𖡡𖠃✎El precio de la verdad 𓅨
•
•
•
El cielo de Yokohama se oscurecía con nubes densas, un presagio del desastre que acababa de ocurrir. El caos se extendía en las calles, edificios derrumbados y el eco lejano de gritos que habían sido silenciados. Entre los escombros, Ranpo Edogawa permanecía inmóvil, observando con impotencia cómo la figura de Chuuya Nakahara, envuelta en un aura oscura y destructiva, destruía todo a su paso.
Ranpo nunca había temido enfrentarse a la verdad; era su mayor arma. Pero en ese momento, deseaba desesperadamente que la realidad fuera diferente.
—¡Chuuya! —gritó, con una voz que temblaba de una manera que nunca había mostrado antes.
El hombre de cabello rojo giró hacia él, sus ojos brillando con una intensidad inhumana, un destello dorado que parecía atravesar todo. Su cuerpo era apenas reconocible; la corrupción lo consumía, quebrando las líneas de lo humano y dejando en su lugar una furia devastadora.
Ranpo dio un paso adelante, aunque sabía que no podía hacer nada. Sin Dazai y su habilidad para detener a Chuuya, era solo un espectador en el peor momento de su vida.
—Por favor, escúchame. Esto no eres tú... —intentó, aunque las palabras se sintieron vacías incluso para él.
Chuuya soltó un rugido, una explosión de poder desgarró el aire y envió un oleaje de energía que obligó a Ranpo a retroceder. Apenas se sostuvo en pie, pero no apartó la mirada. No podía hacerlo.
Siempre lo supiste, se dijo a sí mismo, con amargura. Desde el primer momento que lo conoció, Ranpo entendió que el poder de Chuuya era tanto un regalo como una maldición. Había visto cómo esa habilidad que todos temían consumía lentamente a la persona que más amaba, pero nunca se permitió pensar que llegaría a este punto.
—¡Chuuya, detente! ¡No tienes que seguir así! —su voz se rompió, y por primera vez en su vida, Ranpo sintió el peso de su propia incapacidad.
La figura de Chuuya se tambaleó por un instante, como si algo en sus palabras hubiera alcanzado a la persona atrapada dentro de la corrupción. Ranpo aprovechó el momento, avanzando hacia él con la esperanza de que todavía quedara algo humano en su interior.
—Eres más que esto. Eres Chuuya Nakahara. Eres el hombre que una vez me dijo que no había fuerza en el mundo que pudiera doblegarlo. ¡Lucha contra esto!
Pero el destello de humanidad desapareció tan rápido como había llegado, y la corrupción retomó el control. La energía a su alrededor se intensificó, agrietando el suelo bajo sus pies y llenando el aire de una luz oscura que parecía absorber toda esperanza.
Ranpo cayó de rodillas, sin fuerzas para seguir.
—Si tan solo... —susurró, mirando sus propias manos como si fueran las de un extraño—. Si tan solo tuviera una habilidad, algo que pudiera detenerte.
Por primera vez en su vida, deseó no ser ordinario. Su intelecto siempre había sido suficiente para superar cualquier obstáculo, pero ahora no era nada comparado con el poder implacable de Chuuya. Era un espectador en la tragedia de la persona que amaba, y no había deducción, ni plan, ni verdad que pudiera cambiarlo.
—Ranpo... —una voz suave se deslizó entre el rugido de la corrupción.
El corazón de Ranpo dio un vuelco. Era su voz, la de verdad. Chuuya estaba ahí, atrapado, luchando contra la oscuridad. Se levantó tambaleándose, ignorando el dolor en su cuerpo.
—¡Estoy aquí! —gritó—. ¡Sigue luchando, Chuuya! ¡Puedo ayudarte!
Pero Chuuya negó con la cabeza, su mirada teñida de dolor y resignación.
—No... no puedes salvarme. Nadie puede.
Ranpo sintió como si su corazón se rompiera en mil pedazos.
—No me hagas esto... Por favor.
Chuuya sonrió, una sonrisa débil y cansada que parecía un adiós.
—Siempre fuiste brillante, Ranpo. Pero no puedes arreglarlo todo.
Antes de que Ranpo pudiera responder, la energía a su alrededor alcanzó su punto máximo, y el cuerpo de Chuuya se iluminó como una estrella en el borde de la explosión. En un instante, todo terminó.
Ranpo cayó al suelo, cubriéndose el rostro mientras el calor y la luz se desvanecían, dejando tras de sí un silencio ensordecedor. Cuando levantó la vista, lo único que quedaba de Chuuya eran escombros y polvo, dispersados por el viento.
Se quedó allí, inmóvil, mientras la verdad de lo que había sucedido lo golpeaba. La persona que amaba estaba perdida, consumida por su propio poder, y él no había podido hacer nada para salvarlo.
El gran detective Ranpo Edogawa, siempre capaz de resolver cualquier enigma, ahora enfrentaba un caso que jamás podría cerrar: el vacío que Chuuya dejó en su corazón.
•
•
•
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top