5°
Pietro mantenía la atención en sus padres quiénes no acababan de ponerse de acuerdo.
Ambos charlaban en voz baja.
Erik por una parte no quería comentarle a sus hijos cómo "traicionó" la confianza de su esposo en varias ocasiones, porque sabía que al final del camino siempre se encontraría Charles esperando a poder cambiarlo.
Lo consiguió, pero claro, le avergonzaba admitir que cada uno de sus planes siempre fracasaba porque necesitaba a Charles de su lado.
De igual manera, el menor de ellos pensaba que sería una buena idea que su esposo utilizara el momento para convencerse de que podía ser un gran padre, y un buen narrador de historias.
Por supuesto que Erik sabía que no lo era. No era su fuerte, y aunque quisiera, le costaba demasiado.
Narra Erik.
Charles me dio una larga mirada con sus ojos azul profundo.
¿Podría yo alguna vez negarme a esa mirada? No, claro que no. Definitivamente siempre tendría ese efecto en mí.
—De acuerdo, podría comentarles que hace muchos años... Magneto, el gran villano de esta historia, intentó controlar al mundo, acabar con los humanos y dejar a los mutantes siendo la única población ubicada en una pirámide poderosa... La punta de todo.
—¿Y cuál es la parte mala de eso? — preguntó Peter. — no lo entiendo, papi. Somos mejores. Soy el más rápido de la escuela y...
Mi pequeña le pegó de manera suave con la palma de su mano a Peter.
—¡Tonto! Los humanos son buenos. No pueden acabar con ellos y ya. Ese Magneto es malo, muy malo. — se cruzó de brazos molesta.
—¿Y la historia de amor? — Pietro parecía preocupado.
Suspiré.
—Magneto no era tan malo, estaba confundido... — comenzó Charles tomando mi mano entre las suyas. Sonreí.
Sus manos siempre tan suaves...
—¿Y el profesor X? — preguntó Peter. — aburrido de seguro.
—Él quería que los mutantes consigamos una posición de igualdad, equidad en el mundo con las oportunidades y derechos... Sólo lo que cualquier buen hombre desea en el mundo.
—Aburrido. — insistió Peter girando los ojos.
—Peter, no seas malvado. — se quejó Wanda.
Sonreí.
Mi dulce, dulce Wanda... Tenía el corazón tan noble como su padre, y era justamente la razón por la que creía que era más fácil cuidar de ella... Porque se reflejaba el alma de mi amado.
—Entonces Magneto manda, el profesor X es... — Peter enseñó su lengua y pulgar hacía abajo.
—¿Y la historia de amor? — insistió Pietro.
—La historia de amor comienza después. Primero... El profesor intentó ayudar a Magneto más de una vez.. — comenzó a explicar mi esposo mientras los tres se centraban en la historia.
Excepto por Peter... Él se veía algo más disperso.
Me senté en el suelo y tomé al pequeño para sentarlo sobre mi regazo, él casi de inmediato comenzó a jugar con mi cabello para relajarse, eso lo mantenía concentrado.
—Magneto tenía sus ideales...
—Todos eran malos. — agregué yo. Charles giró los ojos.
Claro que seguía pensando que mis ideales eran buenos, sólo necesitaba ejecutarlos de una buena manera.
—El profesor creía que realmente era un sujeto listo, pero temía... No quería perder la comodidad que tanto le había costado conseguir. — murmuró él, sus ojos conectaron con los míos.
—¡Ay, no! El profesor estaba enamorado de Magneto. — dijo Wanda preocupada. Cubrió su boca con sus manos.
—¡Grandioso! — festejó Pietro.
—Magneto también estaba enamorado de él. — comenté yo. Peter me observó.
—¿Y de qué manera? ¿Como amigos?
—Más que eso...
Me puse de pie con Peter aferrándose a mi cuello. Charles hizo que la imagen se proyectara para todos...
Aún recuerdo este lugar.
Allí estaba yo, con aquél casco, Charles viéndome con tristeza.
—Magneto sólo quería una vida junto al profesor, pero definitivamente no podrían estar juntos mientras mantuvieran ideales tan contrarios. Uno debía ceder... — comenté yo.
Charles me sonrió.
—¿Y qué ocurrió? ¿Ellos peleaban siempre? — preguntó Pietro preocupado.
—Casi siempre. Era difícil que estuviesen de acuerdo... — comentó mi esposo.
—¡Como Wanda y Natasha Romanoff! — dijo Peter.
Observé a mi pequeño quién rápidamente se bajó desde mis brazos y avanzó hasta su hermana.
—¡Discuten todo el tiempo! La maestra las obliga a estar juntas, así ya no se llevarán mal.
—¡Ella será tu esposa, Wanda!
—¿Esposa? ¿Qué? — pregunté yo.
¡Nadie tocará a mi pequeña!
Fruncí el ceño. Oí a Charles reír.
—¡No será mi esposa!
—¡Es su historia de amor! — insistió Pietro emocionado.
