Regalos dulces.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-Capitulo uno: La miradita.
Todo el lugar estaba en silencio o la mayoría de la cafetería lo estaba en ese instante.
Yo estaba comiendo mi pastel favorito en ese instante. Sabor frutilla, lo sé. Muchos dirán que el sabor y mucho más el color no es para nada masculino, pero no me nieguen que ese fruto es el más delicioso de todos. La frutilla es la reina de todas las frutas.
Mire para mi derecha y lo vi. Su cabello corto celeste, sus ojos grandes y brillantes que solo miraban ese café con un deseo inexplicable. Sus pequeñas manos tomaron esa bebida caliente para acercarla a sus pequeños labios de suave color que cuando estuvieron en contacto con la bebida caliente su color cambio a uno más rojizo y brillante. Parecían tan apetitosos, quiero probarlos tal vez se vuelvan mi nuevo dulce favorito con un sabor único que tal vez solo lo haya probado yo. Que hermoso sueño, lo malo es que solo es un sueño.
Quiero conocerlo, lo eh visto desde hace tiempo en esta pequeña cafetería cerca de mi escuela y otras instituciones educativas, tal vez sea un alumno de una de esas cuantas escuelas que dejan llevar cualquier ropa al colegio, el llevaba en ese instante unos jeans grises que no dejaban nada a la imaginación, marcaban tanto sus caderas que me dejaban sin aire cada que vez que lo veía caminar por el lugar. Almorzar fuera del colegio es lo mejor.
-Karma, deja de ver a nuestro cliente que ya se te está cayendo la baba por cuarta vez en el día- Dijo mi hermana mayor que estaba en este instante en horario de trabajo - No quiero escenas para mayores de edad, tu aun ni cumples los dieciochos como mínimo- Se quejó, es verdad apenas tengo quince años aunque con el chico que estaba en mi mira no se veía mayor que yo. Seguramente es un año o dos menor que yo.
-Seguramente tiene unos catorce- Dije mientras aun lo miraba atentamente. El solo miraba su celular, por favor mírame al menos una vez en esta patética vida.
-Ni me escuchas, se nota que te flecho- Dijo con ironía y enojo mi hermana.
-¿Que esperabas? Míralo, es tan lindo- Solté un suspiro de quinceañera enamorada, aunque lo soy, solo que en masculino. Dios si existes gracias por llenar mi vida y mis almuerzos con este hermoso chico.
Lo eh visto tantas veces, no me importa unos pequeños regaños de la escuela por escaparme de ella o saltarme clases solo para verle un rato más en esos cortos minutos para mi donde él come y se iba de nuevo a su escuela, se nota que en donde estudia son liberales, me encantaría estar en su misma institución ¿Cómo sería si fuéramos compañeros de salón? ¿O de puesto? Que emociones, que afortunado es el que se sienta a su lado, me gustaría ser tanto esa persona desconocida.
El al parecer se estaba tomando los últimos sorbos de su café, sé que por medio de mi hermana él se toma un dulce y después pide el café para sacar el dulce sabor de su paladar, pero siempre llego tarde cuando está esperando su café y lo espera juntos un plato vacío, tanto me gustaría verlo comer una rebanada de pastel y que las migajas se quedaran pegadas a sus lindas mejillas y yo acercarme y sacarlas. Después el sonrojado diría gracias y me preguntaría mi nombre y así podría comenzar nuestro amor.
Y llego otro pensamiento, tal vez igual de hermoso como el que me acabo de imaginar, el chico de cabellos color cielo junto a mi pastel. Dos cosas favoritas mías juntas, hermosas, deliciosas y demasiado apetitosas para mí.
-Hermana puedes entregarle mi pastel a el hermoso chico- Dije sin pensarlo dos veces y en respuesta recibí una mirada donde me miraba como un tonto ¿Qué pasa?
-Pero si tu pastel ya no existe, nunca dura más de dos minutos ese pastel de frutillas- Me informo lo obvio ¿Quién no se come su dulce favorita rápido?
-Y por ello eres la tonta de la familia Akabane- Susurre lo suficiente alto para que me escuchara y me mirara de forma ofendida - Llévale uno nuevo, porfa- Pedí, quiero mi sueño hecho realidad.
