
— Están demasiado cerca de alcanzar su verdadero potencial, —pensó Muzan mientras se acercaba lentamente a ellos.
— No puedo dejar que sigan evolucionando así...
Con su voz baja y controlada, Muzan habló:
— "Sois poderosos, eso no lo dudo, pero os falta disciplina. No sabéis usar esos poderes adecuadamente. Si no aprendéis a controlarlos, el caos será inevitable."
Rui Ayaki, al escuchar esas palabras, frunció el ceño, pero no mostró miedo.
— "Nosotros jugamos con lo que tenemos, Muzan. ¿Por qué te importa tanto?" —respondió mientras levantaba una mano, haciendo que una esfera de luz flotara hacia el techo.
The Collector, mirando a Muzan con sus ojos brillantes, añadió:
— "Nos divertimos con esto, pero no eres nuestro jefe. Podemos hacer lo que queramos."
Muzan, viendo que su intento de intimidarlos no había tenido el efecto esperado, se mantenía firme. Estos dos eran impredecibles, pero en sus ojos vio un destello de algo que podría usar a su favor. Sabía que, si los dejaba evolucionar por su cuenta, podrían volverse aún más peligrosos.
— "No sois más que niños jugando con fuego. Si queréis sobrevivir, debéis aprender a ser lo que realmente sois." —dijo Muzan con voz fría.
Rui Ayaki y The Collector intercambiaron una mirada divertida antes de regresar a su juego, ignorando las amenazas de Muzan.
El líder de los demonios observó en silencio por unos momentos más, sin poder evitar una ligera sonrisa. Estos dos le daban más problemas de lo que había anticipado, pero eso solo significaba que necesitaba más tiempo para manipularlos. Y mientras tanto, él observaba su poder crecer, con la esperanza de que en algún momento, los convertiría en sus peones.
— El momento adecuado llegará. —pensó Muzan, mientras sus ojos se clavaban en los dos chicos, sabiendo que aún tenía mucho trabajo por hacer para controlarlos.
Muzan observó con atención mientras Rui Ayaki y The Collector, sorprendidos por sus palabras, cambiaban de expresión. La atmósfera se volvió tensa, el aire denso y cargado de energía, mientras ambos procesaban lo que acababan de escuchar.
Muzan, con una sonrisa oculta bajo su rostro impasible, continuó hablando con calma, como si ya hubiera ganado la batalla mental:
— "¿No lo sabíais? Los pilares solo os ven como herramientas para sus propios fines. Están utilizando vuestros poderes para luchar contra los demonios, sin importar quiénes sois realmente o lo que queréis." —dijo con voz fría, observando cómo los ojos de Rui Ayaki y The Collector comenzaban a llenarse de ira.
Rui Ayaki, por primera vez, frunció el ceño y apretó los puños, sintiendo cómo una mezcla de frustración y traición se apoderaba de él.
— "¿Qué dices? ¡Nos usan como si fuéramos solo herramientas! ¡No somos juguetes para ellos!" —gritó, sus ojos destellando con un resplandor furioso. Las esferas de luz alrededor de su cuerpo comenzaron a brillar más intensamente, como si su enojo las alimentara.
The Collector, normalmente más tranquilo, también parecía indignado. Aunque su rostro no mostraba el mismo tipo de furia que el de Rui Ayaki, su aura cambiaba. Los hilos que manipulaba se agitaron violentamente, revelando su frustración.
— "¡¿Cómo se atreven?! Usarnos como si fuéramos solo piezas en su maldito tablero... ¡No somos sus esclavos!" —su voz se endureció mientras sus hilos se alzaban como serpientes dispuestas a atacar.
Muzan, observando el furor en los ojos de ambos, sabía que había tocado un punto sensible. Pero para él, esto solo era un paso más en su plan para manipularlos aún más.
— "Eso es precisamente lo que son, niños. Herramientas. Y ahora, más que nunca, están al borde de ser usados en mi juego. Los pilares son débiles y egoístas. Pero si me sirven a mí, todo cambiará."
A medida que sus palabras se deslizaban en sus mentes, un silencio se extendió por un instante. Rui Ayaki y The Collector miraron al suelo, como si estuvieran procesando la magnitud de la verdad que Muzan les había revelado. La ira seguía ardiendo en ellos, pero había algo más: una sensación de vacío, de sentirse manipulados.
Rui Ayaki, levantando la cabeza, miró a Muzan con una expresión fría.
— "Entonces, ¿nos estás ofreciendo ser tus peones?" —dijo, su voz baja, pero llena de desdén.
The Collector observó, evaluando a Muzan, pero su rostro estaba menos expresivo. Sin embargo, no pudo evitar preguntarse si, en realidad, tenían alguna otra opción.
Muzan vio que el conflicto interno entre ellos estaba comenzando a hacer mella. Sabía que, si jugaba bien sus cartas, podría llevarlos aún más lejos, hacia su lado.
— "No, no se trata de ser peones, Rui Ayaki. Se trata de ser más que eso. Ser lo que siempre han estado destinados a ser. Los pilares se aprovechan de vuestra debilidad, pero yo... yo puedo mostraros cómo usar este poder a su máximo potencial. Juntos, podemos destruir a los demonios que os oprimen." —dijo Muzan con una suavidad engañosa en su tono.
Poco a poco, sus palabras comenzaron a calar en los corazones de Rui Ayaki y The Collector, quien miraba a su compañero con una mezcla de duda y curiosidad. Muzan los estaba guiando hacia un camino oscuro, prometiéndoles algo más grande, algo que nunca podrían haber alcanzado bajo el control de los pilares.
Rui Ayaki, a pesar de la ira en su interior, se sintió atraído por la idea. Su mente se debatía entre lo que había sido enseñado y lo que ahora le ofrecían: poder absoluto sin las cadenas de los pilares.
Rui Ayaki, con voz firme pero temblorosa, dijo:
— "Podríamos ser mucho más que simples herramientas para ellos, ¿verdad?"
The Collector lo miró y, sin decir nada, asintió levemente, como si compartiera el mismo sentimiento.
Muzan, sintiendo cómo comenzaba a ganar terreno, asintió lentamente, satisfecho.
— "Exactamente. Juntos, podréis ser imparables."
