Un Líder de tipo Psíquico en Kanto

Dedicado a Eeveo18

El azabache inspiró, notando como sus pulmones se llenaban lentamente y su mente, comenzaba a quedarse en blanco poco a poco, a medida que respiraba de forma pausada. Como cada madrugada, se encontraba, junto a sus Pokémon, en medio de una de sus sesiones de meditación. Mucha gente seguía sin explicarse el por qué se levantaba antes de que saliera el sol solo para pasarse varias horas sentado en el suelo con las piernas cruzadas y los ojos cerrados, algunos hasta lo tildaban de vago, pudiendo dedicarse a realizar otros quehaceres, en lugar de estar ahí quieto. Sin embargo, para él, tras tantos años de disciplina y entrenamiento, meditar era tan necesario para su organismo como respirar o beber agua. Después de todo, era el único momento de verdadera paz y autoreflexión que podía tener durante el día.

- ¡Hansuke! - Escuchó gritar desde la puerta, sacándolo de su concentración. No siempre podía disfrutar de este tiempo tanto como deseaba. Aun así, abrió los ojos y se levantó con una sonrisa, aunque le hubieran interrumpido, eso no significaba que tuviera que dejar de ser amable con la gente.

Caminó hasta la puerta acompañado por sus fieles Espeon y Kadabra, mientras la otra persona seguía llamándole, seguro pensaba que aún no lo había escuchado. Finalmente llegó hasta la puerta y la abrió, encontrándose con quién se imaginaba que estaría detrás. No obstante, en lugar de saludar de forma normal, el otro intentó golpearle nada más verle, suerte que era más ágil que él y pudo esquivarlo sin problemas.

- ¡Siempre tan rápido, deberías centrarte más en la fuerza física que en la velocidad! - Demandó el de tez morena.

- ¡Y tú deberías meditar más, te sigue faltando autocontrol! - Respondió el otro. Segundos después, ambos se encontraban riendo a carcajadas.

Tanto Hansuke como la otra persona, también Líder de Gimnasio, habían entrenado juntos con el mismo maestro, lo que les había hecho formar una especie de sana rivalidad.

- ¿Deberías estar aquí? Creía que Ciudad Azulona aún se estaba recuperando del ataque - Preguntó el chico con visible preocupación - ¿Cómo se encuentra la gente?

- Tranquilo - Puso una mano sobre su hombro - Mis Pokémon se han quedado a ayudar, mientras Mienshao y yo veníamos hasta Azafrán para hablarte de un asunto - Explicó, haciendo que el ser tras él moviera la cabeza saludando calmadamente.

Hansuke le observó extrañado, normalmente venía dando gritos y pidiendo entrenar contra él, era extraño verlo tan tranquilo. Finalmente, asintió dejándole pasar.

- ¡Hola a...! - Iba a saludar este nada más ver a su equipo, pero se quedó mudo nada más posar su mirada un el Hatterene que le miraba con odio - P-Parece que sigo sin agradarle...

- Eres demasiado ruidoso para ella, algún día te intentará arrancar la cabeza~ - Contestó el otro bromeando.

- ¡Qué lo intente, la derribaré con una de mis magistrales llaves, al igual que a ti!

- ¿Tú? ¿Desde cuándo? Nunca se te ha dado bien hacer llaves, soy mucho mejor que tú en eso - Afirmó con total confianza en sus habilidades.

- ¡Pero nadie da puñetazos como yo!

- ¡Partir rocas no te hace ser mejor en combate, también tienes que usar la cabeza!- Rió

- ¡Y lo hago, por eso la tengo tan dura como el acero! - Aseguró el otro, sonriendo - ¡Cuando quieras te lo demuestro! Aunque... - Hizo una leve pausa - Necesito pedirte un favor antes.

- Claro, lo que necesites, incluso puedo ayudarte intentando enviar algo más de suministros para la gente de la ciudad.

- Te lo agradecería, pero no era eso lo que venía a pedirte - Hansuke le observó esperando a que continuara - Será mejor que te lo enseñe directamente - Mencionó sacando una Pokéball de su bolsillo y lanzándola para poder mostrar al Pokémon que habitaba en su interior.

- ¿Un Pon...? - No le dio tiempo ni a decir más de dos palabras antes de que el Pokémon comenzara a correr hacia adelante mientras gritaba, parecía totalmente asustado - ¡Mr. Mime! - Llamó a uno de sus compañeros, que comprendiendo el mensaje, encerró al otro en una especie de caja formada por paredes invisibles - ¿Qué le ocurre? - Preguntó cada vez más preocupado por su situación, al ver como intentaba desesperadamente salir.

