Día 6 ➤ Amor prohibido
Día 6
Tema: Prisión
Mundo real
Crocodile x Lectora
(TN) caminaba no muy segura por las a fueras de la ciudad.
No estaba segura sobre si había sido una buena idea. No estaba para nada segura.
Sin embargo, la necesidad de empezar una vida por su cuenta le había llevado a tomar aquella decisión.
Ya hacía dos años que había acabado la carrera y todavía no había conseguido que le contrataran en una escuela privada ni obtener la maldita plaza en el sistema público. Sacó dos dieces en el examen —dos malditos dieces—, pero la gente con experiencia le había pasado por encima.
Le había tocado coger una plaza para dar clases en la prisión. Era la única forma de conseguir su primera experiencia laboral. Había mucha gente por delante de ella en la lista, pero prácticamente nadie se cogía una vacante en la prisión.
Y allá iba ella.
Cruzó la puerta del gran edificio mientras su corazón latía con más fuerza de la normal. Se acercó con paso decidido a la recepcionista. No podían notar que estaba nerviosa.
—Hola, soy (TN) (TA) —anunció, una vez en frente de la mujer—. Me han asignado para cubrir una sustitución.
—Ah, sí —murmuró la mujer—. Enseguida vendrá el encargado, siéntese para esperarle.
La joven tomó asiento donde le indicó y esperó pacientemente, con las manos sobre las rodillas para evitar mover las piernas de más.
—(TN) (TA) —le llamó una voz masculina.
—Sí —afirmó ella, poniéndose en pie.
—Hablamos antes de ayer por teléfono —explicó aquel hombre, algo y de cabellos oscuros—. Sígueme y te explicaré un poco todo.
La peli(t/c) camino junto a él por los pasillos del edificio, escuchando atentamente sus explicaciones.
—Tal y como te comenté la persona a la que sustituyes daba clase a personas adultas. Pero no te preocupes, no son presos peligrosos y, de hecho, están a punto de cumplir su pena.
—Entiendo –murmuró ella. Le dejaba algo más tranquila conocer esa información.
—Necesitan refrescar su nivel de inglés para salir de nuevo al mundo. Pasa por aquí.
Entraron a una especie de despacho. La joven esperó junto a la puerta mientras él rebuscaba entre carpetas.
—Está es la programación que han dejado preparada. Los contenidos que hay que trabajar cada día y actividades para hacerlo.
—Gracias. —La joven tomó los papeles entre sus manos y les echó un vistazo por encima. Estaba todo bastante bien indicando.
—De todas formas hoy podéis comenzar con alguna actividad de presentación, para ir rompiendo un poco el hielo. Así esta tarde te miras bien todo.
—Claro.
—Sígueme —indicó, comenzando a caminar.
Continuaron caminando por los pasillos hasta llegar a una sala con varias mesas, sillas y una pizarra de tiza.
—Hemos dividido a lo individuos en cuatro grupos —continuó explicando, una vez dentro de la sala—. Para que estes con ellos tan solo pro parejas. Dos horas con cada grupo, sabes que a un tercio de jornada.
—Sí, sí —murmuró ella. Había leído toda la información previamente.
—Pues si quieres quédate aquí y en media hora traeremos a los dos presos de hoy —indicó el hombre—. Un policía se quedará en la sala, solo por precaución. Si deseas que se vaya solo tienes que indicárselo.
—Está bien. Gracias. —Era bueno saberlo.
Una vez sola en la estancia, (TN) se puso a organizar las presentaciones. Empezarían con información básica: nombre, edad, color favorito, aficiones... Aunque eran presos. ¡A saber que aficiones tenían!
Escribió «Introduce yourslef» en letras mayúsculas en la pizarra de tiza. Acto seguido, apuntó en el móvil preguntas que fueran lo menos incómodas posibles.
Se sobresaltó cuando llamaron a la puerta. Se levantó de la silla y se sacudió un poco los pantalones vaqueros.
