58 - Last Chance

Así es, el cambio de foto de perfil a un personaje que todo mundo odia menos yo solo significa una cosa.

Hay capítulo nuevo.

Después de casi 5 meses, ya fue año nuevo y yo recién actualizo, deberían creerme cuando les digo que esto lo terminé hoy xd espero les guste y disculpen los dedazos, soy muy floja para revisar y no tengo beta, so

Enjoy it!

—No te quito mucho tiempo, yo sé quién tiene a Ritsu.

Aquella noche no pudo dormir bien pensando en lo que tenía que hacer; era seguir siendo el perro faldero de su jefe haciendo todo lo que le pedía y siendo cómplice de algo atroz, o era ser honesto, decirle la verdad a la familia del castaño y abrir la boca con todo lo que sabía.

Tomó la segunda opción, claramente sabía que su acción tendría consecuencias tempranas, iría a prisión, tendría el repudio de la sociedad, jamás volvería a ver a Chiaki en lo que quedaba de su miserable vida; pero ya no podía caer más bajo así que decidió hablar de una vez por todas. Lo hicieron entrar a la vivienda y sentarse, podía sentir las miradas de todos los presentes.

—Habla. —dijo Takafumi con severidad, Tori tomó aire antes de tomar la palabra—

—Es Masamune... lo tiene en un condominio abandonado a pocas calles de su edificio y yo... le estaba ayudando... me tiene bajo amenaza de matar a mi... —antes de que pudiera terminar un fuerte puñetazo impactó contra su nariz tirándolo al suelo, dicho golpe no era de nadie más de que la pareja de Ritsu—

—Tú... ¡Lo sabía! ¡Eres una escoria! ¡La peor de todas las mierdas! ¡Una basura asquerosa que no merece respirar el mismo aire de los demás! —Yokozawa estaba cegado por la ira, golpeando furiosamente a Hatori el cual tampoco estaba haciendo nada por defenderse, pues sabía que lo merecía, hubiera dejado que el de ventas lo matara a golpes, pero el señor Onodera intervino junto con unos hombres vestidos de negro—

—¡Suéltenme! Déjeme matarlo, señor Onodera... Lo dejaré irreconocible y lo enterraré en una fosa común donde nadie lo encuentre.

—No lo harás muchacho. —Kotaro también estaba enojado, pero sabía como mantener un semblante sereno— Eso te volvería igual de despreciable que el hombre que tiene a mi hijo no vale la pena que manches tus manos de esa forma.

Takafumi forcejaba con los guardias de su suegro, aunque lentamente se comenzó a tranquilizar.

—Lo siento... —una bofetada llegó al rostro del editor, ahora cortesía de la señora Onodera, que lo veía fríamente, podía sentir su mirada como estacas de hielo en su cuerpo—

—Si algo le ocurre a mi hijo tú serás el principal responsable. —sentenció Shizuka con los ojos rojos debido al llanto—

—Lo sé. —baja la mirada con vergüenza— No tengo justificación, pero lo hice por salvar a alguien importante para mí, pero esa persona ya no quiere verme... pagaré por mi crimen como es debido.

—Es lo mínimo que puedes hacer a estas alturas. —las filosas palabras de Shizuka lo volvieron a atravesar— Pagarás tus pecados, pero después de rescatar a mi hijo, ahora nos sirves más libre que encerrado, ¿entendido?

—Yo... sí. —fue lo único que dijo—

—Tendrás que seguir actuando como el cómplice de ese infeliz, para no levantar sospechas.

—Lo sé, él también tiene a otra persona trabajando con él, pero nunca le he visto el rostro, realmente no sé nada de ese tipo. —afirmó— Y... También escuché a Takano decir algo acerca de unos boletos de avión...

—¿Crees que... Quiera sacar a Ritsu del país?

—Es probable, es todo lo que sé hasta el momento, sé que estoy arriesgando mi vida por estar abriendo mi boca, ya no importa...

—No me tienes nada contento Tori... Sin embargo debo darte las gracias por la información. —Takafumi le extendió la mano pero Tori la rechazó en silencio antes de salir de la casa—

Nuevamente el ambiente tenso y silencioso reinó en el hogar Onodera, todos estaban consternados por aquellas noticias que acababan de recibir, el enojo y la frustración eran demasiadas, pero sabían que debían mantener la calma.

