Luz de Salvación

~~Luz de Salvación~~


   Estar enamorado es quizá de las peores cosas que pudo pasar en mi vida. Ahora caigo en cuenta de que la inocencia que había en mi, tal vez ya haya desaparecido, o simplemente se me fue arrebatada.

   Tenía 13 años cuando me enamoré por primera vez, y fue como caí en las oscuras garras de la perversión. Mi hermano mayor, Ryder, quien en ese entonces tenía 18 años, fue el dueño de mi corazón a tan temprana edad, y aprovecho eso para hacer de mi vida una tormenta sin calma.

   Recuerdo a la perfección ese día en el que llegué del colegio y él estaba en casa, con su radiante sonrisa mientras preparaba mi almuerzo. Yo era feliz cada que le veía, siempre le abrazaba y él era cariñoso conmigo, sin saber que sus intenciones no eran buenas; ese día, en el que todo parecía ir con tranquilidad, tomé el coraje para confesarle lo que sentía por él, no hay cosa de la que más me arrepienta que eso. Esa tarde, mientras el sol se escondía, él entró a mi habitación y me robó mi primer beso, y me hizo lo que sólo un depravado le haría a un niño de esa edad.

   Él me violó.

   Al principió pensé que sería bueno, que él me quería, pero descubrí que el chico alegre y amable que aparentaba ser, era sólo una máscara una que escondía los deseos que tenía. Fue duro conmigo, no lo disfrute, me corrompía y no podía hacer nada para salvarme de ello, y todo por estar enamorado.

   Desde ese entonces, Ryder no dejó que ninguno de mis amigos fuese a casa, me llevaba y buscaba del colegio, me tocaba cuando quería, no me dejaba en paz. Me terminé acostumbrando a su trato, a sus peticiones, a sus caprichos, pensando que así las cosas mejorarían en cualquier momento, pero no fue así.

   En cuanto cumplí mis 15 años, él me llevó a un sitio lúgubre del que era dueño, o por lo menos así era como se veía en la oscuridad. Me comentó que ese era su ingreso diario, y que desde ahora, yo trabajaría allí; era un prostíbulo de clase, a la que señores regordetes de buen dinero iban en busca de diversión. Desde ese día, desde mi cumpleaños, estoy encerrado en quizá la mejor de las habitaciones de este lugar, usualmente amarrado a la cama, y con las cortinas cerradas.

   No esperaba que un lugar así fuese tan visitado, y menos que yo fuese el platillo especial y más caro de ahí. Porque sí, mi hermano me había puesto un precio especial, diciendo que era bueno en lo que hacía, haciendo propaganda de mi cuerpo; al poco tiempo, un sin fin de hombres entraban por la puerta y se deshacían de sus chaquetas, me miraban lascivamente y no tardaban en lanzarse sobre mi, lamiéndome o pellizcándome. Era una tortura el tener sexo con alguien a quien no amas, con alguien desconocido, alguien que te ve como un objeto.

   Gracias a ello, odio a los hombres, pero a la vez no puedo evitar enamorarme de uno, y es que siempre me han gustado, y me niego a creer que por ello todo esto me está pasando. Mi hermano, ese al que tanto amé en mi niñez, es ahora la persona a la que más odio en toda mi existencia, es la persona que me privó de terminar mis estudios, de ser un niño normal, y ahora, con 20 años, sigo sin poder salir de esta inmunda realidad.


-Espero que te haya gustado, Noah.- Mi hermano, bueno, ese tipo, entró en la habitación con un cigarrillo entre sus dedos. Su mirada lasciva estaba sobre mi, y no podía tirarle nada gracias a que mis manos estaban amarradas con cadenas.


   No respondí a su comentario, quizá por ello se molestó. Ryder, a pesar de que ya no era tan expresivo, conmigo se mostraba vulnerable y sacaba a la luz su verdadera personalidad; botó a un lado su cigarrillo y se acercó firme a mi, agarró mi quijada y me obligo a mirarle, obligándome a recibir la furia que sus ojos tenían.


-Te he dicho que detesto que me ignores- comentó con seriedad esta vez, bajando su mano hasta mi cuello para apretarlo un poco.

-Te he dicho que me vale madres...-Le devolví neutral, sin despegar mi vista ni sintiéndome intimidado por la posible fuerza que usaría contra mi cuello, cosa que hizo unos segundos después de haberme escuchado.

-Conque hoy estás alzado...- sonó una carcajada de su parte-, eso te vuelve mejor en la cama.- Concluyó ese morboso comentario y bajó su mano sobrante hacia mi entrepierna, apretando mi miembro con fuerza.


   Me obligué a callar, no dejaría que me escuchara, y mi garganta dolía como mil demonios tras un día tan pesado como hoy, todo por su maldita culpa. Nuevamente recibí su fría mirada, pero tenía ese toque de travesura que me alertaba, que me recordaba lo que posiblemente me haría, y sabía que no me iba a equivocar.

