𖡡𖠃✎Festival𓅨
Se suponía que esta noche iba a ser lo más cercano a una cita romántica que Chuuya y Ranpo tendrían en mucho tiempo. Últimamente, no habían tenido la oportunidad de salir juntos debido a que ambos estaban abrumados por los exámenes. En realidad, era Chuuya quien se encontraba más agobiado, y Ranpo, siendo el buen novio que era, decidió darle su espacio. Chuuya no era de los que se permitía distracciones una vez que sentía que había tocado fondo, y en esta ocasión, definitivamente lo había hecho.
La noche prometía ser perfecta. Habían planeado asistir a un festival local, lleno de luces brillantes, música alegre y una atmósfera que invitaba al romance. Sin embargo, todo se complicó cuando una multitud de gente los atropelló, separándolos en distintos puntos del festival. La situación se tornó aún más desafiante considerando sus respectivos estatus y, especialmente, la notoria falta de orientación de Ranpo, que hacía que moverse correctamente por el lugar fuera un verdadero reto.
Chuuya, con su carácter decidido, intentó mantenerse calmado mientras buscaba a Ranpo entre la multitud. Sabía que su novio no era el mejor para orientarse, así que se dirigió a los lugares que pensó que podrían llamar la atención de Ranpo: los puestos de dulces, los juegos de feria, y las exhibiciones más llamativas. Mientras tanto, Ranpo, con su mente analítica, intentaba deducir dónde podría estar Chuuya, recordando los lugares que habían mencionado visitar juntos.
Chuuya caminaba con paso decidido por el bullicioso festival, sus ojos atentos a cada detalle mientras buscaba a Ranpo. Las luces de colores y el sonido de la música llenaban el aire, creando una atmósfera vibrante que contrastaba con su creciente preocupación. Sabía que Ranpo podía perderse fácilmente en su propio mundo, y la idea de que estuviera solo entre tanta gente lo inquietaba.
Decidió dirigirse hacia la zona de los puestos de comida, recordando cuánto le gustaban a Ranpo los dulces tradicionales. Mientras pasaba junto a un puesto de dango, se detuvo un momento, pensando que tal vez Ranpo se habría dejado llevar por su amor por los dulces. Sin embargo, no había rastro de él allí. Chuuya suspiró, tratando de mantener la calma mientras continuaba su búsqueda.
Por otro lado, Ranpo se encontraba fascinado por una exhibición de linternas flotantes, su mente absorta en la belleza del espectáculo. Había perdido la noción del tiempo, como solía sucederle cuando algo capturaba su interés. Sin embargo, una parte de él sabía que Chuuya estaría buscándolo, y eso lo hizo sonreír con afecto.
Mientras observaba las linternas elevarse hacia el cielo, Ranpo decidió que era hora de reunirse con Chuuya. Sabía que el festival era grande, pero confiaba en que sus caminos se cruzarían pronto. Con esa idea en mente, comenzó a moverse entre la multitud, sus ojos buscando el familiar cabello rojo de Chuuya.
Chuuya, por su parte, había decidido explorar el área de juegos, pensando que tal vez Ranpo se sentiría atraído por algún desafío intelectual. Mientras observaba a la gente participar en juegos de ingenio, no pudo evitar sonreír al imaginar a Ranpo resolviendo cada uno con facilidad. Sin embargo, aún no había señales de él.
A pesar de la frustración, Chuuya se negó a rendirse. Sabía que Ranpo también estaría buscándolo, lo cual no estaba seguro si provocaría más bien que mal. Se dirigió hacia el centro del festival, convencido de que pronto se encontrarían.
En medio de la multitud, Chuuya finalmente divisó algo familiar: una figura baja y despreocupada, de cabello oscuro, que se movía con total calma entre las linternas flotantes. Su corazón dio un vuelco cuando vio a Ranpo detenerse justo bajo una linterna que iluminaba su rostro con una luz cálida.
—¡Ranpo! —gritó Chuuya, abriéndose paso entre la gente.
Ranpo levantó la vista al escucharlo y una sonrisa suave curvó sus labios.
—Ah, ahí estás, Chuu-chan. ¿Tardé demasiado? —bromeó, dando un paso hacia él.
Chuuya lo alcanzó rápidamente, cruzando los brazos con expresión de irritación, pero sus ojos brillaban de alivio.
—¿Tienes idea de cuánto tiempo llevo buscándote?
Ranpo inclinó la cabeza con fingida inocencia.
—¿Mucho? Bueno, yo también estaba buscando, pero me distraje con las linternas. ¡Mira, son preciosas! —señaló hacia el cielo.
Chuuya suspiró, rindiéndose ante la naturaleza despreocupada de su novio. Pero antes de que pudiera regañarlo, Ranpo se acercó y le tomó la mano, entrelazando sus dedos.
—Lo siento, Chuuya. No quería preocuparte. —Sus ojos brillaron con sinceridad, algo raro en él.
El toque suave y las palabras inesperadas desarmaron a Chuuya. Su enojo desapareció, reemplazado por una calidez que no pudo ocultar.
—Está bien. Solo... no vuelvas a perderte.
Ranpo sonrió con satisfacción, jalándolo ligeramente hacia un rincón más tranquilo, lejos de la multitud.
—Ven, quiero mostrarte algo.
Antes de que Chuuya pudiera preguntar, Ranpo lo llevó hacia un pequeño mirador donde las linternas flotaban sobre el agua. Era un espectáculo impresionante, con los reflejos danzando en el lago bajo la luz de la luna.
—¿Sabes? Cuando vi estas linternas, pensé en nosotros.
Chuuya lo miró de reojo, arqueando una ceja.
—¿Qué quieres decir?
Ranpo se inclinó ligeramente, apoyando su frente contra la de Chuuya.
—Que, como estas linternas, nosotros brillamos más cuando estamos juntos.
El comentario hizo que el rostro de Chuuya se tiñera de un leve rubor, pero no apartó la mirada.
—Eres un idiota, Ranpo.
—Lo sé, pero soy tu idiota.
Y con esas palabras, Ranpo se inclinó un poco más, cerrando el espacio entre ellos con un beso suave. El bullicio del festival pareció desvanecerse, dejando solo el sonido de sus corazones latiendo al unísono.
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