—Ese bastardo... Lo mataré cuando lo vea, lo voy a matar.

—Debemos comunicarnos con la policía y esperar que no sea demasiado tarde...

********

Chiaki comenzaba a creer que tal vez rechazar a Tori no era una buena idea; ahí estaba otra vez ese tipo encapuchado tocándole de forma indebida, pasando sus asquerosas y ásperas manos por su delgado cuerpo lleno de heridas, de sus ojos caían lágrimas pero no podía ser escuchado por qué su boca estaba tapada por un gran trozo de cinta adhesiva, quería gritar, que Tori tirará la puerta y golpeara a ese tipo y lo rescatara. Pero sabía bien lo que había dicho y Tori gran parte del tiempo era un hombre de palabra; se veía convencido de no volver a acercarse a él tal y como él se lo había pedido... Ahora se arrepentía.

Fue en el momento que el tipo se quitaba la ropa cuando lo vio caer noqueado al suelo, su salvador era Ritsu quién apenas vestía una camisa floja que le llegaba a los muslos y entre sus manos tenía un jarrón que había sido roto en la cabeza del hombre encapuchado. El chico de ojos verdes no tardó en acercarse a él y quitarle la cinta de un jalón, el mangaka no pudo evitar soltar un chillido de dolor.

—Lo siento... —Ritsu algo apenado tomó el juego de llaves, comenzando a querer abrir los candados con todas y cada una en busca de la llave correcta—

—Rápido Ritsu... —suplicaba Chiaki entrando en una gran desesperación—

—No presiones, eso intento... ¡Listo! —Onodera le quitó las cadenas que lo rodeaban, el otro chico como pudo se levantó perdiendo algo del equilibrio, sujetó la muñeca del otro castaño— Rápido, tenemos que escapar de aquí... —dijo Yoshino—

Onodera negó liberando su muñeca. —No... Tú debes irte Chiaki, yo me quedaré aquí...

—No... Tenemos que huir los dos Ritsu... Por favor, vámonos antes de que nos descubran. —suplicó Chiaki tomando las manos del otro chico, nuevamente entrando en desesperación—

—Yo no puedo irme... No puedo volver a casa... —No supo en qué momento comenzó a llorar— Ya no puedo regresar, no después de... —la voz se le cortó, comenzando a llorar con más fuerza, Chiaki no necesitó de palabras para comprender lo que el pobre chico estaba hablando, se sentía sucio y usado... Ultrajado de la peor manera— Ya no soy digno de nada... De amor ni de los afectos de alguien...

—R-Ritsu... No digas eso... Lo que pasó no es tu culpa. —la voz le temblaba, intentaba convencerlo de escapar— Nada de lo que ocurrió es tu culpa... Jamás es culpa de la víctima.

Onodera lo pareció meditar por unos instantes, pero nuevamente el miedo lo invadió, él ya no tenía ninguna salvación; ya no podría volver a su vieja vida, solo le quedaba la resignación, viviría lo que le quedaba de su vida a lado de la persona que más lo hizo sufrir.

—Mi decisión está tomada... Vete por aquí, sal de aquí y corre lo más rápido que puedas...

—Ritsu...

—¡Vete por favor! ¡Vete y no mires atrás! —le ordenó con autoridad, Chiaki solo pudo suspirar y obedecer con tristeza, no quería dejarlo ahí— Chiaki... Una última cosa

—D-Dime... Que necesitas.

—Dale un abrazo a Takafumi de mi parte... Y un beso a mis hijos... Dile que los amaré infinitamente y que por favor, nunca me olviden... Te lo suplico.

—R-Ritsu-san... —antes que otra palabra saliera de sus labios, el castaño le cerró la puerta—

Yoshino se sentía confundido al ver nuevamente la luz del sol, no sabía para dónde comenzar a correr, pero al visualizar el automóvil de Masamune a pocas cuadras su instinto se activó, sus pies automáticamente comenzaron a correr en el sentido contrario, sus pies descalzos sufrían por el caliente asfalto; pero su determinación de escapar era por lejos lo más fuerte que tenía en ese momento.

Solo esperaba... Que Ritsu estuviera bien, que pudiera salir de aquel horrible infierno que vivía tanto de forma presencial como de forma mental; su andar se detuvo cuando se encontró con una estación policial, una paz indescriptible se apoderó de su cuerpo al mismo tiempo que sus piernas comenzaban a fallarle debido al cansancio, apenas pudo cruzar la puerta cuando todo a su alrededor se volvió oscuridad.