   Su mano siguió masturbando mi miembro, la mano que tenía en mi cuello se deslizo hacia mi nuca y, mientras evitaba soltar algún jadeo, él sonreía dichoso de verme temblar bajo su cuerpo. Cerré los ojos con fuerza al sentir como Ryder se me acercaba, traté de desviar mi rostro, pero me fue imposible, y fue cuando sentí como adentro uno de sus dedos a mi entrada, haciéndome estremecer.

   Noté su sonrisa cuando se acerco a mi cuello, mi piel se erizó, traté de mover mis brazos o alejarme, pero no hacía más que mover sus dedos dentro de mi. No logré contener mis jadeos, era seguro que mi labio inferior estaba sangrando tras haberlo mordido tan fuerte, pero no era fácil callar en estos momentos.


-Oh hermanito, eres mi prostituto favorito- canturreó antes de sacar sus dedos de mi entrada. Inmensas ganas de llorar me invadieron, pues tras tanto tiempo, seguía odiando que me tocara, me besara o que me marcara-. Pero necesito que estés bien para mañana, así que no te haré nada esta noche.


   Y sentí que el aire volvió a mis pulmones cuando dijo eso y se alejó de la cama. Temí por abrir los ojos, así que sólo bajé la mirada y encogí las piernas en mi sitio; en un minuto, sentí como mis manos eran liberadas, cosa que pasaba raras veces, y me apresuré a abrazarme a mi mismo en busca de protección, algo realmente inútil.


-Mañana, pequeño, serás vendido al mejor postor. Espero que te veas tan lindo como siempre, aunque sería una lastima tener que dejarte por tanto tiempo.- Sonrió dolido, una verdadera basura.


   Me retuve de decir algo, y él decidió irse, cerrando la puerta con pestillo desde afuera. En cuanto me vi nuevamente sólo, miles de lágrimas acompañaron mi desgracia mientras sobaba mis muñecas, estaban marcadas de un color rojizo, violáceo, y me dolían, pero eso no era lo único que me causaba coraje.

   Alce la mirada al bombillo de la habitación, noté por la pequeña rendija de las cortinas que era de noche, y me levanté de la cama, cayendo directo al piso por tener tanto tiempo sin ponerme en pie. Sollocé en silencio antes de reintentar ponerme en pie, esta vez me sostuve de la mesa de noche, y logré llegar lentamente al baño del cuarto para darme una buena ducha.

   Tras ello, me deshice de las sábanas de la cama y puse unas nuevas que estaban en el armario, unas limpias y con alegres colores que no me atormentaran en la noche. Aun había un par de prendas en mi closet, un pantalón holgado y una camiseta sin mangas, algo cómodo luego de tanto tiempo, era levemente relajante. Por fin una noche en la que dormiría sin interrupciones.

   Ya calmado, preparándome para lo que me esperaba, abrí las cortinas de la habitación y me encontré con las rejas que impedían mi salida, esas que terminaban de quitarme las esperanzas de conseguir una salvación. Sin embargo, la luna me regaló una sonrisa y se la devolví con nostalgia, en señal de que me protegiera esta noche; volví a la cama y me acosté, me arropé y me dispuse a dormir, tratando de olvidar los miles de problemas que tenía encima mío.


   (...)


   En cuanto me desperté, me sorprendí al ver un desayuno sobre mi mesa de noche. Tenía una pequeña carta sobre la bandeja, era de Romeo.


   "Noah, supe lo de la subasta. Come esto en cuanto despiertes, uno de los guardias me ayudó a conseguir un par, así que espero te lo comas todo y lo disfrutes.

   Att: Romeo"


   Ese chico era otro de los capturados en este lugar, es un poco menor que yo y aún no pierde la esperanza de salir de aquí. Sé que uno de los guardias trata de protegerlo de vez en cuando, pero aún así recibe "clientes"; Romeo es el único chico que considero un amigo, y sé que la nota es de él ya que nosotros dos somos los únicos que sabemos sobre lo del guardia.

   Vi el sol por la ventana, posiblemente hoy no habrían clientes pues sería la subasta, cosa que era un alivio. Comí tranquilo mientras tarareaba una canción que apenas recordaba y, al terminar, reposé cómodo sobre las almohadas, teniendo la cereza de que nadie entraría a la habitación por estar ocupados con los preparativos.


   (...)

   Pronto llegó la noche, más rápido de lo que pensé, y el miedo empezó a recorrer mi cuerpo, a darme escalofríos cada vez que escuchaba un ruido fuera de la habitación. Hacía frío, estaba entre las cobijas, cuando Ryder entró a la alcoba con una muda de ropa entre sus brazos.


-Muy lindo- sonrió al verme-, ponte esto rápido.


   Me tiró una especie de disfraz que estaba compuesto por una chaqueta y un short corto, los dos de color azul oscuro, más una cadena que no sabía para qué era. Ryder cerró la puerta y esperó a que me vistiera frente a él, cosa que no hice, por lo que me cambie rápidamente en el baño.


-Excelente- me miró lascivo, enderezándose y acercándose a mi, agarrando la cadena de camino hacia mi.


   Di un par de pasos hacia atrás, topando finalmente con la pared. Ryder, en movimientos ágiles, me colocó la cadena alrededor del cuello y terminó por amarrarla, dejándola como si fuese una cadena para perros.


