una razón para seguir.

¿Vale la pena vivir?

Era una pregunta que Zaphiri se hacía desde los cinco años.

¿Valía la pena que él siguiera viviendo?

****

Desde que tiene uso de razón...¡La vida a sido un mierda!

Fue un hijo no deseado, en una familia con una madre prostituta y un padre drogadicto, viviendo en la parte más baja de la ciudad, llena de robos, asesinatos, drogas.

El recuerdo de sus padres son solo golpes e insultos, el niño era tratado peor que un perro, si le permitían comer era por lastima y solo las sobras, no tenía amigos, hermanos, nada...¡Estaba solo!

Y para acabarlo...

Ahora con diez años....

Está mierda de vida....

Se puso peor.

¿Que sucedió?

Pues resulta que a final las películas si tenían razón, por increíble que parezca un apocalipsis se desató debido a un virus, los malditos zombies ahora dominaban el mundo.

***//)

¡Tsk! ¡Mierda! Hay muchos.

Pasaban de las dos de la mañana, un niño se desplazaba entre los autos, escondido bajo estos para evitar a esas plagas, tenía la intención de llegar centro y conseguir algo de alimentó, algunas medicinas y regresar a su "hogar".

A lo lejos se escuchaban explosiones y se podía ver algunos edificios en llamas, solo dos meses y el mundo se fue a la mierda.

¡Ahora!

Zaphiri entro corriendo, la puerta estaba rota y no había ningún zombie a la vista.

El lugar estaba en silencio, la poca luz que entraba del techo era blanca y opaca, los locales estaban en ruina, estantes tirados, las escaleras eléctricas destruidas y absolutamente nadie.

Zaphiri avanzo con cautela, pese a no oír nada no quiere decir que no hubiera alguien ahí, con cuidado saco la barra de metal que guardaba en la mochila, está le había salvado una gran cantidad de veces, no usaría una lámpara ya qué esas cosas eran atraídas por la luz, pero eso no era problema, sus ojos estaban acostumbrados a la obscuridad.

En el primer piso no había nada importante y estaba completamente saqueado, por lo que era mejor seguir.

¡Brommm!

El cielo se iluminó con un trueno, parece que pronto lloverá, esto alertó al chiquillo que apresuró el paso, tenía que salir de ahí cuanto antes.

****///

Cuando todo inicio Zaphiri fue testigo del infierno.

Su pequeño barrio fue atacado en la noche, se encontraba dormido en su viejo catre, tapado con una manta que olía a suciedad, con su estómago rugiendo y un fuerte dolor en las costillas.

Lo primero que escucho fue un disparo, esto no le asusto ya que era algo común, como también lo eran los gritos, pero...estos no pasaban, los disparos aumentaban así como los gritos, ahora acompañados de maldiciones, golpes fuertes y... explosiones. Aterrado Zaphiri se levantó de golpe, frente a su pequeña ventana se veía como el edificio de enfrente empezaba a arder y....

¡Portazo!

El grito de su madre lo alertó, seguido por un disparo y maldiciones de su padre, con temor se paró corriendo, abrió la puerta y miro aterrado a un enorme sujeto, sin un brazo, bañado en sangré, sus ojos eran blancos y una extraña espuma grisácea salía de su boca, su padre le disparó una gran cantidad de veces a esa cosa pero este no caía, el "hombre" se movía tambaleándose pero a una velocidad considerable, estiró su brazo y sujeto a su madre del cabello para después morder su cuello y arrancar la garganta, ambos cayeron al suelo, el zombi comenzó a devorarla, su padre grito asustado y salió corriendo de ahí, aprovechando la oportunidad, poco le importo dejar a Zaphiri solo.

Una gran parte de él quería correr y ayudarla, pero el grito de su padre lo alertó, corrió a la entrada solo para ver más de esas cosas en el pasillo, dos de ellos sujetaban a su viejo y uno le abrió el estómago, contrario a todo pronóstico estos zombies no comían cerebro solamente, la carne era más jugosa.

