𖡡𖠃✎Uñas𓅨
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Chuuya caminaba junto a Ranpo por el centro de Yokohama, sus manos entrelazadas como si fuera lo más natural del mundo. Habían pasado toda la tarde juntos, recorriendo tiendas y deteniéndose en los puestos de comida callejera, algo que Ranpo insistía en hacer para "probar todo lo dulce que esta ciudad ofrece".
Mientras avanzaban, Ranpo bajó la vista hacia sus manos entrelazadas, captando un detalle que le llamó la atención.
—Oh, Chuuya, ¿tienes las uñas pintadas? — preguntó con una mezcla de sorpresa y curiosidad, deteniéndose para alzar la mano del pelirrojo y examinarla con más atención.
Chuuya sintió el calor subirle a las mejillas y trató de apartar su mano, pero Ranpo la sostuvo con firmeza.
—Elise insistió en que lo hiciera — explicó con algo de incomodidad, desviando la mirada mientras se cruzaba de brazos con la mano libre. — Dijo que me quedaría bien y no dejó de molestar hasta que acepté.
Ranpo soltó una pequeña risa, su mirada volviendo a las uñas de Chuuya. El esmalte negro brillaba bajo la luz del atardecer.
—Le doy puntos por tener buen gusto — comentó con una sonrisa. Luego, como si una idea brillante le hubiese cruzado la mente, levantó la vista hacia Chuuya, con los ojos brillando de emoción. — ¿Me dejarías pintarme las uñas también?
Chuuya parpadeó, claramente confundido. — ¿Qué? ¿Para qué?
— Para combinar contigo, por supuesto. ¿No sería lindo que nuestras manos se vieran igual? — replicó Ranpo con naturalidad, como si la idea fuera completamente lógica.
Chuuya dejó escapar un suspiro, pero su enrojecimiento lo delataba.
—Eres imposible, ¿lo sabías?
Ranpo sonrió ampliamente. — Lo sé. Entonces, ¿qué dices? ¿Me ayudas o no?
Chuuya suspiró resignado y asintió — ¿Quieres negro también u otro color? Tengo en mi casa esmalte negro.
Ranpo se llevó una mano al mentón, fingiendo estar en profunda reflexión.
—Negro está bien — decidió finalmente, con una sonrisa traviesa. — Es el color que combina contigo, después de todo.
Chuuya lo miró con una ceja alzada, sin poder evitar un ligero rubor en sus mejillas.
—¿Y eso qué se supone que significa?
—Que tienes estilo, por supuesto — respondió Ranpo, dando un pequeño apretón a la mano de Chuuya antes de reanudar la caminata. — Además, quiero que nos veamos como una pareja coordinada.
Chuuya soltó un leve bufido, pero no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa.
—Eres un completo fastidio, Ranpo.
—Y aun así me quieres — replicó Ranpo con descaro, girándose para mirarlo con una expresión victoriosa.
Cuando finalmente llegaron al apartamento de Chuuya, el pelirrojo se dirigió al baño, regresando con el esmalte negro en mano. Se sentaron juntos en la mesa del comedor, y Ranpo extendió sus manos con entusiasmo.
—Está bien, manos quietas — ordenó Chuuya mientras destapaba el esmalte.
—Eres sorprendentemente serio con esto — comentó Ranpo, observando cómo Chuuya preparaba todo con precisión.
—Si vamos a hacer esto, lo haremos bien — replicó Chuuya, concentrado. — Y más te vale no moverte, o arruinarás todo el trabajo.
Ranpo obedeció, quedándose en silencio por unos segundos mientras Chuuya aplicaba la primera capa. Sin embargo, la calma no duró mucho.
—¿Sabes? Esto es más íntimo de lo que imaginé — comentó Ranpo con una sonrisa pícara.
—¡Cállate y no te muevas! — respondió Chuuya rápidamente, aunque el rubor en sus mejillas delataba que el comentario lo había afectado más de lo que quería admitir.
Ranpo soltó una carcajada desviando su atención de sus uñas siendo pintadas al rostro concentrado de su amante.
—Te ves lindo cuando te concentras — comentó pero al no recibir ninguna respuesta, sonrió.
Chuuya continuó con su tarea, aparentemente ignorando el comentario. Sin embargo, la ligera curva en la esquina de sus labios delató que no lo había pasado por alto.
—¿Siempre tienes que decir cosas tan cursis? — preguntó sin apartar la vista de las uñas de Ranpo, aplicando la segunda capa con cuidado.
—No puedo evitarlo, estoy inspirado — respondió Ranpo con una sonrisa traviesa.
Chuuya rodó los ojos, aunque el leve rubor en sus mejillas traicionó su aparente indiferencia.
—Deberías inspirarte en quedarte callado por cinco minutos, eso sería un milagro.
—Oh, pero si me quedara callado, te perderías lo mucho que me gustas — replicó Ranpo, inclinándose ligeramente hacia él.
—Si sigues hablando, te pintaré de rosa en lugar de negro — amenazó Chuuya, levantando el esmalte con seriedad fingida.
Ranpo alzó ambas cejas y levantó las manos con cuidado, asegurándose de no mover las uñas recién pintadas.
—Está bien, está bien. Negro queda mejor con mi personalidad, después de todo.
—Tu personalidad es un desastre, Ranpo — respondió Chuuya, conteniendo una sonrisa.
—Y por eso me amas — replicó Ranpo con absoluta confianza.
Chuuya soltó un suspiro, terminando con la última uña.
—Ya está. No las arruines mientras se secan, o te haré pintar las mías por segunda vez.
—Harías que pinte tus uñas otra vez solo para tenerme cerca de ti más tiempo — Ranpo se inclinó hacia él, con esa sonrisa que siempre lograba descolocar a Chuuya.
Chuuya bufó, pero no pudo evitar una pequeña risa.
—Idiota.
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