Capítulo III: Estaban un Irlandés, un americano y un siciliano...

Capítulo III :Estaban un Irlandés, un Americano y un Siciliano...

Algunos meses han pasado desde que Marco Díaz se encontró con aquel regordete hombre, que se llamaba Antonino Folker, resultaba que era dueño de un taxi y la respectiva participación en la empresa de transporte; ante esa necesidad de trabajo y siendo esa una oportunidad, aprovechó la licencia de conducir que le regalaron desde la fábrica para terminar siendo el chofer de ese taxi.

Cuando se encontró con un trabajo fijo, podía acomodar algo mejor nuevamente sus necesidades, entre ellas, aquel sentimiento que le presionaba el pecho por la chica rubia, con quien nuevamente hoy se encuentra en una travesía, si bien ambos no han podido referir lo que sienten, el moreno cada vez que se reúne con la chica se encuentra con una sensación que le calentaba el corazón, como un flujo de lava caliente que le quemaba las venas del alma y le inyecta vida a su ser.

El moreno se encontraba esta vez en compañía de la siempre inconmovible Moon Butterfly, su hija por su lado se encuentra sentada con una chala aunque ridícula propia de ellos; ambos se encontraban en una discusión en esas horas cerca del mediodía, con una sonrisa dijo ella:

-Pero, si WarriCorn usa su poder Arcoíris , !Puede vencer a la Super Solaria!, yo lo vi en un número, y me lo contó un primo - soltó la rubia sosteniendo sus ideas más que todas sus bolas de comida que se estaba cayendo de sus muslos, en eso, la mayor de los 3 extendió su mano para que en la curva lenta, los huevos de gallina no cayeren contra el suelo.

-Es factible, sí, pero si Super Solaria alcanza su modo Requiem la vence totalmente y…- algo lo sacó de su respuesta - ¿Tienes primos? -

-No - comentó Moon mirando el comportamiento del par con ternura - pero diría cualquier cosa por ganar una pelea -

La rubia asintió victoriosa, mientras que Marco se orillaba llegando a su destino, apagó el automotor para bajar del mismo y poder caminar, amablemente el chico abrió la puerta de Moon; quien sonrió ligeramente por el gesto.

-Gracias Marco - comentó pero cuando quiso tomar las fundas encontró que ambas estaban ya en poder del chico, que había tomado las de Star también, obstruyendo su vista pero se guió por la mano de Star que lo tomó del chaleco, debajo del mismo una camisa bien almidonada con unos pantalones de vestir fueron las prendas, acompañado de una boina negra.

La chica llevaba ropaje de trabajo, su uniforme blanco con negro, al entrar se encontró con una niña que llevaba pedidos, al encontrarse sus miradas la pequeña saludó.

-Hola Marco - comentó la chica de cabello rosado y piel blanca, la misma se encontraba tomando una orden de un cliente.

-Hola Meteora - saludó.

Entrando por la barra el golpe leve de una palma en el hombro lo sonsacó de su delicado trajín, algo asombrado pero feliz ya sabía de quién se trataba.-

-Muchacho, ¡Qué gusto verte! - le comentó el rubio a la par que llevaba unas bebidas en la mano.

-Señor River, buenos días - educadamente respondió a la par que traspasaba una puerta café con dirección en la cocina

-Aquí puedes dejar las cosas Marco - comentó Moon a la par que buscaba en sus pertenencias un billete que le extendió.

Él miró a Star volver a cocinar, se movía por toda la cocina como si de una danza se tratara, como si cada espacio del suelo debería ser pisado con una delicadeza única, allí, el moreno miró a la madre de la rubia.

-Gracias señora Moon - recibiendo el dinero de mano de la del cabello platinado - debo volver a trabajar -

Con una sonrisa se despidió de ella que volvió a sus labores de cocina, completas las despedidas, siendo la de Star la que nuevamente le provocó un color rojo en las mejillas, definitivamente la rubia le estaba acelerando el corazón de formas increíbles, pero intentar entender ese sentimiento no era fácil, a veces de camuflajea dentro de su corazón, otras veces le recordaba un detalle que le causaba una vagancia leve.

-”Star es una mujer siciliana” - se recordó más para sí mismo que nada mientras se detenía para llevar a un pasajero.

-Buenos días - saludó educadamente a la señora que abordaba con un niño de la mano,

-A la quinta y Deathfrost -

Asintió poniendo en marcha el vehículo, cuando avanzaba saliendo de la pequeña italia, detrás, el niño habló en perfecto siciliano, cosa que atrajo la atención del conductor.

N/A: El dialecto siciliano no es como el italiano normal, lastimosamente; no hay traductores directos al siciliano.

-Mamma, ho fame (mamá tengo hambre)-

-aspetta figliolo, presto andremo a mangiare (Espera hijo, ya iremos a comer)-

Ante eso el moreno recordó que como Star, él era de Corleone, había nacido allí pero creció toda su vida en Estados Unidos, era un hombre siciliano, ¿Por qué le daba miedo que Star fuera de Sicilia?. Al ver un grupo de hombres descendiendo de un vehículo, con trajes elegantes y sombreros lo recordó:

-Don Gabrieglo Gore ha mandato i ragazzi (Don Gabrieglo Gore ha enviado a los muchachos) -

Allí lo recordó, la rubia era la hija de River Butterfly, su madre era Moon Butterfly, sobrina de Eclipsa Butterfly; esposa del Don de la zona sur de la ciudad, Gabrieglo Gore. El moreno pocas veces vio al don, en la iglesia hace algunos años. Por Star supo que se dedicaba a “ser un hombre de honor”.