-Ya, ya. Me debes una grande Romeo- Me dijo para después ir a la cocina y volver como si nada, como si no estuviera enojada conmigo por ofenderla. Camino hacia mi crush con una sonrisa en sus labios.
No pude escuchar la conversación por la lejanía entre nuestras mesas, siempre intento estar algo lejos para que no escuche mis babosadas cuando hablo con mi hermana, no quiero que me vea como un idiota, pero en este instante deseo con toda mi alma haberme sentado cerca de él este día. Deje de pensar en esas cosas y fije mi mirada en su reacción, fue tan tierna y sus mejillas sonrojadas aparecieron cuando mi hermana hablo de no sé qué cosa. Esas reacciones de él me dan cien años más de vida. Después de que mi amado tuviera el pastel en su poder mi hermana se dio la vuelta a mi dirección dejando a la vista su entre-ceño fruncido, sí que está enojada conmigo.
-Listo, se lo entregó, ahora vete a la escuela- Dijo para después apuntar el reloj, es verdad. Estoy llegando tarde a clases de matemática - Te vas de aquí o no vuelvo a cumplirte ningún otro puto favor de mierda- Miren esa boquita ¿Con esos labios besa a nuestra dulce madre?
Saque el dinero de mi bolsillo, me encanta que ella sea tan tonta. Nunca se da cuenta de que yo le robo el dinero que gana trabajando aquí para pagar mis comidas y esta vez la ocupo para pagar un dulcecito a mi futuro novio. Lo digo yo y lo dicen todos.
Aunque algunos se niegan. Se nota que seremos una buena pareja.
Sonreí con ese pensar y cuando ya estaba saliendo del establecimiento ¿Porque no dar la última miradita del día? Y como pensé lo hice, mire hacia el chico que me tiene todo baboso y algo me sorprendió al nivel de sonrojar mis mejillas a un nivel que nunca pensé que me atacaría. Maldigo la sangre que se está acumulando en mis mejillas.
Esos hermosos ojos me están mirando fijamente y después sonreírme con dulzura, como el solo sabe hacerlo. Estoy segurísimo que me acaba de dar una diabetes con tanta azúcar que carga en una simple expresión ese hermoso chico de cuerpo andrógino.
¿Qué? Acepto que caí a los pies de un chico con cuerpo de mujer, sorpresivamente nunca lo confundí con una chica como la tonta de mi hermana.
Y así salí de la cafetería, con unas mejillas más rojas que manzana y unos grandes deseos de gritar de felicidad al ver que su mirada se fijó en mí por primera vez en todo este tiempo que él va yendo a este lugar lleno de cafés y dulces.
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-Capitulo dos: Chico dulce
Estaba en este instante dentro de mi salón en clases de matemática, pero no tomaba nada de atención ya que mi mente esta en otro mundo lleno de mi hermoso chico con distintas escenas compartidas conmigo.
Odio que solo sean sueños, porque no hay un hada de los deseos o una hada madrina como en el cuento de cenicienta, porque no existen esos personajes mágicos de los cuentos de princesas de niñas chicas. En este instante me servirían mucho. Tal vez Okuda pueda crear una pésima donde logre que las hormonas del amor se manifiesten hacia mi persona, no creo. Okuda solo logro hacer venenos. Hasta con cocinar un simple huevo terminara como algo que es obvio que no quieres comer a excepción si quieres morir, si quieres morir ve y traga las comidas de Okuda.
-Karma-kun ¿Estas bien?- Me llamo mi querida amiga Okuda.
-Solo pienso que en este instante quiero vivir en un cuento de hadas y princesas- Ella me miro de forma rara, seguramente se esperaba todo menos eso.
-Así que el famoso diablo está enamorado- Escuche la voz de Nakamura detrás mío riéndose.
-¿Qué haces aquí Nakamura? Estamos en clases- Dije para mirar hacia adelante y quedar sorprendido al ver en el pizarrón escrito "Estudio libre".
Mierda, el profesor se fue y ni cuenta me di.
-Ya suelta la hoya ¿Quién es la chica?- Pregunto mi oxigenada amiga.