Bufé.
—¡Basta, basta! — dijo Wanda. Realmente casi he sido yo, pero ella ha sido más rápida. — ¿Qué más pasó?
Charles sonrió al verla molesta. No es gracioso.
—Pues... Luego de tantos intentos... Tantas disputas...
—Cada batalla peor que la otra. — dije pasando detrás de mis hijos. Fingí que caía de rodillas herido.
Ellos rieron.
Eso les gusta a los tres.
—Un día, Magneto volvió a buscar al profesor, después de muchos años sin verse...
—¡Cuando al fin el profesor no tenía mujeres detrás de él! — dije yo.
—Y Magneto no tenía a quién recurrir...
Nuestros ojos conectaron.
—Entonces Magneto se detuvo delante de la puerta del profesor... — avancé hasta Charles. Él levantó la mirada. — dudó mucho en si debía o no tocar la puerta. — retrocedí.
Los pequeños estaban atentos.
—Pero siempre pensé que ningún hombre sería tan indigno como para no merecer otra oportunidad. — murmuró él. Me giré a verlo nuevamente. — no fue necesario que tocara la puerta, bajé a recibirlo.
—Y mientras la lluvia caía a cántaros, nos observamos...
—Él dijo...
—¿Hay espacio para uno más? He traído mi tablero de ajedrez.
Los pequeños se centraron en el tablero que reposaba sobre una de las mesas del salón.
—Sabes que siempre hay espacio aquí para ti... Te lo dije muchas veces y agradecería que lo recordaras siempre.
—Magneto y el profesor no durmieron esa noche... — comenté algo risueño. Charles me hizo callar.
—¿Por qué? — preguntó Peter. —¿Qué hicieron?
—Jugaron ajedrez. — contestó él mientras el recuerdo claro de mi esposo siendo totalmente mío se reproducía en mi cabeza. — muchas partidas.
—Incansables partidas. — insistí.
—¡Que romántico! — dijo un emocionado Pietro. — ¿Y cómo están ellos ahora?
Tanto Peter como Wanda observaron a Pietro extrañados. Creo que sólo ellos captaron que hablábamos sobre nosotros.
—Pietro.
—¿Qué?
—Son papá y papi. — dijo Wanda.
—¡¿Qué?! ¡No te creo, mentirosa mala osa!
—¡Que no soy mentirosa!
—No, eres la futura esposa de Natasha. — se burló Peter.
¿Quién es esa tal Natasha?
—¿Cuál Natasha? — me atreví a preguntar.
—Es una niña pelirroja. Es grosera y siempre discute con Wanda. Ambas son groseras.
—¡Peter!
—¡Wanda! — contestó Peter.
—¡Pietro! — gritó el más pequeño. Está emocionado. Nunca lo había oído hablar tan fuerte por tanto.— ¡Están casados y tienen tres niños! ¡Que romántico! Me encanta.
Sonreí.
—¿Entonces, Natasha es linda?
Me giré para ver a mi esposo burlarse en mi cara sobre esto. No le veo la gracia.
Observé a Wanda, ella se sonrojó.
Oh, no, no, no, no, no.
No, no, no, no.
—Wanda...
—¡No me pregunten cosas, o seré muy triste!
Se escondió detrás de Peter quien se cruzó de brazos.
—Ha dicho que no la molesten. Y si ella es triste, yo seré triste.
—Yo soy triste. — dijo Pietro estirando sus brazos hacía mí.
Lo ayudé a ponerse de pie, y lo sentí aferrarse a mi cuello.
—Te amo, papi.
Sonreí.
Eso... Eso se siente bien.
—Y yo a ti, amor... Los amo. — murmuré acariciando el cabello de Peter quien se aferró a mi pierna. Wanda se acercó en silencio y tomó mi mano.
—Me encantaría poder congelar esa imagen en mi mente para siempre... — murmuró Charles. Todos lo observamos, acercó sus dedos a su sien, nos sonrió. — listo.
Sonreí.
—Eres una linda cosa extraña. — comenté.
—Tú más...
—¡Nosotros también! — dijo Pietro.
Él realmente disfrutó la historia. Todos la disfrutaron... Incluso yo.
—¡Son los mejores papis del mundo! — insistió Pietro.
Aquello hizo que mi pecho se inflamara en un calor lleno de emoción. Mis ojos se cristalizaron de inmediato.
Charles lo notó. Estiró su mano para acariciar mi espalda.
—Yo... Los amo tanto... — susurré acercándome a mis otros dos hijos. Los abracé con fuerza. — no importa cuan diferentes sean unos de otros, ni que tantas cosas deba aguantar por criarlos y verlos felices... Estoy dispuesto...
Ellos sonrieron sin entender demasiado. Peter besó mi mejilla y luego me lamió. Supongo que es su manera de decir que me ama también.
Wanda me abrazó, al igual que Pietro.
—¡Papi, soy un avión de guerra! — gritó Peter comenzando a correr con los brazos extendidos.
