Endlessly (JimSu)

Aún lo admiro cuando pasa frente a mi casa, él no me observa en lo absoluto, no sabe que me gusta mirarlo antes de salir hacia la universidad, soy un idiota por no tener algo de valor para ir hacia ti y decirte lo que he sentido durante todos los años que te he visto.

Tomé mi mochila en cuanto vi que te habías alejado, salí por la puerta y solté un suspiro, mi rutina era siempre de la misma forma, me gustaba observarte cuando te ibas, casi siempre vistes de negro, me agrada como el color hace que se resalte la hermosa piel blanca que tienes.

Camino en la desolada calle, pocos como tú y como yo nos atrevemos a salir y caminar solos para ir hacia la universidad, no sabes que me escondo a pesar de que hemos hablado siempre, pero de alguna forma no quiero que logres enterarte de que estoy observándote cada que sales de casa.

Mis sentimientos por ti habían variado en sobremanera, cuando tenía doce años te había conocido, eras el nuevo en el vecindario, muy tímido debo decir, recuerdo perfectamente cuando te hable por primera vez.

Tu voz, tan dulce...

—Soy Jimin —fui quien te hablo primero, y quería seguir haciéndolo, no me importaba sino me contestabas.

—Yoongi, soy Min Yoongi.

Y cuando te escuche fue como si revivieras mi corazón sin que yo mismo supiera que estaba muerto, desde ese día no pare de hablarte, porque sabía que me responderías y que así podía escuchar esa hermosa voz tuya que tanto me encantaba.

Al principio había comenzado por una amistad contigo, y era fabuloso estar así, juntos de esa manera, aunque sabía que por cada año que pasaba algo estaba cambiando conmigo, y la verdad no estaba seguro si algo estaba cambiando en ti.

Cuando ambos cumplimos los dieciséis, fue cuando lo supe con exactitud, aquel día en que lo había hecho fue el día en que cumplí años, siempre te burlas porque me dices que eres mayor que yo, y no lo voy a negar, si eso hacía que te sintieras feliz, entonces no lograba molestarme que lo hicieras.

A petición mía te habías quedado para pasar la noche juntos, jugamos videojuegos hasta lograr cansarnos, y claro te habías quedado a dormir en mi casa, eso era más que alegría para mi corazón.

No podía conciliar el sueño y estabas acostado a mi lado, fue allí que te había preguntado algo que sin querer había salido de mis labios.

—¿Has dado un beso alguna vez?

No sabía si estabas escuchándome, pero no me importo.

Con cuidado vi, como habías dejado de darme la espalda para mirarme a los ojos, mientras negabas lentamente con la cabeza.

—No, ¿qué hay de ti?

Mis ojos no podían parar de mirar tus hermosos labios, que a la poca luz que entraba por la ventana, se veían hermosos, sin que te respondiera, fui acortando la distancia entre ambos y cuando tuve la suficiente cercanía hacia tus labios, fue cuando hablaste, rozando nuestras bocas, eso había causado tantas sensaciones que lograban erizar mi piel al máximo.

—¿Qué haces? —esa pregunta fue en un susurro, tú me mirabas a los ojos al igual que lo hacía yo contigo.

—Algo que nos gustará a ambos.

Y antes de que dijeras alguna otra palabra o alguna pregunta, había juntado nuestros labios, había sido una sensación electrizante, sentía como una corriente pasaba por todo mi cuerpo, mientras que mis ojos se cerraban lentamente al sentir como correspondías a mis suaves movimientos.

Nos separamos sin decir alguna palabra, no había necesidad de hacerlo, esa noche te había robado tu primer beso.

Allí había aprendido algo, que me gustabas y eso era mucho, pero no sabía si esto era solo una confusión o si de verdad sentía algo más allá que una amistad.

Así que, para mí, había sido fácil dejarlo pasar.

A los dieciocho años nos habíamos graduado del bachillerato, nuestros padres habían decidido que sería gran idea organizar una fiesta para ambos, y claro estaba más que emocionado.

—Jimin —escuche tu voz detrás de mí.

Pero grande había sido mi sorpresa al ver que estabas con alguien más y que ese alguien te sostenía de la mano.

—Él es Taehyung, es mi novio.

Por mucho que me hubiera gustado que ese tipo te soltará, sabía que no lo haría, después de todo él si había tenido el valor de hacer lo que yo no podía.

—Me alegro por ti.

No sabía cómo había logrado articular esas palabras, sinceramente aún no lo sé, y me sorprende que lo haya hecho, porque en esos momentos las ganas de decirle a aquel que sostenía tu mano, que yo solamente podía hacerlo, eran tan grandes que parecía que iba a resistirme en decirlo en mucho tiempo.

Pero agradecí que te fueras con él, hacia tus padres para presentarlo, no dormí para nada bien aquella noche.

