Amicofilia (YoonMin)

17-octubre-2015


—Puedes pasar —cuando abrió la puerta pensé que sería alguien más bien distinto, aquel chico frente a mí parecía de lo más común que había visto en todo el día.

—Buenas tardes —menciono para después hacer una reverencia como muestra de educación.

Observé como tomaba asiento con confianza frente a mí, aunque por el movimiento de sus ojos, los cuales observaban a su alrededor por todo mi consultorio, supe que se encontraba totalmente nervioso, sus cabellos eran de un color castaño, y caían algunos por su frente casi descubierta, tenía los labios abultados y se los remojaba con la punta de su lengua de vez en cuando.

—¿Park Jimin, no es así? —de inmediato su mirada conecto por breves instantes con la mía, para después apartarla y asentir en respuesta—. Tus padres han dicho que tienes un gravísimo problema.

—No lo considero un problema —menciono para después soltar un suspiro, llevo sus manos a su regazo y empezó a jugar con sus dedos.

Lo observe minuciosamente, analizándolo, tratando de encontrar cualquier anomalía inclusive en su comportamiento y en sus palabras, pero no podía ver alguna, su chamarra cubría un poco de su cuerpo, ¿acaso sería alguien que se hacía cortadas en su piel? No lo creía posible.

—Entonces, explícame la razón —no sabía exactamente lo que hacía aquel chico, no comprendía del todo lo que hacía, ¿era posible que acaso tuviera algún problema en la cabeza? No les pedí información a sus padres, se veían sumamente alarmados con respecto a su hijo, pero por supuesto su hijo, no mostraba aquello, parecía estar tranquilo a pesar del nerviosismo de estar aquí dentro.

—¿Alguna vez ha sentido la necesidad de... —relamió sus labios—... de poder sentir como poco a poco las uñas se clavan en tu piel y empiezan a deslizarse lenta y tortuosamente hacia abajo dejando esas marcas rojas? Sin herida alguna, pero, dejando esa sensación cálida de que alguien ha pasado por allí...

—¿Te gusta que te rasguñen? —la sola pregunta hizo que las pupilas de aquel chico se dilataran, pude verlo perfectamente, era normal, todos buscan placer en ciertas acciones o cosas, algunas pueden llegar a ser extrañas e incluso inexplicables, pero otras... otras podían ser consideradas más normales y comunes.

Se removió incomodo en su asiento.

—No... —me miro—, no entiendo como puede ser tan malo eso —sonrió levemente—, desde pequeño... —soltó un sonoro suspiro—, me gusta.

Fruncí el ceño levemente y recargué por completo mi espalda en el respaldo de la silla, admirándolo.

—¿Cómo descubriste que eso es de tu agrado?

—Cuando iba a primaria —soltó un suspiro, como si los recuerdos fueran pasando detenidamente creándole nostalgia—, me gustaba molestar a las niñas —menciono para después sonreír—, a veces lograban rasguñarme para evitar que las molestará, jalarles el cabello y mantener el agarre hace que ellas se desesperen y te comiencen a arañar con algo de fuerza para hacer que las sueltes —volvió a mirarme—, aunque fingiera dolor, trataba de hacer que me rasguñasen por más tiempo, desde allí me empezó a gustar, me encontraba complacido al sentir el daño leve en mi piel.

Debía admitir que no esperaba tal cosa, había escuchado muchas veces hablar a varios de mis colegas sobre está parafilia, en mis pocos años de trabajo, jamás me había tocado algún paciente que viniera a tratarse una de sus fantasías, había de todo, menos personas obsesionadas con hacer algo que los excitará, y ahora mismo había un chico frente a mí, con esa extraña obsesión con sentirse complacido con arañones.

—¿Seguiste haciendo lo mismo? —me atreví a preguntar.

—No, con el paso de los meses me aburrí, quería seguir sintiéndome así de complacido, pero —levanto las manos, mostrándome el lado de sus uñas y cerrándolas en puños—, las manos ya no eran suficiente, las tenía lo suficientemente heridas, y ya no quería volver a sentir las uñas de mis compañeras en esta zona —bajo las manos—, quería más...

—Supongo que lo obtuviste, ¿no? —él dio un asentimiento.

—¿Puede creer que... no es lo mismo si lo hago yo que otra persona? —me pregunto a lo que yo asentí.

Así eran las cosas, es como hacer cosquillas, no puedes hacerte cosquillas a ti mismo, necesitas que alguien más lo haga para hacerte sentir aquella sensación que te causa risa al instante y solo quieres que dejen de tocarte, es lo mismo con las personas que tienen amicofilia, aunque a veces puede llegar a ser que ni siquiera necesiten a alguien más para complacer ese deseo, Jimin es de los que necesitan a la otra persona.

—¿Buscaste a alguien? —negó lentamente.

—Cuando cumplí casi la mayoría de edad, tuve una pareja, pero —sonrió ladino—, él no me comprendía del todo, no quería llegar a lastimarme, siempre era cuidadoso, y quería evitar maltratar mi piel como yo se lo pedía, decía que dejar esa clase de marcas estaba mal, pero yo en verdad quería que lo hiciera, deje de frecuentarlo por esa razón.

Sus ojos conectaron con los míos de nuevo, relamió sus labios en ese momento y se quedó mirando mis manos sobre el escritorio, sabía que miraba mis uñas, sus ojos parecían brillar al verlas.