Y así, en esa misma habitación, con las esferas de luz brillando como faros y los hilos de energía vibrando en el aire, Rui Ayaki y The Collector se vieron arrastrados, aunque a regañadientes, por las palabras de Muzan. El líder demoníaco había dado el primer paso para manipularlos, y aunque sus mentes seguían luchando contra la idea, sabían que, en ese preciso instante, algo en ellos comenzaba a cambiar.
Rui Ayaki y The Collector cayeron, al principio, en el engaño de Muzan. Sus mentes, confundidas por las promesas de poder y libertad, no podían resistir las palabras del líder demoníaco. Sin embargo, algo en sus corazones les decía que había algo que no estaba bien. Aunque la ira que sentían por los pilares aún ardía en sus corazones, el peso de la decisión comenzó a hacer mella en ellos.
Muzan observaba con una sonrisa oculta bajo su impasible rostro. En su mente, ya veía a Rui Ayaki y The Collector como piezas fáciles de mover en su tablero, niños impresionables que, con el tiempo, podrían ser moldeados a su gusto.
"Fáciles de convencer, fáciles de manipular," pensó Muzan, mientras su mente se deleitaba con la idea de tener a esos dos a su servicio. Sabía que su confianza en ellos estaba apenas comenzando, pero también entendía que aún quedaba mucho trabajo por hacer para atarlos completamente a su causa.
Mientras tanto, las 6 lunas superiores, los más poderosos de los demonios bajo el mando de Muzan, observaban los movimientos de Rui Ayaki y The Collector con interés. Todos sabían que estos dos serían piezas clave en el futuro de la guerra entre demonios y cazadores. Y aunque aún no estaban completamente bajo el control de Muzan, la situación era favorable.
Kokushibo, con su mirada penetrante, estaba visiblemente complacido. El hecho de que Rui Ayaki y The Collector comenzaran a alinearse con Muzan lo llenaba de una fría satisfacción. Sabía que, con el tiempo, serían útiles para sus propios fines.
Douma, con su sonrisa eterna, se frotaba las manos, entusiasmado por lo que podría significar tener a esos dos demonios incontrolables a su lado. Le gustaba la idea de hacerlos parte de su propio juego, aunque siempre con la intención de usarlos como diversión.
Akaza, siempre implacable y directo, no mostraba muchas emociones, pero la perspectiva de tener más poderosos aliados bajo el mando de Muzan lo emocionaba. Sabía que la batalla contra los cazadores de demonios sería más fácil con el apoyo de Rui Ayaki y The Collector.
Hantengu, con su naturaleza paranoica, temía a lo que podría significar tener dos seres tan poderosos, pero al mismo tiempo sabía que estar bajo el ala de Muzan los convertiría en instrumentos perfectos para su propia supervivencia.
Gyokko, como siempre, observaba desde su propia perspectiva distorsionada y malévola. Para él, la presencia de Rui Ayaki y The Collector significaba más arte y caos, y eso lo excitaba.
Finalmente, los hermanos Daki y Gyutaro se miraron el uno al otro, con una sonrisa sádica en sus rostros. Habían pasado por muchos desafíos, pero la perspectiva de tener a estos dos bajo el control de Muzan solo les auguraba más oportunidades para sembrar caos en el mundo de los cazadores de demonios.
— Daki, con una risa maliciosa, dijo: — "Estos dos pequeños son muy traviesos, pero bajo el control de Muzan, serán perfectos para destruir a esos cazadores."
— Gyutaro, con su tono frío y calculador, agregó: — "Sí, finalmente algo bueno está sucediendo. Estos mocosos son demasiado problemáticos para los pilares."
Aunque Rui Ayaki y The Collector estaban bajo la influencia de Muzan, un cambio en sus corazones comenzaba a formarse. A medida que la manipulación del líder demoníaco se iba haciendo más evidente, empezaron a dudar, a preguntarse si realmente estaban haciendo lo correcto.
Rui Ayaki, con sus poderes creciendo a cada momento, miró a The Collector, quien también comenzaba a sentir la creciente incomodidad. A pesar de lo que dijera Muzan, algo dentro de ellos no encajaba.
The Collector, que había aprendido a manipular las energías a su alrededor, pensó para sí mismo: "Tal vez no estamos tan controlados como él piensa. Tal vez... hay otra manera de hacer esto."
Ambos, aunque aún rodeados por la influencia de Muzan y las Lunas Superiores, empezaban a ver grietas en su propio comportamiento y en las promesas de poder absoluto. ¿Serían los pilares una amenaza mayor que Muzan? ¿O había algo más allá de todo eso?
La historia de Rui Ayaki y The Collector aún no estaba escrita. Podían ser manipulados, pero también tenían el poder para romper las cadenas invisibles que los ataban. Pero, para eso, tendrían que enfrentarse a una lucha interna y externa mucho mayor de la que jamás imaginaron.
Mientras tanto, los pilares, que se mantenían a la sombra, sabían que aún quedaba mucho por hacer. Los ojos de todos, desde Muzan hasta los demonios más poderosos, estaban sobre ellos. Solo el tiempo diría si la manipulación de Muzan prevalecería o si los dos jóvenes, con sus poderes únicos, lograrían encontrar su propio destino en el oscuro universo de los demonios.
Rui Ayaki y The Collector, ahora completamente alineados con las promesas de Muzan, comenzaron a usar sus poderes combinados de Manipulación de la materia para crear un refugio que sirviera de cuartel general para las Lunas Superiores y el propio Muzan. Estaban decididos a construir un lugar adecuado para albergar a los demonios más poderosos, sin importar las consecuencias para el mundo humano.
La Casa del Archivo, como la llamaron, comenzó a tomar forma de manera impresionante. Rui Ayaki utilizó su habilidad para manipular la materia a nivel molecular, transformando la tierra, las rocas y los árboles en materiales sólidos y complejos que formaban paredes y estructuras de gran tamaño. The Collector, con su magia de esferas de luz y hilos, se unió a él, usando su magia para modelar los elementos, dándoles una forma visualmente imponente.
Los árboles caían con facilidad, y las rocas se rompían y remodelaban bajo sus manos invisibles. Casas de civiles que se encontraban en su camino fueron desmoronadas y convertidas en partes de la nueva fortaleza, sin ningún remordimiento o consideración. Aquella construcción no solo era para proteger a las Lunas Superiores, sino también una demostración del poder que Rui Ayaki y The Collector habían alcanzado al unirse con los demonios.
