Arisu

[Pedido anónimo; Serie Cry Baby II]

[Advertencia: +18]

Training Wheels—; Melanie Martinez

Alex tenía 18 años y asistía a una universidad privada de prestigio donde estudiaba administración debido a una beca ofrecida por el deporte que practicaba, voleibol. Entrenaba lunes, miércoles y viernes en el complejo deportivo que se encontraba dentro de la misma universidad, y los miércoles coincidía con el equipo varonil de basquetbol; ellos llegaban media hora más temprano. Debido al tiempo gastado usualmente en las tareas que la escuela le dejaba, y el deporte también, se había alejado considerablemente de Karube, Chota, sus amigos de la preparatoria, lo cual lamentaba bastante.

Aún así, Arisu, su otro amigo, iba a buscarla constantemente y usaban la ruta para llegar a casa que tardaba más tiempo. Les gustaba ponerse al día y quejarse continuamente de sus vidas, escuchar que el otro se compadecía también y entonces reír antes de despedirse y prometer volver a verse al día siguiente. Alice disfrutaba escuchar que ningún chico de su nueva universidad le parecía atractivo, porque el derroche de dinero que demostraban usualmente venía acompañado de su falta de cerebro.

—¿Qué llevas ahí? —le preguntó Alex a Alice cuando miró que abrió su mochila al observar sus rodillas raspadas.

—Curitas—le dijo mientras la ayudaba a sentarse y se ponía de rodillas para sacar una, quitarle el pegamento y entonces colocarla cuidadosamente en la pierna de la chica. Era un curita de Sesame Street, de Big Bird—. Las llevo siempre ahora que entrenas diariamente, para cuando tus rodillas se lastimen.

Arisu estaba enamorado de Alex, pero temía decírselo.

Aquello había ocasionado muchas peleas por parte de sus otros amigos, que le insistían constantemente que le dijera la verdad a su amiga. Confiaban ciegamente en que ella le correspondía de igual forma, lo veían en el brillo de los ojos de ambos.

Entonces un día planearon lograr que ambos se unieran. Se reunirían en el centro de Shibuya una vez que Alex saliera de su entrenamiento y entonces, directamente, los confrontarían al respecto.

No era el mejor plan, pero por lo menos intentaban ayudar.

Aquel plan había terminado peor de lo que imaginaban, porque terminaron en Borderland. Afortunadamente, tenían un equipo maravilla. Arisu controlaba perfectamente sus habilidades en los videojuegos como para hacerse ideas de cómo lograr avanzar en los niveles de Borderland, sobreviviendo y llevando a sus amigos consigo.

A veces tenía crisis, y en ese momento Alex entraba al rescate.

Y debió amarla aún más, y besar su cerebro, cuando Alex se percató que las armas en aquel juego de corazones estaban destinadas a ayudarlos a quitarse el collar, pero se necesitaban que exactamente todas las personas lo hicieran al mismo tiempo cuando la que lo usaba era el lobo. Hubieran muerto de no ser porque se detuvo en el árbol de en medio, obligando a todos a que siguieran sus instrucciones y logró salvar las vidas de sus amigos.

En medio de la euforia del momento, una vez que celebraran el estar vivos, Arisu le plantó a Alex un beso que la dejó sin respiración. Por un microsegundo pensó que ella lo abofetearía, pero después tomó sus mejillas y las unió nuevamente.

Alex le correspondía de igual forma.

Eventualmente llegaron a La Playa después de haber sido "lobos solitarios", por recomendaciones de personas en el juego. Iban a los juegos juntos cada que podían. Karube y Chota asistían a las fiestas diurnas que se llevaban a cabo, mientras que Alex y Arisu mantenían un perfil muchísimo más bajo.

Disfrutaban mantener su tiempo libro juntos.

—Te amo completamente, amo todo lo que haces—dijo Alice descansando en el pecho de su novia, recostado en la cama de la habitación que compartían en La Playa—, hasta cuando me llamas tonto por la estúpida mierda que hago, o lo que digo.

Alex sonrió levemente, se agachó y dejó un beso en la nariz de Arisu, quien a su vez subió y le plantó un casto beso en los labios.

—Marcaste positivamente mi vida, contigo me siento en casa siempre, incluso en estas situaciones—le dijo la joven—. Yo también te amo.

—No de la misma forma, puedo decir—confesó Arisu. Alex lo miró sorprendida—. Incluso le ponía pausa a mis juegos para contestarte

—No es como si estuviera pidiéndote ser tu esposa—se burló, y Arisu la abrazó más fuerte, escondiendo su cara en su cuello.

—¿Se me está saliendo todo de una forma cursi, no es así?

Alex asintió cuando Alice se separó para verla directamente a la cara.

—Quiero hacerte mía, pero es duro de decir.

—En este mundo y el nuestro soy tuya, Arisu—le respondió Alex.