Zaphiri paso corriendo junto a ellos, por fortuna era rápido, intento buscar ayuda pero nadie se la brindo, todos estaban ocupados luchando por su vida, al bajar al primer piso dos de esas cosas intentaron atraparlo, esquivo a la primera empujándola al viejo ascensor que no servía pero siempre mantenía esas puertas abiertas, el moustro cayó en el agujero, el segundo se abalanzó sobre el, logro esquivarlo por los pelos pero termino resbalando, al levantarse tomo una barra de metal que estaba tirada, era una anciana, una vieja de 1.60 con cuerpo delgado ¿de dónde saco la fuerza? No lo sabe, posiblemente su instinto de supervivencia, apretó con fuerza la barra y cuando esa mujer se lanzo contra él, Zaphiri giró evitando sus manos y le dió un fuerte golpe en la cabeza, la barra rompió parte del cráneo, la mujer cayó al piso y una gran cantidad de "sangre" grisácea acompañada de unos gusanos extraños comenzaron a brotar, la vieja intento pararse pero Zaphiri no la dejo, le golpeó una y otra vez hasta que el cráneo se partió a la mitad, cuando dejo de moverse Zaphiri paro, temblaba, sentía una gran presión en el pecho y un agujero en el estómago, sus ojos picaban por las inmensas ganas de llorar, pero no lo hizo, no tenía tiempo, gritos y aullidos se escuchaban cerca por lo que se apresuró a escapar, logro salir del edificio de milagro, afuera era todo un pandemonium, con mucho trabajo logro huir, corrio tanto como sus piernas lo permitieron, adentrándose en la fría noche y lo que sería su nueva vida.

****

Una buena cantidad de zombies estaban en el segundo y tercer piso, hasta el momento solo había encontrado un par de latas de conserva y una botella de agua, también corrió con suerte y en una tienda de ropa logro cambiar todo su atuendo, con esa chamarra no pasaría frío esta noche.

Pasaba por una intersección entre una farmacia y una peluquería, habría seguido de largo de no ser por un par de luces, alguien estaba ahí.

Dentro de la farmacia dos mujeres buscaban provisiones, una de ellas era joven y hermosa, con un largo cabello negro y labios tan rojos cual rubí, se veía alterada, no dejaba de apresurar a su acompañante una pobre anciana que cargaba a un bebé de cinco meses.

Rápido, tenemos que irnos antes de que esas cosas aparezcan.

Espera Garnet, aún no encuentro la leche de Krest y mi medicina para la presión.

La dama chasqueo la lengua, molesta por la respuesta.

Habían salido de su refugio esa noche porque su molesto hijo no dejaba de llorar ya que tenía hambre, para su suerte ella no podía amamantarlo ya que no producía leche, sus senos se secaron debido a la gran cantidad de operaciones que se hizo para tener su cuerpo perfecto, claro que estás se perdieron tras haber dado a luz hace cinco meses.

Maldita sea, no entiendo porque tuve que venir.

Su madre le miro con desaprobación, su hija era tan cruel, jamás se preocupaba por nadie salvó ella misma, ni la maternidad había ablandado su frío corazón.

La vieja continuo buscando la leche para su nieto y su medicina, debido a la situación actual en ocasiones la presión se le dispara y le produce mucho dolor.

La farmacia estaba casi vacía, pero logro encontrar dos latas de fórmula en un estante así como un paquete de pañales y un biberón, no tardó en meterlos en su pequeña pañalera azul, ahora sólo su medicina y listo.

Por su parte Garnet caminaba entre los estantes mirando sin intereses, no le gustaba salir de la seguridad de su casa, iluminaba los estantes cuando de imprevisto una rata paso corriendo en uno de ellos, esto la hizo gritar asustada.

¡Malditos animales! Los odio

El grito resonó haciendo eco en todo el piso, captando la atención de muchos a la redonda.

Guarda silencio, nos van a oír.

Pues apúrate anciana, odio estar aquí y...

Un fuerte estruendo se escuchó, una de esas cosas entro rápidamente a la tienda, las mujeres gritaron alarmadas, la más vieja no tardó en arrojarle una lata a la cara logrando que apartará la vista y aprovechando para escapar. Apagaron las linternas y se adentraron en los pasillos buscando ocultarse.

Garnet reprimía los llantos agudos mientras su madre la jalaba de la mano, por su parte el pequeño bebé comenzó a realizar diminutos pucheros.

No Krest, no llores.

El nene pareció entender la suplica de su abuela y apretó sus diminutos labios mientras hacía puñito sus manos.

Estaban cerca de la salida, con suerte lograrían escapar, pero el destino estaba en su contra, una rata paso corriendo bajo sus pies y Garnet soltó otro grito delatando su posición y captando la atención de otros tres zombies.

¡No!

El terror se apoderó de la mujer, así como su egoísmo y bajeza, sin dudar ni un segundo empujó a su madre e hijo  para que sirvieran como distracción mientras ella escapaba.

¡Garnet!

¡Buaaaaa!

