Un Entrenador de tipo Dragón en Kanto

Dedicado a isidroalcaraz2009

Nada más sus pies tocaron el suelo, tras su largo recorrido por el mar, inspiró lentamente, pudiendo percibir los conocidos olores que le rodeaban. Pueblo Paleta, había vuelto a su hogar, solo para ir de paso sí, pero tras tantos meses, al fin estaba en casa.

- Mira, pequeño, te presento mi casa - Le dijo a un huevo que cargaba entre los brazos. Mucha gente le había dicho que el Pokémon que se encontraba en su interior no podía escuchar ni entender nada de lo que le decía, pero él, entre la poca atención que le había prestado a esas palabras, por estar entretenido con cualquier otra cosa, y su firme creencia de que realmente le oía, seguía hablando con el huevo. 

Avanzó con lentitud observando los alrededores, mientras le explicaba cosas a este, nada había cambiado en ese tiempo. Aún se podía ver de pequeño correteando por el lugar soñando con recibir un Pokémon del Profesor y emprender su viaje con uno de los tres iniciales de Kanto. Sin embargo, el destino tenía algo mucho más único para él...

Todo había ocurrido la tarde anterior al día en que recibiría su primer Pokémon. Como siempre estaba de un lado a otro hablando y ayudando al resto, obteniendo así mucha de su preciada comida a cambio. No obstante, en algún momento de despiste acabó entrando a la hierva alta, no notó que tanto se había alejado del pueblo hasta que vislumbró la entrada a la Ciudad Verde ¿Cómo había podido llegar hasta allí sin darse cuenta ni ser atacado por ningún Pokémon? Esa pregunta aún sigue siendo un misterio para todo el mundo. 

Lo importante fue un leve ruido que sus sensibles oídos captaron a un lado de la ruta en la que se encontraba. Era como... ¿Una especie de llanto? Curioso y sin preocuparse en ningún momento por lo que podría llegar a ocurrirle, se adentró entre los arbustos a su derecha con el objetivo de descubrir qué o quién necesitaba de su ayuda.

Al poco tiempo de estar buscando lo encontró, un pequeño y muy malherido Dratini qué había sido atacado por quién sabe qué. La razón por la que había llegado a ese lugar tan alejado de su hogar, en ese momento, la desconocía por completo. Igualmente, sin atender demasiado a las dudas que surgían en su mente, tomó al Pokémon como pudo y, corriendo, regresó al Laboratorio del Profesor, esta vez intentando esquivar toda la hierva alta posible. 

Finalmente, cuando puso un pie en el pueblo, todo el mundo acudió preocupado hacia él. Preguntaban que dónde se había metido, argumentando que lo habían estado buscando por todas partes y que andar por ahí sin un Pokémon era demasiado peligroso. Justo en ese momento, fue que notaron lo que llevaba entre sus brazos, quizá mucha gente que desconociera a Fenrir pensaría que quizá habría sido obra suya, pero la gente del lugar conocía muy bien al chico, por lo que rápidamente lo acompañaron hacia el laboratorio.

Nada más entró a este, le explicó al profesor la situación, pidiéndole que ayudara al pequeño, cosa que hizo sin dudar. La noche de ese día transcurrió con bastante lentitud, Fenrir no quería separarse del pequeño por miedo a que pudiera necesitarle, así que estuvo o al menos intentó, estar todo el tiempo despierto y pendiente de él. Cosa que, finalmente no logró. 

Lo siguiente que recuerda era al Profesor llamándole por su nombre insistentemente para lograr despertarle a la mañana siguiente. Le mencionó algo de que era el día en el que recibiría su primer Pokémon, pero que, al parecer, no necesitaba su ayuda. Esas palabras le dejaron confundido, hasta que una pequeña cabeza lisa se acarició contra su brazo, era el Dratini que ahora parecía encontrarse perfectamente. Y así, comenzó su aventura con su pequeño amigo azul que, con el paso del tiempo y los combates, crecería hasta convertirse en un fuerte y confiable Dragonite.

Ahora que lo notaba... No sabía cómo ni por qué, pero había estado tan metido en contarle sus anécdotas al huevo, que no notó que continuaba andando hasta haber llegado al Bosque Verde. Se había pasado un poco de su destino, pero no había nada que no pudiera arreglar andando en dirección contraria. Aunque... Un agradable recuerdo le vino a la mente al ver a un Pikachu saltando al suelo desde la rama de un árbol cercano. Por lo que decidió iniciar una nueva historia...

Esta había ocurrido unos pocos días tras el comienzo de su aventura y, luego de mucho combatir, logrando que su Dratini se hiciera algo más fuerte, al fin se decidió a entrar al oscuro Bosque Verde. Todo iba normal por el momento, unos Caterpies por ahí, escapar de unos Beedrills por romper su colmena por accidente, nada muy fuera de lo común para alguien como Fenrir. Hasta que, lo que creyó era un ladrillo con forma de pelota, impactó de lleno en su cabeza haciéndole caer al suelo adolorido. Instantes después, cuando por fin logró recuperar un poco sus sentidos, agradecía tener la cabeza tan dura, consiguió ver a su atacante. Era un Pokémon de tono azulado que subía constantemente al árbol frente a él para saltar de una de sus ramas más altas e intentar... ¿volar? Rápidamente sacó su Pokédex para reconocerlo, un Bagon. 