-Yo no tengo ninguna hoya y mucho menos me gusta una chica- Canturree mientras sacaba mi celular de mi bolsillo.
-No seas mentiroso ¿Entonces que te tiene suspirando como niña de doce años enamorada?- Dijo con sarcasmo mientras me miraba con una sonrisa de que ella tenía razón.
-Te digo que no estoy tras las bragas de una chica- Al decir esas palabras Okuda se quedó sonrojada, ella es el pan de dios entre nosotros.
-Pero Karma-kun hace poco dijiste que querías vivir en un cuento de hadas y en ellos solo hay romance ¿Entonces porque quieres vivir en uno?- Intento decir sin tartamudear y lo logro. Me alegro por ella. Al fin está teniendo más confianza consigo misma.
-Miren esta foto- Dije mostrando mi celular- De esta persona son los boxers que me tienen como perro faldero- Admití, no me importaba decir lo obvio. El amor te vuelve idiota y eso lo sé bien así que admito que estoy completamente flechado por ese pequeño chico.
-Sí que está enamorado- Dijo sorprendida Nakamura- Espera- Se quedó en blanco- ¡¿ES UN CHICO?!- Grito sorprendido dejando a Okuda sonrojada, al parecer ella no se dio cuenta de mis palabras.
-Karma-kun le gustan los chicos- Susurro aun sonrojada, al parecer no se lo creía.
-Estas equivocada querida brujita, me atrae el, no los chicos. Solo me ha gustado esta persona durante mi corta vida- Informe con una sonrisa mientras miraba la foto que tenía en mi poder.
Era el con un cachorrito en sus manos. Como no tener marcado ese día. Fue la única vez que me hablaste y después nunca volviste a fijarte que estábamos más juntos con cada acción que yo hacía en silencio.
-Karma-kun cuando consigas su amor infórmanoslo- Pidio Okuda- Quiero felicitarlos y darles unos regalos para que su amor prospere- Agrego con una sonrisa.
-Obviamente, hasta me crearía un tonto Facebook para solo poner que estoy en una relación con el chico más lindo de todo este asqueroso mundo- Casi grite esas palabras, solo hablar de él me llena de emoción.
-Un día nos debes contar como te enamoraste de el- Dijo con entusiasmo, ella amaba escuchar cómo la gente se enamora y como terminan siendo una linda y feliz pareja de enamorados.
-Sí, un día- Susurre mientras escuchaba la campana del recreo, tenía ganas de tomar un leche de frutilla para dormir una buena siesta esa tarde antes de volver a casa.
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-Capitulo tres: Si las gotas de lluvia fuera de caramelo
Ese día estaba nublado a su totalidad, se notaba que llovería una buena ese día. Seguramente los sirvientes de su casa estaban sacando la ropa colgada, no querían lavar todo de nuevo.
Camino por un puente, no quería volver en seguida a casa, mi hermana ese día trabajaba hasta noche y aun no sabía dónde trabajaba para molestarla en su horario. La vida era muy aburrida sin molestar a alguien.
Mientras caminaba comencé a sentir el ambiente cada más caliente, ya confirmando que iba a llover a cantaros, caminando escucho un ladrido y eso encendió una alarma en su pequeña cabeza. Su lado donde cuidaba a los animales y odiaba el maltrato hacia ellos domino sus acciones en busca de esos ladridos y cuando al fin lo encontré sentí mi corazón romperse en miles de pedazos al ver un pequeño cachorrito que estaba ladrando en una cajita muy grande para que no la saltara y encima de él una sombrilla por la lluvia.
Mis ganas de partirle la cara y el trasero al idiota que lo dejo tirado eran del tamaño de mi altura en un futuro muy cercano.
Me acerque al animalito y lo tomo entre mis manos, el pequeño lamio mi rostro y eso hizo que algo dentro de mi cuerpo se llenara de un calorcito agradable. Tomé la sombrilla por si en el camino se ponía a llover. Sin importarme nada comencé a caminar enseguida hacia mi casa cuando unos minutos atrás no quería llegar.
