44 - You Love Me?
Advertencias: Algo de toxicidad, muy poquita, casi nada xd
Ritsu corrió por los pasillos a toda velocidad, viendo de vez en cuando sus espaldas para asegurarse de que Takano no viniera detrás suyo, hubo algunas veces en las que tropezó, sin embargo, volvió a levantarse para continuar corriendo, cuando finalmente llegó a Emerald, fue recibido por las miradas desconcertadas de los otros cuatro editores que se preocuparon a ver al chico cayendo de rodillas hacia el suelo, apoyando las palmas de sus manos en los fríos azulejos mientras trataba de controlar su respiración con dificultad, a pesar de haber corrido y encontrarse un tanto sudado; el rostro del editor de los ojos verdes se encontraba completamente pálido, tan pálido como una hoja de papel.
—Ricchan... —dijo Kisa agachándose a la altura de su amigo— ¿Te encuentras bien? —El tono de preocupación que había en su voz era de lo más evidente, y este aumentó descomunalmente al notar como Ritsu no le contestaba—
Onodera tenía la vista clavada en los azulejos de color blanco que había en el piso del departamento de manga Shojo, por su mente estaban pasando tantas cosas y pensamientos los cuales no sabía cómo poner en orden. No lo entendía, no lo lograba comprender... Takano... lo había besado, ¡¿Pero por qué?! ¿Qué carajos significaba aquel maldito beso? ¿Qué es lo que Masamune quería decir con las palabras que le había dicho?
"Onodera, te sigo amando".
Esas cuatro palabras no dejaban de resonar en su cabeza, era como un sonoro eco que en lugar de bajar el volumen, aumentaba cada vez más.
De pronto, a su cabeza llegaron un sinfín de imágenes que no eran para nada agradables para él, y para el colmo, esos todos y cada uno de esos jodidos recuerdos tenían que ver con el estúpido de su jefe. Desde su cruel rechazo, todo el daño tanto físico como emocional que aquel mal hombre le había provocado, aquella vez que lo torturó con un cigarrillo... el editor castaño comenzó a derramar lágrimas las cuales poco a poco se volvían cada vez más evidentes y al parecer, todo se habían percatado de ese detalle, todos menos el propio Onodera el cual seguía llorando de forma silenciosa, no lo entendía... se supone que ya había superado y cerrado aquel episodio tan duro en su vida, si era así, entonces ¿por qué estaba llorando?
Los gemelos Yamato y Hisoka también se dieron cuenta del estado en el que se encontraba el castaño y no tardaron mucho tiempo en romper en llanto de la misma forma... y justamente, eso fue lo que hizo reaccionar al Ritsu, el cual rápidamente se levantó torpemente del frio suelo acercándose a la carriola donde sus hijos se encontraban, cargó a ambos y los arrulló por varios minutos hasta que logró tranquilizarlos completamente, volvió a dejarlo en la carriola con suavidad dándoles un beso en la frente a cada uno, quiso sonreír pero esa sonrisa parecía más bien una mueca, enderezó su espalda y se volteó hacia donde estaban sus compañeros, los cuales lo observaban detenidamente, tenía la leve sospecha de porque esto estaba ocurriendo.
—¿Q-Qué ocurrió?... —preguntó Onodera en un susurro que muy apenas se escuchaba—
—No lo sabemos. —respondió Kisa mirando hacia el suelo— Solo llegaste y ya estabas así, parecía así como si estuvieras ido, nos preocupaste mucho ¿qué ocurrió con Takano?
Al escuchar el nombre de su jefe le fue imposible no hacer una cara de molestia y desagrado, negó con su cabeza queriendo sacar ese pensamiento de su mente y al mismo tiempo les dio a entender que no quería hablar de ese tema para nada, sus compañeros de trabajo en cambio respetaron la decisión de su amigo.
Pasó sus manos por sus castaños cabellos mientras suspiraba pesadamente, dio dos pasos hacia su asiento y en completo silencio inició con la tarea de ordenar sus cosas, en ese preciso momento lo que menos quería era permanecer en ese lugar por más tiempo, cuando terminó de acomodar sus cosas, Ritsu colocó su maletín en su hombro derecho junto a la pañalera de sus hijos, acto seguido tomó la carriola, sonrió de una manera tan forzada que le dolía el rostro; se despidió de sus compañeros saliendo de la oficina junto a los niños y a un paso acelerado comenzó a caminar hacia el departamento de ventas.