-Con esto, te vez más apetecible- dijo con su mirada fija en la mía y, sin darme cuenta, me puso unas esposas, dejándome inmovilizado con ellas.


   No rechisté, pues esperaba a que no confiara en que me iba a quedar tranquilo frente a todos los espectadores. Tragué saliva en seco en cuanto se separó de mi para verme por completo, su mirada me desnudaba mientras yo moría de frío; pronto agarró mi cadena y me haló hacia la salida.


-Hora del Show.


   Me hizo caminar hacia detrás del gran telón, nunca había visto el burdel, era realmente elegante por dentro, pero por fuera de seguro no era tan llamativo. Miré desde atrás a todos los clientes, a la gente rica del lugar, no había nadie que llamase mi atención realmente, era decepcionante. Entonces, estando distraído, sentí como Ryder me inyectaba algo en la nuca, me dolió, y sin dejar que reprochara, me hizo caminar al escenario, dejándome a manos de un par de guardias para que no escapara.

   Las luces me dejaron brevemente ciego.


-Aquí, señores, está Noah. Es un chico tímido, pero bueno en la cama- comentó mientras me señalaba, y me miró. Repentinamente, mis piernas empezaron a temblar, me sentí acalorado y la chaqueta me empezó a estorbar-. Podrán tenerlo por una semana con ustedes si así desean. Comencemos con 1000$.


   Uno de los guardias me obligó a arrodillarme y a alzar la mirada, evité soltar algún sonido. Sentí entonces que me quitaron la chaqueta, la dejaron a medias en mis brazos, y noté como muchos clientes sonrieron al verme en aquella vergonzosa posición.

   Me sentía sin fuerzas, de seguro Ryder me había drogado. Ya no tenía salida; me sentía caliente, no podía evitar sentirme vulnerable y sensible, odiaba estar así, y más cuando el frío azotaba contra mi cuerpo.


-Que comience la subasta- dio inicio Ryder.


   Pronto los números fueron creciendo, cada vez los clientes se alzaban para que les vieran subastar, para no ser ignorados, ya me daba por perdido, y de seguro ya no había esperanza para mí. Sentía que iba a desfallecer, que me derrumbaría, pero los guardias mantenían mis brazos sujetos para evitar que bajara la mirada.

   Fue entonces, que de entre toda la multitud, un chico dio un paso al frente, y los demás parecieron intimidados al verle.


-30000$- dijo justamente ese chico con su semblante frío, mirándome fijamente, sin una pizca de lujuria en sus ojos. Por lo menos pasaría la semana con alguien guapo.

-Vendido a la 1...-comenzó la cuenta mi hermano, y yo rogaba porque ese chico me llevara con él. Quizá era la droga la que me hacía delirar-... a las 2... a las 3...- resonó el martillo-. Vendido al joven.


   Ese joven no dijo su nombre, dejó el dinero que traía en una bolsa y se acercó a mi.


-Quítenle las cadenas- ordenó Ryder, y los guardias me quitaron bruscamente las esposas y la cadena que llevaba en el cuello.


   El joven miró con frialdad a los guardias y con cuidado me cargo entre sus brazos. Quizá era mi oportunidad de saltar y salir corriendo, de atreverme a ser libre, pero estaba seguro que no podía ponerme en pie, y el cuerpo de ese chico era cómodo.

   Repentinamente me sentí congelado, eso quería decir que estábamos fuera del burdel, y aparentemente el chico lo notó, pues reforzó el agarré y apresuró su caminata. Oí que abrió una puerta y luego me sentó sobre una cómoda silla, posiblemente la de un carro; era una decepción que no pudiese verle con claridad.


-Por favor... No me lastimes...- Alcancé a decir, sin fuerzas suficientes para cubrirme con mis brazos.

-Tranquilo.


   Fue lo único que dijo en un tono suave y cálido, luego sentí que me arropaba con lo que parecía ser una manta. La puerta del coche se cerró y se abrió entonces la del piloto, escuché el motor ser prendido y pronto el carro empezó a rodar, quién sabe a dónde.

   La música era bonita, tenía tiempo sin escuchar música tan suave, eso me robó una pequeña sonrisa. El calor seguía apoderándose de mi cuerpo, sabía que estaba temblando y mi rostro se sentía caliente.


-Te drogaron. Tienes que aguantar un poco. Ya casi llegamos.- Comentó él brevemente. Su voz era tan alucinante, varonil, me embobaba... o era la droga, quizá.


   Sabía que el carro iba a una gran velocidad, así que posiblemente no había tráfico.

   No puedo calcular cuánto tiempo fue, pero llegamos. Apenas podía abrir los ojos, y era sólo para no perder de vista a mi comprador; él abrió la puerta del copiloto y me cargó esta vez en su espalda, escuché el Bep del carro al tener el seguro y luego, tras sentir como mi comprador caminaba un poco, entrabamos en lo que parecía un ascensor.


-¿Me podrías decir tu nombre?- Pregunté en un murmullo-. No quiero pensar en ti sólo como en mi comprador- escuché una pequeña carcajada de su parte, no parecía si quiera esforzarse en cargarme.