Al entrar a casa la sorpresa que me llevo al ver a madre en la entrada enojada al ver la hora en que llego y además al ver ese animal en mis manos solo podía sentir pena de que su hijo, es decir yo quiera ayudar a ese pequeño animalito que nosotros no podíamos cuidar por la alergia que tenía mi padre hacia la caspa de los animales.
Triste tuve que cumplir eso de dejar al pobre animal y se llevó la sombrilla porque las gotas de lluvia habían comenzado a hacer su labor. Me sentí tan mal de no poderle dar un hogar y amor al pequeño perrito que no hizo nada malo para quedarse solo.
Cuando llegue al lugar donde lo encontré y ver que la caja aún estaba ahí con dolor puse dentro al perrito y la sombrilla encima de la caja. No quería irme, no quería dejarlo solo.
-Te vas a mojar- Escuche una voz advirtiéndome lo obvio.
-Lo sé- Dije con seriedad mientras aun miraba al perrito que lo miraba atentamente.
-¿Tu fuiste el que se llevó el perrito hace unos minutos?- Eso hizo que mi mirada fuera hacia la persona que me comenzó a hacer conversación y vi un chico un poco más pequeño que yo de cabellos celeste en dos coletas.
-Sí, pero mi familia no me deja tenerlo porque mi padre es alérgico- Informe aun triste, me sentía muy culpable cuando no hice nada malo, pero sentía que podía hacer algo y no me daba cuenta ¿Pero que podía hacer?
-No sé si esto pueda ser egoísta, pero yo puse la sombrilla- Y ahí me di cuenta que el chico andaba con el cabello mojado y algunas gotas de agua en su rostro y su ropa un poco empapada- No fui el que lo abandono, solo deje mi paraguas mientras iba donde la casera- Informo mientras se sentaba a mi lado para comenzar a acariciar la cabecita del cachorrito que comenzó a mover la cola feliz.
-¿La casera? ¿Y porque volviste?- Pregunte mientras dejaba de lado al perrito que quería salvar y miraba al chico que me acompañaba.
-No sabía si donde vivo dejaban tener animales, deje la sombrilla y corrí a preguntar y si la respuesta afirmativa iba a volver por el- Dijo mientras sacaba al pequeño animal y lo ponía entre sus brazos- Por ello estoy aquí- Informo mientras se paraba dejando la sombrilla de lado.
-Oye la sombrilla- Le informe mientras tomaba la sombrilla.
-Quédatelo, no quiero que te mojes, seguramente estarías en tu casa si yo me hubiera llevado al perrito a casa sin importar la respuesta de la casera- La sonrisa en sus labios era muy dulce, pero aun así yo no iba hacer caso a sus palabras.
-Tu no me mandas- Dije mientras ponía la sombrilla encima de ambos y se la extendía al chico más lindo que había visto en mi vida, si lo admito era y sigue siendo muy lindo.
-Esto me recuerda a una película- Después de decir eso hizo un puchero.
Esa reacción fue la bomba que no espere que me afectara tanto, me avergonzarse y comencé a decir tonterías sin analizarlas en su cabeza como siempre lo hacía.
-No hagas esa cara de ratón- Mi acompañante me miro raro y un poco impactado, ya hice una tontera, pensé.
-Lo que digas- Suspiro para después tomar el paraguas- Espera, tu querías al perrito verdad ¿No quieres una foto de el para recordarlo o algo así?- Dijo nervioso, sí que parecía un ratoncito asustadizo.
-Claro, es muy lindo- Sonrió mientras sacaba su celular y cuando acercaba el enfoque hacia el perrito vi de nuevo esa hermosa sonrisa y sin pensarlo dos veces tome la foto de ambos.
-Adiós, espero verte en un futuro- Dijiste mientras te ibas con el perrito que me ladraba como si se despidiera de mí.
Lo malo es que mi cuerpo deseaba verte lo más pronto posible y mis sueños me dejaban en claro que tenía un pequeño flechazo hacia el chico, pero yo pensaba que iba a desaparecer ya que nunca te volvería a ver, grave error. Un día, ese día donde descubrí donde trabajaba mi hermana me quede todo su horario para molestarla y cuando vi que atendía a alguien recién llegado iba a hacer que tropezara, pero no logre hacer mi fechoría.
