Capítulo VII: Vendetta
Capítulo VII: Vendetta
-Vamos hijo, recuerda que ya casi eres el hombre de la casa - dijo un adulto mientras sostenía con sus manos la mano estirada de un pequeño niño quien a su vez mantenía en sus manos la empuñadura de un revólver en manos.
El infante asintió siguiendo las palabras del mayor, era una tarde soleada, en una de las varias explanadas de aquel pueblo, alejado de las personas y del ruido general; en el trigal más alejado bañado por el agua del océano que debía romper contra las rocas en algunos kilómetros, Marco intentaba comprender el mecanismo de aquella extraña pieza en sus manos.
-Debes mantener la presión, tira del gatillo pero no intentes agarrarlo - soltó el adulto con voz firme y poco a poco dejando el arma en las manos del niño, quien asintió para afianzar su agarre un poco.
Marco sentía el sudor en su frente, poco a poco vio como su padre recogía sus manos dejándole a él el arma. Con cuidado preparó la misma para disparar recordando las varias lecciones anteriores.
-Bien ahora debes…- dijo el padre guardando silencio.
-Amartillar el arma - respondió Marco colocando el martillo hacia atrás.
-Bien Marco, ahora dispara a la botella -
El niño asintió, mantuvo el pulso firme, pero una duda lo asaltó.
-Papá ¿Ésto es legal? - preguntó el infante bajando un poco sus manos sin soltar el arma
Una sonrisa se dibujó en el rostro de su padre quien movió la cabeza de lado a lado, el reluciente uniforme que lo acompañaba casi siempre era una prueba de su servicio y carrera en el ejército del reino de Italia. Mirando a su hijo, moviendo su perfectamente cortado mostacho diría su padre una frase que no olvidaría nunca aún siendo tan pequeño:
-No siempre lo justo es legal, y no siempre lo legal es justo -
-¿Qué quiere decir eso papá? - con curiosidad preguntó el castaño menor.
-Significa, que hay cosas que deben hacerse fuera de lo legal, porque es justo -
-¿Y cómo sabré cuándo es justo? -
-Pues hijo, lo sabrás aquí - le contestó su padre señalándole su corazón - porque el amor siempre es justo, y cuando amas a alguien no temes hacer cosas que nunca pensaste que serías capaz -
El menor asintió retomando la postura, mantuvo sus manos firmes y relajó los brazos un poco, debía dispararle a una botella colocada deliberadamente en un fino espacio en una cerca de madera. Colocó su ojo en la mirilla del arma, con respiraciones suaves como le había enseñado colocó su índice derecho en el gatillo para tirar del mismo.
-¡Bam Díaz! - gritó Tom desde su asiento -
El moreno volteó hacia donde lo miraban ambos con caras un poco extrañas. Alfonso fue quien preguntó primero:
-¿Sucede algo Díaz? -
El moreno negó con su cabeza, en su mano tenía la 1911 que aquel caballero de rostro tan parecido al de una cabra y seguramente con un estado mental similar le dió. Sería alguien extravagante pero ese Lekmet les dio armas en excelentes condiciones.
-Bueno Marco, ¿Sabes manejar esta pipa? - preguntó ahora Tom jugando con el arma en sus manos fingiendo ser un pistolero del lejano oeste.
-Deja eso por la paz Tom, y tómalo en serio, es un arma, una... - bufó molesto Alfonso en el semáforo pero fue interrumpido por quien se encontraba atrás:
-Sí, sí, sí, “una fina pieza americana”, ¡Oh vamos!, si se dispara ¿Qué podría pasar? - contestó el de cabello salmón alzando una ceja y señalando las comillas con sus dedos.
-Podrías volarle la tapa de los sesos al buen Marco, y ambos sabemos que Star te enterraría por eso - dio la contrarréplica Alfonso nuevamente retomando la marcha.
-Sé manejar una de estas - respondió Marco mirando por la ventana - mi papá estaba en el ejército -
-¿En Estados Unidos? - preguntó Tom retomando la seriedad del momento y dejando el arma debajo de su camisa.
-En Italia - contestó el castaño mirando por la ventana.