—Hello, good morning —saludó la joven, cuando sus dos alumnos entraron por la puerta.
Uno de ellos parecía más joven que el otro. Era alto con melena rubia y ojos oscuros. El otro era más alto, de hombros anchos, cuerpo bien trabajando... Su melena era oscura, al igual que sus ojos y una gran cicatriz recorría su rostro. Además, llevaba una prótesis en su mano izquierda.
La peli(t/c) tragó saliva. Ese parecía un hombre peligroso, pero atractivo a la vez. Realmente imponía.
Se sentaron sin contestar, tan solo la miraban fijamente. La joven desvió la mirada hacia el policía que había en la puerta. De momento era mejor que se quedara. Al menos el primer día. Aunque no le hacía mucha gracia que le escuchara dar la clase.
—Bueno, ya que es el primer día que tenemos clase juntos, vamos a aprovechar para conocernos un poco y practicar vocabulario básico —explicó (TN), acercándose a la pizarra. Señaló lo que había escrito—. Tengo varias preguntas, pero si se os ocurre alguna interesante podemos añadirla.
Finalmente, resultó ser una clase bastante tranquila. Sus dos alumnos participaron bastante. El de pelo oscuro tenía buena pronunciación y un vocabulario bastante amplio, mientras que el rubio se defendía de una manera básica.
Se podría decir que la peli(t/c) acabó bastante satisfecha cuando la sesión se dio por finalizada.
Se despidió de ellos antes de que se los llevaran de vuelta a la celda y emprendió su camino de vuelta a casa.
Un rato después, en una de las celdas de la presión, cierto hombre de cabellos negros estaba pensativo.
Llevaba años allí encerrado, sin ver a ninguna mujer y ahora le ponían a una jovencita que no estaba nada mal de profesora. No iba negar que le había costado concentrarse durante aquella maldita clase.
Mantenía su buen nivel de inglés, así que podía permitirse de vez en cuando centrar su atención en ese trasero que marcaban aquellos pantalones vaqueros ceñidos.
Desde luego, no podía quejarse.
[•••]
Los días iban pasando tranquilamente y, al final la experiencia tampoco estaba siendo tan terrorífica como ella y su entorno pensaban.
Fue más o menos un mes más tarde cuando la cosa empezó a cambiar, y no exactamente de manera negativa, si no más bien... Excitante e interesante.
—A partir ahora solo vas a tener un alumno en esta sesión —le anunció el encargado, mientras caminaban hacia él aula.
—¿Y eso? —preguntó la joven, intrigada.
Una parte de ella esperaba que la baja no fuera de Crocodile. No solo porque era el que más participaba de los dos, sino porque... En fin, no iba a negar que se sentía algo atraída por él.
—Bellamy ha tenido problemas de conducta y no asistirá a las clases por un tiempo.
—Vaya... —murmuró (TN), pensativa. A solas con el pelinegro. Bueno, estaba el policía, pero eso podía solucionarse.
Sacudió la cabeza para disipar esos pensamientos. ¿En qué demonios estaba pensando?
—Vaya, ¿clases particulares? —preguntó Crocodile, con aquella varonil y profunda voz al entrar en el aula.
—Eso parece, al menos por un tiempo —respondió la chica—. Lo bueno es que podrás practicar más.
—Eso es lo bueno, entre otras cosas —apuntó él, mirándola fijamente con aquellos ojos oscuros mientras tomaba asiento.
La peli(t/c) sintió un escalofrío recorriendo su cuerpo. ¿A qué se refería exactamente?
Durante la sesión Crocodile estuvo redactando una carta formal, tras escuchar la explicación y el modelo que la joven le había enseñado.
—Ya he acabado —indicó el pelinegro.
—Déjame ver.
(TN) se acercó hasta donde estaba sentado, se colocó a su lado y se inclinó ligeramente para leer la redacción.
—Joder... —gruñó el preso, sin poder evitarlo, al tenerla tan cerca e inclinada de esa manera.
