Plumas blancas, puras, suaves,
que cuando las miras sintes algodón
en las pestañas.

Lineas doradas que surcan tus alas
se mezclan cual ríos de oro
sobre lino blanco.
Miles de alargadas estructuras
lisas y perfectas, portadoras etéreas.

¡Oh, creación fiel y servidora
reflejas cuan divino es tu creador!
A ti te pueden envidiar los cisnes
y las garzas de pobre plumaje.

Portas la espada más filosa, mortal,
pero de tu boca surgen cantos dulces
que alaban al Señor y sanan corazones,
pero eres celoso con tus cánticos
y no se los muestras a cualquiera.

Dime, ¿que se siente volar?
¿Acaso eres amante del viento?

Cabellos ensortijados
que contrastan en el cielo,
ojos serenos deslumbrados
ante lo divino y lo perfecto.

Mensajero celeste,
cristales tornasolados,
son tus dedos,
cuando intentas tocar el Sol.