El castillo era colosal, con un diseño que evocaba una corona flotante. Cada rincón de la fortaleza parecía tener un propósito. Las torres altas y puntiagudas se extendían hacia el cielo, mientras que las bases flotaban sobre el terreno. Los hilos de energía que ambos usaban le daban un resplandor etéreo y casi celestial a la estructura, mientras que las paredes parecían moverse lentamente, como si la propia casa estuviera viva.
Rui Ayaki, al ver la nueva estructura que había creado, sonrió con satisfacción. Era algo que reflejaba la complejidad de sus habilidades, pero también el desdén por el mundo exterior que ahora sentían. Mientras la Casa del Archivo flotaba hacia el cielo, The Collector no dejaba de observar, fascinado por cómo la estructura parecía desafiar las leyes de la física, moviéndose y cambiando constantemente.
"Mira esto, Rui," dijo The Collector, señalando las paredes que cambiaban de forma, creando pasillos y habitaciones a medida que avanzaban. "Es perfecto para nosotros, ¿no crees? Aquí es donde podemos permanecer lejos de todos, pero a la vez estar al alcance de Muzan."
Rui Ayaki, tocando una de las paredes flotantes, respondió: "Es perfecto. Aquí, las lunas superiores y Muzan podrán hacer lo que deseen sin ser molestados. Este será nuestro hogar."
Aunque Rui Ayaki y The Collector estaban cada vez más inmersos en su propio poder y la idea de un hogar aislado, una parte de ellos comenzó a preguntarse si esta verdadera "libertad" que les prometía Muzan era realmente lo que querían. A pesar de que estaban rodeados de poderosos aliados, algo en sus corazones seguía inquietándolos, aunque aún no podían comprender lo que sentían.
Mientras tanto, en el mundo exterior, los pilares y los cazadores de demonios se mantenían al tanto de la creciente amenaza. Aunque los pilares sabían que Rui Ayaki y The Collector eran extremadamente poderosos, aún creían que había algo dentro de ellos que podía ser rescatado. Sin embargo, la construcción de la Casa del Archivo les dejaba claro que Muzan y las Lunas Superiores estaban tomando medidas más drásticas.
Por otro lado, los demonios menores en la fortaleza observaban con asombro la obra maestra que Rui Ayaki y The Collector estaban creando, mientras los hermanos Daki y Gyutaro miraban con interés la magnitud del castillo flotante. Para ellos, era una señal de que, finalmente, las fuerzas de Muzan estaban unificando su poder de manera inquebrantable.
En la Casa del Archivo
Dentro de las salas del castillo flotante, los pasillos interminables estaban llenos de luz emanada por esferas flotantes que iluminaban la oscuridad. Los hilos de energía formaban patrones en el aire, conectando las diversas áreas del castillo. Los Lunas Superiores se reunían en las grandes salas, mientras Muzan esperaba con una expresión de satisfacción, sabiendo que su plan para controlar a Rui Ayaki y The Collector estaba comenzando a tomar forma.
Kokushibo, Douma, Akaza, Hantengu, Gyokko, y los hermanos Daki y Gyutaro observaban desde un lado, viendo con una mezcla de fascinación y expectativa lo que estaba sucediendo.
"Es perfecto," dijo Muzan, dirigiéndose a Rui Ayaki y The Collector. "Aquí, ustedes son libres para hacer lo que deseen. No habrá nadie que los detenga."
Rui Ayaki, mirando a Muzan, asintió, pero en su interior había un leve resquicio de duda. Mientras tanto, The Collector parecía más tranquilo, confiado en su nueva posición y en las posibilidades que este nuevo hogar les ofrecía.
"Ahora, nuestra única tarea es destruir a esos cazadores," dijo Muzan, dejando claro su propósito.
Pero dentro de los corazones de Rui Ayaki y The Collector, algo seguía latente, una chispa de duda que, tal vez, podría cambiar el curso de todo lo que estaba por venir.
Rui Ayaki y The Collector, ahora cada vez más en control de sus poderosas habilidades combinadas, decidieron dar un paso más hacia la consolidación de su poder y la supremacía de la Casa del Archivo. Usando su Magia de la Creación, comenzaron a invocar una serie de criaturas en forma de estrella, cada una de ellas con un brillo en sus "extremos" que reflejaba la esencia misma de sus capacidades mágicas. Estos seres, que se desplazaban como fragmentos flotantes de luz estelar, seguían al pie de la letra sus órdenes y parecían estar imbuidos con una voluntad propia, pero sin la capacidad de pensar independientemente.
Las criaturas en forma de estrella, con destellos multicolores, formaban una red de energía alrededor de Rui Ayaki y The Collector, mientras estos recitaban un hechizo antiguo de marionetas, transmitido a través de hilos etéreos invisibles que se extendían por el aire. La Magia de la Creación de ambos se desató con una fuerza sin igual, como si sus deseos y pensamientos pudieran materializarse en el aire. Mientras recitaban las palabras, las criaturas estrellas comenzaron a formarse, y sus ojos brillaron con una luz misteriosa y penetrante.
Rui Ayaki dirigió un gesto de su mano hacia los cazadores de demonios que se encontraban en las cercanías, sin que ellos pudieran notar lo que estaba sucediendo. A través de la magia, las criaturas de estrellas comenzaron a envolverlos en hilos invisibles, convirtiéndolos en marionetas que actuaban sin voluntad propia, completamente a merced de Rui Ayaki y The Collector.
"Esto es solo el comienzo," dijo The Collector, su tono un tanto serio pero también emocionado al ver cómo las criaturas de estrella atrapaban a los cazadores y los convertían en sus marionetas.
Las marionetas ahora estaban bajo el control de Rui Ayaki y The Collector, totalmente desprovistas de voluntad, su conciencia apagada y reemplazada por un hechizo de sumisión que los obligaba a seguir las órdenes de los dos jóvenes.
"Ahora," dijo Rui Ayaki, una sonrisa malévola dibujándose en su rostro mientras observaba a los cazadores transformados, "los llevaremos a nuestra nueva casa. El Archivo será nuestro dominio, y nadie podrá detenernos."
