𖡡𖠃✎El control de la misión𓅨
•
•
•
La noche había caído sobre Yokohama, y la lluvia parecía no querer detenerse. Ranpo y Chuuya estaban caminando juntos por las estrechas calles del distrito, cada uno con su propio propósito. La misión era clara: desmantelar una operación ilícita en la que estaban involucrados miembros de la mafia rival. Sin embargo, las cosas no iban exactamente como Ranpo había planeado.
—Chuuya —comenzó Ranpo, con su tono tranquilo y controlado—. Necesito que te quedes atrás mientras yo investigo este edificio. Sé que te gusta hacer las cosas a tu manera, pero esta vez déjame a mí hacer el trabajo, ¿sí?
Chuuya resopló, cruzándose de brazos. —No soy un maldito perro guardián, Ranpo. ¿Por qué siempre tienes que mandarme?
Pero, por alguna razón, Chuuya obedeció y se quedó atrás, observando mientras Ranpo sacaba su cuaderno de notas y comenzaba a estudiar las pistas que había encontrado en el lugar. A pesar de su frustración, el pelirrojo siempre había sido consciente de la increíble habilidad de Ranpo para deducir cosas, aunque rara vez admitiera que necesitaba su ayuda.
Ranpo, sin embargo, no se detenía. —Chuuya, escucha. Vamos a hacer esto rápido. Tú te encargas de cubrirme por la puerta trasera, ¿de acuerdo? Si algo sale mal, necesito que estés listo para actuar.
Chuuya apretó los dientes, su paciencia comenzaba a agotarse. —Sí, sí, lo que tú digas —respondió con sarcasmo—. No parece que tengas mucha fe en mí.
Ranpo, ajeno a la creciente molestia de su compañero, siguió con su plan. —Perfecto, entonces. Cuando vea que todo está listo, te haré una señal. No te muevas hasta entonces.
Con los nervios a flor de piel, Chuuya se acomodó detrás de una columna cercana, aguardando órdenes, aunque estaba claramente incómodo. El control de Ranpo sobre cada aspecto de la misión lo estaba irritando.
—Y no hagas nada imprudente, ¿de acuerdo? —agregó Ranpo sin mirarlo, todavía concentrado en lo que estaba observando.
—¡Basta! —Chuuya no pudo más y dio un paso al frente, perdiendo la compostura—. ¡Estoy harto de que siempre estés controlando todo! ¿Qué soy, tu sombra o algo así?
Ranpo lo miró con sorpresa, deteniendo su análisis. —¿Qué? Chuuya, simplemente estoy haciendo lo que sé que funcionará. Te estoy protegiendo. Si no te gusta, puedo hacerlo todo yo mismo.
—¿Protegiéndome? —Chuuya soltó una risa amarga—. No necesito que me protejas, Ranpo. No soy un niño. Siempre con tus órdenes, siempre mandándome. No puedes simplemente dejar que haga lo que sé hacer sin intervenir en cada maldito paso.
Ranpo frunció el ceño, claramente molesto por la actitud de Chuuya. —¡Te estoy dando instrucciones porque esto es importante! ¡Tienes que confiar en mí!
—¡No quiero confiar en ti más de lo que ya lo hago! —Chuuya replicó con furia—. Siempre estás encima de mí, como si no fuera capaz de hacer nada sin que tú me digas cómo hacerlo. ¿Qué pasa, te crees el jefe o algo así?
—¡No se trata de eso! —Ranpo levantó la voz, casi gritando, algo que raramente hacía—. ¡Esto no es un juego, Chuuya! Si no sigues mis indicaciones, las cosas se complican.
Chuuya, exasperado, dio un paso atrás y cruzó los brazos con fuerza. —¿Sabes qué? Hazlo tú solo. Estoy harto de ser tu maldito peón. Voy a hacer lo que yo quiera.
Ranpo lo observó, furioso pero también sorprendido por la rebelión de Chuuya. Durante un breve momento, pensó en dar un paso atrás, pero su orgullo no se lo permitió. —Si prefieres hacerlo a tu manera y arruinarlo, adelante. Pero no digas después que no te lo advertí.