-Puedes llamarme Erick- dijo con tranquilidad, y las puertas del ascensor se abrieron, dejando ver un hermoso apartamento bien arreglado y con una gran vista del vecindario.


   Con rapidez, el joven me llevó a su habitación y supuse que era demasiado bueno para ser verdad. Bajé la mirada ante la idea de que este millonario iba a ser lo mismo que el resto, un chico que sólo buscaba diversión conmigo y no ayudarme. Sin embargo, al ser acostado en la cómoda cama, Erick se apresuro a traer un trapo con agua fría, y me lo puso en la frente.


-De seguro es una droga para el sexo...- comentó al acariciar mi mejilla y, antes de que le preguntara por qué estaba siendo tan lindo conmigo, me arropó con una gran sábana de tela suave y esponjosa-. Esto te bajara la fiebre en un rato- indicó el pañuelo-, pero luego tendrás que darte una ducha.

-¿Qué planeas hacer conmigo?- Pregunté al ver que estaba a punto de irse. Agarré su mano con fuerza, me dio miedo por momento que me regañara, pero se devolvió tranquilamente a mirarme más de cerca.

-Por ahora descansa, luego me haces las preguntas que quieras- me sugirió con una sonrisa.


   Su sonrisa provocó que mi mente se nublara, me limité a asentir a su consejo. Erick salió de la habitación y cerró un poco la puerta; el sueño me invadió en cuanto mi espalda descansó sobre la cama, el pañuelo en mi frente me calmaba un poco, y el aroma de ese chico me traía seguridad, todo olía a él.


   (...)


   Al despertar, me sentía mejor. Aun tenía la incomoda ropa del burdel y moría de pena tras recordar que Erick me había visto así vestido; rápidamente me senté en la cama, el pañuelo de la frente se me cayó y mi cabeza empezó a dar vueltas, no veía nada.


-Oh, ya despertaste.- Erick, quien entró a la habitación sin camisa y recién bañado, se acercó a mi.


   Por inercia, intenté alejarme, y él lo notó, por lo que se quedó en su lugar.


-Yo.. Eh... Te traeré algo de ropa para que te des una ducha- sonrió amable-, luego vienes a desayunar.


   Y terminó por salir de la habitación. Hice un puchero al ver la puerta cerrada, sentí que él quería ser bueno conmigo y aun así me quise alejar, pero es que... ya no puedo confiar, ni siquiera en él. Bajé la mirada y cerré los ojos, respiré profundo y su sonrisa volvió a mi mente, debo admitir que me encanta su sonrisa, su cuerpo, su voz, su perfume... Pero eso no significa que esté enamorado, no me puedo enamorar.


   (...)


   Tras haberme bañado y cambiado, con una muda de ropa que notablemente me quedaba grande, salí de la habitación con la mirada baja y en espera de algo perverso. Pero no, Erick estaba en la cocina, aún sin camisa y sirviendo un par de platos en el comedor; creo que es demasiado bueno para ser verdad.

   Al verme, sonrió, casi rió, pero desvió la mirada con su sonrisilla.


-Qué... ¿Qué quisieras que haga por ti?- Pregunté, ya que no creo que me haya comprado sólo para hacerme un desayuno.

-Siéntate en lo que te llevo un jugo.


   Asentí y me senté frente a uno de los platos, olía delicioso. Tenía tiempo sin comer algo hecho en casa, algo de buen aspecto y recién hecho. Pronto Erick se sentó frente a mi tras haber puesto un vaso de jugo al lado de mi plato.


-Ahora si puedes hacer las preguntas que quieras- me dijo con suavidad, invitándome también a que comenzara a comer.

-Bueno... ¿Para qué me compraste?

-Soy policia- se me erizó la piel-, y estamos investigando al dueño del burdel. Muchos jóvenes de aproximadamente 15 años han desaparecido, y podemos jurar que ha sido él quien los capturó para agregarlos a su prostíbulo.

-Oh, ya veo...- Me sentí por un momento tranquilo-, pero, ¿qué vas a hacer conmigo?

-Esta semana vivirás conmigo, pero no quisiera que volvieras a ese lugar. Podemos hacer lo que quieras.

"Quiero que te enamores de mi", fue lo que pensé en el momento en que dijo eso, y casi me atraganto con el bocado de comida que tenía en la boca.


-¿Estás bien?- Se acercó con una servilleta hacia mi.

-S-Si- asentí en cuanto me recuperé, entonces me atreví a mirarle, soltando una pequeña carcajada-


   Erick me miró confundido.


-Ti-Tienes algo ahí...- señalé su labio, tenía un poco de salsa en su labio inferior.


   Sin pensarlo, acerqué mi mano a su labio y quité la pequeña mancha, lamiendo luego mi dedo. Reí al ver su sonrojo, pues para ser policía, era muy amable.


-Gracias- me devolvió una de sus radiantes sonrisas.


   Sentí que me desmayaría por el brillo de su rostro, esto no podía ser posible. No me puedo estar enamorando, ¿o sí? No, yo me prometí no hacerlo, y no lo haré.


   (...)


