Magical Girl

Me convertí en una chica mágica...

Si, de esas que salvan el día con poderes basados en la esperanza de la gente y el poder de la amistad. "Kira Kira~" Suena la canción de entrada mientras derrotó a un oso gigante que planea hacer infelices a todas las personas de Glitch City, lo derrotó con mi 'Pure Angel Beam' y después me dirijo a cenar con mi familia mientras suena la canción del ending.

—Como si esas cosas pasaran. —Rio un poco después de lo que dije y le doy un sorbo a mi café.

En un almacén cerca del puerto de Veracruz se trafican distintas drogas y armas, las cuales son escondidas en barcos y se dirigen a distintos puntos del mundo. Yo, Nerve Ángel, y mis compañeras fuimos enviadas a investigar la zona, a base de que los infiltrados en el cartel dieron información sobre una entrega masiva de armas y drogas que partirá a Estados Unidos y Canadá.

—¿Hablando sola de nuevo, Ángel? —Slayer Kitty me dirige la palabra.

—¿Con quién más hablaría? Contigo no.

—Jaja, tan graciosa como siempre.

Arriba del techo de un motel de cuarta, ambas estamos vigilando una avenida que dirige a la zona de almacenes. Son la una de la mañana y a pesar de que a las chicas mágicas no les da sueño, es cansado esperar un vehículo 'sospechoso'.

—Ya me aburrí —comentó—... ¿No hay nada nuevo de las demás?

—EX-plosion y Setenta y cuatro no han enviado nada.

—Así que seguiremos un rato aquí, ¿Eh?

—Si, creo que así será. Por lo mientras, ¿Me das un poco de tu café?

—¿Hmm? Ah sí, no hay problema.

Le doy mi envase de café y ella toma un sorbo.

—¡Puaj, demasiada azúcar!

—¿Eh? ¿En serio? Es lo que le pongo normalmente.

Kitty me devuelve mi café con una cara de asco, ¿Tan dulce es mi café?

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En algún lugar de la CDMX.

—¿De verdad está bien que las hayamos mandado a Veracruz? —ella le preguntó a la persona que estaba en la misma oficina que ella, no despegó los ojos del monitor que ella tenía enfrente.

—¿Por qué no estaría bien? Son caza recompensas, perros del dinero que harán cualquier trabajo por nuestro gobierno. —replica la persona al lado de la chica, un señor de un metro ochenta, tez blanca y una barba de nieve.

—Aun así, creo que debimos decirles todo al respecto.

—Si se los hubiéramos dicho ellas hubieran rechazado hacer el trabajo.

—Y tenían derecho a eso.

—Tu no lo entiendes, Lanny. —el señor se estaba enfadando.

—Entonces explíqueme, ¿Por qué debemos ocultarles información a las chicas mágicas?

El señor no responde, en vez de eso se retira de la habitación. Se escucha la máquina de café encenderse, un tiempo después el sonido de muebles abriéndose, unos golpes con una cuchara a una taza y finalmente el señor regresa.

—¿Recuerdas el meteorito de hace cinco años? —pregunta el señor.

—Si, lo recuerdo bien. ¿Por qué la pregunta?

—Fue donde descubrimos la existencia de las chicas mágicas.

—Claro, Gold y White salvaron la tierra.

—Fue un milagro, el meteorito era de una envergadura mayor al que se estrelló en Yucatán hace sesenta y cinco millones de años. Las chicas mágicas en ese tiempo solo eran dos, Gold y White, pero desde esa época los reclutadores mágicos pensaron que era buena idea el tener más chicas mágicas.

—Y es así, ¿No?, la tasa de crímenes ha bajado y han sido ayuda en catástrofes naturales.

El señor toma un sorbo de su café y da un lento suspiro.

—El problema con las chicas mágicas —el señor continúa— es que se han multiplicado. Sería algo positivo si todas tuvieran las ganas de ayudar a la gente, si todas tuvieran el ideal de la justicia.

—Creo que ya se por donde va. — comenta Lanny.

—Así como hay heroínas como Gold, hay villanas como Cyaegha. En la última junta que se tuvo con el presidente, se dio la orden de reducir los números de las chicas mágicas.

—¿Pero eso no llevaría a que la tasa de crímenes aumentará? ¿Cuántas cosas negativas sucederían con eso?

—Lanny no entiendes, nuestro plan no es terminar con las chicas mágicas, es contar con las chicas mágicas suficientes. No necesitamos un centenar de ellas si solo treinta están dispuestas a ayudar después de un terremoto, ¿Por qué debemos pagarle a una chica mágica que solo se queda sentada arriba de un edificio? Es lo mismo que un político de cuarta. Se trata de hacer que las chicas mágicas se destruyan entre ellas, las que son buenas atrapen a las malas y que estas maten a las que no tienen lo necesario.

—¡Eso es cruel! ¡¿Qué el gobierno no tiene humanidad?!

—Claro que tiene humanidad, pero le temen a un golpe de estado por parte de varias chicas mágicas, lo que puede suceder si no se controla el número de estas.

—Por eso ahora hay más misiones para chicas mágicas.

—En efecto.

—Y, ¿Por qué no solo se prohibió el incremento de chicas mágicas?

—Porque la televisión las ha puesto como heroínas puras y bellas, quitarlas de golpe haría que el proletariado haga revueltas en contra del gobierno —el señor toma otro sorbo de su café—. Hay que reducir el número de chicas mágicas de manera discreta.

Lanny revisa el monitor que tenía enfrente suyo, a pesar que lo ha revisado varias veces ya. Nombres como Nerve Angel, EX-plosion, Setenta y cuatro, Slayer Kitty, Cyaegha y Punk Ray aparecían en el monitor.

—Ellas tienen menos de un año en esto, llevarlas con Cyaegha es llevarlas a su muerte.

—Si logran sobrevivir será evidente que son chicas mágicas útiles para la sociedad. Si llegan a morir solo nos desharemos de otras chicas mágicas que vagaban por ahí, de un posible peligro más.

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Son las dos de la mañana, me termine mi café y aun sigo sentada junto a Slayer.

—Oh —Slayer saca su celular mágico después de que este diera un zumbido—, es EX.

—¿Qué te mandó?

—Encontraron una urvan blanca dirigiéndose a la zona de almacenes.

—¿A las dos de la mañana? Es nuestro objetivo.

—Si, hay que reunirnos con EX y Setenta.

Slayer se coloca su escudo pequeño, yo invoco mi escudo hexagonal de hielo.

—¿Lista? —le pregunto a Slayer.

—Lista. —Un pulgar arriba por parte de Slayer y nos vamos de techo en techo en dirección a la ubicación de las demás.

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