La conversación cesó y nuevamente la seriedad del ambiente llegó a los presentes. El auto paulatinamente se detuvo. Alfonso señaló con su mano hacia una gasolinera un tanto vieja, sin clientes y con una ventanilla de atención entreabierta recubierta por las rejas de metal y acero pertenecientes a la misma. Detrás había un portón de madera grande y varias maderas a su alrededor que fungía como cercado del inmueble.
-Es allí, allí se reúne Rasticore con sus hombres - dijo Tom.
-Bien, a ver muchachos, tú Marco ve con Tom hacia ese lado, llévate los cócteles e incendia todos los autos, menos el Type 55, a ese te lo traes contigo, yo los cubro desde aquí, intenten ser sigilosos - Terminó Alfonso.
-Bene - soltó Marco tomando las botellas y bajando del auto.
Tom hizo lo propio, se colocaron a la misma altura para caminar juntos, se veían entre las aberturas de la madera a algunas personas detrás, el par hizo una parada en la gasolinera.
-Bien Marco, tú irás por allí - dijo el peli salmón para señalar con su diestra una callejuela cercana que rodeaba la madera y daba hacia algunos andamios abandonados. Eran su boleto de entrada.
-¿Y tú? - preguntó el castaño.
-Iré a distraerlos, noque a algunos mientras yo hago bulla y luego nos ocupamos de los que sobre, recuerda no ocupes la pistola a menos que sea necesario . - respondió Tom alzando los hombros para iniciar a caminar.
Marco veía la sencillez de aquel chico quien sonreía casi siempre, una duda nuevamente asaltaba su mente mientras caminaba encorvado por aquella callejuela muy pensativo en llegar a los andamios lo antes posible. Le tomó unos cuantos minutos poder subir en los mismos y con cuidado coloca las botellas llenas de gasolina en su ropaje. Mientras miraba dentro del recinto por sobre su cerramiento. Allí vio a Tom parado frente a la puerta de madera grande, con cierta incertidumbre escuchó que tocaban la puerta de lo más tranquilo.
-”Está loco..” - pensó Marco intentando bajar con cuidado hacia el patio donde estaban los autos.
Allí se cubrió con un auto de los 4 estacionados. Cuando asomó su cabeza sobre el cofre del auto pudo ver como Tom hablaba con dos de esos guardias de los hombres de Toffee.
-Vamos amigo, Rasticore es un gran amigo mío, nos conocimos en el banco…- decía Tom sonriente.
-Rasticore no está, está con don Shelby - le respondió secamente uno de sus interlocutores que intentó cerrar la puerta encontrándose con el pie de Tom que lo detuvo.
-Hey, hey…¿Alguna vez te he dicho que le pedí dinero también? - intentó mantener la conversación el pelirrojo intentando ganar tiempo.
Marco avanzó despacio, uno de los 3 miembros de la familia de Toffee Shelby allí presentes le daba la espalda y lo aprovechó. Su brazo se deslizó por el cuello de aquel hombre y su palma evitaba que el enemigo diera la alerta. Apretó con toda la fortaleza que pudo, pasaron varios segundos que parecían eternos mientras Tom hacía preguntas que parecían dignas del mejor cuenta cuentos de cualquier parte del mundo, ni los trovadores podrían armar esas historias.
-Entonces yo le dije, no, es Tom, y le colgué el teléfono - terminó el irlandés su historia.
-¿Y qué sucedió después? - preguntó genuinamente interesado uno de los guardias.
-Milo, olvídalo es…- pero no terminó su frase el otro guardia.
Tom sonrió para lanzarse sobre el guardia sobrante y derribarlo, en el suelo lo golpeó con toda la fuerza que tuvo un par de veces dejándolo inconsciente.
Al otro lado Marco repetía la acción con mucha más fuerza, la puerta de madera que quedaba entreabierta se zarandeaba un poco, pero al cabo de unos segundos los guardias quedaron en el suelo. Tom se levantó primero un poco agitado pero se acomodó la corbata con suavidad. Marco un poco agitado se levantó y empezó a mirar a todos lados esperando más ataques, pero el silencio del patio y el ruido de la ciudad eran lo único presente.
Tom cerró la puerta con cuidado para proceder a tomar los molotovs que le daba Marco.