Antes de contestar, su acompañante volvió a meterlo en su Pokéball por precaución.

- Él... - Suspiró observando la esfera con algo de tristeza - Lo encontramos hace dos semanas atrapado bajo los cimientos de un edificio, totalmente solo y lleno de quemaduras. Creemos que lo más posible es que tuviera un entrenador, pero nadie ha aparecido para buscarle. Quizá...

- Lo abandonaran en medio del caos... - Completó la frase Hansuke con frustración, haciendo que el otro azabache asintiera.

- Por mucho que lo intente, sigo sin poder calmarle y cada vez que sale de su Pokéball, parece recordar los sucesos de aquel día. Por eso vinimos hasta aquí, tú siempre te has llevado bastante bien con los Pokémon de tipo Psíquico, así que, quizá sabrías, actuar mejor que yo - Nada más terminó la frase, sintió como le quitaban el objeto de las manos.

- ¡Déjamelo a mí, no por nada soy mejor entrenador que tú! - Afirmó confiado.

- ¡Estamos igualados! - Se quejó el otro, volviendo a la normalidad.

- ¡Que mi Medalla sea la quinta y la tuya la cuarta, no dice lo mismo! - Contraatacó.

- ¡¿Quieres tener un combate ahora mismo?! - Hansuke negó.

- Me encantaría, pero ambos tenemos cosas importantes que hacer - Le recordó.

- ¡En ese caso, cuando Azulona vuelva a ser tan increíble como antes, volveré a retarte!

- Aun así nunca será tan impresionante e imponente como Azafrán~ - Bromeó.

- ¡Eso ya lo veremos! - Respondió el otro Líder - Ahora, deberíamos irnos ¡Nuestra ciudad nos necesita! - Avisó - ¡Nos vemos pronto, cuida bien del Ponyta! - Exclamó antes de salir corriendo por la puerta y cerrando de un portazo.

De nuevo, el silencio volvió a reinar el lugar. El azabache volvió su mirada a la esfera entre sus dedos, sería duro sí, pero tenía que esforzarse todo lo que pudiera para que ese Pokémon pudiera volver a ser feliz.

- Gardevoir - Llamó a uno de sus Pokémon, la cual se acercó a él al escucharlo - Estate atenta - Avisó e inmediatamente sacó al Ponyta, que nada más notó que sus pies pisaron el suelo, echó a correr - ¡Usa Hipnosis! - Exclamó, haciendo que su compañera lanzara un ataque y el corcel acabara cayendo dormido al suelo. Se acercó a él y se lo subió al hombro para cargarlo hasta su habitación, donde le dejó en la cama - Por ahora lo mejor será que descanse por unas horas, conociendo su situación lo más probable es que no haya dormido en días - Explicó - Espeon, Gardevoir, necesito que lo vigiléis por si acaso de despierta antes de lo esperado - Pidió y ambos seres asintieron - Mr. Mime y Kadabra, necesito que traigáis todos los cojines, almohadas y colchones que podáis encontrar. Rodearemos las paredes con eso, así no se hará daño si vuelve a chocarse contra algo intentando huir - Nada más escucharon la petición, ambos salieron del lugar para cumplir su misión - Hatterene, vamos a la cocina. Por lo que pude notar al cargarlo, no debe haber comido los suficientes nutrientes en semanas - Finalizó, dirigiéndose a la última, con la cual se caminó por el pasillo hasta llegar a su nevera - Lo mejor sería preparar algo delicioso y nutritivo... - Murmuró, más para si mismo que para su Pokémon.

Tras eso, comenzó a preparar pequeñas raciones de distintos tipos de comida para Pokémon, después de todo no estaba seguro de qué podría o no gustarle, así que prefería no arriesgarse a una sola cosa, sino que el propio Ponyta fuera el que decidiera qué degustar. Lo que no se esperaba fue que, a poco de finalizar su último plato, su Kadabra se teletransportara hasta él para llevarlo hasta la habitación de la misma forma.

Allí se encontró al corcel, ya despierto, chocando y dando coces contra todo lo que se encontraba por su camino, menos mal que les había dado tiempo de forrar las paredes para que fueran algo menos dolorosas, si no acabaría aún más herido de lo que ya estaba. Hansuke observó la escena durante un segundo, estaba seguro de que necesitaba más descanso, pero, lo más probable era que el haberse despertado en un lugar desconocido le alterara aún más.

- Rene - Le llamó su Pokémon pasándole una bandeja con lo que habían preparado juntos.

