3- Promise

Lentamente abrió los ojos, la luz lo molestó pero no volvió a cerrarlos. Observó el techo por varios instantes dirigiendo luego su mirada hacía un lado, en ese lugar estaba una mesa con varios medicamentos encima de esta.

"Espera un segundo" pensó un confundido Onodera "¿medicamentos? ¿Dónde estoy?". Dirigió su mirada a otra dirección observando distintos tipos de máquinas y cables, levantó su mano derecha, esta tenía una intravenosa conectada.

No sabía que estaba pasando a su alrededor, casi no recordaba nada después del rechazo de Takano-san, una vaga imagen se le vino a la mente; era Ritsu con un gran corte en el cuello mientras caía al suelo, entonces lo recordó todo. Tocó su cuello con mucho cuidado este estaba vendado y dolía a pesar de haber tocado suavemente. Bajó la mirada sintiéndose completamente estúpido al cometer semejante tontería. Nuevamente, un nuevo recuerdo invadió su mente; una silueta masculina la cual gritaba su nombre y se acercaba a él.

Intentó hablar, pero las palabras no salieron de su boca pero a cambio obtuvo un cosquilleo bastante incómodo y doloroso. Hizo un intentó más por hablar lograndolo esa vez pero recibiendo el mismo cosquilleo pero ahora mucho más fuerte. Sintió que su cuello se estaba humedeciendo, lo tocó de nueva cuenta y una expresión de horror se formó en su rostro al ver su mano coloreada de un líquido rojo.

-¡Onodera-san! -un doctor entró- ¿Qué está haciendo? No debe forzar tanto su garganta, la herida puede abrirse -quitó la venda del cuello del ojiverde y la cambió por una nueva- Debe tener más cuidado, su estado aún es delicado- Onodera miró con confusión al hombre de bata- Oh, perdona mis modales, soy Kusama Nowaki y me encargaré de que siga su tratamiento al pie de la letra -sonrió-

Ritsu aún estaba confundido, estaba en el hospital después se haberse cortado la garganta si, pero, ¿quién lo había traído hasta ese lugar? La primera y la única opción que tuvo fue Takano-san, pero rápidamente la descartó al recordar lo que había pasado entre ellos dos; frustrado al no poder hablar tomó una libreta y un bolígrafo que se encontraba en la mesa que estaba al lado de la cama, escribió.

"¿Cuánto tiempo llevó aquí?" le mostró el texto a Nowaki.

-Una semana -respondió, Onodera abrió los ojos de la sopresa- Llegó aquí casi moribundo, había perdido mucha sangre, por un momento creímos que moriría, fue una suerte el haber encontrado donadores.

Volvió a escribir el la libreta.

"¿Quién me trajo?"

-No recuerdo bien su apariencia y no me dio su nombre, pero vaya que estaba preocupado por usted -Onodera no muy satisfecho con esa respuesta hizo una mueca de molestia-

Observó como el doctor se iba, volvió a recostarse en aquella cama mirando hacia el techo.

*En Marukawa*

-Maldita sea... -murmuró Takano por millonésima vez al ver que Onodera no contestaba- ¡¿Buzón de vez?! ¡¿Otra vez?! -gritó exaltado- ¡Onodera! ¡Más te vale que vengas a trabajar de una buena vez si no quieres que te despida! -colgó la llamada- Necesito un cigarrillo... -se paró de su asiento y salió de Emerald-

-¿Por qué Ritchan no va venido a trabajar? -se preguntó Kisa en voz baja- Hace una semana que no lo vemos, ¿le habrá pasado algo? -su tono de voz daba a entender que estaba preocupado por su mejor amigo-

-De seguro no es nada grave -comentó Mino con una sonrisa- Quizá haya tenido algún inconveniente estos últimos días.

-De ser así desde cuando hubiera avisado -intervino Hatori- Nadie desaparece por una semana nada más porqué si.

Los tres intercambiaron miradas llegando a una conclusión, a Ritsu le había pasado algo y ese algo era bastante grave.

-¿Qué tanto hablan? -Takano entró de nuevo al departamento-

-De nada interesante Takano-san -contestó Kisa, disimuladamente volteó a ver a sus otros dos compañeros y estos movieron la cabeza de forma afirmativa- Solo del trabajo, ¿cierto chicos?

-Si. -dijeron Mino y Hatori al unísono-

*En otro lado*

Yokozawa no se sentía bien, le dolía el pecho y sentía que el aire le faltaba, además que no dejaba de toser, dejando su trabajo a medias tomo sus pertenencias y salió de Marukawa con dirección al hospital; no era la primera vez que ese malestar lo invadía, anteriormente lo había tenido pero no le tomó gran importancia, pero esta vez, era realmente insoportable.

A unos cuántos pasos de llegar al hospital se detuvo a seguir tosiendo pero ahora con mucha más intensidad, sintió un extraño sabor a metal en su boca, tosio una última vez escupiendo un líquido color rojo.