Las criaturas de estrella comenzaron a arrastrar a las marionetas de cazadores hacia la Casa del Archivo, un lugar que ya comenzaba a convertirse en un fortín inexpugnable. Los cazadores, ahora bajo el control total de Rui Ayaki y The Collector, fueron transportados a través de los pasillos flotantes del castillo, llevados a un espacio sellado donde permanecerían bajo vigilancia mientras la magia del hechizo aseguraba que no pudieran liberarse.
Muzan, observando desde lejos, estaba complacido con los avances de Rui Ayaki y The Collector. Sabía que este tipo de poder sería crucial para lograr sus objetivos. No solo era una amenaza para los pilares, sino que también significaba que Rui Ayaki y The Collector podrían destruir cualquier resistencia que quedara.
"Bien hecho," dijo Muzan, su mirada fija en el castillo flotante. "Ahora, incluso los cazadores más fuertes están bajo nuestro control. La guerra está a punto de cambiar."
Mientras tanto, en el mundo exterior, los pilares y los cazadores se daban cuenta lentamente de que algo no iba bien. El sistema de defensa de los cazadores estaba siendo vulnerado, y algunos de ellos, con el tiempo, comenzaron a darse cuenta de que los hilos invisibles que guiaban a sus compañeros tenían un origen oscuro y malévolo.
Giyū Tomioka, Shinobu Kōchō, Mitsuri Kanrōji, Rengoku Kyojuro, Sanemi Shinazugawa, Obanai Iguro, Tengen Uzui, Gyomei Himejima y Muichirō Tokito sabían que algo grave estaba ocurriendo. Muchos de ellos ya habían sentido la presencia de Rui Ayaki y The Collector antes, pero nunca en este nivel de poder.
"Esas criaturas de estrella, ¿qué son?" preguntó Giyū Tomioka, mientras observaba el horizonte, donde las primeras señales de la fortaleza flotante se asomaban.
"Lo que sea que sea, debemos detenerlo antes de que se convierta en una amenaza mayor," respondió Tengen Uzui, su tono serio. "Esos dos... ya no son los niños que conocimos. Han cambiado."
Dentro de la Casa del Archivo, Rui Ayaki y The Collector estaban listos para la próxima fase. Los cazadores de demonios ahora eran su fuerza de trabajo, sus marionetas sin voluntad, y pronto el castillo flotante sería el centro de su imperio. Con cada marioneta que sumaban a sus filas, su control sobre el mundo aumentaba.
"Es hora de que el mundo se arrodille ante nuestra voluntad," dijo Rui Ayaki, con una sonrisa torcida.
Pero, mientras las sombras se alzaban sobre el mundo de los cazadores de demonios, las fuerzas de Muzan y sus Lunas Superiores no solo estaban listas para atacar, sino que también estaban a punto de ser desafiadas por aquellos que aún quedaban con la voluntad suficiente para enfrentarlos.
El juego de poder entre los cazadores y los demonios alcanzaría nuevas alturas, y no todos los que alguna vez fueron amigos de Rui Ayaki y The Collector estaban dispuestos a dejarlos caer en las garras de la oscuridad sin luchar.
La situación alcanzaba un punto crítico cuando Luz, Eda Clawthorne, King, Hooty, Willow Park y Gus Porter llegaron al lugar donde Rui Ayaki y The Collector se encontraban, ahora manipulados completamente por Muzan. Ellos observaron atónitos cómo los dos jóvenes, antes inocentes y juguetones, ahora estaban sometidos por las manipulaciones psicológicas y emocionales del demonio más temido. Muzan había usado su astucia y poder para sembrar las semillas de la duda y el dolor en sus corazones, haciéndolos creer que el mundo entero los había utilizado, que ellos mismos no eran más que herramientas y marionetas en un juego de poder mucho mayor que ellos.
Luz, con su corazón empático y siempre dispuesta a ayudar a aquellos que se sienten perdidos, sintió un dolor profundo al ver la transformación de Rui Ayaki y The Collector. Aunque sabía que los dos tenían un poder inmenso, también veía a través de ellos: dos niños atrapados en un ciclo de trauma y manipulación.
"Esto no está bien," murmuró Luz, mientras veía cómo Rui Ayaki y The Collector estaban cada vez más bajo el control de Muzan, aceptando su destino como armas sin conciencia de sí mismos. "Los han roto, de una manera que no puedo soportar. Tenemos que hacer algo."
Eda Clawthorne, con su naturaleza rebelde, miró al grupo y asintió. "No vamos a dejar que eso suceda. Si hay algo que he aprendido, es que, aunque el control de alguien sobre ti sea fuerte, siempre hay una oportunidad para liberar a esa persona. Y estos chicos... no deberían ser usados como piezas de un juego."
King, aunque más reservado, estaba igualmente preocupado por lo que veían. "¿Cómo podemos ayudarles? Si Muzan tiene tanto control sobre ellos, no sé si hay algo que podamos hacer."
Willow Park miró a Luz y a los demás, su rostro lleno de determinación. "Lo que tenemos que hacer es mostrarles que pueden ser más que las marionetas que Muzan quiere que sean. Necesitan encontrar su voluntad propia, y eso empieza por que nosotros les demos ese apoyo."
Mientras tanto, en otro lugar, los Pilares de la Caza de Demonios también estaban presenciando la misma situación. Giyū Tomioka, Shinobu Kōchō, Mitsuri Kanrōji, Rengoku Kyojuro, Sanemi Shinazugawa, Obanai Iguro, Tengen Uzui, Gyomei Himejima y Muichirō Tokito observaban a Rui Ayaki y The Collector desde la distancia, atónitos y frustrados por cómo se habían dejado manipular tan fácilmente. Aunque conocían el poder de Muzan, nunca imaginaron que los dos jóvenes, que una vez habían mostrado un brillo de esperanza, pudieran caer tan profundamente en su trampa.
Giyū Tomioka se frotó la cabeza, claramente molesto. "Sabíamos que eran vulnerables, pero esto es más de lo que esperaba. Muzan los ha manipulado de tal forma que ahora son casi irreconocibles."
Shinobu Kōchō observó con una mirada penetrante. "Es un trabajo sucio. Muzan los ha desgastado psicológicamente, ha encontrado sus puntos débiles y los ha utilizado en su beneficio. Esto no es solo una batalla de fuerzas, es una batalla mental. Pero aún no está perdido. Puedo sentir que hay algo en ellos que no se ha apagado por completo."
