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La semana había transcurrido de manera extraña para Smoke. Omenazo, su inseparable compañero de contenido, parecía haber encontrado una nueva amiga inseparable en Candy. Ambos habían pasado días grabando juntos y publicando videos en los que la química entre ellos era evidente. Smoke no podía evitar sentir un vacío cada vez que veía las notificaciones de esos videos en su teléfono.

Esa noche, después de otro día en el que Omenazo y Candy habían estado juntos, Smoke decidió llamar a Santi.

Santi: (respondiendo con tono despreocupado) ¿Qué pasa, papu? ¿Por qué tan tarde?
Smoke: (con la voz entrecortada) Perdón por molestarte, Santi... Es que necesitaba hablar con alguien.
Santi: (preocupado) Oye, ¿todo bien? Te escuchas mal, Smoke.

Smoke respiró profundamente, pero no pudo contener las lágrimas que llevaba días acumulando.

Smoke: (llorando) Es que no entiendo, Santi... Desde que llegó Candy, Omenazo ya no pasa tiempo conmigo. Siempre está con ella, grabando, riendo... Y no sé por qué me duele tanto.

Hubo un momento de silencio al otro lado de la llamada, hasta que Santi suspiró profundamente.

Santi: (con tono serio) A ver, papu, voy a ser honesto contigo. Esto no es normal. Y te voy a decir algo que probablemente no quieres escuchar, pero necesitas.

Smoke se secó las lágrimas, esperando la respuesta de Santi.

Santi: Papu, estás enamorado de Omenazo.

Smoke sintió como si el mundo se detuviera. Sus ojos se abrieron de par en par mientras su mente trataba de procesar lo que acababa de escuchar.

Smoke: (titubeando) ¿Qué...? ¿Qué estás diciendo, Santi? Eso no tiene sentido, somos amigos. ¡Sólo amigos!
Santi: (con tono burlón pero sincero) Sí, sí, claro, sólo amigos... Por eso te quedas viendo a Omenazo como si fuera un diamante en Minecraft. Por eso te afecta tanto que pase tiempo con Candy. Mira, papu, acéptalo: te gusta Omenazo, y eso no tiene nada de malo.

Smoke se quedó en silencio. Las palabras de Santi resonaban en su cabeza una y otra vez. ¿Era posible que estuviera enamorado de su mejor amigo?

Smoke: (susurrando) Pero... ¿y si es verdad? ¿Qué hago, Santi?

Santi: Primero, respira. Segundo, deja de comerte la cabeza. Y tercero... habla con él. No puedes seguir cargando esto solo, papu.

Smoke colgó la llamada con un nudo en el estómago. Esa noche apenas pudo dormir, su mente llena de preguntas y emociones encontradas.

Después de días de tensión y emociones a flor de piel, Smoke, Omenazo, Santi y Nabi decidieron pasar el día juntos en el parque. Era una salida que habían planeado hacía tiempo, pero que se había postergado por las ocupaciones de todos. Smoke, aunque nervioso por estar cerca de Omenazo, aceptó la invitación, esperando distraerse un poco y olvidar sus pensamientos por un rato.

Cuando todos llegaron al parque, Omenazo parecía más animado de lo normal. Había una energía diferente en él que no pasó desapercibida para nadie.

Omenazo: (con una sonrisa) Chicos, tengo una sorpresa que quiero contarles más tarde. Pero primero, ¡vamos a divertirnos!

La tarde transcurrió entre risas, bromas y carreras por el césped. Santi y Nabi no perdían oportunidad de hacer el ridículo para arrancar carcajadas, mientras que Smoke intentaba disfrutar, aunque sentía un peso en el pecho cada vez que Omenazo le dirigía una sonrisa.

Santi: (gritando mientras perseguía a Nabi) ¡Ven acá, papu! ¡Te dije que esa empanada era mía!

Nabi: (riendo) ¡No fue mi culpa! ¡Tú la dejaste sin vigilar!