Krest rompió en llanto ya que el golpe le había dolido, pese a que su abuela intento protegerlo, la pobre mujer se paró a trompicones y abrazo a su nieto intentando calmarlo, miro horrorizada como dos de esas cosas corrían en su dirección, los años habían pasado y sus piernas ya no eran lo mismo, corrió por el pasillo intentando alcanzar las escaleras, pero otra de esas cosas le salió de frente.

¡Noooo! ¡Alejense!

La bestia le aventó un golpe mandandola al suelo, intento arrebatar al bebé que lloraba en sus brazos pero su abuela no lo dejaría morir, con mucho trabajo  lo alejó de una patada en el rostro, lastimando su tobillo en el proceso, estaba por pararse cuando otra de esas cosas le brinco y mordió su cuello, la anciana grito de dolor, abrazo con fuerza a su pequeño nieto mientras grandes lágrimas bajaban de su rostro...era el fin.

¡Wraaaaaa!

Pero un grito de batalla se escuchó.

Zaphiri había presenciado todo oculto tras unos carteles de un restaurante, el chiquillo tenía planeado huir cuando esas cosas atacarán a la mujer pero...

Algo en su interior, no sabe que, algo le ordenó quedarse, ver cómo esa anciana hacia lo imposible por salvar al pequeño le llegó, por un momento deseo que sus padres lo hubiesen querido con la misma intensidad y...

Apretó con fuerza la barra de metal y salió corriendo de su escondite.

¡Déjalos!

El acero golpeó la cabeza del zombie partiendo a la mitad el cráneo, con sus pequeñas manos alejo el cuerpo y ayudo a la anciana a pararse, Zaphiri se colocó frente a ellos  con su "arma",  estaba asustado pero no permitiría que lastimaran al bebé.

Dicen que un animal acorralado es lo más peligroso que puede existir, sus instintos se activan al cien, la adrenalina bombea sus venas al tope y una extraña y sobrehumana fuerza los acompaña.

Otro zombie se arrojo contra él, Zaphiri lo recibió con un fuerte golpe en el brazo, después otro en el estómago, cuando cayó golpeó rápidamente su cabeza, una, otra,otra vez.

La anciana retrocedió espantada, mirando como ese niño flaco se encargaba de mantener alejadas a esas cosas, pese a su tamaño era muy ágil, esquivaba los ataques y propina los suyos en puntos clave, se nota que no era la primera vez que luchaba. La mujer se dejó caer recargandose en la pared, podía sentir como la sangre empapaba su pecho, apretó con fuerza a su nieto que lloraba mas lento, comenzaba a tranquilizarse, como si supiera que el peligro pasaría.

Fueron cuatro los zombies que cayeron bajo esa pesada barra de metal, pulverizados por un niño de 10 años, pero que ya contaba con la fuerza de un adulto y el valor de cien.

Zaphiri estaba sudando, bañado en esa extraña sangre gris, sus brazos le dolían y le estaba costando respirar, parece que al fin lograba calmarse, cuando vio que todos sus enemigos estaban muertos pudo respirar en paz, se giró a ver a la mujer y el pequeño.

¿Están bien?

...s... sí...gra...cias.

El niño se acercó despacio, estaba exhausto.

¿Cómo te llamas?

...yo...me llamo Zaphiri.

Zaphiri, que bonito nombre, yo soy Degel y este mi pequeño nieto, Krest.

Una sonrisa se formo en su rostro al ver al regordete bebé, sus grandes ojos azules le miraban con curiosidad, el nene estiró sus manitas mientras sonreía mostrando sus encías.

Es muy bonito, hola Krest.

Cuando su dedo fue sostenido por esa pequeña manita un calor recorrió su cuerpo, mientras su sonrisa aumentaba.

Pero la tierna escena fue interrumpida por los rugidos en el piso de abajo, esas cosas se estaban acercando.

Tenemos que irnos.

Zaphiri intentaba parar a la anciana pero está no podía moverse, tenía el tobillo lastimado y la herida en su cuello era letal, la mujer sabía que pronto moriría.

No...ya no puedo pararme.

Pero...esas cosas vienen y...

Con todo el dolor de su corazón Degel le extendió al bebé.

Por favor...por favor...te lo suplico, cuida a mi pequeño Krest, ahora estará solo.

Zaphiri le miro con ojos espantados.

¡Era imposible! ¡El no podía cuidarlo, es solo un niño! ¿Cómo espera que cuide a un bebé? ¡No sabe nada de bebés!

Te lo suplico Zaphiri... ayúdame.