Mitsuri Kanrōji, siempre esperanzada, puso su mano sobre su corazón. "Podemos ayudarlos. Sé que la luz en sus corazones aún está allí, y si conseguimos acercarnos a ellos, podemos devolverles la esperanza. No dejemos que la oscuridad los consuma por completo."
Rengoku Kyojuro, el pilar de la llama, con su inquebrantable determinación, señaló hacia adelante. "Debemos luchar por ellos. No solo como cazadores, sino como aquellos que se preocupan por el bienestar de todos. Podemos rescatar a Rui Ayaki y The Collector, pero necesitamos estar unidos en este esfuerzo."
Sanemi Shinazugawa, con su temperamento explosivo, frunció el ceño. "¡No podemos dejarlos caer tan fácilmente! Si Muzan piensa que va a convertirlos en sus herramientas, está equivocado. ¡Yo no voy a dejar que estos niños sigan siendo usados como piezas de su ajedrez!"
Obanai Iguro, en su calma habitual, pero con un dejo de tristeza, miró a Rui Ayaki y The Collector. "El control psicológico que tienen sobre ellos es enorme, pero la verdadera pregunta es: ¿cómo podemos llegar a ellos antes de que se conviertan en una amenaza aún mayor?"
Tengen Uzui suspiró y miró a los demás, reconociendo lo que estaba en juego. "No será fácil. Pero como siempre digo, ¡no nos rendimos hasta que lo conseguimos! Si necesitamos salvarlos, lo haremos. Aun cuando ya no son los mismos chicos que conocíamos."
Gyomei Himejima puso una mano sobre su corazón, mirando con pesar a los jóvenes manipulados. "Los demonios no solo son monstruos de carne y sangre. También son monstruos de la mente. Si logramos tocar su humanidad, puede que podamos restaurar lo que Muzan ha destruido."
Muichirō Tokito, el pilar de la niebla, observó en silencio a los jóvenes, sintiendo una extraña sensación de compasión por ellos. "Es una pena... pero aún creo que podemos salvarlos. Debemos actuar rápido."
Los pilares estaban de acuerdo, y todos, de alguna manera, sentían una conexión con Rui Ayaki y The Collector, aunque fueran ahora adversarios. La batalla no sería solo contra los demonios, sino también para rescatar a los dos jóvenes de la oscuridad que Muzan había sembrado en sus corazones.
Luz, Eda, King y los demás, mientras observaban desde la distancia, sabían que algo tenía que hacerse pronto. Los dos jóvenes, aunque perdidos en la manipulación de Muzan, aún tenían el poder de decidir su destino. Luz creía firmemente que no todo estaba perdido, que con el apoyo adecuado y un cambio en la perspectiva, Rui Ayaki y The Collector podrían volver a ser quienes realmente eran.
"Tenemos que demostrarles que hay un camino distinto," dijo Luz, con determinación en su voz. "El amor y la amistad pueden salvarlos, pero primero debemos enfrentarnos a Muzan y a sus manipulaciones."
La batalla por Rui Ayaki y The Collector estaba lejos de terminar, y tanto los pilares como Luz y sus amigos sabían que el futuro de estos jóvenes dependía de la intervención oportuna, de romper las cadenas que Muzan había forjado en sus mentes y corazones.
La situación dentro de la Casa del Archivo era más tensa de lo que Luz, Eda Clawthorne, King y Senjuro Rengoku habían anticipado. Al ingresar, se encontraron con un castillo flotante, una estructura majestuosa pero inquietante, como si fuera un lugar fuera de la realidad, una prisión disfrazada de palacio. Las paredes de la casa estaban adornadas con hilos y luces brillantes, y en el centro de la sala, Rui Ayaki y The Collector jugaban tranquilamente con las marionetas de los cazadores de demonios, ahora transformados en simples juguetes que obedecían a los dos jóvenes. Las marionetas se movían de manera inquietante, como si fueran versiones distorsionadas de los cazadores, ahora atrapadas en su forma inanimada.
Luz se adelantó, sus ojos llenos de preocupación al ver a los dos chicos manipulando las marionetas con tal facilidad. Eda Clawthorne caminó detrás de ella, con una expresión decidida en su rostro, y King estaba alerta, su pequeño cuerpo temblando con nerviosismo.
"Rui... The Collector..." dijo Luz con un tono suave, pero firme, tratando de alcanzar la parte humana de los chicos, esos que aún estaban atrapados dentro de su dolor y confusión. "Ustedes no son monstruos. Muzan los ha manipulado, los ha usado como marionetas en su juego, pero pueden liberarse. No tienen que seguir sus órdenes."
Senjuro Rengoku observaba en silencio, sintiendo el dolor en los ojos de Rui Ayaki y The Collector, pero sabiendo que no podían quedarse de brazos cruzados. "¡Esto no es lo que ustedes son! ¡Son más que las piezas de un juego! Muzan los está utilizando para destruir todo lo que es bueno, pero aún hay tiempo para salvarlos."
Pero Rui Ayaki y The Collector no respondieron de inmediato. Los ojos de Rui Ayaki se llenaron de lágrimas, y las marionetas comenzaron a moverse de manera errática, como si reflejaran el caos que se estaba apoderando de sus corazones.
The Collector, con su rostro aún juvenil pero marcado por la tristeza, miró hacia Luz y Eda, sus ojos vacíos de emociones. "No somos más que marionetas... Muzan lo dijo. No importa lo que hagamos, siempre seremos juguetes en su juego. Nadie nos quiere, nadie nos entiende... solo estamos aquí para cumplir con el propósito que nos ha dado."
Eda Clawthorne frunció el ceño, su corazón apretado por el sufrimiento de los jóvenes. "¡Eso no es cierto! Muzan ha manipulado sus mentes y sus corazones, pero eso no los define. No están solos, Rui Ayaki. ¡No están solos, The Collector! Hay personas que quieren verlos felices, que no los verán como piezas en un tablero de ajedrez."
King también se acercó, con su pequeño cuerpo temblando pero decidido. "¡Sí! ¡Nosotros te queremos, Rui Ayaki, te queremos tal como eres! ¡Y The Collector, tú también! No somos tus enemigos, ¡estamos aquí para ayudarte!"
