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—Entonces dime. ¿Cómo acabaste aquí?— Habla seria una albina de piel morena y grandes rasgos de conejo. —Porque dudo mucho que solo vengas a visitarme, Takami— La albina dijo eso con algo de burla. El rubio que tenia enfrente solo sonreía de manera nerviosa mientras se secaba sus empapadas alas rojas.

—Pues, lo que pasa es que Enji y yo quedamos de tener una noche de pasión mientras afuera estaba lloviendo.— La albina lo interrumpió pidiendo que no le contara marranadas, que mejor le dijera el porque de estar allí. —A eso voy pendeja. Ejem— Aclaro su garganta antes de seguir con su historia. —Es que estando apunto de iniciar lo chido, se me ocurre decirle a mi Enji que me tratara mal.— La albina lo miro confundida, se esperaba esas perversiones de su amigo.

—¿Y eso que tiene de raro?—

—Mmmh lo mal entendió, me saco a gritos de la casa.... Y bueno, vine aquí— Dijo avergonzado.

—Pues hizo lo que le pediste.— La albina intentaba no reírse. Era en vano, sus risas eran obvias.