En el camino, nuevamente las imágenes de lo que había ocurrido momentos antes regresaron a su cabeza, detuvo su andar en seco quedándose estático en medio del pasillo, ¿era una buena idea decirle a Yokozawa acerca de lo ocurrido? No estaba seguro de eso aunque varias veces el de ventas le demostró que su prioridad estaba con él, en su relación y su familia, y que también la amistad que tenía con Takano se había deteriorado poco a poco para finalmente llegar a la ruptura; sin embargo... una parte de él le decía que lo mejor era guardar silencio y hacer como si ese asqueroso beso nunca hubiera ocurrido, porque si, ese beso no hizo nada más que revolverle el estómago y que le dieran ganas de vomitar. Onodera volvió a soltar otro suspiro, con carriola en mano continúo caminando hasta llegar a ventar, cuando llegó al lugar preguntó por su pareja pero le habían dicho que Takafumi se había ido hace media hora.
Esa respuesta no fue lo que él esperaba, por lo que solo agradeció en voz baja, de su bolsillo sacó su celular y le marcó al de ojos azules, después de tres pitidos escuchó una voz pero no era la voz de su pareja, si no la del buzón de voz, eso lo dejó bastante desconcertado, pues normalmente su pareja solía contestarle con rapidez las llamadas pero en esa ocasión no fue el caso, decidió no insistir y guardó el aparato en su bolsillo, dirigió su mirada hacia sus niños los cuales estaban jugando con sus muñecos de peluche, sonrió un poco ¿quién diría que muy dentro de él había algo de instinto maternal? Nunca se había llevado bien con los niños, pero todo cambió cuando sus gemelos nacieron, volvió a darles un beso en la cabeza antes de salir de la editorial, vio un taxi pasar y se apresuró a tomarlo para ir a su casa debido a que parecía que tarde o temprano iba a comenzar a llover, se subió y dio la dirección de su hogar, hizo una nota mental.
"Comprar un auto". Ya tenía su licencia para manejar pero no le había nacido comprar un auto, sin embargo él sabía que no siempre podía depender de que su pareja lo llevara y lo trajera a todas partes, así que si lo pensaba bien, tener un auto no era una mala idea.
Supo que había llegado a su hogar cuando el taxi se detuvo, pagó por el servicio bajando con los niños en brazos, sacó la carriola de la cajuela y la armó para ponerlos ahí junto a las otras cosas que estaban cargando, comenzó a caminar hacia la entrada mientras buscaba sus llaves para entrar, estaba exhausto tanto física como mentalmente y lo único que él quería en esos instantes era dormir por un siglo entero y no despertar, aunque sabía que eso era hipotéticamente imposible; encontró sus llaves y con las mismas se dispuso a abrir la puerta, al entrar se dio cuenta que todo estaba completamente oscuro, exceptuando la luz de la cocina. Lo primero que él hizo fue dejar a los gemelos los cuales ya estaban dormidos en sus respectivas cunas y desarmó la carriola, luego dejó ambas bolsas en el sofá y con lentitud y en completo silencio comenzó a caminar hacia la cocina, cuando entró a la misma lo que vio lo dejó sin palabras y por alguna extraña razón, con una sensación enternecedora.
Ahí estaban Hiyori y un chico relativamente desconocido para él, tomados de las manos dándose apenas un pequeño roce de labios, los dos con las caras más rojas que un tomate, el de ojos verdes tapó su boca con una mano tratando de no soltar ninguna risita indiscreta que lo diera por descubierto, por lo que solo le dio la media vuelta y fue a su habitación.
Se desvistió completamente mientras esperaba de forma paciente a que la bañera se llenará por completo y que el agua se pusiera a una temperatura agradable, revisó sus pantalones sacando una vez más su teléfono celular, esperando ver algún mensaje o llamada perdida de su pareja, pero no fue ninguna de las dos, se mordió el labio inferior hasta que sintió como el sabor metálico de la sangre llegaba a su paladar, estaba completamente nervioso, no entendía porque Yokozawa no estaba dando señales de vida por ningún lado, volvió a marcar su número antes de colocar el aparato en su oreja derecha y nuevamente, fue mandado al buzón de voz.
—Maldita sea... —murmuró el castaño en voz baja tirando su celular al piso pero no con la fuerza suficiente para romperlo en mil pedazos, acto seguido se metió a la bañera para relajarse y despejar su mente por unos buenos minutos, hundió su rostro en el agua hacia la mitad cerrando los ojos por un instante, sacó una de sus manos de la tina para encender una pequeña grabadora que tenía ahí para escuchar algo de música—
Pasaron alrededor de 15 minutos cuando decidió finalmente salir de la bañera completamente aseado, tomó una bata que estaba colgada por ahí cerca y eso fue lo que se colocó para cubrirse junto a una toalla para quitar el exceso de agua que había en su camisa, arrastró sus pies hacia su habitación tomando asiento en su lado de la cama, permaneció sentado en su lugar con la mirada fija hacia el cielo por unos 5 minutos antes de suspirar pesadamente y dejarse caer a lo ancho de la cama, cerró los ojos y en cuanto menos lo esperó cayó profundamente dormido aún con la bata de color blanco puesta.