¿Razón?
Quede impactado de volver a ver a ese ángel salvador de cachorritos, mi cuerpo no se movió ni un milímetro, solo me quede parado como poste telefónico mirando al hermoso chico de dulce corazón sentar y pedir su orden. Lo que me sorprendió en ese instante era que su cabello ahora era corto y no lograba hacerse sus coletas, andaba con el pelo corto sin ninguna decoración y demonios. Se veía tan tierno así, solo quería acercársele y preguntarle del perrito, pero sus piernas no cumplieron su deseo.
Al final llego mi hermana y me arrastro a casa. Entonces le pregunte a mi hermana que días ese hermoso chico de cabellos y ojos color cielo iba a la cafetería o era la primera vez que lo veía, si era la segunda opción yo ya tenía planeado como matarme, pero al enterarme que era un cliente frecuente que iba mayormente en el horario almuerzo y a veces noche me sentí en el mismo cielo y los ángeles eran ese hermoso chico dándome la bienvenida.
Lo malo es que no importaba cuantas veces fuera ya que el hermoso chico que me cautivo nunca se fijaba en mí, nunca dirigió su mirada a este cuerpazo y cuando lo hizo este día al darle ese pedazo de torta solo quería que mi corazón se tranquilizara para poder ir como macho que soy a la escuela.
Otra cosa mala es que mi cuerpo no cooperaba ya que en vez de dormir en clases estaba suspirando como enamorada mientras miraba la nada.
Mis horas de sueño se están yendo a la mierda.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-Capitulo cuatro: No iré.
Al escuchar la campana sentí libertad otra vez, cuando me levante de mi asiento sentí un dolor en mi mejilla izquierda por estar todo el rato recargándola contra la mesa. Esto me pasa por soñar despierto o mejor dicho recordar cosas del pasado bien bonitas que llenan mi corazón demoniaco de amor gay.
Reí un poco ante mis ocurrencias y comencé a prepararme para ir a la escuela, mi uniforme era muy simple, además nunca lo llevo como debería hacer un estudiante disciplinado, pero eso no importa ya que mi inteligencia no se mide según mis harapos. Eso debería entrar en las cabezas de los instructores y que sean más liberalitas y así vestir ropa como lo hace mi crush.
Salí de mi habitación y fui a la de mi hermana para tomar dinero y así comprar mi almuerzo. Maldigo el momento que me fije que su alcancía tenía una cerradura y la llave seguro la tiene ella. Bien jugado hermana, pronto te robare esa llave y le sacare copia y te dejare sin ningún ahorro.
Al parecer este día yo deberé comprar mi almuerzo, al menos el gasto no será en vano.
Baje las escaleras y llegue a la puerta de mi casa y me fui sin desayunar, nunca tengo hambre a estas horas del día.
Vi como todos mis compañeros se juntaban durante mi camino al colegio, los de mi salón me saludaban y los de otros salones me miraban temerosos, los rumores me hacen ver inalcanzable, como él es para mí. No, Karma no, no pienses memes de crush que no pescan. A quien engaño, ya lo pensé muchas veces.
Suspire desanimado, pero en la puerta encontré a Okuda y Nakamura caminando tan lento y gritando, mejor dicho chillando por algo que es obvio que no me contaron ¿Y me denominan su mejor amigo? Que burla.
-¿Que planean brujitas?- Dije mientras ponía mis brazos sobre ella y mi mochila le pego a Nakamura, no lo hice intencionalmente, un error de cálculos del movimientos, errores.
-Serás puto, pues por esto no te lo cuento- Me intento manipular Nakamura, nel.
-¿Okuda que paso?- Los reclamos de Nakamura por una extraña razón dejaron de escucharse para mí.
-Pues, al parecer hay un profesor suplente para nosotros ya que Irina-sensei está embarazada y pidió licencia- Ahora que lo dice, era obvio que iba a pasar eso.
-Entendido, me lo esperaba a decir verdad, pero no tan pronto- Admití, esa señora ya se había embarazado y siempre traen de suplentes a chicos que están buscando practica para ver si podrán ejercer la carrera de pedagogía.