- Gracias, pequeña - La sonrió totalmente agradecido - Kadabra, ¿puedes teletransportarme a dentro? - Preguntó haciendo que el nombrado asintiera obedientemente - ¿? - Sin embargo, el de repente notar algo tirando de su pantalón le hizo mirar hacia el suelo - ¿Espeon? ¿Qué ocurre?

- ¡Peon! - Respondió poniéndose a su lado.

- ¿Quieres venir conmigo? - Le preguntó adivinando sus intenciones, después de todo ese pequeño le había acompañado desde sus inicios sin separarse ni un instante de su lado.

- ¡Espeon! - Asintió.

El azabache se agachó a su altura, dejando la bandeja sobre sus piernas para poder acariciarle la cabeza, bajo los ronroneos del Pokémon.

- Lo siento, sé que te preocupas por mí, pero lo mejor sería que esta vez te mantuvieras a un lado - Explicó, haciendo que el Espeon le mirara sorprendido - Si entramos los dos seguramente se altere, ni si quiera voy a permitir que Kadabra se quede dentro tras ayudarme a entrar. Además, ¿quién, aparte de tí, se encargaría de cuidar del resto si me ocurriera algo? - Preguntó, haciendo que este agachara un poco la cabeza - Eso suponiendo que ese Ponyta sea rival para mí ¡Cosa que es imposible! - Soltó una carcajada, aliviando un poco el ambiente. Era consciente de que su inicial no era el único que se preocupaban por él, todos sus compañeros lo hacían, pero tenía que arriesgarse si querían ayudar al cuadrúpedo - Bien... - Dijo tomando la bandeja y levantándose, al ver que su Espeon parecía haber comprendido la situación - Kadabra - Le llamó - Envíame dentro - Ordenó.

Segundos después, se encontraba en su, ahora realmente oscura, habitación. Tanteó la pared hasta dar con el interruptor que encendía la luz de la lámpara, hasta que logró dar con él y encenderlo. Claro que el grito que dio el Ponyta, ante tal acción, indicó que no le había agradado lo más mínimo.

- Tranquilo, solo vengo a ayudarte - Le dijo con voz calmada y lentamente, bajo la fija mirada del ser, dejó la bandeja en el suelo, antes de retroceder unos metros para poder darle el espacio que necesitaba.

El otro por su parte, dejó de prestarle atención para observar la bandeja con curiosidad, al menos el olor parecía interesarle. Se fue acercando lentamente, con mucho cuidado, como si temiera que algo malo fuera a pasarle por caminar hacia la bandeja. Finalmente, cuando llegó hasta ella, agachó su hocico para poder olerla mejor, por lo visto no le disgustaba, lo que hizo que Hansuke no pudiera evitar suspirar aliviado, había hecho un buen trabajo. Ahora solo quedaba que comiera algo.

- ¡Mr. Mime! - Se escuchó reír con fuerza a su Pokémon desde el otro lado de la pared. Al escuchar el grito de terror del Ponyta y ver como cargaba hacia él, maldijo lo bocazas que podía ser su Pokémon en las peores situaciones.

Por suerte y gracias a su entrenamiento, logró abrazarlo por el lomo y levantarlo para evitar que se hiciera daño, aunque él estaba recibiendo unas fuertes coces en su estómago que le dejaban sin aire del dolor.

- ...Tra... Tranquilo, estás a sa-salvo... Nadie va a hacerte daño... - Murmuró como pudo, apretándole un poco más fuerte contra él para evitar que se soltara.

- ¡Nyyyytaa! - Chilló con fuerza, haciendo que el cuerno de su cabeza comenzara a brillar, cargando un ataque que, seguramente, acabaría destrozándolo todo.

- Espeon/Gardevoir - Fue lo único que escuchó antes de que el Pokémon dejara, poco a poco, de moverse entre sus brazos. Hansuke se dejó caer, aún sosteniéndolo.

- Gracias, me habéis salvado - Sonrió sudando por el cansancio - Au... - Se quejó riendo - Esto va a dejar marca - Mencionó refiriéndose a las posibles contusiones de su estómago. Sus Pokémon le miraron algo extrañados, aún tras tanto tiempo acompañándole, aún se les hacía raro que pudiera actuar de esa forma ante las situaciones de peligro - Tranquilas, estoy bien y, gracias a vosotras... - Observó hacia el Ponyta, acariciándolo mientras dormía profundamente - Él también.

Sí era consciente de que aún tenía un largo camino por recorrer para poder ayudar como debía a ese pequeño, pero, aun si finalmente no decidía quedarse con ellos, no se rendiría hasta devolverle la felicidad y la salud que le habían arrebatado.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top