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Me pare enfrente de la puerta escuchando jadeos, quejidos y gruñidos. Mi mente empezó a divagar en algo que hirvio mi sangre de la ira. Podía escuchar sollozos, intentos inútiles de parar algo y cuando el golpe traspasó la puerta fue que supe que ya no podía seguir controlando algo que me mataba por dentro.
Ya no me importaba si te asustabas o si me odiabas. Ya no podía seguir controlando un fuego que me quemaba si no lo dejaba salir. No me importo nada y abrí la puerta rompiendola y lo que vi me dejó pasmado
Un día te vi sufrir mientras ese demonio te arrancaba el vestido y su mirada oscura era peor que la mía
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