   Esa tarde, con las grandes prendas de Erick sobre mi, me dediqué a descansar mi mente, pero el aroma de Erick evitaba mi descansar. Por otro lado, estaba feliz de estar ahí que en el burdel, de ver a Erick sin camisa y no a Ryder, de no ser tocado por nadie. Sin embargo, me aburrí rápidamente y decidí salir de la habitación que, por cierto, era de Erick y la cual aún no había reclamado.


-Erick...- le llamé en cuanto salí del cuarto.


   Le vi dormido en el sofá, con el ceño fruncido y los brazos cruzados, probablemente teniendo un mal sueño. Recuerdo que eso me pasaba cada noche, pero hace algunos años empecé a ignorar lo que sueño o simplemente lo olvido.

   Me arrodillé a su lado y me recosté un poco; acerqué con cuidado mi dedo a su frente, tocando su ceño fruncido, esperando a que no se despertara. Pero, en cuanto le toque, agarró mi muñeca y me haló hacia el sofá, dejándome tumbado bajo su cuerpo y con su mano agarrando las mías.


-No-Noah...


   Inmensas ganas de llorar me atacaron, no esperaba esa reacción y estaba totalmente asustado. Erick me soltó suavemente al notar mi temor y ágilmente me atrajo hacia él, abrazándome fuertemente, algo que tenía tiempo sin sentir.


-Perdón. Es un reflejo.- Explicó brevemente- Estás temblando; de verdad perdóname.


   Me limité a tranquilizar mi respiración, pero era tarde para detener mis lágrimas. Erick suspiro arrepentido y se mantuvo en silencio; estar entre sus brazos era realmente reconfortante, pero el susto había sido grande.


-Qué... ¿Qué querías decirme?- Me preguntó suavemente en lo que me aparté un poco para quitar las lágrimas de mi rostro.

-Es que..., estaba aburrido..., pero no debí molestarte.- Bajé la mirada.

-¿A dónde quisieras ir?- me sonrió.

-Pues... No sé. Quisiera hablar contigo, o algo así...


   Él se sonrojo levemente, eso provocó que yo también me sonrojara. El policía de linda sonrisa se sentó a mi lado y me miró fijamente, esperando a que le dijese algo interesante o le preguntara algo.


-Ya que tu me preguntaste a mi... ¿Ahora yo puedo hacerte algunas preguntas?- asentí- ¿Por qué estabas en un lugar así?- Fue directo.


   Bajé la mirada por un instante, analizando lo que le diría, pero no había alguna excusa creíble para él.


-Pues... Mi hermano, me llevó a ese lugar desde los 15 y... desde ese entonces he sido...- pausé por un momento, era vergonzoso admitirlo- prostituido...


   No sabía qué más decirle aparte de la verdad, tenía tiempo sin hablar decentemente con alguien, y no había más que decirle la verdad. En silencio, me volví a mirarle disimuladamente, encontrándome con una fría mirada a la nada y con sus puños apretados, era increíble la fuerza que tenía.


-Tu hermano... Ese tipo, ¿es el dueño del burdel?


   Asentí nuevamente.


-Ese maldito...- se levantó del sofá-, no debí preguntar eso. Perdóname, no era mi intención hacerte recordar eso.


   Por algún motivo, este hombre me empezaba a recordar a mi niñez, a la escuela y a antes de que toda esta desgracia pasase. Le miré fijamente, tratando de recordar aquello que tanto daba vueltas a mi cabeza y que me ponía tan nostálgico.


-Tengo que acabar con él como sea.- Le escuché murmurar.

-Sé que quisieras, pero si no lo han hecho durante todo este tiempo, no creo que algo nuevo vaya a pasar.- Me levanté serenamente, peinando mi cabello hacia atrás en señal de rendición, pues era claro que ya no tenía esperanzas de vivir una vida normal.

-Noah, te prometo que voy a salvarte.- Me miró firme, con seguridad, y agarró mis manos entre las suyas, acercándome a su cuerpo. Sus ojos me traspasaban, había usado unas palabras de mucho significado, y no sabía si creerle.


   Tras ello, sus mejillas se pintaron ante la sonrisa que le regalé.


   (...)


   Los días fueron quizá los mejores de toda mi vida; Erick cada día me llevó a un lugar diferente, me había comprado un par de prendas para que saliera cómodo y me dio felicidad por esos días, sin ninguna señal de querer tener sexo conmigo. Cada vez sentía que le conocía, su forma de tratarme, ya la había sentido antes, pero era una lástima no saber de dónde le conocía.   

   El día en el que tendría que volver al burdel, cada vez se acercaba más, estaba a la vuelta de la esquina. Era viernes por la noche y, por primera vez, Erick había aceptado dormir a mi lado, usándome como una gran almohada a la cual abrazar, dándome calidez la mayor parte de la noche, cosa que terminó de aclarar mi mente.

   Yo ya conocía a este chico.

   El sábado por la mañana, me desperté primero que él y pude observarle mientras dormía, se veía muy tranquilo, y ya sabía que no debía despertarle a no ser que quisiera que me tumbara bajo su cuerpo. Sonreí ante la idea, ¿cómo sería tener sexo con él? Me sonrojé al pensar en ello; no sabía cómo sentirme, o cómo reaccionar al ser libre de elegir si tener sexo o no.


