°15°


El aire en la habitación del hospital estaba tenso.

Smoke seguía acostado en la cama, pero ahora tenía los ojos clavados en Omenazo, quien no había soltado su mano ni un segundo.

Santi, Nabi, Pau y Celynnei seguían en la puerta, observando en silencio.

Todos sabían que esto no podía quedar así.

Candy y Axel habían cruzado la línea.

Habían intentado envenenar a Smoke.

Eso no era un simple ataque de celos.

Eso era una maldita sentencia de muerte.

Santi fue el primero en hablar.

Santi: (serio) Tenemos que hacer algo.

Nabi: (frío) No podemos dejarlo así.

Celynnei: (cruzándose de brazos) ¿Y qué propones? ¿Ir y romperles la cara?

Omenazo apretó los dientes.

Omenazo: (con la voz grave) No es suficiente.

Todos lo miraron.

Su expresión era oscura.

Sus ojos, fríos como el hielo.

Pau: (precavida) Omenazo...

Pero Omenazo no la escuchó.

Se puso de pie, soltando la mano de Smoke, y caminó hacia la puerta.

Smoke: (débil) ¿A dónde vas?

Omenazo se detuvo, pero no volteó a verlo.

Omenazo: (firme) Voy a encargarme de esto.

El silencio fue total.

Nadie intentó detenerlo.

Sabían que no podrían.

Sabían que Omenazo ya había tomado una decisión.

Esa noche, Candy y Axel estaban en un callejón, discutiendo.

Candy: (molesta) ¡¿Cómo diablos pasó esto?!

Axel: (furioso) ¡No sé! ¡Se suponía que solo lo adormeceríamos, no que terminara en el hospital!

Candy: (cruzándose de brazos) Omenazo arruinó todo.

Axel: (oscuro) Él siempre se mete en medio.

Pero entonces, el sonido de pasos los interrumpió.

Ambos se quedaron en silencio.

En la entrada del callejón, una silueta se hizo visible.

Era Omenazo.

Y su expresión era letal.

Candy: (tratando de fingir calma) Mira quién llegó.

Omenazo no respondió.

Simplemente siguió caminando hacia ellos.

Axel se puso tenso.

Había visto muchas versiones de Omenazo antes.

El arrogante.

El orgulloso.

El terco.

Pero nunca había visto esta versión.

Esta era una bestia a punto de atacar.

Axel: (poniéndose en guardia) ¿Vienes a llorar por Smoke?

Omenazo sonrió.

Pero no era una sonrisa amigable.

Era la sonrisa de alguien que estaba a punto de destruirlos.

Omenazo: (con voz baja) No.

Candy y Axel sintieron un escalofrío.

Y entonces, sin previo aviso...

Omenazo se lanzó sobre Axel.

El golpe resonó en el callejón.

Axel cayó al suelo con un gruñido.

Pero Omenazo no se detuvo.

Se subió sobre él y le propinó otro puñetazo.

Luego otro.

Y otro.

La sangre salpicó.

Candy gritó y trató de alejarlo, pero Omenazo la empujó con tanta fuerza que cayó al suelo.

Omenazo no era el mismo de antes.

Este Omenazo estaba fuera de control.

Axel tosió, escupiendo sangre.

Axel: (jadeando) ¡Basta, maldito loco!

Omenazo lo agarró del cuello y lo levantó.

Omenazo: (frío) Escúchame bien.

Axel forcejeó, pero la fuerza de Omenazo era inhumana.

Omenazo: (amenazante) Si vuelves a acercarte a Smoke... si vuelves a hacerle daño...

Acercó su rostro al de Axel, sus ojos encendidos de ira.

Omenazo: (susurrando) Te haré desear que nunca hubieras nacido.

Lo soltó.

Axel cayó al suelo, tosiendo y temblando.

Candy miró la escena con miedo.

Este ya no era un simple juego.

Este era Omenazo declarando la guerra.

A la mañana siguiente, Smoke despertó en el hospital y vio a Omenazo dormido en el sillón al lado de su cama.

Sus nudillos estaban vendados.

Su rostro tenía rasguños.

Pero su expresión era tranquila.

Smoke sintió algo en su pecho.

Era calor.

Era... algo más profundo.

Omenazo había peleado por él.

Había arriesgado todo por él.

Y en ese momento, Smoke entendió algo.

No era Axel.

No era Candy.

No era nadie más.

El único que siempre había estado ahí.

El único que siempre había peleado por él.

Era Omenazo.

Smoke sonrió suavemente y susurró:

Smoke: Idiota.

Pero en su interior...

Su corazón latía más fuerte que nunca.

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