Se levantó cómo pudo emocionado ante la noticia. La razón es que en el mundo actual había una regla no escrita que decía que lo mejor para ser un entrenador más experimentado era especializarte en un tipo de Pokémon. No creía que fuera posible hacerlo, por lo que se estaba planteando tener un equipo convencional con distintos seres, pero ese pequeño incansable le había hecho cambiar de idea. 

Vio como volvía a saltar del árbol a la vez que movía sus brazos insistentemente y, a los pocos segundos, volvía a caer. Por suerte, lo atrapó a unos metros del suelo. Le preguntó si estaba bien y este le sonrió de forma entusiasta, no parecía querer rendirse. Ahora deseaba aún más que les acompañara a él y a Dratini, por lo que le propuso tener un combate, si Fenrir ganaba el Pokémon se uniría a su equipo, si lo hacía el Bagon, le ayudaría a intentar aprender a volar. Este asintió sin dudarlo, dando comienzo al combate. Así fue como, tras un duro enfrentamiento, consiguió un nuevo amigo que acabaría logrando su sueño de aprender a volar tras convertirse en un Salamance con el paso del tiempo.

Por fin había logrado llegar a su destino, el Gimnasio de Ciudad Verde, ahora podría retar al Líder y conseguir su Medalla o no, ya que la puerta no parecía ceder y dejarle entrar. Se fijó en un pequeño cartel a su lado. Genial, estaba cerrado ese día por una urgencia, no abrirían hasta mañana. No tenía opción al día le quedaban pocas horas para la llegada de la noche, lo mejor sería quedarse en el Centro Pokémon hasta la mañana siguiente y dar a sus compañeros un pequeño descanso tras todo el esfuerzo realizado. Ya que estaba, continuaría contándole otra anécdota al huevo hasta llegar al edificio. Aunque... Esta sería mucho más dramática que las anteriores...

Acababa de llegar, hacía unas pocas horas atrás, a Ciudad Azulona con sus recién evolucionados Dragonair y Shelgon, dispuesto a enfrentarse al reto del Gimnasio y conseguir su ansiada Medalla. No obstante, unos rumores llegaron a sus oídos, tras ir a hablar con la Enfermera Joy para curar a sus Pokémon. Al parecer una entrenadora sin corazón había abandonado en la Ruta 16 a un Gabite, nombre que tuvo que buscar en su Pokédex, por ser demasiado violento y rudo para ella. Rápidamente, fue a hablar con un grupo de gente que estaba hablando sobre el tema, inquiriendo con rudeza sobre como alguien sería capaz de dejar a su Pokémon y queriendo saber quién había hecho algo tan cruel. Ninguno de los presentes parecía saber demasiado, por lo que cogió a sus Pokeballs del mostrador y se puso en marcha, ese Gabite necesitaba su ayuda.

Nada más llegó al sitio indicado, sacó a sus Pokémon para que le ayudaran a buscar. No les costó localizar un ruido en la lejanía de algo romperse. Cuando llegaron encontraron al Pokémon de tipo Dragón rompiendo varias piedras repetidamente con las cuchillas de sus brazos, mientras gritaba, parecía bastante furioso, sentimiento que Fenrir compartía con él. Es por esta razón que avanzó hacia él sin dudar, preocupando a sus amigos que lo acompañaron por precaución. El Gabite se puso alerta con un aura agresiva, nada más notar su presencia. Según la Pokédex de normal no le agradaban los humanos, por lo que ahora debía odiarlos aún más.

Lo primero que hizo el azabache fue decirle que comprendía como se sentía, que él también odiaba a su entrenadora por irse y dejarlo atrás, aún sin conocerla. Eso pareció sorprender por un instante al ser, pero inmediatamente siguió observándole con fiereza. Le prometió que la encontraría y la derrotaría para hacerle ver que había cometido un gran error, el otro siguió sin creer ninguna de sus palabras. Fenrir continuó intentando crear una conexión con él, hasta que este, cansado de sus palabras, optó por atacarle. 

Por suerte, su Dragonite fue más rápido enroscándolo con su cuerpo y evitando que pudiera moverse. El chico le pidió a su compañero que lo liberara, haciendo que este con inseguridad acatara la orden, e inmediatamente se disculpó con el dragón, argumentando que había asustado a su azulado amigo y por eso había actuado así. Este gruñó alejándose y comenzó a gritarles para que se fueran. Fenrir, ignorando de nuevo el peligro que eso suponía, sonrió contestándole que no se irían de ahí hasta que decidiera acompañarles en su aventura.

El chico no mentía, pasó dos semanas enteras acampando en ese lugar, hasta que, muy poco a poco, logró ganarse la confianza del Pokémon, consiguiendo así al que sería su futuro y más feroz Pokémon, Garchomp. Aunque, aún le quedaba una pequeña espina en su consciencia, por no haber podido encontrar a su antigua entrenadora y darle la lección que se merecía, pero viajaría por todo el mundo hasta lograrlo.

