𖡡𖠃✎El hilo que no se rompe𓅨

El hilo rojo que unía sus dedos meñiques era un recordatorio constante, una conexión que ambos podían ver desde que tenían memoria. No había explicación lógica para su existencia, pero ahí estaba: un delgado cordón carmesí que vibraba con cada paso que daban, con cada mirada que compartían, con cada palabra, ya fuera dulce o cargada de sarcasmo.

Ranpo suspiró mientras mordisqueaba un caramelo, sentado en el borde de una fuente en medio de un parque. A unos metros de distancia, Chuuya, con sus brazos cruzados y el ceño fruncido, lo miraba fijamente.

—¿Vas a seguir ignorando lo obvio?— preguntó Ranpo, girándose hacia él con una sonrisa que bordeaba la burla.

—¿Ignorar qué? ¿Que me estás siguiendo como un acosador?—  replicó Chuuya, dando un paso al frente.

—¿Seguirte? Por favor. — Ranpo señaló el hilo que colgaba entre ellos con un gesto dramático. — No es mi culpa que esta cosa me obligue a estar cerca de ti. Créeme, preferiría estar en casa, resolviendo casos importantes o disfrutando mis dulces.

—Ah, claro — bufó Chuuya, dando otro paso. — Porque el gran Ranpo Edogawa, el genio supremo, nunca podría interesarse en algo más que en su propio ego.

Ranpo se puso de pie, dejando caer el envoltorio vacío de su caramelo en el bolsillo de su abrigo. — Hablas como si tú no fueras igual de orgulloso. Admitámoslo, Chuuya, estás tan obsesionado con este hilo como yo.

Chuuya apretó los puños, pero sus mejillas se tiñeron de un leve rubor. — ¿Obsesionado? En tus sueños, Edogawa. Si este hilo existe, es un error. Probablemente tú hiciste algo para atarnos como una broma enfermiza.

— Sí, claro, porque tengo tiempo de sobra para lanzar hechizos y jugar con hilos invisibles — dijo Ranpo con sarcasmo. — Quizás deberías aceptar que el universo tiene mejor gusto del que crees.

Chuuya se quedó en silencio, mordiéndose el labio inferior mientras el hilo entre ellos parecía tensarse ligeramente, como si respondiera a su frustración. Ranpo lo notó y dio un paso más cerca, hasta que apenas había un respiro entre ellos.

—¿Sabes qué creo? — dijo Ranpo, inclinándose un poco, lo suficiente para que Chuuya sintiera el calor de su aliento. — Creo que tú también lo sabes. Sabes por qué estamos atados. Solo no tienes el valor de admitirlo.

— Y tú no tienes el valor de dejar de provocarme — respondió Chuuya, pero su voz era más suave, casi un susurro.

Ambos quedaron en silencio, la tensión entre ellos casi palpable. El hilo rojo vibró una vez más, como si estuviera vivo, como si intentara acercarlos aún más. Pero ninguno estaba dispuesto a ceder, no aún.

Ranpo se alejó con una sonrisa satisfecha, como si hubiera ganado algo en esa breve confrontación. — Bueno, si alguna vez decides dejar de ser tan terco, avísame. Tal vez hasta te invite a comer algo.

Chuuya lo miró mientras se alejaba, su corazón latiendo más rápido de lo que quería admitir.

— Maldito genio presumido — murmuró para sí mismo, pero no pudo evitar que una pequeña sonrisa curvara sus labios.

---

Ambos sabían la verdad: el hilo no mentía. Pero aceptar que estaban destinados a estar juntos era algo que requeriría más que solo tiempo. Requeriría que ambos dejaran su orgullo de lado, y para dos hombres tan testarudos, eso era más difícil que cualquier caso que Ranpo pudiera resolver o cualquier batalla que Chuuya pudiera ganar.

Mientras tanto, el hilo seguía ahí, silencioso pero constante, uniendo sus destinos, recordándoles que el amor, a veces, era cuestión de paciencia y terquedad a partes iguales.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top