—¡Rápido! ¡Civil herido! —fueron las últimas palabras que logró escuchar de parte del oficial antes de perder el conocimiento—

*******

Sabía que no tenía caso escapar junto a Yoshino, eran situaciones muy distintas, Chiaki seguía limpio y puro, en cambio él... era como una mancha de sangre en una alfombra, permanente, indeseable, estaba sucio, marcado y corrompido. ¿valía la pena seguir luchando por algo tan absurdo como la libertad? Ya no podía volver con su familia aunque lo deseara con todas sus fuerzas, ya no se sentía merecedor ni digno del aprecio y amor de una familia que seguramente aún luchaba por encontrarlo.

¿Era lo que él quería realmente? Para nada, todo eso de quedarse a lado de su captor no era Síndrome de Estocolmo, o eso quería pensar... era simplemente resignación, ¿quería volver a su hogar? Por supuesto que sí, necesitaba ver a sus hijos, a su pareja, a su padres... necesitaba a su familia, pero a estas alturas; también sabía que era muy poco probable.

A veces... pensaba que el suicidio era la solución a aquel calvario, sin embargo era tan cobarde.

Contradictorio, ¿no es así? La historia comenzó con un intento de suicidio y quería terminarlo igual y con el mismo responsable detrás.

"Chiaki ya debió haber llegado lejos". Fue lo que pensó, habían pasado pocas horas, Masamune claramente llegó molesto al ver que su rehén ya no se encontraba y que su cómplice tenía un chinchón en la cabeza; claramente Ritsu fue la pelota antiestrés ante aquellos dos no muy agradables noticias.

Masamune golpeó y usó su cuerpo hasta sentirse lo más aburrido posible, posteriormente se quedó dormido, abrazándole de forma posesiva y agresiva; Onodera también estaba cansado, pero desde hacía días que simplemente no podía pegar los ojos. Estrés, paranoia o delirios, cualquiera era posible; tal vez si seguía sin dormir, su cuerpo por fin se rendiría y moriría, terminando así su tormento... pero la vida definitivamente lo odiaba.

Miró a su captor de reojo, notando en la mesa de noche dos boletos de avión, distinguiendo las letras "U.S.A" en dicho papeles.

"Estados Unidos... ¿Quiere escapar del país? No... no, no, ¡No!"

Una vez más tomó una posición fetal y cerró sus ojos con fuerza y en su mente se presentaron dos caminos, algo parecido al frame de la serie de los Simpson, pero a la vez era diferente.

El camino hostil era claramente oscuro y lúgubre; parecido al mismo inframundo donde a los lejos se podía ver a Takano con forma de un demonio, viéndolo con una asquerosa sonrisa de cinismo y superioridad al mismo tiempo que tenía entre sus manos unas cadenas, cadenas que lo ataban hacía él.

Y en el otro camino... eran los mismos campos elíseos, un lugar colorido, tranquilo y lleno de hermosas flores, donde iban las almas de las personas llenas de virtud y sin maldad alguna en su ser... y ahí estaba él, Takafumi mirándole con una sonrisa de amor, extendiendo sus mano hacía él y detrás suyo se podían ver cuatro pequeñas siluetas, las siluetas de unos niños.

Sus niños, sus amados hijos.

"Ellos... Esperan por mí." Pensó. Y ahí fue cuando su mente se despejó, las oscuras nubes que nublaban su perspectiva de la vida se habían ido, aquella que le dio un punto de vista tan deprimente y desolador.

Ahora podía verlo todo claramente.

Su vida no tenía por qué ser así, ¿Por qué rendirse? Cuando había personas que lo querían y esperaban su regreso con fervor. Ya había caído una vez ante Takano, había sido tonto y eso lo admitía; aquel hombre le había hecho la vida una pesadilla, con sus malos tratos, humillaciones, golpes, abusos; todo aquello en el nombre de un "amor" que jamás fue amor.

El amor no era violencia, no era daño.

Amor no era sinónimo de rojo.

El amor era dorado... tan brillante como la luz del día.

Y Takafumi era su luz de día, él junto sus hijos eran la razón... para acabar con esto de una buena vez.