Lo único que deseaba era tenerte a mi lado, como la última vez, y poder probar de nuevo el sabor de tus labios y sentir esa hermosa corriente eléctrica recorrerme el cuerpo, esas sensaciones solamente tú eras quien me hacía sentirlas.

Cuando cumplimos los veinte, supe que ya no estabas con Taehyung, que te había dejado por alguien más, estabas destrozado y también lo estaba yo al verte.

Aún recuerdo cuando nos encontramos por casualidad cuando estaba a punto de entrar a mi casa, te veías cansado y no dude ni un segundo en abrazarte.

—Lo siento —había murmurado para poder consolarte, aunque en realidad no sabía si eso era el mejor consuelo para ti.

—No importa...

Sé que lo habías dicho, pero sabía que para ti en verdad importaba y eso era demasiado.

No pude evitar invitarte a pasar a mi casa, te había dicho que llamaría a tus padres para decirles que te quedarías conmigo, no te negaste en que lo hiciera, y me daba gusto el que no lo hicieses.

Te habías puesto a llorar cuando ya estábamos durmiendo, escuchaba tus sollozos, tratabas de cubrir tu rostro con la almohada para que evitará escucharte, pero al tenerte tan cerca, era obvio que podía escucharte, me gire a mirarte, para después con mucho cuidado colocar mi brazo alrededor de tu cintura y girarte para que me mirases.

Había sido un dolor espantoso el que sentí al ver tus ojos sonrojados y esas lagrimas caer por tus mejillas, te cubriste el rostro para que no te mirase, pero ya era tarde.

Aparte tus manos y con las sábanas seque tus lágrimas, pero aún querías seguir llorando, sin pensarlo más, silencie tu llanto besando tus labios, primero lento y después profundo.

Sentía como te estremecías cuando daba caricias por tu espalda, me gustaba que soltarás pequeños jadeos que lograba que callarás al juntar nuestros labios de nuevo.

—¿Por qué? —me preguntaste, había logrado que dejases de llorar.

—Porque te amo.

No deje que me respondieras y volví a juntar nuestros labios, aquella noche bajo mis sabanas te había demostrado todo lo que sentía por ti, entre caricias, besos por tu cuerpo y esos hermosos gemidos que dabas cada que hacía algo que lograba complacerte.

Te demostré que te estaba haciendo el amor, porque de verdad lo estaba haciendo, estaba tomándote de la manera más delicada que podía, y te repetía muchas veces al oído, lo mucho que te amaba, me sentí feliz cuando escuché que también sentías lo mismo por mí.

No solo me gustabas, te amaba, estaba loco, demasiado loco por ti, porque me dejarás amarte siempre y que nadie más estuviera entre nosotros.

Cuando por fin habíamos llegado a los veintiún años, fue cuando comencé con mi rutina de mirarte de lejos, a pesar de que te había confesado lo que sentía por ti, no tenía el valor de invitarte a salir, de pedirte ser mi pareja, no podía y aún no puedo.

Terminaron las clases, había salido por algo de comer y cuando salí del local e iba caminando, la lluvia se había hecho presente maldije a los cuatro vientos al sentir como estaba empapándome con la lluvia, no quería pescar un resfriado, no ahora.

Logré refugiarme debajo de una estación de autobús, solté un suspiro después de mirar mis ropas, el aire frio lograba indicarme que estaba completamente empapado.

—¡Mierda! —escuche y mire hacia mi lado derecho.

Allí estabas, tu cabellera negra completamente mojada al igual que tus ropas, ambos estábamos igual, no habías notado mi presencia hasta que levantaste la mirada, estabas observando tu calzado deportivo que seguramente habían dejado que se filtrará el agua.

—Jiminie —vi el sonrojo en tus mejillas, no sabía si era porque me habías visto o si se trataba de una señal de resfrío.

—Yoonie —te sonreí de la manera más cálida, siempre lograbas que sacará esas sonrisas.

—¿Vas a esperar el autobús?

Preguntaste.

—No, solo me refugio de la lluvia.

—Ya somos dos —reímos ante esas palabras.

Un silencio estuvo presente después de aquello, pero no era incomodo, al decir verdad era precioso, porque estábamos allí, solos, juntos.

—Si te pidiera que salieras conmigo ¿aceptaría?

Vi como en tus mejillas se hacía presente otro sonrojo, apartaste la mirada, miraste hacia donde el autobús se suponía que vendría, por el frío logre ver el vapor que salía de tu boca cuando soltaste el aire en un suspiro.

—Lo haría —respondiste y me miraste de nuevo con una sonrisa.

—Entonces salgamos, pero como novios oficiales.

—Por supuesto, me encantaría.

No podía pedir nada más, ahora era yo quien tomaba tu mano, y sabía que cuando entrelazábamos nuestros dedos, que nuestra unión sería eterna.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top