🤕11🤕final artenativo


Los días de incertidumbre finalmente dieron paso a un rayo de esperanza para la familia Hinata. Después del accidente de Shoyo y su tiempo en coma, los médicos informaron a [TN] y Haruto que Shoyo estaba comenzando a despertar. Sin embargo, advirtieron que la recuperación completa de su memoria podría ser complicada, dado el trauma sufrido.


Cuando [TN] y Haruto entraron en la habitación del hospital, encontraron a Shoyo con los ojos abiertos, mirando a su alrededor con una mezcla de confusión y curiosidad. El corazón de [TN] latía con fuerza mientras se acercaba a él, tomando su mano con ternura.


"Shoyo, estamos aquí," dijo [TN], con la voz llena de emoción contenida. "Soy [TN], tu esposa. Y este es Haruto, nuestro hijo."


Shoyo parpadeó, observando los rostros familiares pero con una expresión de desconcierto. "Espera... esposa? Hijo?" murmuró, tratando de procesar la información. "No entiendo... ¿qué está pasando?"


Haruto, con ojos esperanzados, se acercó. "Papá, te hemos estado esperando. ¿Recuerdas quiénes somos?"


Shoyo frunció el ceño, mirando a [TN] y Haruto con una creciente sensación de malestar. "Lo siento... no... no recuerdo nada después de la preparatoria," confesó, con una voz quebrada. "Recuerdo jugar voleibol en Karasuno, a Kageyama, a todos mis amigos, pero... no recuerdo haberme casado ni tener un hijo."


El silencio en la habitación era abrumador. [TN] sintió una punzada de dolor en el pecho, pero mantuvo la calma por el bien de su esposo y su hijo. "Está bien, Shoyo," dijo suavemente, luchando contra las lágrimas. "Has pasado por mucho. No vamos a presionarte. Lo importante es que estás aquí con nosotros."


Los días siguientes estuvieron llenos de desafíos mientras Shoyo intentaba adaptarse a la realidad de una vida que no recordaba. Se encontraba en un cuerpo de adulto con responsabilidades y relaciones que no comprendía. La brecha entre sus recuerdos de la preparatoria y su vida actual era profunda, y se sentía atrapado entre dos mundos.


En casa, [TN] y Haruto hicieron todo lo posible para ayudar a Shoyo a aclimatarse. Le mostraron fotos y videos de su vida juntos, intentaron revivir momentos importantes y le hablaron de los logros y experiencias que había tenido después de la preparatoria. Shoyo, sin embargo, seguía sintiéndose como un extraño en su propia vida, incapaz de conectar con los recuerdos que no existían para él.


Una tarde, mientras revisaban un álbum de fotos, Shoyo se detuvo en una imagen de él y [TN] el día de su boda. Miró la foto con una mezcla de asombro y tristeza. "Esto parece una historia de otra persona," dijo con voz apagada. "No puedo creer que haya pasado todo esto y no lo recuerde."


[TN] puso una mano reconfortante sobre la suya. "Puede que no recuerdes todos los detalles, pero esas experiencias siguen siendo parte de ti. Estamos aquí para ayudarte a reconstruir esas memorias, o al menos, a crear nuevas."


Haruto, que había estado observando en silencio, se acercó a su padre. "Papá, aunque no recuerdes todo, sigues siendo nuestro héroe. Siempre has sido fuerte y nos has enseñado a nunca rendirnos. Podemos hacer esto juntos."


Las palabras de Haruto resonaron en el corazón de Shoyo. Aunque la situación era desalentadora, la calidez y el amor de su familia le daban fuerzas para seguir adelante. Decidió enfrentar este nuevo desafío con la misma determinación que había tenido en la preparatoria, cuando se había esforzado al máximo en cada partido de voleibol.


A medida que pasaban las semanas, Shoyo comenzó a aceptar su nueva realidad. Aunque los recuerdos de su vida adulta seguían siendo esquivos, abrazó la oportunidad de redescubrirse a sí mismo. Comenzó a volver a conectarse con sus antiguos compañeros de equipo y amigos, quienes compartieron historias y experiencias que le ayudaron a llenar algunos de los vacíos.


La familia también encontró maneras de conectarse con él a través de actividades cotidianas. Volvieron a ver los partidos de voleibol de su juventud, [TN] y Shoyo comenzaron a salir a caminar juntos, redescubriendo su amor, y Haruto aprovechó cada oportunidad para jugar con su padre y mostrarle lo que había aprendido de él.


Poco a poco, aunque Shoyo no recuperó todos sus recuerdos, comenzó a sentirse más en casa en su vida actual. Aceptó que, aunque no podía recordar el pasado, podía crear nuevos recuerdos y experiencias con su familia. Su amor por el voleibol, aunque anclado en los días de la preparatoria, se renovó, y encontró alegría en entrenar con Haruto y compartir su pasión por el deporte.


El camino hacia la recuperación total de la memoria de Shoyo siguió siendo incierto. Sin embargo, la familia Hinata encontró una nueva normalidad, una en la que el amor, la paciencia y la resiliencia se convirtieron en los pilares de su vida cotidiana. Juntos, enfrentaron los desafíos con el mismo espíritu indomable que había caracterizado a Shoyo durante sus años de juventud en Karasuno.


A medida que avanzaban, Shoyo aprendió a vivir en el presente, apreciando cada momento con su familia y abrazando el futuro con esperanza. Aunque su memoria de los años pasados permanecía fragmentada, la conexión con su familia y su amor por el voleibol lo ayudaron a encontrar su camino en este nuevo capítulo de su vida.

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