-Sangre... -susurró espantado- ¿Qué demonios me está pasando? -tomó un pañuelo y limpió los residuos de sangre que tenía en la boca, caminó despacio hacia el hospital, que irónicamente era el mismo donde Onodera estaba internado, su intención de ir al hospital eran por dos cosas, para ver si el ojiverde ya había despertado y para hacerse una revisión-

Entró al edificio y caminó hasta la recepción.

-Buenas tardes. -dijo Yokozawa- ¿el paciente Onodera Ritsu? -preguntó-

-Permítame -contestó la enfermera- Aquí está, habitación 404, cuarto piso.

-Gracias. -se adentró hasta el elevador y oprimió el botón que decia "4P"-

No había visitado a Onodera desde aquel día que lo encontró casi muerto, solo iba a preguntar su estado y siempre era la misma respuesta; "Delicado". Llegó al piso asignado y salió del elevador, caminó por el pasillo hasta que encontró la puerta con el número 404. Abrió la puerta con cuidado y vaya sorpresa que se llevó.

Ahí estaba Onodera, sentado en su cama con la mirada baja mirando un objeto que no alcanzaba a ver bien, notó que una venda rodeaba el cuello del castaño.

-Onodera... -lo llamó, este levantó la mirada y abrió los ojos a ver quién se encontraba ahí parado-

"¡¿Yokozawa-san?!" pensó Ritsu aun con los ojos abiertos.

-¿Qué? ¿No piensas hablar? -preguntó-

El ojiverde tomó su libreta y escribió.

"No piense mal, Yokozawa-san es que, no puedo hablar" el ojiazul leyó el texto.

-Oh ya veo... -se acercó a la cama de Onodera, sentándose en esta misma y claro, darle un buen golpe en la cabeza al editor-

"¡¿A qué se debe eso?!" Escribió el castaño notablemente molesto.

-¡¿Pues a qué más?! -Yokozawa levantó la voz- ¡Por la tontería que cometiste, idiota! -se relajó un poco- ¿Por qué lo hiciste? -preguntó-

Ritsu bajó su cabeza dejando la libreta a un lado.

-Te acabo de preguntar algo... -fruncio el ceño-

Conteniendo las lágrimas que amenazaban por salir, el ojiverde tomó nuevamente la libreta y escribió.

"Yo... me declare a Takano-san, y... me rechazó" se cubrió el rostro con ambas manos y dejó que las lágrimas cayeran libremente, el peliazul lo observaba con seriedad. Vio como Ritsu volvió a escribir algo

"Usted tuvo razón todo este tiempo, yo solo le hacía daño a Takano-san y él se cansó de que yo le hiciera ese daño"

Y por primera vez en su vida, Yokozawa Takafumi se arrepentia de sus propias palabras, ver a Onodera en en ese estado tan vulnerable le hizo darse cuenta de una cosa; que ahora el que estaba sufriendo era el castaño, ahora ambos ahora tenían una cosa en común; fueron rechazados por la misma persona. Tocó la cabeza de Ritsu y acarició sus cabellos.

-Onodera... yo... te debo una disculpa -el antes mencionado levantó la cabeza y miró a su acompañante con bastante confusión en su rostro- Si, verás me di cuenta que Masamume te hizo daño, nos hizo daño, a los dos nos rechazó... nunca creí decir esto, pero te voy a apoyar en todo lo que pueda, no te dejaré solo.

No supo porque dijo eso, quizás era porque le recordó el momento en que él fue rechazado por el ojimiel, o porque necesitaba algo de compañía, desde la muerte de Kirishima se había vuelto algo solitario.

Ritsu estaba estupefacto, le sorprendía escuchar esas palabras de Yokozawa-san.

-Es una promesa. -el ojiazul le extendió el dedo meñique, pero luego lo bajó porque las ganas de toser habían vuelto y si, escupió sangre, pero ahora era bastante más que la vez anterior-

"¿Está bien?" escribió el editor de Emerald "Debería dejar de fumar" .

-No es nada, estoy bien. -se limpió la boca-

No muy convencido, escribió nuevamente, "Ahora usted prometame algo..." Takafumi lo miraba atento "Que dejará de fumar". Esa petición sorprendió al oso de Marukawa, ¿Onodera hablaba en serio? ¿se estaba preocupando por él?

-Te lo prometo. -volvió a extender el dedo pequeño, Ritsu imitó la acción- ¿Y tu me prometes no volver a cometer tonterías? -preguntó seriamente, el castaño asintió con la cabeza-

Ambos intercambiaron miradas por un corto lapso de tiempo, sintieron un clase de descarga eléctrica al verse a los ojos, nunca se habían mirado tan fijamente, Onodera y Yokozawa estaban de acuerdo en algo, ambos tenían ojos realmente hermosos. Regresaron a su realidad, bajaron sus miradas con el rostro levemente sonrojado y con el corazón algo acelerado.

Entrelazaron sus dedos, así sellando aquellas promesas que se habían dicho momentos atrás.

Pero, ¿quién diría que gracias a ello sus vidas iban a cambiar por completo?

Continuará...

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Espero que el capítulo les haya gustado :3

Gracias a Haruka Alvarado por comentar y votar ❤

Y sin más que decir, me despido

Bye!

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