En ese momento, Rui Ayaki y The Collector comenzaron a llorar. Las lágrimas caían por sus mejillas mientras se alejaban de todos, buscando refugio en sus habitaciones dentro de la Casa del Archivo, rodeados por el eco de su propia tristeza.
"¡No somos más que monstruos!" gritó Rui Ayaki entre sollozos. "¡Nos convertimos en monstruos porque no hay salida!"
The Collector, a su lado, asintió con pesar. "Lo somos... siempre lo hemos sido. No hay esperanza para nosotros."
Senjuro Rengoku, al ver la profunda desesperación en sus ojos, sintió una punzada de dolor. "No son monstruos. Son solo niños perdidos, atrapados por la oscuridad. Pero aún hay tiempo, aún pueden encontrar la luz. ¡No dejen que Muzan los destruya!"
Luz, con lágrimas en los ojos, miró a Eda, King, y a Senjuro, y asintió, más decidida que nunca. "Tenemos que hacer algo antes de que Muzan los controle por completo. Pero no lo haremos con fuerza, sino con amor y comprensión. Ellos necesitan saber que pueden ser libres, que pueden elegir su propio camino."
Mientras tanto, en las sombras de la fortaleza flotante, Muzan observaba todo lo que ocurría a través de sus hechizos de manipulación. Estaba complacido con el sufrimiento de Rui Ayaki y The Collector, sabiendo que había logrado romper su espíritu, pero también sabía que su control era frágil. Los niños aún tenían una chispa de esperanza, y eso lo hacía vulnerable.
"Pronto estarán completamente bajo mi control", pensó Muzan con una sonrisa sádica. "Una vez que consigan la flor de lirio de la araña azul, podrán sellarse en el espejo mágico, y mis marionetas estarán listas para destruir a los cazadores. Pero antes, debo asegurarme de que no haya nadie que los desafíe."
Mientras tanto, en la Casa del Archivo, Rui Ayaki y The Collector lloraban en sus habitaciones, atrapados en sus pensamientos, creyendo que ya no había esperanza para ellos. Pero Luz, Eda y Senjuro sabían que la lucha no estaba perdida. No todo estaba decidido aún.
Luz cerró los ojos y se concentró. "Vamos a liberar sus corazones. No importa lo que Muzan haya hecho con sus mentes. Hay una verdad más grande en sus almas, y nosotros vamos a recordársela. Ellos no son monstruos. Ellos son niños, y siempre hay esperanza."
La situación había escalado a un nivel insostenible. Rui Ayaki y The Collector, completamente sobrepasados por la manipulación y el dolor que sentían, decidieron tomar el control de su destino de una manera desgarradora. En su desesperación, usaron sus habilidades combinadas: teletransportación y manipulación de la realidad. Con una explosión de energía, Rui Ayaki y The Collector teletransportaron a Luz, Eda Clawthorne, King y las marionetas de los cazadores fuera del caos de la Casa del Archivo, regresando a su forma normal. El castillo comenzó a desmoronarse alrededor de ellos, y un vórtice oscuro se abrió, tragándose toda la estructura flotante, junto con a Rui Ayaki y The Collector.
Senjuro Rengoku, que había permanecido en las sombras observando todo, no podía dejar que los dos jóvenes quedaran solos. Sabía que, aunque estuvieran manipulados, Rui Ayaki y The Collector no merecían estar atrapados en esa oscuridad. Sin pensarlo dos veces, se lanzó hacia ellos, abrazándolos justo cuando el agujero negro comenzaba a tragarse todo, incluyendo a Rui Ayaki y The Collector.
"¡No los voy a dejar!" gritó Senjuro, aferrándose a ellos con todas sus fuerzas. Fue un acto de sacrificio, de amor y de desesperación, pero también de esperanza. Él sabía que, aunque el sacrificio fuera grande, debían estar juntos, ya que su dolor era compartido. Senjuro los abrazó, sin importar lo que sucediera.
El agujero negro se cerró, consumiendo todo a su paso: la Casa del Archivo, las marionetas, y los tres jóvenes. El vacío los engulló, llevándolos al Reino Cuántico, un lugar fuera de la realidad, donde el espacio y el tiempo eran irrelevantes. En este reino caótico, donde se encontraban vórtices temporales, campos de tardígrados y ciudades subatómicas flotando en la eternidad, Senjuro, Rui Ayaki y The Collector quedaron atrapados.
El sacrificio fue enorme, pero Senjuro se mantuvo firme. Rui Ayaki y The Collector, a pesar de su tormento, no murieron. Estaban en una especie de limbo, en un lugar que no pertenecía a ningún tiempo ni espacio, pero también, por alguna razón, no podían ser destruidos. Habían sacrificado todo para estar juntos, y el destino los había llevado a este reino extra-dimensional donde todo era posible pero nada era tangible.
En el otro lado, Luz, Eda Clawthorne, King, Hooty, Willow Park, Gus Porter y los Pilares estaban desconcertados y horrorizados por lo que acababan de presenciar. El Reino Cuántico era un lugar fuera de la comprensión humana, y ninguno de ellos podía comprender completamente lo que acababa de suceder. El castillo flotante, la Casa del Archivo, se desintegró en un suspiro, y la presencia de Rui Ayaki y The Collector se desvaneció junto con ellos.
Luz miró el vacío donde antes estaba el agujero negro. Eda, en un intento de comprender lo que había ocurrido, respiró profundamente, luchando por mantener la calma. Senjuro, el valiente pilar, se había quedado con Rui Ayaki y The Collector. ¿Qué significaba eso? ¿Estaban perdidos para siempre? ¿Serían capaces de regresar?
Los Pilares estaban igual de sorprendidos. Giyū Tomioka, Shinobu Kōchō, Mitsuri Kanrōji, Kyojuro Rengoku, Sanemi Shinazugawa, Obanai Iguro, Tengen Uzui, Gyōmei Himejima, y Muichirō Tokito se miraron entre sí, sin palabras. No sabían qué hacer ni cómo interpretar lo que acababa de suceder. Rui Ayaki y The Collector, esos jóvenes que tanto habían sorprendido a todos, ahora estaban atrapados en una dimensión donde ni el tiempo ni el espacio tenían sentido.