Y pese a tener miedo, Zaphiri lo toma en brazos, no pesa mucho y es muy pequeño, lo presiona contra su pecho y el nené se acomoda mejor, apretando con su manita el cordón de la chamarra.

Yo....¡Yo voy a protegerlo! ¡Lo prometo!

Lágrimas caen por el rostro de Degel, puede ver la verdad en los ojos de ese niño, el frío poco a poco invade su cuerpo pero no tiene miedo, morirá pero sabe que su pequeño Krest estará bien y a salvó, algo en su interior le dice que Zaphiri lo mantendrá seguro, pese a ser un niño.

Gracias...cuídalo mucho...por ...

Pero ya nada sale de esos delgados y viejos labios, solo quedan un par de lágrimas que bajan por esas arrugas y caen en las manos del niño.

Zaphiri muerde su labio, la anciana a muerto, con mucho cuidado cierra sus ojos y la recuesta para que descanse, le duele el no haberla ayudado antes, haber permitido que el miedo lo invadiera esos minutos, de no haberlo hecho....ella estaría viva.

El ruido de pasos lo alerta, esas cosas se están acercando. Zaphiri toma la pañalera que había caído, necesita esas cosas para cuidar de Krest, con agilidad felina logra esconderse  ingresando por una reja levantada, avanza despacio, sin hacer ruido, puede escuchar a lo lejos que esas cosas se han encontrado con el cuerpo de Degel, puede escucharlas masticar, esto lo llena de rabia, sale por el otro lado del pasillo y avanza hasta las escaleras de incendio, baja uno a uno los escalones hasta la planta baja, ahí llega al estacionamiento.

Por fortuna el lugar está desierto está vez, los zombies que había se alejaron a perseguir a una mujer que salió corriendo de ahí, logrando atraparla antes de que abandonara el lugar.

A comenzado a llover, Zaphiri cubre al pequeño con la chamarra y corre lo más rápido que puede hasta su refugio, una pequeña tienda de juguetes abandonada, el chiquillo la había convertido en su refugio, cubrió las ventanas y puertas, arrastró unos contenedores creando una pequeña muralla a su alrededor, la única entrada era un agujero oculto por unos matorrales, no había nadie más que el ahí, todo al rededor estaba destruido.

En cuanto llego se apresuró a secar a Krest, reviso la pañalera y vio un mameluco de osito el cual le puso, el pequeño bebé se había quedado dormido en el trayecto por lo que no dió guerra.

Zaphiri le miraba dormir, tan inocente, ajeno a ese infierno, una parte de él lo envidiaba, desearía tener esa paz y....

El niño se cambió y se acostó a su lado, estaba exhausto, ni siquiera tenía hambre, mañana tendría que salir a buscar más alimentos y...

¿Vale la pena seguir?

Esa pregunta se la lleva haciendo desde pequeño

¿Vale la pena seguir luchando?

La verdad es que Zaphiri en ocasiones pensaba que no, que lo mejor era morir, suicidarse o dejarse matar por esas cosas pero ... Cada que tenía planeado rendirse, cada que enfrentaba a esos moustros, algo en su interior le gritaba que no, que no se rindiera y continuar luchando.

¡mmm!

El pequeño Krest se remueve en esa cama improvisada, hecha de tapetes de colores y peluches, un puchero comienza a formarse en su boca.

¡No llores, estoy aquí!

Zaphiri sonríe, coloca su palma en la pancita del infante que no tarda en sujetar sus dedos con la manita, el contacto parece calmarlo y nuevamente se queda dormido.

No te asustes, Yo.... ¡Yo voy a protegerte Krest!

Tal vez necesitaba un motivo para seguir adelante, para seguir luchando y está noche...¡Lo encontró!

Ahora Krest sería su motivo para seguir vivo, para pelear, para aferrarse a esta vida de porquería, Zaphiri ahora luchara no solo por él, ahora lo haría también por Krest, peleara por ese pequeño para que tuviera la oportunidad de vivir un día más.

Los dos niños se quedaron dormidos, afuera la lucha de la raza humana seguía y sera haci por mucho tiempo, pero sin importar los peligros lograrán salir adelante, Zaphiri se encargará de proteger a Krest y este llenará su vida con alegría y amor, algo hasta el momento desconocido para él.

Fin.

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Un nuevo universo pos apocalíptico.

¿Cómo le irá a estos dos en el futuro?

Algo muy difícil ya que es un niño cuidando a otro, pero Zaphiri sabes resolverlo.

Otro tipo de amor entre estos dos, un amor de hermanos.

Espero les guste ☺️

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