—¡Haz lo que quieras! —Chuuya gritó, dándose la vuelta, listo para marcharse—. No quiero ser parte de tu maldito plan.
Ranpo, aún molesto, se quedó mirando cómo Chuuya se alejaba. A pesar de todo, no podía evitar sentirse frustrado. Por primera vez, las cosas no salían como él quería.
—¡Chuuya, ven aquí y hazlo bien! — Ranpo insistió, caminando de un lado a otro con nerviosismo, mirando a su alrededor como si estuviera persiguiendo una pista invisible. Estaba tan concentrado en el plan que no notó que su tono de mando solo irritaba más a Chuuya.
—¡¿Qué parte de "NO!" no entiendes, Ranpo?! — Chuuya respondió, cruzando los brazos con fastidio. En ese momento, había dejado de seguir las instrucciones del detective, cansado de ser tratado como un subordinado. — Tú sabrás todo, pero a mí no me controlas.
Ranpo frunció el ceño y dio un paso hacia Chuuya, intentando mantener la calma. — ¡¿Y tú cómo esperas que funcione esto si no sigues el plan?! ¡¡ESTO NO ES UN JUEGO!!
—Claro, no es un juego, es un desastre, y tú lo estás empeorando — Chuuya lo miró con furia, luego hizo un gesto con la mano como si apartara la situación de encima. — Ya basta de tus órdenes. Si te crees el líder, hazlo tú todo solo.
Ranpo apretó los dientes, su expresión se tornó más severa mientras observaba cómo Chuuya se alejaba sin más. Pero eso no iba a detenerlo. — ¡Te dije que no te alejaras! ¡Espera!
Chuuya se detuvo y lo miró, con la mandíbula tensa, y con una mirada desafiante. — ¿Sabes qué, Ranpo? Ya basta. Si piensas que yo soy tu perrito que hace lo que tú quieras, te equivocas.
El detective se quedó en silencio por un momento, pero luego, con un tono más suave, aunque aún irritado, dijo: — ¡Solo quiero que todo salga bien! ¡No quiero que nos maten por tu cabezonada!
—No soy tu perro, y si tanto te preocupa, te apuesto a que lo haré a mi manera. — Chuuya se giró y comenzó a caminar hacia el objetivo, ignorando la mirada de desespero de Ranpo.
Ranpo lo siguió rápidamente, su cerebro trabajando a mil por hora, pero la presión de tener que mantener la calma y seguir el plan lo estaba agobiando. Por fin, después de unos segundos, vio que Chuuya entraba al edificio sin ningún tipo de discreción, con los hombros tensos pero decidido a hacer las cosas a su manera. Sin ni siquiera pensar en lo que podría suceder, Ranpo decidió seguirlo.
Pero, tan pronto como entraron, las alarmas comenzaron a sonar. La misión había fracasado estrepitosamente.
—¿Ves lo que hiciste? — Ranpo lo miró, completamente frustrado. — ¡Nos descubrieron!
—¿Nos descubrieron? — Chuuya replicó con una risa burlona, aunque su expresión no era de satisfacción. — Claro, claro, todo por mi culpa, ¿no? Pero déjame decirte algo, detective. Si no hubieras estado tan ocupado dándome órdenes, tal vez hubiéramos hecho las cosas a nuestra manera sin que nadie nos descubriera.
Ranpo apretó los puños con furia. — ¡Esto NO se está haciendo a tu manera! ¡Esto se está haciendo como yo diga!
Chuuya lo miró fijamente con una sonrisa torcida. — Y ahora mira lo que hiciste con "tu manera". Nos atraparon.
Ambos se quedaron en silencio, la tensión en el aire palpable mientras la misión se desmoronaba a su alrededor. No había vuelta atrás, y ambos sabían que, a pesar de todo, aún tendrían que salir de esa situación… juntos.
—Dazai era un dolor en el culo, pero al menos trabajábamos bien — exclamó Chuuya, sus ojos brillando con una mezcla de frustración y enojo. No podía soportar más el constante control de Ranpo sobre todo, y como una reacción instintiva, su habilidad comenzó a formarse a su alrededor. La gravedad empezó a aumentar en el lugar, haciendo que el aire se volviera denso, y su presencia se volvía aún más imponente.