El concepto de honor para Marco era diferente, su padre había sido Arditti en la gran guerra, murió en servicio antes de que naciera Mariposa, su madre se había ido a Estados Unidos donde nació Mariposa...y el mismo día murió su madre. Era un choque entre los dos, pero su mundo era diferente, el café de Star donde el aroma embriagante de comida y salsa podía someter a cualquier paladar se encontraba.

Detrás, estaba la oficina del don, un sitio que el moreno nunca había visto ni por accidente, pocas veces la verdad pasaba con la rubia en ese sitio, cuando se conocieron en la iglesia se volvió una amistad de Domingo, cuando ella llegaba le compraba un volumen de su historieta favorita, y cuando salía se quedaba con él charlando.

Cuando dio la vuelta en la calle del centro una duda vino a su mente, mientras las mejillas se le llenaban de un color rojizo.

-”Star es de sicilia, por ende, ella y yo…- pensó - ella es la familia, es la sobrina nieta del don y por lo mismo…-

Miró por la ventana, su mente se estaba llenando de varios pensamientos, que por sorpresa le causaron una extraña sensación, pues todos eran sobre la rubia de la pequeña Italia. Necesitaba acomodar sus pensamientos:

-Disculpe - dijo atrayendo la atención de la señora - ¿Le molesta si pongo la radio? -

La señora negó con un movimiento, ante eso, él encendió la primera estación que encontrará. En cuestión de minutos había llegado, hecho el trapicheo común volvió al volante, era hora de comer en una cuestión de horas. Se detuvo en un puesto de comida sencillo en el centro, barato en precio para él.

Se sentó para mirar hacia la calle vigilando el taxi, nuevamente volvió a su mente la blonda cabellera de Star, quien se encontraba de seguro con sus padres y amigos de la familia. En eso realmente se cuestionó si era Siciliano, porque entonces, sus sentimientos se encontrarán de frente con un problema de frente.

Ante eso, sonrió acabando de comer.

-Al menos…- admitió para su interior - ya sé que quiero mucho a Star -

Al salir de la comida, y tomar el volante se dijo a sí mismo que estaría bien intentar averiguar si la chica siente lo mismo. Pero, al mirar el cielo de la tarde y el dinero juntado maldijo por lo bajo, tendría que trabajar otra vez hasta muy noche para reunir el dinero necesario de ese día. Había prometido una suma a su empleador, y la daría completa; después de todo, el honor es una cuestión en la que sí podría decir que era muy siciliano.

Las horas pasaron con velocidad, ir y venir, cargar gasolina, manejar, esperar, descansar un poco, agua y un poco de pan porque Star lo había ordenado. Era un trabajo largo. Se hizo cerca de las 11 de la noche, hora en la que debería estar ya en casa, pero el trabajo llamaba.

Se bajó en una esquina del norte de la ciudad, estaba cansado de estar sentando, estiraba las piernas un poco, posó sus manos en los bolsillos para caminar rodeando el taxi, estaba en orden todo, la noche nuevamente era su constante.

Si le hubieran dicho que ese día cambiaría su vida completamente, hubiera pensado dos veces el estar en ese sitio, esa hora, ese día; pero mientras una vez más sentía una tristeza en el corazón por entender que sus sentimientos por Star, una lágrima se escapó cuando miró al cielo.

Quizá si sus padres estuvieran vivos podría preguntarles que se siente el amor, ellos lo sentían mutuamente, se abrazaban cuando podían, cada vez había regalos y besos o caricias, eso vio y desde que los perdió ha guardado profundamente en su memoria para saber cómo debía ser el amor. Ahora, confundido por sus sentimientos miraba esperando encontrar una respuesta.

Dentro de sí, recordó que Star era una mujer muy diferente a todas, inteligente por suprema demasía, muy alegre y juguetona en todo aspecto, no le importaba lo que le digan o lo que la gente esperara de ella. Ella era la dueña de su vida y la vivía como quería. Al tocar su bolsillo sintió el vacío del mismo, pero fue abruptamente traído a la tierra cuando dos detonaciones de arma de fuego se hicieron a sus espaldas.

-¡Eres idiota Tom! - comentó alguien mientras corrían a toda velocidad disparando hacia atrás, allí Marco volteó quedándose petrificado por lo cerca de los disparos.

-¡Ya dije que olvidé el auto! -

De la oscuridad emergieron dos figuras, Marco medía un metro con ochenta y dos centímetros, gracias a eso pudo adivinar la estatura de quienes venían directo hacia él. El primero usaba un traje negro completo con una camisa blanca y un pañuelo azul en su bolsillo, tenía el cabello rojizo, como un salmón casi pero peinado hacia atrás. A su lado un chico algo delgado, con el cabello algo ondulado y lentes redondos.

-¡Eres un idiota! - repitió viendo a Marco - ¡Tú taxi vamos, vamos! -

Marco dio como venían hacia él, en eso, al escuchar las sirenas de policía y el sonido de los pasos abrió la puerta para ayudarlos a subir, no entendió por qué, pero al hacerlo el pelirrojo subió al auto por ese lado, luego el de lentes, y Marco subió al auto para manejar.

-¡Acelera! - dijo el pelirrojo bajando la ventana y sacando su revólver.

-¿Quienes son ustedes? - comentó saliendo a toda velocidad por la calle.

-Un irlandés muy idiota - comentó el de lentes haciendo lo propio mientras un auto se acercaba a ellos - y un estadounidense, y por tu bien, si quieres vivir no preguntes nada más-

CONTINUARÁ.

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