Pietro comenzó a correr detrás de él. Los observé unos segundos antes de tomar a Wanda entre mis brazos e ir detrás de ellos.
Jugamos toda la tarde en el salón.
Charles probó su punto, sé que lo hizo, y lo agradezco...
Ahora sé que soy un buen padre.
O eso quiero pensar. Lo soy, ¿no? Ellos me aman tanto como yo a ellos, aunque la vida se ponga difícil... El saber ser padre va más allá de saber controlar todo en cada momento... Y para eso tengo a Charles... Tenemos a Charles.
Voy a disfrutar a mis pequeños por todo el tiempo que sea posible...
Narrador.
Y así como lo lees, erase una vez, dos papás y un ajedrez...
Erik mantuvo la cabeza en alto cada que creyó que no podría, su esposo confiaba en él, y sobretodo sus hijos... El pelirrojo notó que no importaba que tantas veces regañara a sus pequeños, ellos sabían que jamás estaba entre sus intenciones ser malo, sólo quería lo mejor para ellos... Siempre querría lo mejor.
Por otro lado, Wanda no había dejado de meditar la historia de sus padres. Ella dejó de discutir con aquella niña, y dejó de pensar en que estaba mal que ella la defendiera cada vez que alguien se burlaba de sus poderes.
Se detuvo detrás del árbol en donde Natasha comía su sándwich a observarla. La pelirroja movía sus pies que no tocaban el suelo por estar sobre la banca.
Respiró profundamente y decidió que enfrentaría la situación. Lo ha hablado con papi Charles, él entendió cómo se sentía...
Se paró delante de Natasha y antes de que ella dijera algo, Wanda habló.
—¡Nos casaremos, pero no quiero que mis hijos sean pelirrojos! — se quejó molesta. — ¡Y no te daré la mano en la calle, pero te besaré en la boda! ¡Y los días martes y jueves, pero no otros días!
—P–pero...
—¡Y tampoco quiero que tengamos más de dos hijos! ¡Tendremos un cachorro y un gato, y espero que los bebés nazcan de ti!
Dicho esto, se dio media vuelta sonrojada y algo molesta. ¡Eso era todo! No fue tan difícil enfrentarlo, o eso creía.
Sintió unos pasos detrás de ella, Natasha besó su mejilla.
—De acuerdo, Wanda. Eres mandona, pero linda... Acepto casarme contigo, pero no hoy. Tal vez mañana.
La castaña sonrió.
—¿De verdad?
—Sí, porque me gusta... Tu nariz. — dijo Natasha observando de cerca el rostro de su futura esposa.
—Okay... ¿Debemos besarnos?
Natasha se encogió de hombros. Ella jamás había besado, eso era asqueroso, pero suponía que si Wanda sería su esposa, debía besarla.
—Claro. Eso hacen las esposas.
Las pequeñas de tan solo diez años se observaron con asco. Ninguna quería acercarse, además Natasha acababa de comer un emparedado de atún con aceitunas. Wanda odiaba el atún, y mucho más las aceitunas...
Ambas acercaron sus labios, fue un roce corto, un pequeño ruido se escuchó y Wanda sintió que podría vomitar en ese momento, comenzó a toser mientras Natasha tomaba su jugo para limpiarse los "restos de Maximoff" de los labios.
—Quiero vomitar.
Entonces en ese momento recordó como papá Erik dijo que los bebés nacían por besos.
¡Ella quería vomitar!
—¡Tonta! — gritó estresada. Natasha no entendía.
Jamás entendía a Wanda, pero ahora mucho menos.
—¿Qué?
—¡Me embarazaste! ¡Tendremos un bebé!
La pelirroja se puso del mismo color que su cabello. Comenzó a negar rápidamente. ¡Ella no podía ser madre, aún no acababa su pintura para artes!
—¡No!
—¡Sí!
—¡¿Cuándo nace?!
—¡No sé! ¡Mi panza duele!
—¡Va a nacer, Wanda! ¡Debemos irnos!
—¿A dónde?
—¡Ven conmigo, esposa!
Natasha tomó la mano de la castaña y no la soltó hasta llegar a enfermería... Es más... no volvió a soltarla jamás, ni siquiera cuando salieron de la iglesia después de casarse, donde con lágrimas en los ojos Erik podía corroborarlo.
El futuro de sus hijos, era asombroso, y él jamás había sido un mal padre.
Mientras que Peter se encontraba trabajando como director de la escuela de su padre retirado, Pietro estaba en Alemania con su esposo, buscando información sobre la familia de su padre... Y Wanda acababa de irse de luna de miel.
Erik observó de manera coqueta a su esposo quien acababa de acomodar el tablero delante suyo.
—¿Una partida, querido? — preguntó sonriente.
—Sabes que no podría negarme a ti, aunque quisiera... — señaló su cabeza. — no hay casco.
Charles besó los labios de su esposo.
Y es así como erase una vez, dos papás, y un ajedrez.
Fin.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top