Ranpo lo miró con los ojos muy abiertos, notando el cambio inmediato. La gravedad se incrementaba cada vez más, y aunque sabía que Chuuya estaba furioso, esa era la última cosa que quería ver. Ranpo frunció el ceño, su rostro claramente irritado, mientras intentaba respirar bajo la presión de la habilidad de su compañero.
—¿Qué demonios acabas de hacer? — preguntó Ranpo, tomando un paso atrás. Su tono era frío, pero no podía evitar la incomodidad que sentía mientras veía cómo la gravedad aumentaba. Sabía que Chuuya solo quería descargar su enojo, pero esto complicaba aún más las cosas.
Chuuya lo miró con una sonrisa sarcástica, claramente disfrutando del poder que ahora tenía sobre la situación. — Ah, ¿acaso no te gusta? ¡Es lo que se siente ser controlado! Así que ahora, ¿vas a darme órdenes también? — Su voz era mordaz, su paciencia ya se había agotado por completo.
El detective se quedó en silencio, mirando a su alrededor mientras luchaba por mantenerse en pie. La gravedad parecía cada vez más insoportable, y no podía evitar sentirse impotente. No le gustaba la idea de que Chuuya tuviera el control, pero a la vez, sabía que había llegado a un punto donde las cosas ya se habían ido de las manos.
—¡Tienes que controlarlo, Chuuya! — dijo, tratando de no mostrar su incomodidad. — ¡No estamos aquí para hacer un espectáculo de tu poder!
Chuuya se cruzó de brazos, dejando que la presión aumentara aún más, disfrutando del caos que había desatado. — Ah, claro, ¿y tú controlando todo mientras me ignoras y me tratas como un subordinado? Yo también tengo mis límites, Ranpo. ¡Déjame en paz!
Ranpo, a pesar de su frustación, sabía que no podía seguir peleando. Su rostro se suavizó un poco, pero la tensión seguía presente. — Sabes que no lo hice para molestarte, Chuuya... simplemente no quiero que las cosas se vayan al garete.
Chuuya lo miró fijamente, su expresión endurecida. — Pues tal vez sea hora de que aprendieras a trabajar de manera diferente... sin mandonearme. — Y, con un movimiento sutil, Chuuya soltó un suspiro y la gravedad comenzó a regresar a su estado normal.
Ranpo, ahora con una ligera sensación de alivio, finalmente dejó escapar un suspiro de frustración, pero no podía evitar sentirse aliviado al ver que la tensión comenzaba a desvanecerse. — Esto... no es cómo quería que sucediera.
Chuuya lo miró con los ojos entrecerrados, su enojo disipándose solo un poco. — Pues tal vez deberías haberlo pensado antes de seguirme como si fueras mi maldito jefe.
Ambos se quedaron en silencio por un momento, la energía entre ellos cambiando, pero sabían que, de alguna manera, tendrían que trabajar juntos si querían salir de esa situación sin que se complicara más.
—Tienes que aprender a trabajar 'en equipo' — dijo Chuuya, sus hombros destensandose.
Ranpo iba a decir algo pero el carraspeo ajeno a ellos captó la atención de ambos.
—Oigan, lamento interrumpir el momento — soltó el hombre avergonzado — pero eh entraron aquí, las alarmas sonaron y nuestro jefe nos mandó a ya saben, mandarlos con Diosito, ¿peleamos o esperamos a que terminen su discusión?
Chuuya y Ranpo se miraron, no se habían dado cuenta de cuando terminaron rodeados.
—No nos molesta esperar, solucionen sus problemas y luego los atacamos — sugirió el hombre del bando enemigo.
Chuuya y Ranpo se miraron, un entendimiento silencioso pasando entre ellos antes de que ambos se movieran con rapidez.
—¿Esperar? — Chuuya sonrió con ironía, su tono frío y desafiante. — No tenemos tiempo para esperar.
Antes de que el enemigo pudiera reaccionar, Chuuya levantó una mano y con un solo movimiento, la fuerza gravitacional a su alrededor cambió drásticamente. Los cuerpos de los hombres del bando enemigo fueron aplastados contra el suelo con una presión inmensa, dejando a todos ellos inmóviles e incapaces de moverse, como si el peso de todo el mundo estuviera sobre ellos.
