𖡡𖠃✎La cita𓅨

𖡡𖠃✎Advertencia: Ninguna, arriba el Ranchuu𓅨

𖡡𖠃✎Sipnosis: Ranpo organiza por primera vez una cita. Sale mal pero a la vez muy bien.

Ranpo estaba sentado en su habitación, rodeado de papeles arrugados y notas dispersas. Había pasado las últimas horas intentando planear la cita perfecta para su novio, Chuuya. Aunque era nuevo en esto de las relaciones, Ranpo sabía que quería hacer algo especial para devolverle a Chuuya todo el cariño y las atenciones que siempre le brindaba.

Chuuya siempre encontraba la manera de sorprenderlo, ya fuera con su plato favorito después de un largo día o con pequeños detalles que iluminaban su jornada. Ranpo quería que esta cita fuera un reflejo de todo lo que Chuuya significaba para él.

Con una mezcla de nervios y emoción, Ranpo decidió que el primer paso sería elegir un lugar que tuviera un significado especial para ambos. Recordó el parque donde solían pasear los días libres del mafioso, frente al parque estaba una de las mejores dulcerias que Ranpo conocía. Allí, dónde caminando con las manos llenas de dulces Ranpo sintió su pecho tibio por primera vez. Ranpo imaginó que sería el escenario perfecto para su cita.

Con el lugar decidido, Rampo comenzó a planear los detalles que harían de esa tarde algo inolvidable. Sabía que Chuuya adoraba las estrellas, así que pensó en llevar una manta y preparar un pequeño picnic al atardecer, esperando que el cielo despejado les regalara una noche estrellada.

Con el lugar y el momento decididos, Ranpo se dedicó a planificar cada detalle del picnic. Quería que todo fuera perfecto, así que comenzó a pensar en la comida. Recordó que a Chuuya le encantaban las fresas cubiertas de chocolate, una de las pocas cosas dulces que su novio adoraba comer, así que decidió que ese sería el postre ideal. Además, prepararía unos sándwiches gourmet con queso brie, rúcula y un toque de mermelada de higos, ingredientes que sabía que Chuuya adoraba.

Necesitaría de Youtube, pero siendo el mejor detective del mundo no había receta que pudiera con él.

Mientras preparaba la lista de compras, Ranpo pensó en la música. Sabía que una buena banda sonora podía marcar la diferencia, así que creó una lista de reproducción con las canciones que ambos disfrutaban, desde sus baladas favoritas hasta aquellas melodías que les hacían reír y bailar sin parar.

Con el lugar y el momento decididos, Ranpo se lanzó a planificar cada detalle del picnic, decidido a que todo fuera perfecto. Sin embargo, desde el principio, las cosas empezaron a torcerse. Mientras preparaba las fresas cubiertas de chocolate, se distrajo viendo videos de gatos en internet y terminó quemando el chocolate.

— Bueno, al menos son fresas ahumadas — pensó, intentando ver el lado positivo.

Decidido a no dejarse vencer, Ranpo se dispuso a preparar los sándwiches gourmet. Sin embargo, al abrir el refrigerador, descubrió que alguien había devorado el queso brie.

— ¿Quién se come un bloque entero de queso brie? —  se preguntó en voz alta, mientras su gato lo miraba con una expresión de culpabilidad. Sin más opciones, improvisó con queso cheddar, que no era exactamente lo que tenía en mente.

— ¿Cómo vas?— preguntó cautelosamente Fukuzawa al ver la expresión frustrada de su pupilo, incluyendo que su cabello estaba más despeinado que de costumbre.

— ¿Así se siente Dazai cuando se quiere morir y no lo consigue? — preguntó mirando a su jefe mientras apuntaba a los pequeños bollos de arroz que quiso preparar sin forma alguna.

— Es la primera vez que cocinas, es normal que no te salga perfectamente — trató de consolarlo tragándose las preguntas de como terminó el arroz de color rosado.

— Chuuya lo hace ver fácil — se quejó cruzándose de brazos, sus ojos fijos en la comida.

Ambos se quedaron mirando fijamente el arroz, cada uno hundido en sus propios pensamientos con respecto a la situación.

— ¿Cómo el onigiri acabo siendo rosa? — soltó el mayor sin poder resistirse a saber.

Ranpo volteó lentamente a mirarle con mala cara, no estaba de humor, Fukuzawa entendió y dando un pequeño asentimiento se retiró de la cocina llevandose consigo al felino.

El día de la cita amaneció nublado, y una ligera llovizna comenzó a caer justo cuando Ranpo salía de casa.

— ¡Perfecto para un picnic acuático! —  bromeó consigo mismo, mientras metía un paraguas en la canasta — ¿Qué tiene el mundo en contra de su mejor detective? — gritó frustrado mirando al cielo.

Al llegar al parque, Chuuya ya estaba allí, protegiendose de la lluvia bajo el gran roble. Ranpo, con una sonrisa nerviosa, extendió la manta, que rápidamente se empapó.

— Al menos es una manta autolavable — dijo, tratando de mantener el ánimo.

Chuuya miró a su novio con una ceja levantada, estaba lloviendo, una cita al aire libre no funcionaria, pero notaba cuánto Ranpo se estaba esforzando, no podía interrumpir algo a lo que tanto tiempo le dedicó.

— Lo siento — murmuró repentinamente Ranpo manteniendo los ojos en algún punto de la calle, los autos pasando a altas velocidades.

— ¿Por qué? Sé que quizás se puede ver mal, pero esto es muy lindo — aseguró acercándose a su novio para acariciar su mejilla.

— ¡Estamos empapados, mi comida es un asco, y todo lo que planee para tí fue un completo fiasco! — a pesar de que estaba hablando en un tono más alto se podía notar que no estaba enojado sino frustrado y eso hizo que Chuuya solo quisiera abrazarlo.

— Pero estamos juntos, querías que pasara un buen día, no? — Ranpo asintió, quería que el día libre de su novio sea tranquilo y lleno de recuerdos que él creó — No me molesta la lluvia, aunque no me estoy mojando realmente — señaló como tenía activada su habilidad para no mojarse — Y es bastante adorable que hayas puesto tanto empeño en la comida, estoy feliz porque hiciste todo esto para mí.

— ¿Aún cuando salió tan mal? — preguntó avergonzado mirando de reojo al pelirrojo por primera vez.

— Para mí nada salió mal — el pequeño beso que Ranpo recibió al segundo siguiente fue suficiente para calmarlo completamente — ¿Que tal si seguimos esta cita en mi casa? Tomarás una ducha caliente y preparé algo — sugirió abriendo la canasta de comida que había traído el detective con él, agarrando una de las fresas bañadas en chocolate quemado.

— Chuu no tienes que comer eso, sácalo de tu boca — dijo tratando de quitarle la canasta.

— No, están ricas, el chocolate quemado ayuda a que no sea muy dulce — niega elevando la canasta para tomar la mano del detective — Vamos, debes tomar un baño — sonrió usando su habilidad para que su novio no se mojara más.

— ¿Por qué no hiciste eso desde el principio? — preguntó entrecerrando los ojos, aunque solo recibió un encogimiento de hombros como respuesta.

La cita fue un asco pero sorprendentemente se sintió tan cálido como lo sería si hubiera sido un éxito. Quizás Ranpo era nuevo en todo lo que respecta las relaciones amorosas pero vivirlo con Chuuya es algo no cambiaría por nada, ni siquiera le importaba verse tonto a veces si eso hacía sonreír a su Chuuya.

¿Eso es amor?

Si, si lo es.

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