Arisu se acercó a su rostro, podían sentir sus narices rosándose y las mariposas en el estómago de ambos, y antes de unir sus labios, susurró:

—Yo siempre te he pertenecido.

El beso poco a poco se fue intensificando. Ambos estaban bastante nerviosos, pero lo disipaban mutuamente. Estaban seguros de que querían perder la virginidad de esa manera, aunque torpe, con la persona que amaban. El brazo de Arisu tomó la cintura de Alex y prontamente buscó tocar también con sus fríos dedos su espalda, la cual arqueó al contacto.

Ella se sentó y se quitó la camiseta con lentitud, aunque completamente ruborizada. Arisu hizo lo mismo con la suya, luego le dio un beso que fue descendiendo lentamente hasta sus pechos, ya con pequeños jadeos de por medio, mientras él marcaba el contorno de estos y le recordaba lo hermosa que era para él. Entonces Alex le guio las manos hasta el nudo del traje de baño y le ayudó a quitárselo.

Arisu continuo con su trabajo, recostando a la joven lentamente en la cama. Alex comenzó a juguetear con el cordón del traje de baño del chico hasta que finalmente, ayudada con su mano, pudo liberar al miembro de Alice y comenzar a estimularlo lentamente.

Entonces Alex dejó de ser la única que hacía sonidos en la habitación, y aquello le hizo recobrar el control un poco.

Los papeles se invirtieron, y antes de que ella bajara la cara para hacerle una felación a su novio, él subió su rostro dándole un beso que profundizó lo más que pudo. Alex se ayudó de sus manos, completamente inexpertas, antes de besar el glande y comenzar la tarea de darle placer a Arisu. Recordó las conversaciones que había tenido con sus amigas, aquellas que le dijeron que a los hombres los ponía que ellas los vieran a los ojos, y aunque tan solo la idea la hacía ruborizar, cuando sus ojos conectaron con los de Arisu supo que había valido la pena.

Le amaba bastante.

Arisu tomó su mentón después de un tiempo, guiándola a su rostro para darle otro beso que fue bajando, invirtiendo los papeles nuevamente. Cuando llegó al short de la joven, esta la ayudó a bajarlo.

Entonces solo quedaba el bikini, Arisu tomó ambos listones y los quitó, arrojando la prenda al otro lado de la cama.

—¿Puedo? —preguntó, y recibió un asentimiento de cabeza en respuesta.

Primero pasó un dedo entre los pliegues, después su cara tomó posesión de aquella zona erógena. Alice escuchaba atentamente en dónde su novia gemía con más fuerza, y se entretenía en esa zona constantemente. También estaba atento a sus expresiones faciales cuando introdujo el primer dedo, por temor a lastimarla, y se relajó cuando ella le pidió que continuara.

Su lengua jugueteaba con el clítoris mientras sus dedos se encargaban de llenarla de placer, supo que ella estaba por llegar cuando su espalda se arqueó nuevamente y ella pronunció su nombre. Entonces se sintió completamente pleno cuando le regaló un orgasmo.

Alex se recompuso de aquella hermosa sensación. Sus mejillas, sonrosadas y pequeñas gotas de sudor surcando su frente hicieron que Arisu se planteara que jamás había visto a su novia con tanta belleza. Sus labios se unieron una vez más, y después otra.

Arisu rosó su miembro en la entrada de Alex, dando leves caricias con esta arrancando gemidos de su garganta. Ambos eran un cúmulo de nervios, pero ahí, cuando Alice volvió a preguntarle si estaba segura y a pedir su permiso, ella le hizo saber que era suya completamente.

Entró lentamente, se sentía muy húmeda. Le susurró en el oído que se relajara. Alex cerró los ojos levemente, no se lo dijo, pero le había dolido un poco. Arisu llenó de besos su cara y le dijo que respirara. Cuando se reincorporó, y Arisu se detuvo, le pidió que continuara.

Él comenzó a moverse lentamente, en un vaivén casi tortuoso a su manera. No quería lastimarla, y no fue sino cuando ella le pidió que fuera más rápido, que él obedeció completamente. La respiración entrecortada de ambos por el placer que estaban experimentando se mezcló con los gemidos de aquella habitación.

Arisu llegó al orgasmo, salió de Alex para poder eyacular por fuera de su cuerpo. Una vez se recompuso, siguió en su tarea de estimular a su novia hasta que ella también llegó por segunda ocasión en la noche.

Ambos cayeron rendidos. Arisu tomó de la mesita de noche papel y comenzó a limpiar el desastre un poco, lo suficiente para que pudiesen dormir cómodos. Abrazó a Alex acunándola en su pecho, recordándole en todo momento lo especial que era, lo hermosa que se veía y lo bien que lo había hecho sentir. Se cubrieron con una manta. Los mimos en el cabello continuaron hasta que él estuvo seguro que ella estaba dormida, y entonces apagó la luz de la lampara y pudo cerrar los ojos en completa calma.

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