-Erick...- le murmuré cerca del oído, cosa que aparentemente le dio risa-. Erick...- repetí con suavidad, esta vez empezó a despertar.

-Dime- dijo somnoliento.

-Quiero hacer el amor contigo.- Le susurré rápidamente, tímido a decir verdad, y él me miró fijamente mientras parpadeaba un par de veces, claramente confundido por mi petición.

   Se sentó en la cama, y me miró fijamente, no llevaba camisa y por ello evité mirarle.


-Sé que me recuerdas...- comenté-, y te pido disculpas por hasta ahora recordarte.- Me levanté, sentándome a su lado-. Sin embargo, nunca esperé volverte a ver, y menos así.- Comenté avergonzado, bajando la mirada.

-Noah... Cómo...

-Yo... Yo de verdad no esperaba encontrar a alguien que me recordara, y menos que me viese tan miserable, tan hundido- murmuré-, por favor, perdóname.

-No era mi intención hacerte sentir así...

-No es tu culpa; estos días han sido los mejores junto a mi mejor amigo- alcé la mirada, encontrándome con sus cristalinos ojos-. Me alegra que hayas podido cumplir tu sueño de ser policía, y que ahora estés intentando salvarme de algo que posiblemente no tiene escapatoria.

-No digas eso...

-Yo ya no tengo salvación, Erick. No quiero que te hagas responsable de algo que no es tu culpa.


   Y eso era lo que faltaba para atravesar la coraza que Erick Crowel había tardado años en crear. En pocos movimientos se posicionó encima mío, cada mano agarró una de las mías y me miró con fuego en los ojos.


-¡No pierdas la esperanza, Noah!- Me gritó- Yo... Yo he hecho lo posible por encontrarte, por salvarte, porque siempre he estado preocupado por ti, por saber a dónde te habías ido, mocoso estúpido.- Sonreí leve al recordar esa frase que tanto me decía de pequeño- No me rendiré hasta verte libre, hasta verte feliz, porque sé que nada de esto fue tu culpa. Lo último que me dijiste fue hasta luego, y éste es nuestro reencuentro.


   A pesar de que estaba siendo sincero y seguro de sus palabras, aún veía al niño pequeño al que siempre molestaban en clases por ser solitario. Bajó entonces su mirada y aflojó el agarré de mis muñecas, eso quería decir que por fin el chico fuerte, había dejado salir su dolor, y todo había sido mi culpa.

   No sabía cómo sentirme, pues estaba feliz de estar con él, pero triste de saber que está sufriendo por mi. Me mantuve en silencio, le rodeé el cuello y le brindé mi apoyo, un abrazo lleno e sentimientos y de próximas despedidas; él alzó levemente su mirada, le dediqué una sonrisa y le agarré de la quijada.


-Quiero, por primera vez, hacer el amor con alguien que se ha ganado mi cariño. Y no sólo por estos días, sino por los recuerdos que me has dado a lo largo del tiempo.


   Y sin dejarle responder, rocé suavemente sus labios; por primera vez no me sentí asqueado, ni asustado, así que proseguí a profundizar el beso y Erick, temeroso, me correspondió con cariño. Pronto sus manos encunaron mi rostro, acarició mis mejillas y yo aproveché para memorizar su sabor, para no olvidarle en cuanto me fuese.

   Al finalizar el beso, nos miramos mutuamente. Él relamió su labio inferior, algo que me pareció sensual, y me miró con cariño, peinando mi cabello hacia atrás como hacía usualmente.


-Eres mi primer beso de amor, ¿sabías?- Me negué a llorar nuevamente frente a él.


   Ahora podía asegurar que estaba enamorado, que me había ilusionado y que había sido correspondido, pero que posiblemente dure poco tiempo.


-Desde siempre has sido mi primer amor, Noah.

   (...)


   El día había transcurrido como si de un cuento se tratase. Aproveché lo mejor que pude el cariño que Erick me ofrecía, él aprovechó el cariño que yo le daba y fue un día de enamorados lleno de preguntas y recuerdos que no se borrarían de mi mente nunca más.

   La noche llegó por fin, y esperé a Erick en la habitación mientras jugaba con su tablet. Entonces la puerta se abrió y, al voltear a verle, mis ojos se abrieron por completo al verle sin camisa y con sus boxers, llevaba una corbata alrededor de su cuello y no podía verse más sexy con el cabello mojado.

   Él se acercó a mi, sonreí travieso y agarré su corbata para atraerlo hacia mi, apoderándome de sus labios y sintiendo como tímidamente él me rodeaba la cintura. Le tiré a la cama entonces, me senté sobre su pelvis y pude sentir el gran bulto bajo su boxer, pues lo único que yo vestía era un boxer y una de sus camisas.

   Sus labios pronto tomaron el control, su lengua jugaba con la mía y sus manos ya estaban en mis glúteos, masajeando suavemente y arrancándome pequeños jadeos. Por primera vez, no temía ser tocado, y agradecía que fuese Erick quien lo hiciera a pesar de que no es mi primera vez teniendo sexo.

