🤕10🤕ultima parte
Los días pasaron con agonizante lentitud para la familia Hinata. [TN] y Haruto mantenían su vigilia constante en el hospital, visitando a Shoyo a diario, hablando con él y esperando el milagro de su despertar. Aunque la esperanza seguía viva en sus corazones, la situación seguía siendo crítica.
Cada día, [TN] y Haruto se aferraban a los momentos de tranquilidad en la habitación de hospital, compartiendo historias, hablando sobre los planes para el futuro y recordando los momentos felices que habían vivido juntos como familia. La preocupación y el miedo seguían presentes, pero se esforzaban por mantener un semblante optimista por el bien de Shoyo.
Sin embargo, a medida que pasaron los días, los médicos comenzaron a ser más reservados. Las señales de mejora eran mínimas, y las noticias se volvían cada vez más desalentadoras. [TN] y Haruto notaron que la condición de Shoyo se estaba deteriorando.
Una tarde, mientras el sol comenzaba a ponerse, el Dr. Tanaka se acercó a [TN] y Haruto con una expresión grave. "Necesito hablar con ustedes," dijo con tono solemne. "La condición de Shoyo ha empeorado. Hemos hecho todo lo posible, pero la situación es crítica."
[TN] sintió un nudo en el estómago, sabiendo que el momento que temía podría estar cerca. "¿Qué quiere decir exactamente?"
"Estamos enfrentando una situación en la que es muy poco probable que Shoyo despierte," explicó el médico con dolor en la voz. "Hemos tomado todas las medidas posibles, pero su cuerpo no está respondiendo como esperábamos."
Haruto, que había estado al lado de su madre, sintió una ola de desesperación. "¿No hay nada más que se pueda hacer?"
El médico sacudió la cabeza con tristeza. "Estamos haciendo todo lo que está en nuestras manos. Es una decisión muy difícil, pero debemos prepararnos para lo que podría ser el final."
[TN] y Haruto se miraron, sus corazones rotos por las palabras del médico. Se dirigieron a la habitación de Shoyo, donde él yacía, inmóvil en la cama. Las lágrimas comenzaron a caer libremente mientras se acercaban a él.
"[Shoyo]," susurró [TN], tomando su mano con ternura. "Te amamos tanto. Lo hemos intentado todo para que regreses a nosotros. Tu amor y tu fuerza siempre han sido nuestra guía."
Haruto, con los ojos llenos de lágrimas, se inclinó hacia su padre. "Papá, sé que no puedes escucharnos, pero siempre serás nuestro héroe. Siempre estarás en nuestros corazones. No queremos que te vayas."
El tiempo pasó lentamente mientras la familia se mantenía al lado de Shoyo, abrazándolo, hablándole y llorando en silencio. La sala se llenó de un profundo sentido de tristeza y pérdida.
Finalmente, el corazón de Shoyo dejó de latir, y los monitores se apagaron. Los médicos confirmaron la pérdida, y el dolor en el corazón de [TN] y Haruto se volvió indescriptible. La realidad de la pérdida se asentó sobre ellos, una carga pesada e inamovible.
[TN] abrazó a Haruto, ambos derrumbados por la tristeza. "Lo siento tanto, Haruto. No sé cómo seguir sin él."
Haruto se aferró a su madre, llorando sin cesar. "Papá era todo para nosotros. No sé cómo vamos a vivir sin él."
[TN] lo sostuvo con firmeza, sintiendo el dolor compartido. "Vamos a superar esto juntos, cariño. Aunque él ya no esté con nosotros, su amor y sus recuerdos vivirán en nuestros corazones. Siempre estaremos unidos como familia."
La noticia de la muerte de Shoyo se extendió, y la familia Hinata recibió apoyo de amigos, compañeros y miembros de la comunidad. La pérdida era devastadora, pero el amor y el apoyo que recibieron les dieron la fuerza para comenzar el proceso de duelo.
El funeral de Shoyo fue un tributo conmovedor a su vida y su legado. Sus amigos y compañeros de equipo, junto con su familia y seres queridos, se reunieron para rendir homenaje a un hombre cuya pasión y dedicación habían tocado muchas vidas. Las historias compartidas y los recuerdos celebraron su vida y su impacto en quienes lo conocieron.
A medida que el tiempo pasaba, [TN] y Haruto encontraron consuelo en los recuerdos y en el amor que Shoyo les había dejado. La ausencia de Shoyo dejó un vacío profundo en sus corazones, pero también les dejó una herencia de amor y fortaleza. Aprendieron a vivir con su memoria, a encontrar consuelo en el tiempo que compartieron y a enfrentar los desafíos con el coraje que él siempre les había enseñado.
La vida continuó, con cada día trayendo nuevos retos y momentos de reflexión. Aunque Shoyo ya no estaba físicamente presente, su espíritu seguía guiando a su familia, y su amor seguía siendo una fuente de fortaleza y consuelo en los momentos difíciles.
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