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Al conocerlo por primera vez, era demasiado cerrado y muy serio.
Pólvora y gelatina.
Muy sofisticado en su habla. Tenía un vocabulario muy extenso, como si se tratara de un libro de una tesis muy importante.
Comía muy educado, pero bebía como un loco. Como si se tratara de un albañil o una persona arrepentida de su vida.
Dinamita con un rayo láser.
Cuando algo no le parecía, hablaba muy rápido, su papel era el líder de la banda. Sus ideas eran tan buenas, que siempre le parecían a Mick, Vince, incluyendolo.
Era algo que le atraía del bajista.
Garantizado de que explote tu mente.
A pesar de que el azabache hablaba muy formal, también al molestarse o al ofenderlo, respondía a los golpes de manera rápida con una persona desconocida.
Tanto era la irá, que el menor terminaba separandolo de su contrincante que estaba por ser casi noqueado.
En cualquier momento, recomendado al precio.
Cualquier presentación, le convenía. Pero el ponía las reglas del juego, con ventajas para la banda y el bar que se estaba ofreciendo para una noche ahí.
El preció era lo que más le importaba a los cuatro integrantes, pero más a aquel azabache.
Insaciable apetito.
Las groupies lo eran todo para los cuatro, pero a Sixx le atraían más aquellas que eran más fáciles de conquistar.
Su apetito sexual a veces era tentador. Cada vez que pasaba por su habitación y oía los gemidos de las chicas que entraban ahí, arqueaba una ceja. Nunca había escuchado a unas chicas sacar los distintos sonidos de su boca tan... alegres.
Superaba demasiado a Vince.
¿Quieres intentar?
Se preguntaba demasiado: ¿Porque una persona como Nikki Sixx mantendría una relación sería con el, Thomas Lee?
La primera vez que tuvo relaciones con Nikki Sixx, fue algo excitante. Nunca vio a alguien tan dejado ante el. Como una chica cuando está demasiado excitada o emocionada, ofreciéndole lo mejor a su pareja.
La mayor parte de las veces, el bajista lo defendía ante las chicas de manera grosera o peor que eso.
Al hablar en una entrevista, el lo complementaba con su lenguaje formal. Incluso, las ideas que le llegaban al castaño, solían ser complementadas por las del azabache.
Pero algo si aseguraba: era de su propiedad. El también cuidaba del azabache, aunque no se notará mucho; puesto que el bajista era el que más lo cuidaba y daría todo por el baterista.
El es una reina asesina.
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