Muzan, al enterarse de lo que había sucedido, estaba furioso. La pérdida del control sobre Rui Ayaki y The Collector era un golpe doloroso para él. La Casa del Archivo era su obra maestra, su reino de poder y manipulación, y ahora todo había sido destruido por los mismos chicos que pensaba que podía controlar. "¡Malditos sean!" rugió, la ira consumiéndolo. Su plan había fracasado, y no estaba dispuesto a permitir que eso quedara impune.
Las 6 Lunas Superiores — Kokushibo, Douma, Akaza, Hantengu, Gyokko, y los hermanos Daki y Gyutaro — se encontraban igualmente sorprendidos por el giro de los acontecimientos. Ellos, que siempre habían estado bajo el mando de Muzan, sabían lo que significaba la pérdida de Rui Ayaki y The Collector. "¿Qué haremos ahora?" murmuró Gyutaro, mirando a su alrededor.
Dentro del Reino Cuántico, Senjuro, Rui Ayaki y The Collector quedaron atrapados en un espacio que desbordaba la eternidad. Allí, en ese vacío, Rui Ayaki y The Collector se miraron entre sí, con los ojos llenos de lágrimas, pero también con una nueva comprensión. Senjuro, aunque aún atrapado, los había salvado de caer en la desesperación total. Pero la pregunta seguía sin respuesta: ¿qué les esperaba ahora?
"¿Estamos perdidos?" susurró Rui Ayaki, mirando a The Collector.
The Collector, aunque tan destrozado como él, respondió con una leve sonrisa: "No estamos perdidos. Estamos juntos. Y mientras estemos juntos, siempre habrá una salida."
Senjuro abrazó a ambos, sintiendo que, a pesar de la oscuridad que los rodeaba, no estaban solos. La eternidad podría ser un lugar aterrador, pero no lo era para los tres. Estaban unidos, y eso era lo único que importaba.
La situación se había vuelto aún más compleja y sombría. Luz, Eda Clawthorne, King, Hooty, Willow Park, Gus Porter, y los Pilares de Demon Slayer, como Giyū Tomioka, Shinobu Kōchō, Mitsuri Kanrōji, Kyojuro Rengoku, Sanemi Shinazugawa, Obanai Iguro, Tengen Uzui, Gyomei Himejima, y Muichirō Tokito, estaban profundamente afectados por la desaparición de Rui Ayaki, The Collector, y Senjuro. Aquellos jóvenes, que habían sido manipulados por Muzan y sus seguidores, se habían sacrificado para no ser utilizados como armas, eligiendo su libertad a costa de la vida y la existencia misma.
El dolor de la pérdida de estos tres era palpable. Senjuro, quien siempre había sido una figura protectora, ahora estaba atrapado en el Reino Cuántico junto a Rui Ayaki y The Collector, en un espacio donde el tiempo y el espacio no tenían significado. Este sacrificio, aunque noble, dejó una profunda tristeza en el corazón de todos los que los conocían. Rengoku Kyojuro, el hermano de Senjuro, estaba desconsolado, su corazón roto por la desaparición de su hermano y los dos jóvenes que, a pesar de todo lo que habían pasado, aún tenían un futuro brillante por delante.
"Senjuro... ¿por qué tomaste esta decisión?" murmuró Rengoku entre sollozos. La angustia era palpable en sus palabras, ya que no sabía si su hermano estaba perdido para siempre, o si había alguna forma de traerlo de vuelta.
Mientras tanto, los demás observaban cómo los eventos se desarrollaban. La destrucción del Castillo del Archivo y la repentina desaparición de los tres jóvenes dejaba una estela de incertidumbre. El Reino Cuántico, donde ahora estaban atrapados, era una dimensión completamente ajena a cualquier forma de realidad conocida, y su poder estaba fuera del alcance de la comprensión normal.
Pero los eventos aún no habían terminado de desarrollarse. En ese momento, un gran suspiro de terror recorrió el grupo cuando Kokushibo, la Primera Luna Superior, apareció ante ellos en un estado de desesperación. Él, que siempre había sido un ser poderoso y temido, comenzó a desmoronarse, su forma de demonio colapsando poco a poco, como si el tiempo estuviera desintegrándolo. Kokushibo gritó el nombre de Yoriichi, el legendario cazador de demonios que había sido el único en capaz de derrotarlo en el pasado, pero nadie sabía si ese grito era una llamada de auxilio o una súplica de venganza.
"Kokushibo..." murmuró Shinobu Kōchō con una expresión grave, mientras Mitsuri Kanrōji y los demás Pilares se preparaban para cualquier cosa.
De repente, el Reino Cuántico comenzó a expandirse de manera incontrolada, y Kokushibo comenzó a desvanecerse, envuelto por la energía caótica de esa dimensión. En un giro inesperado, la Primera Luna Superior parecía estar siendo absorbida por ese lugar fuera del tiempo y espacio.
Antes de desaparecer por completo, Kokushibo lanzó un último grito: "¡Yoriichi... vengame...!" y, en un parpadeo, su presencia se desintegró. Nadie sabía si había sido absorbido por el mismo agujero negro que había tragado a Rui Ayaki, The Collector y Senjuro, o si estaba siendo consumido por la propia dimensión.
Mientras todo esto ocurría, en la Fortaleza Castillo Infinito, Nakime, una de las demonios más poderosas y leales a Muzan, fue debilitada considerablemente. Había estado en combate con los demás, y la alianza de los cazadores y los pilares había comenzado a tomar su toll, debilitándola hasta un 50%. Nakime, quien había sido una de las principales defensoras del castillo y sus guardianes, ahora parecía más vulnerable que nunca.
La batalla en la Fortaleza Castillo Infinito continuaba, pero la atención de todos se centraba en lo que sucedía con Rui Ayaki, The Collector, y Senjuro, atrapados en el Reino Cuántico. Muzan estaba furioso, incapaz de aceptar que sus planes se habían derrumbado. Los pilares, por su parte, sentían una mezcla de preocupación y frustración, pues aún no sabían cómo salvar a los tres.
Luz, Eda Clawthorne, King, Willow, Gus, y Hooty se encontraban fuera de lugar en todo esto. La situación se había vuelto mucho más grande y peligrosa de lo que habían anticipado, y ellos mismos estaban sintiendo el peso de los sacrificios que se habían hecho. Luz estaba decidida a encontrar una forma de ayudar, pero el Reino Cuántico era un lugar donde las reglas del tiempo y el espacio no significaban nada, y no estaba segura de cómo podían acceder a él o incluso si Rui Ayaki, The Collector, y Senjuro seguirían vivos dentro de esa dimensión.
