17
El nombre de Nikki Sixx en la escuela era muy conocido.
Estaba sentada en las sillas de espera de la oficina del director. Pintar el nombre de Mötley Crüe, la banda que tenía con sus dos amigos (hombres), al igual que hacer llorar al profesor de Física, era algo común en ella. Lo que no, era la manera en la que nunca reprobaba una asignatura de la preparatoria.
Sin embargo, era la más odiada de la escuela.
- ¿Qué hiciste para merecerte estar aquí? -pregunto una voz curiosa.
Se sentó mejor en las sillas, encontrándose con dos ojos marrón oscuro. Sonreía ampliamente.
Era un chico que parecía simpático a simple vista, pero verlo con jeans ajustados de cuero, una camisa blanca sin mangas, y botines negros le daba otra imagen.
-Pintar las paredes de la escuela y hacer llorar al maldito de Corabi. ¿Y tú? -respondió fríamente.
-Chica mala, ¿eh? Pues... destruir el auto del director, hacerle una broma muy pesada a unos idiotas del grupo, cogerme a la profesora Locklear y terminó descubriendome el director Osbourne... si, pasable.
La azabache río al oír lo último.
- ¿La de periodismo? ¿En serio?
-Tiene buen culo, buenas tetas y gime como diosa.
La azabache río ante esto. Había encontrado a una persona no tan diferente a ella.
Meses después de tratar a Thomas Lee, donde sus amigos y ella le decían "T-Bone", terminaron haciendo demasiadas travesuras en L. A.
Pintaban puestos de comida, lo que eran graffitis o letras, algunos choques con las motocicletas que llegaban a robar, entre otras cosas más. Eran demasiado problemáticos para la gente que vivía en Los Ángeles.
Sin embargo, los dos sentían algo especial.
Nikki era una fugitiva, vivía con sus abuelos. Cuando iba su madre a verla, terminaba corriendola o huyendo de la casa de su abuelo.
En su caso, tras haber discutido con su madre, huyó como siempre, pero no a casa de su mejor amigo, Vincent, fue con T-Bone.
Llegar, tocar fuerte la puerta y encontrarse con el sin una playera, terminó abrazandolo.
Le contó todo lo sucedido. Tommy no apartaba su mirada de aquellos ojos verdes, que estaban lagrimeando. Abrazarla y aconsejaría fue bueno, más una taza de chocolate que solia hacer este cuando una situación así pasaba...
-No crei que vivieras sólo.
-Era niño bueno anteriormente, ¿recuerdas? Vivo sólo porque a veces me ayuda a reflexionar y controlar mis problemas de ira que llegue a tener con mis padres y mi ex prometida.
Nikki bajo la mirada. Nunca pensó en los problemas de su amigo.
-Lo siento...
-No sabías, es normal.
Dejando la taza a un lado, se sentó al lado de este, recargando su cabeza en el hombro del castaño.
-Estamos jodidamente idiotas -soltó la azabache bufando pesadamente.
-Lo se, pero usemos esa idiotez para algo mejor.
Sin que fuera al caso de la conversación, Tommy no se resistió, y beso los labios de la azabache. Deseaba eso demasiado, pero no se imagino que está correspondiera al beso.
Los dos deseaban ese momento. Dos diferentes historias. Sus caracteres y formas de pensar eran tan distintos. Su idiotez los unió, al igual que aquella vez que los regañaron por igual en la oficina del director. Agradecian cada detención que les tocaba al día.
Malas cosas hacían ambos.
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