La estrella

938 palabras.

Cuenta una antigua leyenda, que antes de que el hombre empezase siquiera a hablar y caminar, sucedió algo que aún hoy en día seguimos sin poder imaginar del todo.

En esa época tan antigua los hombres no tenían ojos, no podían ver oír ni sentir. Y en realidad fue mejor para ellos, pues nadie sabe que hubieran pensado si hubieran vieron una bola de fuego cruzando el cielo por encima de sus cabezas.

La enorme esfera fogosa cayó en tierra, en el centro de un hermoso bosque que calcinó hasta la raíz. Más casi todo el fuego se apagò instantes después. Nada demostraba que todo ese terreno hubiera estado cubierto por llamas segundos antes, excepto las abundantes hectáreas de suelo cubierto de cenizas.

Pero como ya he dicho no todas las llamas se extinguieron. Las restantes, las más calientes, se mezclaron y tomaron la forma, al principio de forma confusa y luego más clara, de una mujer.

Todo su cuerpo, incluso su vestido, estaban hechos de llamas puras, que serían ardiendo incandescentes. Ella era el ser que había caído del cielo. Ella era una estrella.

De entre todos los luceros que adornaban el cielo, ella había sido siempre la más curiosa de entre sus hermanas. Había pasado eones,  milenios, observando ese pequeño mundo que crecía bajo sus pies. Ese día, se había acercado tanto que no pudo evitar caer dentro. Y ahora no sabía cómo volver a casa.

La estrella, joven y curiosa, decidió explorar a fondo el mundo que tanto había amado de lejos. Y en su marcha encontró ciertas estructuras extrañas.

Parecian esculturas hechas de barro, con forma humana. Eran eso exactamente, humanos. Aunque la joven estrella no lo supiera, aquellas eran las "plantillas" que había dejado el creador del mundo, pero no las había llegado a terminar. Los humanos entonces no existían como tales.

A ella le parecieron vellísimas. Estaba fascinada por sus facciones finamente talladas y sus cuerpos elegantes. En su ignorancia, el joven lucero no pudo evitar rozar con sus manos la cara de una de las estatuas, la que más la hechizaba. Entonces ocurrió el milagro.

En el lugar donde los ardientes dedos de la estrella rozaron la estatua, esta se tornó de un precioso color rosado, que se fué extendiendo por toda la superficie. Y el ser humano despertó.

En poco tiempo la estrella dió vida a cientos de humanos, pero siempre tuvo cierto apego con aquel hombre que había sido el primero. Con ese, y con algunos más, trabó lo que se podría considerar una bonita amistad. Esos humanos crearon la música, el arte y la danza, y enseñaron a la estrella una realidad que jamás había conocido. Con ellos bailaba, reía, y vivía tan intensamente como podía.

Más ella no era como los demás. Ella era una estrella, y sus efectos comenzaron a notarse pronto.

El efecto más notable era que no podía tocar a sus amigos. Una ved le había insuflado la vida, la estrella no podía tocar a ningún humano de nuevo, pues le producía quemaduras.

A sus amigos este hecho no les importaba. Se sentían agradecidos de su compañía, y aguantaban el enorme calor que ella emanaba porque la querían y querían disfrutar de la vida con ella.

Pero la joven estrella se sentía culpable. Sabía que en el fondo les hacía daño, y mucho. Aquel hombre, el primero, tenia todo el brazo cubierto de unas ampollas graves que parecían no sanar, solo por intentar cogerla de la mano.

Ese calor extremo podría haberlo matado y la estrella lo sabia. Pero en el fondo ella no podía alejarse de aquel mundo que había convertido en su hogar. A parte del hecho de que no contaba con la fuerza suficiente para volver al cielo, había descubierto una cosa con la que no había contado al principio. Cada vez que entregaba vida, parte de su ser era transferido con ella. En otras palabras, los humanos eran parte de ella. Y se la estrella se separaba de esos retazos de su esencia, moriría.

Ese era el gran dilema al que estuvo enfrentándose la estrella. Quedarse y matar o marcharse y morir. Mientras se lo pensaba, decidió quedarse lo más quieta posible. Y entonces ocurrió el segundo milagro. Su fuego se extinguió.

Al ser pura llama, necesitaba constantemente combustible para quemar y mantenerse. Pero al quedarse estática, su fuego no tenía nada que consumir, y la estrella poco a poco fué convirtiéndose en humo.

Cuando se dió cuenta, corrió a dirigirse hacia sus amigos, para abrazarlos de una vez por todas. Pero en eso estaba equivocada

El humo no podía abrazar.

Por no poder, el humo no podía ni siquiera tocar, besar o hablar. Tampoco podía ser visto ni sentido.
No conseguir que sus amigos se diesen cuenta si quiera de su presencia. Y entonces comprendió que el destino había elejido por ella.

De esa manera ningún ser podía ser molestado o perjudicado por su presencia, ella podía acercarse a cualquier ser humano y tampoco moriría. Era cierto que ahora no podría escuchar música, ni bailar, ni reír junto con sus amigos. Esos tiempos nunca volverían, y ella sentiría una ausencia y una soledad incalculables. Pero sus amigos se mantenían a salvo... Y eso le bastó.

Cuenta la leyenda que aquella estrella sigue entre nosotros, flotando, convertida en humo. Cuida de los humanos, pues todos somos descendientes de sus amigos, pero siempre en la distancia, pues ese es el papel que la vida le ha asignado. Añorando los días que fué feliz, y protegiendonos a nosotros. Los seres a quien debe su felicidad.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top