04:00 AM.
Esa era la hora que el despertador electrónico marcaba en letras de color verde brillante en la oscuridad cuando sintió que la puerta de su habitación era abierta y la luz artificial pegó directamente en su rostro por lo que cubrió su cabeza con una almohada, escuchó unos pasos torpes acercándose a la cama junto a un penetrante y muy notable olor a alcohol, levantó un poco la almohada notando como el cuerpo de su pareja caía pesadamente bocabajo en el otro lado del colchón como si de un tronco se tratase, Onodera el cual aún estaba bastante adormilado se sentó en la cama mientras tallaba sus ojos, colocó una mano con delicadeza sobre el rostro de su pareja y al parecer, este se percató de tal acción, sujetó la muñeca del castaño con tal fuerza que para el menor fue inevitable no quejarse debido al dolor que sentía por el fuerte agarre.
—Mierda, Yokozawa... suéltame ahora mismo. —le pidió casi como una súplica y claramente el de cabello oscuro hizo caso omiso a sus palabras, le sujetó la muñeca que le quedaba libre y lo tumbó en la cama quedando encima de Ritsu— ¿Pero qué?...
El castaño cerró los ojos al sentir el fuerte aroma a alcohol que provenía de la boca de su novio, Yokozawa venía completamente ebrio.
—O-Oye... ¿qué demonios de pasa? ¡Ahhh! —Ritsu soltó un grito de dolor al sentir como Yokozawa comenzaba a morder su cuello de una forma muy agresiva, trató de liberarse pero al parecer Takafumi tenía sus muñecas muy bien agarradas, se mordió el labio con fuerza para no volver a gritar pero le fue imposible, por lo que la última alternativa que le quedaba y lo que hizo fue darle un rodillazo con todas sus fuerzas y apenas así pudo liberarlo del Yokozawa borracho, lo abofeteó y comenzó a sobar sus mejillas al mismo tiempo que la parte que había sido mordida— ¡¿Pero qué carajos te pasa?! —fue lo que el castaño gritó— ¿Qué son estas horas de llegar? ¡Y para el colmo vienes borracho! ¡¿En qué mierda estabas pensando?! ¡¿Eh?! ¡Contéstame, joder! —se acercó a él para zarandearlo pero ese fue un grave error de su parte debido a que volvió a ser sujetado de sus muñecas pero en esta ocasión fue puesto boca abajo mientras Takafumi se montaba encima suyo—
En ese momento, Onodera supo que algo estaba mal, que algo malo iba a ocurrir y por lo tanto, su enojo rápidamente se convirtió en un miedo profundo.
—Respóndeme algo, Onodera... —ahí algo le olía mal, el de ventas solo lo llamaba por su apellido cuando estaba molesto, el de ojos verdes se estremeció al sentir como la mano helada del de ojos azules subía su bata tan descaradamente dejando al descubierto su trasero, Ritsu sentía la horrible necesidad de llorar en ese instante— ¿Me amas?
Aquella pregunta lo dejo muy desconcertado, no lo entendía, ¿por qué le hacía esa pregunta?
—¡Contesta! —dijo apretando más el agarre de sus muñecas, sentía como cada vez más el dolor aumentaba, como si le quemara— ¿Me amas?
—C-Claro que si... t-te amo, y mucho... —contestó el menor con apenas un hilo de voz— ¿P-Por qué me preguntas eso?...
—¿Ah sí? Entones responde lo siguiente: ¿qué mierda hacías besándote con Takano entonces?
—¡¿Q-Qué?! ¿D-De donde sacas esa tontería?... —preguntó completamente nervioso—
—¡No creas que soy estúpido, Onodera! Lo vi todo, vi como se besaban, ¡no lo niegues!
Continuará...
¡Hola! Hasta aquí el capítulo de hoy, espero les haya gustado nwn
Les dije que había algo de toxicidad, nada que ver con las fechas que vienen, pero les prometo que se van a arreglar y a los que me pidan que Yoko viole a Ritsu habrá tabla, ¿entendido? >:v este fic se supone que es una relación sana xd y la quiero mantener como tal, ¿vale?
Gracias a todos por leer, comentar y votar, los amo ♥♥♥
Ahora sí, sin más que decir, me despido
Nos leemos
¡Bye!
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