-Veremos si el nuevo profesor nos soporta, Bitch-sensei por poco no se quitaba los pelos del estrés- Bromeo Nakamura.
Yo solo sonreí, será genial hacerle bromas al nuevo profesor. La campana se escuchó por todo el colegio y Okuda nos llevó arrastrando para intentar darle una buena impresión al pobre nuevo profesor.
Que tonta.
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Retiro lo dicho, el tonto aquí soy yo.
Ahora mismo sentí como el aire se iba de mis pulmones y los colores subían a mis mejillas, dios. No puede ser ¿Que hace aquí? El no parece profesor ¿Enserio será nuestro profesor sustituto? ¿Cuantos años tendrá en verdad? ¿Acaso todos los universitarios son así y las películas nos engañan?
-Un gusto, soy Shiota Nagisa, pueden decirme por mi nombre si quieren- Por la misma mierda, su sonrisa me dejo ahora sí sin aire.
-Hey, Karma ¿Él no es ese chico?- Escucho el susurro de Okuda que miraba de mi dirección hacia el profesor impactada.
-Si- Dije con una sonrisa arrogante, aunque la sintió tiritante, todo mi cuerpo está temblando.
De repente sentí una mirada sobre mí y no pude evitar buscarla para dejar de sentirla, pero vaya sorpresa la mía al ver esos ojos celeste analizándome, que vergüenza.
Hoy no iré a la cafetería y tal vez no lo haga nunca más.
Mi orgullo no será martillado por mi vergüenza.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-Capitulo final: Regalo.
Ya paso unas semanas, en verdad un mes y medio. No volví a ir a la cafetería de mi hermana, su cuestionario de porque ya no la visitaba y que mi crush ahora iba todos los días. No podía ir, mucho menos cuando le veo los seis días de clase que tengo.
Cada día, como profesor sustituto enseñándome mi materia favorita y la menos, pero extrañamente llamaba más mi atención, pero mi orgullo me prohíbe preguntar algo, le pedía a Okuda que le pasara mi cuaderno, hasta la ayudaba para que terminara rápido y entregara los malditos cuadernos.
Hoy es Lunes, de nuevo esta pesada semana, mis alivios de que llegara el maldito sábado para mi día domingo donde pensaba y deseaba que durara toda mi vida y no volver ver la cara de mi crush de siete años mayor que yo.
¡Ósea! Coqueteé con mi profesor, Nakamura al enterarse se rio de mí y se burló por media clase. Hasta que Shiota le pidió que no me molestara y me sonrió.
Sus sonrisas tiernas son como una maldición llena de ternura que te atrapa.
Lo peor es que los lunes son los días que más clases con el tenemos, hasta educación física con el calor que hacía se veía más favorable que eso.
-Buenos días Akabane-kun- Esa voz, mierda.
-B-buenos di-di- Y me quede callado mientras tapaba mi boca con mi mano.
Me mordí la lengua.
-¿Estas bien Akabane-kun?- Sus ojos curiosos me miraban preocupados.
Yo solo asentí y corrí rápido a mi puesto.
Cuando llego Nakamura se quedó todo el rato hablando con el profesor que mostraba sus mejillas sonrojadas, risas nerviosas y caras de ratón sorprendido robando queso.
Mis deseos de estar ahí, pero como verlo después de dejar muy claro mis intenciones con él.
-¿Karma-kun?- La voz de mi amiga, la tímida que no me da envidia hablando con mi crush.
-Buenos días Okuda-chan- Salude despreocupado mientras miraba de forma disimulada como Nakamura se despedía de Shiota-sensei al sonar la campana.
Ella todas las clases hasta el almuerzo hablaba con sensei, llamándolo por "Ayuda" y cuando terminaba la tarea se ponía a hacerle practica dejándome derrotado.
Mis ganas de comer están en negativo, suspire y me escape del colegio para darle una vuelta a las calles en busca de algo que llamara la atención de mi estómago y olfato.
Mi sorpresa de encontrar la cafetería donde trabajaba mi hermana, parece que mis instintos fueron mayores que cualquier negatividad de dar la cara y cavar la tumba de mi orgullo.