   Entonces me deshice de sus boxers, encontrándome con el miembro más grande que había visto y en pedida de atención. Lo masajeé lentamente, escuchando los suaves gruñidos de mi amante y él, como venganza, adentró su mano en mi boxer, apretando tres de sus dedos en mi entrada y haciéndome jadear su nombre.


-E-Erick...

-Noah, estas apretado- comentó contra mi oído, mordiendo el lóbulo de mi oreja y erizando mi piel.

-Tu trabajo es dilatarme, ¿no crees?- jadeé cerca de su oído entonces, sintiendo su sonrisa contra mi piel y su respiración contra mi cuello.


   Sentí sus dedos adentrarse más en mí, de verdad estaba apretado. Usualmente no era dilatado, por lo que el sexo era doloroso, pero Erick me está llenando de placer con tan sólo tocarme, con susurrarme cosas bonitas, con ser él.

   Entonces mi miembro empezó a doler, necesitaba atención y eso provocaba que mi cuerpo fuese más susceptible al tacto. Erick notó el ligero dolor en mi expresión, y dirigió su mano sobrante hacia mi sexo, bombeándolo lentamente al compás de la simulación de embestidas que hacía con sus dedos. Cuando pensaba que no podía ser mejor, su deliciosa respiración bajó hacia mi pecho, pegando sus labios a mi piel y succionando uno de mis pezones, haciéndome jadear su nombre más fuerte.

   Me corrí sin haberlo esperado, fue incontrolable y fue lo más excitante que había sentido recorrer mi cuerpo. Recosté mi cabeza sobre su hombro, tenía la respiración agitada, y él seguía jugando con mis pezones, poniéndome duro nuevamente.


-Te viniste rápido- comentó con cierta burla mientras sacaba sus dedos de mi interior.

-Soy capaz de... de dejarte con este problema si sigues burlándote de mi, tonto. -Sonreí cerca de sus labios, refiriéndome a los duro que estaba su miembro. Le acaricié lenta y tortuosamente, escuchando su acelerada respiración y viendo su ceño fruncido, realmente divertido.


   Entonces apretó mis glúteos, me hizo gemir y sonrió en cuanto arqueé mi espalda. Me aferré a su pecho, rasguñándole sin querer, y sentí como un par de lágrimas escapaban de mis ojos.


-Podemos parar si...- rápidamente le interrumpí.


   Lo besé apasionadamente, quitándole el aliento y jugando con su lengua, ahogando mis jadeos en el jugoso beso.


-No... No te atrevas...- le miré fijamente-, no ahora.


   Y mordió su labio, regalándome la imagen más sensual que había visto de un chico. Acelerado, me acomodé sobre su miembro, respiré profundo y lentamente me empecé a auto-penetrar; su miembro era grande y grueso, nada antes sentido.

   Gemí fuertemente mientras bajaba, sentía que en cualquier momento me dividiría en dos, hasta que estuvo todo su hombría dentro de mi. Erick gruñó silenciosamente, agarró mi cintura con fuerza y se acomodó en la cama, sentándose lentamente sin hacer mucho movimiento conmigo.


-Noah... No tienes que...

-Yo quiero disfrutar esta última noche contigo, Erick. Por favor.- Me dispuse a formular rápidamente, en cuanto mi respiración se reguló un poco. Miré fijamente a mi amante, su hermosa y cariñosa mirada me transmitía confianza, seguridad; le sonreí levemente y él se acercó a acariciar mi mejilla, me quitó las lágrimas que llegaban a mi barbilla y me besó tiernamente, colocando esta vez sus dos manos en mis caderas.

-No será la última, Noah. Tenlo por seguro.- Y tras ese comentario, empezó a moverse dentro de mi, dándome el placer que nunca había sentido antes.


   Su estocadas eran profundas y certeras, sentía que en cualquier momento me desplomaría, pero no me permitiría perderme esta oportunidad. Traté de seguirle el ritmo, mover mis caderas a su compás fue al principio un poco difícil pero, en cuanto me besó, pude seguir su movimiento.

   Entre jadeos y gemidos, le pedía que acelerara, que era perfecto, que no le olvidaría. Su estocadas cada vez se centraban más en mi próstata y fue cuando, un toque es especial, provocó que me corriese nuevamente


-Conque aquí es tu punto...- sonrió ligero.


   Me sentía agotado, ya había sido la segunda vez que me venía. Entonces Erick salió de mí, jadee al sentirme vacío, pero él aún me dedicaba su radiante sonrisa; en pocos movimientos me puso de espalda a él y, antes de que preguntara, me volvió a embestir, sacándome su nombre entre jadeos y gemidos.

   Él se apoderó de mis caderas mientras yo me aferraba a sus piernas, para él era sencillo moverme a su antojo, era fuerte y yo no pensaba tanto como esperaba. Era placentero lo que estaba sintiendo, estaba feliz y me sentía protegido al estar allí.

   Mientras golpeaba justamente ese punto dentro de mí en el que podía llegar al delirio, masajeó mi miembro al compás de su movimiento. Estábamos sincronizados y era lo que más disfrutaba.


-E-Erick... Ah... Yo...

-Aguanta un poco, Noah.