—¿Sabe? —comenzó a hablar de nuevo—. Sentir las uñas de alguien recorriendo tu piel en el acto sexual —soltó un suspiro—, es maravilloso, puedes sentir como baja poco a poco sintiendo como empuja sus dedos contra tu piel y sin llegar a lastimarte hasta el sangrado, te araña y deja la marca allí, en tu piel —soltó un suave suspiro, como si la imagen mental solo le estuviese provocando más la excitación—, debería intentarlo...

—Yo no soy la clase de persona que necesite de algo así, Jimin.

—¿Cómo está tan seguro de eso? —me pregunto con una sonrisa pequeña apenas subiendo sus comisuras, mostrándose juguetón al instante—. Nunca diga eso cuando puede experimentarlo por cuenta propia.

Se incorporo, caminando los pocos metros que nos separaban y se acercó hacia mi escritorio con esa sonrisa que solo pedía algo, miro hacia mis manos de nuevo y cuando por fin estuvo más cerca de mi escritorio, estiro sus brazos hacia el escritorio y recargo su peso, se inclinó un poco hacia mí, sin estar tan cerca pero tampoco tan lejos de mi rostro.

—Le aseguro que amaría intentarlo.

—¿Intentar qué? ¿Qué intentes arañarme?

—No... que usted quiera arañarme —soltó un suspiro para después acercarse un poco más—, ¿cree que no he notado como me mira?

Sonreí ladino, no tenía ninguna intención de verlo de esa forma, ni siquiera lo tenía en cuenta, esté chico parecía no haber tenido algún encuentro desde hace tiempo, seguramente es lo que lo tiene de ese modo, y con las preguntas que le había realizado, simplemente le había incitado a que se sintiera sumamente extasiado con solo los recuerdos que había tenido.

—Dime algo, Jimin —murmure lo suficientemente audible para que me escuchará—, ¿por qué querrías hacer esto, y por qué conmigo? Afuera apuesto a que encontrarás mejores.

—Lo siento, pero, usted es quien ha comenzado con todo esto y en verdad —se acercó otro poco—, me gustaría que fuera usted y sus preciosas uñas quienes toquen mi piel...

Antes de que siquiera pudiera responderle algo, él de inmediato había poseído mi boca, demonios, no debía dejarme llevar por aquel beso que me estaba dando, era con una increíble necesidad, y joder, esto no es nada profesional, me incorpore para empujarlo hacia atrás y separarme del beso.

—¿Qué intentas?

—Pensé que era más que obvio —menciono para después acercarse, rodeando el escritorio y por fin estando de mi lado—, vamos, Yoongi... ¿no quieres? Nadie estará enterado de esto, solo quedará entre paciente y psicólogo... un secreto.

Trague grueso al escuchar eso.

Iba a responderle, pero no me había dejado, de nueva cuenta llevaba sus habilidosas manos hacia mi nuca para poder acercar nuestras bocas de nueva cuenta y profundizar aquel beso, no me di cuenta de cuando había sido el momento en que me había dejado llevar poco a poco por sus labios y que había mandado a la mierda todo lo que pudiera llegar a pensar.

La ropa que traíamos puesta fue abandonando nuestros cuerpos poco a poco y cuando por fin lo tuve contra el escritorio, me había pedido que lo arañase mientras lo penetraba, no me negué a su petición, si era eso lo que quería, lo complacería de por medio, después de todo eso es lo que debía de hacer.

—¡Aah... sí! —gimió complacido debajo de mí—, Y-yoongi, m-más...

Su espalda se arqueaba con solo pasar mis manos enterrando mis uñas sobre su cálida piel, sintiendo lo suave y sensible que es al tenerla, escuchándolo pedir por más y suplicando que no dejase mis acciones.

Su apretada entrada hacía que sintiera el éxtasis subir por todo mi cuerpo, llenándome por completo, me agradaba saber que era yo quien le estaba haciendo delirar de placer, pero sabía que no se estaba sintiendo complacido por el simple hecho del acto carnal, si no que estaba más excitado con sentir como arañaba su piel, como era maltratado por mis uñas que dejaban su camino por toda aquella levemente bronceada piel suya.

Y joder, me estaba encantando hacerlo, cuando por fin ambos habíamos alcanzado el clímax, Jimin se vio contento al respecto, separándose de mí y tratando de mirar en su espalda, tratando de mirar los rastros que había dejado en su cuerpo, sonrió complacido al poder observar algunas por sus hombros.

—Debo decir —menciono sin dejar de mirar sus marcas—, que esto fue lo más complaciente que han hecho por mí, debo darte las gracias, hiciste un excelente trabajo.

—Será mejor que te retires —Jimin soltó una risa ante mi sugerencia—. No dirás nada, ¿de acuerdo?

—¿Qué? ¿No decir que te hice perder el control para que me complacieras? ¡Bah! Son tonterías, aun así, no regresaré por aquí...

Es lo mejor, lo sé.

—Entonces, disfruta de tu obsesión, les diré a tus padres que no es algo por lo que deban alarmarse.

—Me parece bien, y gracias por las marcas y el sexo, Yoongi.

Nunca más lo volví a ver desde aquel día, y debía admitir que eso me aliviaba solo un poco, ahora siento que hay un problema con mi persona, pues, es algo inevitable el querer arañar a alguien para complacerme ahora, no entiendo lo que me paso.

Pero sé que Park Jimin tiene que ver en esto, me consideraba una persona que no tenía alguna clase de deseo a la hora de estar teniendo sexo con alguien, y ahora tenía mi propia obsesión con querer rasguñar a la persona con la que estuviera.



-Min Yoongi.

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