"¿Cómo los vamos a salvar?" preguntó King con un tono triste. "¿Hay alguna forma de traerlos de vuelta?"
Eda se cruzó de brazos, pensativa. "Si hay algo que he aprendido, es que siempre hay una manera de resolverlo. Solo necesitamos entender cómo funciona este lugar... y quién mejor para ayudarnos a entenderlo que esos tres."
Mientras Muzan y sus seis lunas superiores se encontraban en una furiosa batalla por el control del Castillo Infinito y la salvación de Rui Ayaki y The Collector, se formaba una alianza más inesperada. Los Pilares y los aliados de Luz ahora tenían una tarea aún más difícil por delante: enfrentarse a los horrores que les aguardaban en el Reino Cuántico, y encontrar una manera de traer de vuelta a los dos niños atrapados en esa dimensión.
La guerra no había terminado, y la lucha por el alma de Rui Ayaki y The Collector apenas comenzaba.
La situación se había tornado aún más complicada y peligrosa, pero también abrió una ventana de esperanza. Kagaka, un ser de poder que había observado los eventos desde las sombras, interrumpió el silencio con una voz grave y decidida. "No," dijo, su tono marcado por una autoridad imponente. "Rui Ayaki, The Collector, y Senjuro se sacrificaron. Sí, esto debilitó a los demonios y, sobre todo, destruyó a Kokushibo, la Primera Luna Superior. Nos dio una ventaja que debemos aprovechar, pero no podemos perder más tiempo."
El sacrificio de Rui Ayaki, The Collector, y Senjuro había alterado las fuerzas de todo el conflicto. Aunque los tres habían desaparecido en el Reino Cuántico, su acto de sacrificio no había sido en vano. Kokushibo, el más fuerte de las Lunas Superiores, había caído, debilitando enormemente a los demonios que aún quedaban. Sin su liderazgo, las demás lunas superiores como Douma, Akaza, Gyokko, y Hantengu se veían comprometidas. Pero Muzan seguía siendo una amenaza, y su influencia aún controlaba la mayor parte del caos que se desataba en el mundo.
Luz, Eda Clawthorne, King, Hooty, Willow Park, Gus Porter, y los Pilares de Demon Slayer se reunieron en un círculo, comprendiendo la magnitud de lo que acababa de ocurrir. La desaparición de Rui Ayaki, The Collector, y Senjuro había alterado el curso de la batalla. Aunque sus sacrificios habían sido dolorosos, había creado una oportunidad para que los cazadores de demonios y sus aliados pudieran finalmente enfrentar a Muzan y sus demonios con más fuerza y claridad.
Giyū Tomioka, el Pilar del Agua, fue el primero en hablar. "Es cierto. Nos dieron la ventaja que necesitamos. Ahora debemos aprovecharla antes de que Muzan pueda reorganizar sus fuerzas."
Shinobu Kōchō, la Pilar del Insecto, añadió, mirando con determinación a todos los presentes: "Debemos actuar con rapidez y precisión. Kokushibo está muerto, pero Muzan sigue siendo el líder. Si queremos ganar, tenemos que centrarnos en él."
Mitsuri Kanrōji, la Pilar del Amor, sonrió levemente, aunque su expresión estaba marcada por la tristeza. "Los tres se sacrificaron por todos nosotros. Debemos asegurarnos de que su sacrificio no sea en vano. Vamos a derrotar a Muzan y sus lunas superiores."
Rengoku Kyojuro, el Pilar de la Llama, asintió con su característico ardor. "¡Sí! ¡No dejemos que sus sacrificios sean inútiles! ¡Debemos acabar con esta guerra ahora!"
Sanemi Shinazugawa, el Pilar del Viento, con su actitud impulsiva y agresiva, no pudo evitar sentirse motivado por la valentía de Rui Ayaki, The Collector, y Senjuro. "¡Vamos! ¡Si esos tres pueden sacrificarse por nosotros, nosotros podemos acabar con estos monstruos!"
Obanai Iguro, el Pilar de la Serpiente, añadió en tono serio: "Si estamos unidos, podemos derrotar a Muzan. Aprovechemos nuestra ventaja, pero no cometamos el error de subestimarlo."
Tengen Uzui, el Pilar del Sonido, chocó sus manos con entusiasmo. "¡Eso es! ¡Vamos a darle el golpe final a estos demonios! ¡Es hora de acabar con esto!"
Gyomei Himejima, el Pilar de la Roca, de una manera más tranquila pero con firmeza, dijo: "El sacrificio de Rui Ayaki y los demás no debe ser olvidado. Esto es por ellos."
Muichirō Tokito, el Pilar de la Niebla, mantuvo su usual serenidad, pero se notaba la tensión en su rostro. "No perdamos el tiempo. ¡Actuemos ahora!"
Muzan seguía siendo la mayor amenaza, pero el sacrificio de Rui Ayaki, The Collector, y Senjuro les había dado una ventaja significativa. A pesar de la gravedad de la situación, los héroes sabían que no podían permitirse descansar. Muzan había perdido su más temido líder, Kokushibo, y las Lunas Superiores se encontraban débiles y desorganizadas. Kagaka y los demás sabían que el tiempo se les agotaba y que el enfrentamiento final estaba cerca.
Mientras tanto, en el Reino Cuántico, la presencia de Rui Ayaki, The Collector, y Senjuro aún flotaba en esa dimensión paralela. Aunque físicamente desaparecidos, sus recuerdos, sus sacrificios y su poder seguían marcando la batalla en el mundo real. La historia de su valentía se convertiría en leyenda.
Finalmente, Luz, Eda, King, y sus amigos, junto con los Pilares de Demon Slayer, comenzaron a preparar su ataque final. Muzan no sabía lo que les esperaba. La combinación de la magia, el poder de los cazadores de demonios y la determinación de sus aliados les daba una posibilidad real de ganar. Pero sabían que el desafío no sería fácil, y que todavía quedaban muchos sacrificios por hacer.
El destino de Rui Ayaki, The Collector, y Senjuro estaría entrelazado con el de todos ellos, y sus sacrificios serían honrados en la lucha contra la oscuridad que se cernía sobre el mundo.
FIN
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