   Estaba a punto de correrme por tercera vez, él estaba por llegar también, y tras un par de fuertes y profundas embestidas, me dejó correrme al mismo tiempo que él, ahogando sus jadeos en morder mi hombro y yo, sin poder contenerme, en gemir su nombre.

   Su mano estaba pintada de mi semilla, me dieron escalofríos al sentir su respiración en mi nuca y fue cuando sentí como succionaba mi piel en ese momento, dejando una posible marca que podría ver al día siguiente. Sonreí ante la idea de ser sólo de él, algo que mañana acabaría.

   Luego de ello, sabía que no podría mantenerme tanto tiempo despierto. Apenas volteé un poco mi rostro y me encontré con sus labios, me apoderé de ellos y fue lo último que hicimos en la noche antes de que cayese ante el sueño.


   (...)

   Al despertar, escuché disparos. Me levanté con rapidez y el gran dolor en mis caderas me devolvió a la cama; me empecé a desesperar al no ver a Erick a mi lado, escuché entonces la voz de Ryder afuera.


-No me pueden llevar a la cárcel. Has firmado el contrato para la compra temporal de ese chico; si me hundo, él viene conmigo.


   Me puse una camisa y rápidamente salí de la habitación, sosteniéndome de la pared. La voz de Erick apareció entonces, se oía serio, frío y en cuanto llegué a la sala de estar, me tope con una escena que me dejó paralizado. Ryder y Erick se apuntaban con sus armas, y ambos se fijaron en mi presencia, sobretodo Ryder.


-Vámonos pequeño Noah- me sonrió Ryder tal cual psicópata, dando un paso hacia mi.

-Noah, vuelve a la habitación.- Me dijo Erick, sin desviar la mirada de Ryder y dando un paso al igual que él para que detuviese su andar.

-Recuerda lo que pasa cuando me desobedeces- sonrió juguetón, esta vez apuntando su arma hacia mi y ocasionándome un profundo temor.


   Entonces Erick rápidamente se posicionó frente a mi, sin apartar la mirada de Ryder, sin bajar su arm en ningún momento, sin temblar. Los recuerdos, sin embargo, se agolparon en mi mente tal cual huracán, las violaciones, el maltrato, las heridas, la sensación de perdición provocó que mis piernas temblaran.

   Sin esperarlo, la puerta del apartamento fue tumbada y un sin fin de policías entraron, entre ellos el guardia que protegía a Romeo. Todos apuntaban a Ryder y éste, sabiendo que estaba perdido, empezó a disparar tal cual demente.

   Pronto le vi esposado, forcejeando y discutiendo, me sentí aliviado pero... sabía que algo estaba pasando y no me había dado cuenta. Erick volteó rápidamente hacia mi, sentí que mis piernas me fallaron y me desplomé, mi amante me acogió en sus brazos con rapidez y gritó algo que no pude entender. Fije mi mirada en su rostro, estaba asustado y de su boca salía sangre, me preocupé; bajé un poco la mirada y noté como de su abdomen brotaba sangre, mucha, e inmensas ganas de llorar me atacaron.


-Pequeño, estarás bien. Noah, no te duermas.- Me pedía a gritos mientras mantenía mi mirada conectada con la suya. No entendí por qué me decía eso, si era él quien estaba herido.


   Así fue que una gran punzada pegó contra mi hombro, cerca de mi cuello, y supe que había sido alcanzado por una bala.


-E-Erick...- traté de llamarle, y su mirada cristalina casi me deja sin habla-. Te amo, tonto.- Alcancé a sonreírle.


   Él tensó su quijada, evitó llorar y me abrazó. Volvió a gritar algo que no entendí, estaba desesperado, pero no pude ayudarle luego de que cerré los ojos, descansar sólo un momento.


   (...)


   Al despertar, estaba en una gran habitación, no recordaba mucho, sólo a Erick abrazándome. No podía moverme, traté de hablar, pero ninguna palabra salió de mi boca.


-¡Tiene que dejarme entrar!- Escuché la voz de Erick, me alivie por completo, se oía molesto.

-Señor, hay que dejarle descansar.

-Voy a entrar a esa maldita habitación le guste o no.


   Y la puerta de abrió. Erick se veía molesto mientras el doctor trataba de detenerle, hasta que me vio despierto.


-Mocoso- corrió hacia mi, abrazándome suavemente-. Gracias a Dios que estás bien. Te amo también, ¿me escuchaste? Te amo.


   Asentí feliz, y le correspondí el abrazo con cuidado. Se veía en buen estado, y el doctor seguía en la habitación.


-Por ahora no podrá hablar, pues sus cuerdas vocales se vieron afectadas. Tendrá que descansar.- Dijo rendido el doctor, viendo como Erick lo asesinaba con la mirada mientras me abrazaba.

-Ya nadie más te hará daño, ¿bien?- Erick, acunando mi rostro, me beso suavemente tras ver mi asentimiento.


---Fin---

No puedo negar que lloré mientras escribí esto QuQ Creo que este Shot está en la lista de los más dramáticos. Este es mi regalo para ustedes por la gran tardanza en shot anterior.

Espero que les haya gustado n.n

Besos owo


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top