Omenazo y Smoke observaban la escena desde una banca. Smoke intentaba concentrarse en la diversión, pero su mente seguía dándole vueltas a la "sorpresa" que Omenazo mencionó al inicio.

Smoke: (tratando de sonar casual) Oye, Omenazo, ¿y cuál es esa sorpresa de la que hablaste?

Omenazo le lanzó una mirada misteriosa, acompañada de una sonrisa traviesa.

Omenazo: Todavía no, papu. Es mejor que todos estén aquí para que lo diga.

Justo en ese momento, apareció Candy caminando hacia ellos. Su presencia captó la atención de todos, especialmente de Smoke, quien sintió un nudo en el estómago al verla.

Candy: (con una sonrisa) ¡Hola, chicos! ¿Interrumpo algo?

Omenazo: (levantándose) Justo a tiempo, Candy. Ven, únete.

Santi, que estaba junto a Nabi, levantó una ceja al ver la interacción entre Candy y Omenazo. Su sexto sentido le decía que algo estaba a punto de pasar.

Santi: (en voz baja a Nabi) Esto se va a poner interesante, papu.

Cuando todos estuvieron reunidos, Omenazo respiró profundamente y tomó la mano de Candy, dejando a todos atónitos.

Omenazo: Chicos, quería decirles esto en persona. Candy y yo somos pareja.

Las palabras cayeron como un balde de agua fría sobre Smoke. Su corazón pareció detenerse por un momento, y luego comenzó a latir desbocado. La sonrisa de Candy y la expresión satisfecha de Omenazo sólo hicieron que el dolor en su pecho se intensificara.

Smoke: (en voz baja) ¿Qué...?

Sin poder soportar más, Smoke se levantó de golpe y salió corriendo, dejando atrás a sus amigos.

Santi: (viendo la escena) Ya sabía que esto iba a pasar.

Nabi: (confundido) ¿Qué está pasando? ¿Por qué se fue Smoke?

Santi: (suspirando) Omenazo, Candy, ustedes quédense aquí. Yo me encargo.

Sin esperar respuesta, Santi corrió detrás de Smoke, dejando a los demás en silencio.

Smoke corrió hasta llegar a un rincón apartado del parque, lejos del bullicio y las risas. Se dejó caer sobre el césped, cubriéndose el rostro con las manos mientras las lágrimas brotaban sin control. No entendía por qué le dolía tanto, pero la escena de Omenazo y Candy juntos seguía repitiéndose en su cabeza como un eco interminable.

Santi llegó poco después, acercándose con cuidado para no asustarlo.

Santi: (con tono suave) Papu, ¿puedo sentarme?

Smoke no respondió, pero tampoco lo rechazó, así que Santi se sentó a su lado.

Santi: Sabía que esto te iba a pegar fuerte, pero no creí que fuera tanto.

Smoke: (con voz temblorosa) ¿Por qué me pasa esto, Santi? Él es mi mejor amigo. Debería estar feliz por él, pero no puedo...

Santi: (suspirando) Porque lo amas, Smoke. Y está bien sentirse así. Lo que no está bien es que te sigas castigando por algo que no puedes controlar.

Smoke levantó la mirada, sus ojos enrojecidos encontrándose con los de Santi.

Smoke: (con desesperación) Pero no puedo hacer nada. Ya tiene a Candy. ¿Qué sentido tiene sentir esto?

Santi colocó una mano en su hombro, dándole un apretón reconfortante.

Santi: No sé cuál sea la solución, papu, pero sé que no puedes seguir guardándote todo esto. Necesitas sacarlo, aunque sea para cerrar este capítulo. Habla con Omenazo cuando estés listo.

Smoke asintió lentamente, aunque el miedo seguía atenazando su corazón. No sabía si podría enfrentarse a Omenazo, pero al menos sabía que Santi estaba ahí para apoyarlo.

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