Regresó a la realidad y Masamune ya no se encontraba a su lado, ni siquiera lo había notado; rápidamente se levantó de la cama percatándose que el otro tipo tampoco se encontraba, sintió la alegría subir a su cuerpo, pero no debía cantar victoria tan pronto, sabía que no eran tontos y que posiblemente lo habían dejado encerrado, revisó las puertas queriendo salir y efectivamente, así era; algo frustrado se alejó y decidió explorar aquel sitio en busca de algo que lo pudiera ayudar en su cruzada de escapar de ese sitio.

En ese mismo instante pensó que Dios se encontraba de su lado, había un teléfono celular y para su buena suerte aún tenía una cantidad considerable de batería, con las manos temblorosas lo tomó y lo desbloqueó de forma sencilla (realmente no tenía clave, ¿conveniente, no es así?) Por el fondo de pantalla pudo ver que se trataba del celular de Chiaki que tenía mas de 100 llamadas perdidas y mensajes sin abrir, lo apretó entre sus manos y cerró los ojos para comenzar a rezar para que tuviera crédito.

Aquel pequeño artefacto podría ser su última gran oportunidad para buscar ayuda. Presionó unos cuantos botones y dio en "llamar", unos cuantos pitidos se hicieron presentes y callaron, fue ahí cuando escuchó una voz que había añorado oír desde hacía mucho tiempo.

—¿Hola?

*******

—¡Agh! —Hatori se quejó nuevamente sintiendo la sangre salir de su boca, no intentaba defenderse, eran dos contra uno, por supuesto que estaba en desventaja—

Sujetó su estómago buscando ponerse de pie pero nuevamente fue derribado por su jefe y cómplice, Masamune no dudó en golpear su rostro con su puño que venía acompañado con una manopla de acero para hacerle más daño.

—Te lo advertí, ¿no es así? —Takano lo jaló dos cabellos esperando su respuesta, pero Yoshiyuki no se inmutaba— Me desobedeciste deliberadamente, me traicionaste, un perro no debería morder la mano de su amo... y si es el caso, debe ser disciplinado. —lo tiró al suelo, volviendo a atacarlo junto con el cómplice, a patadas, puños, lo que fuera para causarle todo el daño posible—

—Y-Ya no... no soy más tu perro, Takano... —Tori a pesar de todo aún se mantenía fuerte, no sabía como mierda se había enterado de su traición, pero tampoco esperaba que Masamune lo dejara ir así de fácil, para nada; un nuevo golpe asestó en su rostro, ya no podía estar más irreconocible—

Ambos pararon, algo que Hatori aprovechó para tomar bocanadas de aire; su momento de alivio duró poco. Takano dio su palabra final.

—Mátalo. —dijo antes de salir de aquel callejón, quedando solo él y el sin rostro, el cual ante la orden no dudó en sacar una navaja—

Su estado de alerta se activó y con una fuerza que no sabía de donde había salió pudo hacerse frente a ese hombre, sujetando la mano donde tenía el arma para comenzar un forcejeo, luchando por su propia vida.

Lentamente recuperó el control de la situación y logró tener la navaja entre sus manos, todo parecía estar bien, hasta que lo vio sacar un arma de fuego, donde en un intento desesperado por no morir, clavó el arma blanca en el cuello del hombre.

Los chorros de sangre no se hicieron esperar y él no quedó limpio en lo absoluto, el sujeto cayó al suelo, muriendo casi al instante. Hatori seguía pasmado por lo que acababa de ocurrir.

—L-Lo maté... he matado a un hombre...

Sin saber que hacer tomó el arma y la guardó con él, seguido tomó la piedra las sangre que vio y salió del callejón, se acercó a Masamune a su espaldas y golpeó su cabeza con la roca, dejándolo aturdido el suficiente tiempo para robarle las llaves del auto y subir al vehículo para darse a la fuga.

No podía creerlo... si su complicidad con Takano había manchado su reputación, ser acusado de homicidio lo iba a hundir por completo.

Continuará...


Hasta aquí el capitulo de hoy jeje, espero les haya gustado mucho, recuerden que estamos en la recta final y que todo puede pasar.

Gracias por seguir leyendo este fic a pesar de que me tardo siglos en actualizar, les amo mucho ♥

Esperemos la siguiente actualización sea pronto.

Nos leemos

¡Bye!

Pd: Ya saben, culpen a Wattpad del formato feo jaja


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