La joven se mordió el labio al escucharle gruñir de aquella manera tan cerca de su oreja. Por suerte, el guardia no debía haberlo escuchado.
Crocodile cogió de nuevo el bolígrafo y escribió algo en el borde del folio.
«Quedémonos a solas».
La peli(t/c) trató de respira hondo a leer esas palabras, pero sentía como si el aire no llegara a sus pulmones.
Sabía que era una locura, una auténtica locura, pero alguna parte de su mente le impulsaba a acerar aquella propuesta.
—Perdone, ¿le importaría dejarnos a solas? —preguntó ella, incorporándose y dirigiéndose hacia el policía—. Vamos a hacer una actividad oral y mi alumno preferiría que no hubiera terceras personas escuchando. Le da un poco de vergüenza.
—¿Está segura, señorita? —preguntó, para asegurarse. Aquel no tenía vergüenza ni la conocía.
—Si, no se preocupe. Si necesito algo se lo haré saber.
—Perfecto. Estaré justo al otro lado de la puerta.
La sala de quedó en silencio mientras aquel hombre salía por la puerta, dejando a profesor y alumno a solas.
(TN) se acercó de nuevo a Crocodile. Cualquiera pensaría que estaba loca, quejándose a solas con un preso y sintiendo aquella maldita atracción que le hacía querer estar a escasos centímetros de él.
—¿Por qué querías...?
Aquel hombre ni si quiera le dejó acabar la pregunta. En cuestión de segundos la sentó a horcajadas sobre él. Enredó los dedos en aquellos cabellos (t/c) y tiró de ellos, para tener fácil acceso a su cuello.
—Esto es lo que quiero —murmuró, moviendo los labios sobre la piel de la joven con cada sílaba que pronunciaba—. Tan solo si tú también. No me gustaría buscarme problemas.
—Yo, eh... —farfulló ella, nerviosa. Bueno, tal vez nerviosa no era la palabra más exacta para describir como se sentía—. No sé exactamente...
—Puedo ayudarte a saberlo —propuso el pelinegro, antes de comenzar a pasear lentamente su lengua por el cuello de la chica, arrancando un pequeño gemido de su boca—. ¿Lo tienes más claro?
—Sí... —alcanzó a susurrar la joven.
Definitivamente, estaba perdiendo la cabeza. Estaba segura de que aquello podría costarle su trabajo.
Crocodile desabrochó un par de botones de la blusa de la peli(t/c), dejando al descubierto el comienzo de sus pechos. Paseó las yemas de los dedos por aquella zona, lentamente.
Ojos oscuros y ojos (t/c) se encontraron, y fue cuestión de milésimas de segundo que el pelinegro agarrara a la chica por los muslos y la sentara sobre la mesa.
Se abalanzó sobre sus labios y se fundieron en un beso apasionado y desesperado, en el que sus lenguas chocaban con fuerza mientras el aprestaba sus caderas y ella paseaba los dedos por la melena oscura de aquel hombre.
—Espera —le frenó (TN), antes de que acabara de desabrocharle todos los botones. Él soltó un quejido, pero se detuvo, clavando aquellos oscuros ojos en los de ella—. No es que no quiera, es que... No estoy cómoda sabiendo que pueden entrar en cualquier momento.
—Razonable —concluyó él. Apartándose ligeramente. Estiró su mano derecha y agarró lo más suavemente posible la mandíbula de la chica—. Pero me tocará recordarte cada día lo que puede esperarte cuando salgas de aquí... Para que no lo olvides. Y, ahora... Proceda con la clase, por favor, profesora.
La peli(t/c) asintió, bajando de la mesa con las piernas temblorosas.
¿En qué se había metido?
Lo que estaba claro es que iba a pasar una temporada intensa dando clase en aquel lugar y... No tenía intenciones de rechazar un buen encuentro con aquel atractivo e imponente hombre.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top