𖡡𖠃✎¿No se dan cuenta?𓅨

La agencia de detectives estaba en completo silencio, el tipo de silencio que solo se podía lograr cuando todos, por alguna razón, estaban profundamente sumidos en sus propios pensamientos. Excepto, claro, por una pequeña y constante distracción en una esquina de la sala.

Chuuya estaba allí, inclinado sobre una pila de papeles, completamente concentrado en su trabajo, o al menos eso pensaba él. Pero en realidad, su mente no podía dejar de desviarse hacia el chico que estaba al otro lado de la mesa, girando un lápiz entre sus dedos de manera casual.

Ranpo, como siempre, parecía no estar haciendo nada productivo, pero lo que realmente estaba haciendo era pensar en la forma en que Chuuya había cruzado las piernas, o cómo ese pequeño fruncimiento en su ceño era casi… adorable.

“Maldita sea, ¿por qué estoy pensando en él?” pensó Chuuya, apartando la vista de Ranpo y sacudiendo la cabeza con frustración. Pero cada vez que sus ojos se deslizaban de nuevo hacia Ranpo, algo dentro de él se apretaba, como si fuera una flecha que iba directa al blanco.

A los pocos minutos, Poe, que había estado observando todo desde el umbral de la puerta, decidió que ya era suficiente.

—Oye, Chuuya —dijo Poe, con una sonrisa traviesa que Chuuya no podía notar—. ¿Te das cuenta de lo obvio que es?

Chuuya lo miró, confundido.

—¿Qué estás diciendo? —respondió sin darle importancia, aunque su corazón comenzaba a latir más rápido de lo habitual. Poe, sin embargo, no estaba dispuesto a dejarlo pasar.

—Lo que digo —continuó Poe, dando un paso hacia la mesa y mirando fijamente a Chuuya—, es que estás completamente enamorado de Ranpo. Lo estás mirando como si fuera el último trozo de pan en el desierto, ¿lo sabías?

Chuuya casi saltó de la silla, mirando a Poe como si hubiera dicho algo completamente absurdo.

—¿De qué hablas, Poe? ¡Eso es ridículo! No... no estoy enamorado de nadie. Solo estoy haciendo mi trabajo, ¿entiendes? —dijo Chuuya, claramente nervioso.

Poe levantó una ceja y no pudo evitar sonreír aún más.

—Claro, claro. Lo que tú digas —respondió, levantando las manos en señal de rendición, pero su tono estaba lleno de sarcasmo.

Fue entonces cuando Dazai, que había estado sentado en su escritorio observando la interacción, intervino con su tono siempre burlón.

—¿Cómo te atreves a ocultarlo, Chuuya? —preguntó Dazai, mirando a Chuuya como si estuviera viendo la revelación más obvia de todas. —Todo el mundo lo sabe. Hasta Atsushi se da cuenta, y él está ocupado atrapando mariposas.

Atsushi, que en ese momento entraba con una taza de té, levantó la vista, mirando primero a Dazai, luego a Ranpo, y finalmente a Chuuya.

—Sí... —dijo Atsushi, con una mirada pensativa y completamente sincera—. Es muy obvio. Siempre que Ranpo habla, te pones rojo, Chuuya. No sé cómo no te das cuenta.

Chuuya comenzó a sudar. No podía ser. ¿Era tan obvio?

Miró rápidamente a Ranpo, que seguía con su lápiz, sin percatarse de las miradas escrutadoras de todos.

"¿En serio?" pensó Chuuya, confundido.

Ranpo, por otro lado, estaba completamente inmerso en su propio mundo. Había escuchado a Dazai y Atsushi, pero ni siquiera les prestó mucha atención. Su mirada, aunque distraída, volvía a caer hacia Chuuya cada pocos segundos. Cada vez que lo hacía, no podía evitar sonreír ligeramente, como si algo en su pecho se relajara al ver a Chuuya allí, tan cerca, tan… él.

Poe, viendo que Chuuya no parecía captar la indirecta, decidió dar el siguiente paso.

—Ranpo —llamó Poe, volviéndose hacia el detective—, ¿alguna vez te has dado cuenta de lo enamorado que está Chuuya de ti?

Ranpo dejó de girar su lápiz y miró a Poe, claramente confundido.

—¿En serio? —respondió, encogiéndose de hombros—. No me parece que se esté enamorando de mí. Solo me mira como si estuviera considerando lanzarme por la ventana.

Poe suspiró y se dio una palmada en la frente.

—Chuuya, ¿tienes algún problema con admitir lo obvio? —le preguntó Poe, ya más exasperado por la terquedad de los dos.

Y justo cuando todos pensaban que quizás Chuuya finalmente iba a soltar alguna verdad incómoda, él simplemente se cruzó de brazos y frunció el ceño.

—No estoy enamorado de nadie. Así que, por favor, dejen de inventar cosas.

Toda la oficina suspiró al mismo tiempo. Todos sabían que era inútil tratar de convencerlo.

Al final, fue Dazai quien, con su eterna sonrisa encantadora, resolvió la situación.

—Está bien, Chuuya, sigamos con la farsa de que no estás enamorado. Pero, ¿te gustaría que alguien te dijera lo obvio, o prefieres vivir en la negación un poco más?

Chuuya se quedó en silencio. Pero, incluso sin decir una palabra, su rostro rojo delataba lo que todos sabían: estaba completamente enamorado de Ranpo.

Ranpo, por supuesto, no notó nada. Él simplemente miró a Chuuya con curiosidad, preguntándose qué estaba pasando, sin saber que la oficina ya había descifrado el enigma.

Porque Ranpo será el mejor detective, pero era el peor detective cuando se trataba de captar el obvio enamoramiento de su compañero.

Chuuya, por otro lado, deseaba desaparecer en el suelo, pero sabía que eso era imposible.

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