—Ahí tienen, ya no hay que esperar — dijo Chuuya, encogiéndose de hombros mientras observaba cómo el grupo entero quedaba completamente aplastado, sin ningún esfuerzo real de su parte.
Ranpo, sin inmutarse por la demostración de poder de su compañero, aprovechó el caos para avanzar. Caminó tranquilamente entre los hombres paralizados, desinteresado en sus gemidos de dolor o en los intentos de resistirse. Su mirada se centró en una mesa cercana, donde los informes que necesitaban estaban cuidadosamente apilados.
—Gracias por la distracción, Chuuya — murmuró Ranpo mientras tomaba los papeles con calma. — Esto será rápido, solo espero que no sigan haciéndonos perder el tiempo.
Chuuya dejó que su habilidad se desvaneciera gradualmente, soltando a los enemigos con una sonrisa de satisfacción al verlos incapaces de hacerles frente.
—A veces creo que podríamos acabar con todo esto en un par de minutos si te decidieras a hacer las cosas bien — dijo, mirando a Ranpo, que ya estaba organizando los papeles con una precisión que parecía demasiado meticulosa para un simple informe.
—Oh, no te preocupes — replicó Ranpo sin levantar la vista de los papeles, ya completamente absorto en la tarea. — Prefiero tomarme mi tiempo y hacerlo perfecto.
Chuuya resopló y caminó hacia él, su paciencia ya agotada por completo. — Perfecto, dice… Solo espero que lo hagas rápido. Ya tengo suficiente de esperar, y el jefe no va a estar feliz si nos retrasamos más.
Ranpo levantó la vista, sonriendo de lado. — Relájate, estoy casi listo. La misión no se va a escapar de nosotros.
Chuuya simplemente rodó los ojos, sabiendo que en algún momento iban a discutir de nuevo, pero por ahora, al menos habían cumplido con lo necesario.
Ranpo terminó de revisar los informes y los metió cuidadosamente en su maletín, sin ningún signo de prisa. Chuuya lo observaba con una mezcla de impaciencia y frustración.
—Ya está, vamos — dijo Ranpo con una sonrisa satisfecha, levantándose de la mesa mientras miraba a Chuuya, que ya estaba preparado para irse.
—Esto ha sido un dolor de cabeza — murmuró Chuuya, cruzándose de brazos. — Y aún no me explicas por qué te tomas tanto tiempo.
—Es simple, Chuuya — replicó Ranpo, cerrando su maletín y comenzando a caminar hacia la salida. — Si quiero hacer algo bien, tengo que asegurarme de que todos los detalles sean correctos. ¿Qué es lo que no entiendes de eso?
Chuuya suspiró, sabiendo que nunca cambiaría la actitud de Ranpo, pero a pesar de todo, no pudo evitar una pequeña sonrisa.
—Lo que no entiendo es cómo puedes ser tan meticuloso y seguir haciendo todo de manera tan… lenta — bromeó, siguiéndolo fuera del edificio.
—Lo que me falta de velocidad, lo gano en precisión, Chuuya. Y eso es lo que más importa — respondió Ranpo con confianza, sin mirarlo.
Ambos caminaron por las oscuras calles de la ciudad, con la misión cumplida. Aunque el caos de la persecución, la discusión y la diferencia de métodos les había dejado un sabor amargo, sabían que el trabajo había sido realizado y que, al final, siempre se las arreglaban para salir adelante.
—Este es el equipo más raro que he tenido — comentó Chuuya en voz baja, mirando hacia el horizonte.
Ranpo giró su cabeza ligeramente, una sonrisa traviesa jugando en sus labios. — ¿Y qué hay de malo con eso? Al final del día, siempre conseguimos lo que queremos, ¿no?
Chuuya no respondió, solo sonrió levemente mientras seguían caminando juntos en la noche. Aunque se irritaba con la forma en que Ranpo hacía las cosas, algo en su interior sabía que sin él, nada de esto sería tan… interesante.
Y de alguna manera, eso era suficiente.
•
•
•
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top