Justo finalizó su historia cuando la Enfermera Joy le dio la bienvenida al lugar. Le preguntó por una estancia para esa noche y ella le dijo que aún quedaba una habitación libre, que podía ocupar si quería. Esto hizo que otra historia viniera a su mente, por lo que decidió narrársela al huevo mientras caminaba hacia esta. 

En este caso, ya llevaba algunos días en Ciudad Fucsia, tomándose un pequeño descanso de su viaje, para poder darle a sus Pokémon la atención que merecían. Es por ello que aún se encontraba en la cama de su habitación en ese Centro Pokémon con Garchomp durmiendo en en un rincón de esta, Salamance a los pies de la cama roncando a pierna suelta y Dragonair enroscado a su lado. Decidió, por simple aburrimiento, encender la televisión para ver cualquier cosa entretenida que captara su visión, cuando un gran aviso de noticia de última hora aparecía en la pantalla. Al parecer un Zweilous llegado de quién sabe dónde, estaba echando a una gran cantidad de Pokémon del Monte Moon, los cuales estaban montando un gran alboroto en las ciudades colindantes, solo porque seguramente el Pokémon quería reclamar toda la montaña como su territorio. Inmediatamente se levantó de la cama y empezó a despertar a su equipo, a la vez que se vestía. Sí, les había prometido descansar, pero el deber de ayudar le llamaba y eso era algo ante lo que no podía permanecer quieto. Una vez estuvo listo, guardó a todos sus Pokémon en sus Pokeballs, a excepción de su Salamance, gracias al cual llegaría en poco tiempo volando al lugar. 

Cuando puso sus pies en tierra, caminó hacia dentro del lugar con el dragón siguiéndole. Todo estaba tan oscuro como lo recordaba, pero era mucho más siniestro al no encontrar ni, siquiera, un molesto Zubat rondando a su alrededor. Luego de, no está seguro de cuánto tiempo, profundizando en el interior de la cueva, encontró lo que buscaba. Un Pokémon de dos cabezas que no paraba de devorar una montaña de bayas mientras estas se gruñían entre sí, al parecer tenían tanto apetito como él. Decidió que lo mejor para devolver la paz al lugar sería capturarlo cuanto antes, por lo que mandó a su Salamance a combatir alertando al otro y dando lugar a un combate. Tras un intenso intercambio de ataques, Fenrir lanzó la esfera rojiblanca que impactó contra una de sus cabezas, logrando así atrapar a su cuarto integrante, que acabaría siendo un glotón Hydreigon, luego de mucho esfuerzo, y restaurando la calma del lugar.

Después de acabar la historia e ingresar a su habitación, dejó el huevo en la cama y se puso el pijama, antes de acostarse a su lado. Sonrió acariciándole, ya solo le daba tiempo de contarle una última y pequeña anécdota antes de irse ambos a dormir.

Esta ocurrió en mitad de una noche, mientras acampaba en la Ruta 13, camino a Ciudad Azafrán. Fenrir se encontraba profundamente dormido dentro de su tienda de campaña. Mientras su Garchomp hacía vigilancia fuera de esta. Cuando de repente este le despertó de forma abrupta dejándole totalmente confundido, nunca había hecho algo así. De repente entendió por qué, unas fuertes pisadas se acercaban rápidamente hacia ellos. Salió de su refugio con prisa y, a unos siete metros, pudo ver como un grupo de Mankeys comandados por un Primate, perseguían furiosos a una especie de baba de color rosado. No podía permitir que se aprovecharan de alguien más débil solo porque ellos fueran más grandes, por lo que hizo que su Pokémon fuera a encargarse de ellos, mientras él se acercaba corriendo al viscoso ser para cargarlo y alejarlo del combate. Luego de algunos Cometas Drago, los Pokémon huyeron despavoridos, cosa que hizo que, lo que su Pokédex identificó como un Goomy, saltara a su cara para agradecérselo, casi asfixiándolo en el acto. Esa fue la historia de cómo conoció a su último Pokémon hasta la fecha, su actual y cariñoso Goodra. Bueno, eso fue hasta que ayudó a unos ancianos en Isla Quarta y le dieron ese pequeño huevo como agradecimiento.

Fenrir bostezó, estaba algo cansado de tanto hablar y caminar de un lado al otro, por lo que abrazó al huevo entre sus brazos, para evitar que pasara frío, antes de cerrar sus ojos. Lo que no se esperaba es que de repente este comenzara a moverse con fuerza entre su cuerpo, haciendo que se sentara sorprendido. De la nada empezó a brillar iluminando toda la habitación y, una vez la luz se apagó, lo que tenía ahora entre sus brazos era un verdoso Pokémon que le saludó exclamando un feliz "¡Axew!". Se levantó de la cama de un salto celebrándolo y se acercó a la mesa para tomar sus Pokeballs, tenía que presentarle al resto a su nuevo amigo. Ahora... Tendría otra nueva anécdota que contar, aunque, no estaba muy seguro de a quién. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top