-Bien, vamos a iniciar amigo Díaz, más te vale estar preparado - comentó Tom encendiendo con cuidado aquella botella.
Marco asintió haciendo lo propio, el aroma de gasolina empezaba a impregnar las manos, rompió el cristal de uno de los autos y lanzó el cóctel dentro empezó a incendiar el tapizado y poco a poco expandirse.
Los cuatro autos estaban en llamas, desde el auto de afuera Alfonso fumaba un poco mirando como se elevaba el humo, encendió el auto para esperar que salga el type 55 e irse.
Dentro Tom vio el garaje personal de Rasticore, cruzaron miradas con Marco y asintieron. Con cuidado Tom levantó la puerta del mismo, cuando la puerta se deslizó Tom casi se quedó paralizado, Marco rápidamente desenfundó el arma.
Ante él, uno de los que lo atacaron estaba apuntando con una escopeta de doble cañón hacia el pelirrojo quien retrocedió un poco.
-Eh…¿Temporada de Conejos? - dijo Tom alejándose un poco.
Sonrió pesadamente mientras martillaba el arma para disparar, Marco sacó la 1911 y dijo:
-Alto -
Ambos voltearon, Tom se encontraba un poco incrédulo mirando a su compañero de trabajo. El que apuntaba al pelirrojo rió en sonora voz.
-Viejo no eres policía - regañó Tom.
-Dios, los novatos hacen pura estupidez -
Marco dudó unos momentos pero reconoció al hombre aquel, era quien sostuvo a Star mientras él se lidiaba con el de traje blanco y el delgado. Allí sintió su sangre hervir, para finalmente ver que a diferencia suya, aquel hombre no había alejado su dedo del gatillo.
En su mente sólo recordó las lágrimas de Star y su sangre cayendo en el piso. Allí se dio cuenta que este mundo era diferente, cuando el oficial se fue, cuando ella lloró. Ahora algo nuevamente dentro de sí, se recuperó o nació, pero era muy propio de su sangre siciliana.
-Pedazo de mierda - llamó Marco.y le disparó en las manos haciendo que suelte el arma.
Tom se agachó pensando que el arma se disparó, pero no, vio como el moreno se acercaba y con el arma misma golpeó a quien antes lo encañonaba. Cayó estrepitosamente para recibir golpes de Marco en la cara hasta que vio la sangre.
-Escúchame - dijo el castaño con voz muy fuerte - si vuelven a tocar a Star, es más, si alguno de tus jefes piensa en volver a tocarle uno de sus cabellos, una ceja, un centímetro de su piel vendré y prometo que no solo le prenderé fuego a sus autos -
El golpeado asintió y fue lanzado hacia el piso. Tom vio como a sus espaldas los primeros guardias se levantaron para poder ver a sus atacantes, el moreno volteó y escuchó una detonación que impactó a su lado, rápidamente ambos tomaron cobertura. Tom sacó su arma y devolvió el fuego causando una baja, Marco hizo lo propio, mantuvo la calma y recordaba las palabras de su padre, un disparo sórdido y un par de detonaciones vio caer al otro enemigo, al lado el ancho guardia que golpeó Marco escapó.
-Debemos irnos - dijo Tom rompiendo la ventana del conductor y abriendo el seguro. - manejas -
El moreno rápidamente subió al auto y con suerte las llaves estaban en su sitio, aceleró el auto mientras agachaba la cabeza para no recibir un balazo. Tom a su lado se subió para acelerar. Salieron llevándose la puerta de madera por delante.
Alfonso vio al deportivo salir disparado por la calle, encendió el auto y avanzó para seguirlos. Al pasar vio 3 cuerpos sin vida en el suelo, y varios autos incendiados.
-Es muy siciliano -
El día avanzó hasta llegar la noche, ese día Marco llegó a casa y escondió la 1911 en su cuarto. Había perdido el taxi pero Don Gabrieglo se ocuparía de eso, no vio a Star, pero no dejaba de pensar en ella. Además que se sentía muy...diferente.
Su corazón se calmó, por alguna razón pensaba en que ahora en palabras del mismo Gabrieglo quien los recibió con un apretón de manos. Lo veía diferente, y se dio cuenta, mientras Mariposa dormía de que ahora:
-Eres parte de la familia Marco -
Continuará.
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