Entre y mi hermana al verme corrió como estúpida.
-¡Al fin te dignas a venir! Ya pensaba que no te gustaba ese chico- Yo solo mire para otro lado, mala mía.
Estaba él, mirándome de forma fija, con su cara de ratoncito asombrado.
Por dios, él es tan, tan.
Lindo.
Sentí como el aire se me iba y mis labios se movían y no soltaban ninguna palabra.
-¿Oye estas bien?- Me pregunto ella mientras me miraba de forma juzgona, seguro piensa que mi IQ se disminuyó.
Ya, cerebro necesitamos escusa de huir y no hablar con mi profesor que seguro al verme sentarme a algún lado me hable por lo amable que es.
Hasta que mire detrás de mi hermana, sentí como si por fin dios escuchara mis plegarias.
-Perdóname hermana, llegue tarde por caminar mirando tonteras y no poder comer. Ya van a tocar y toca matemáticas- Ella solo asintió y se despidió de mi mientras revolvía mi cabellera.
Corrí hacia el colegio y me salte el muro de forma rápida para llegar al salón antes que Shiota-sensei, no quiero encontrármelo y que me pregunte sobre quien sabe qué cosa hacía en la cafetería de nuevo.
Entre a mi salón, salude a mis amigas que comían sus almuerzos de forma muy lenta, disfrutándola junto su conversación.
Me senté a mi puesto de forma rápida mientras relajaba mi cuerpo por la gran corrida de mi vida.
Aunque se parecía.
Pasaron dos minutos, lo juro, solo dos minutos, solo ciento veinte segundos y la puerta se abrió dejando a la vista a Shiota-sensei que llego unos minutos antes de la campana, el enseguida dirigió su mirada a mi junto a una sonrisa ganadora. Provocando que me congelara y se me olvidara huir.
Mire como caminaba a mi dirección y escondía algo detrás de él. Se le notaba entusiasta.
-Buenas tardes Akabane-kun- Saludo por segunda vez este día, yo solo asentí mientras sentía como aumentaba el sudor por mi espalda- Te quiero agradecer por tu regalo de hace tiempo, nunca te lo agradecí correctamente porque parecías distante, admito que me deprimió después de tu ayuda con Mimi-chi- Ese nombre me logro sacar de mis pensamientos que solo miraban esos labios moverse y embelesándome con su frecuencia.
-¿Mimi-chi?- Pregunte sin tartamudear.
-Ya sabes, mi perrita- Asentí nuevamente- Ya, a lo que iba- Mostro lo que escondía, esa cajita la reconocería. Era la de la cafetería de mi hermana- Tu hermana me dijo que el pastel de frutilla era tu favorito y por eso me diste uno- Eso solo provoco que su cabeza explotara, su hermana lo deja en evidencia- Así que decidí darte el que más me gusta a mí, aunque seguro tuve que haber elegido el de frutilla- Comenzó a bajar la voz y su voz temblaba, pero un movimiento rápido de cabeza hizo que su mirada se pusiera seria y dejara la cajita en mi mesa- Disfrútala Karma-kun-
Después se dirigió a su puesto dejándome helado con un pastel en mi poder.
Algo nervioso abrí el regalo y vi un pedazo de chessecake con arándanos por encima junto a una mermelada de frutos rojos.
Lo saque sorprendido, pero cuando iba a buscar un cubierto en la cajita para comerlo vi una nota, al sacarla vi la pulcra letra de Shiota-sensei.
"Dime por mi nombre Karma-kun, después de todo ya nos conocemos"
Mis ojos quedaron fijos en como escribiste mi nombre y enseguida saque una hoja de mi cuaderno eh hice una nota para entregarte junto a mi tarea de hoy.
"Entonces Nagisa-san ¿Podría ver a Mimi-chi una vez más? Te sugiero una salida para pasear y comer pasteles".
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AL FIN WEON.
DESDE EL PUTO AÑO PASADO TENGO ESTA WEAAAAA.
AHORA SI ME VOY A DORMIR, MEDIA HORA EDITANDO ESTA COCHA.
SI NO LE DAN ESTRELLITA ME SENTIRÉ TRAISIOnada T-T
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