|Cap ₅|Hobi Sun.


Caminaba por el gigantesco patio de la dichosa y bastante aburrida preparatoria, junto a mi querída Whee-in.

El cielo era gris y se veía desde ya que pronto se aproximaría una torrencial lluvia. Ella comía una pequeña barra de chocolate. A ella le encanta el chocolate.

—¿No crees que deberías hacer las pases con Tae Hyung? —preguntó ella.

—¿Yo? —cuestioné ofendida—. Él fue el puto. Él fue quien me dañó e hizo que enloqueciera —negué con la cabeza.

—Él quería terminar bien contigo —entrelazó su brazo con el mío—. ¿Quieres que te recuerde que tú fuiste la que le dijo esas horrendas palabras?

—Lo dije porque soy impulsiva, y al encontrarme en una situación de ese grado lo único que sé es sacar lo más odioso de mí.

|ғαƖѕʜʙαᴄᴋ|

—Sabes que te quiero —confesó el pelinegro.

—Tae —mis ojos estaban siendo cristalizados poco a poco.

Con cada palabra que salía de sus labios, mi pecho llegaba a hundirse con más intensidad. Sentía un nudo en la garganta, aunque aún así pretendía ser fuerte.

Un hombre no tiene que ser la causa de mis lágrimas.

—Te quiero, ___ —suspiró—. Pero es mejor dejar atrás lo que tuvimos e hicimos esa noche. Podremos recordarlo como un bonito recuerdo... —fue interrumpido por mí.

—Ahora esa noche nada más causa asco y repulsión en mí, Tae Hyung. —dije con frialdad.

Podía jurar que mis uñas desgarrarían la débil piel de las palmas de mis manos, al presionar con demasía dureza estas mismas.

—¿Quieres terminar así? —no dije alguna palabra. No se necesitaba, mi silencio lo decía todo—. Así lo quieres, así será. Espero que no te arrepientas. Te ofrecí mi amistad y te niegas —frunció su ceño—. No vuelvas a hablarme —voltea sobre sus talones y camina en dirección opuesta.

Sin previo aviso un llanto había aparecido en esta tormenta, la cual apenas había empezado junto a la ida del amor de mi vida.

Tae Hyung, mi vida. Te haz ido.

|ғɪη ғƖαѕʜʙαᴄᴋ|

Desde pequeña siempre he sabido que suelo ser una persona inexpresiva, odiosa y con los impulsos por las nubes. Todas y cada una de mis acciones son terminadas por un balde de furia, emoción, dramatismo e impulsos inesperados hasta para mí misma.

Que Kim hubiera partido de mi lado, sin ni siquiera permitirle ser mi amigo, no me sorprendía. Después de todo, alejar personas sin querer o tener conciencia de ello, vive en mí.

—Creo que la amistad entre ustedes fue muy fuerte como para dejarla ir así... —alzó las cejas.

—No le pediré disculpas. Él fue el patán quien me ilusionó y lastimó.

—Piensa eso un poco más —animó—. Si ustedes arreglan sus problemas, ahora nuestra amistad con Jimin y Tae seguirá como antes. Seríamos nuevamente los cuatro amigos —sonrió con tristeza.

Linda intención, pero ingenua. Nunca nada vuelve a ser como antes. Es como un vaso roto, lo intentas unir pedazo por pedazo junto al mejor pegamento, pero no vuelve a ser el mismo. Su textura, sus grietas y bordes rotos, no vuelven a ser los mismos.

—No lo sé, Whee-in —hablé, agotada del tema—. No quiero hablar de él.

—¿Entonces quieres hablar de Jungkook? —sonreí grandemente.

Se me era impresionante hasta para mí misma ese hecho. Podía escuchar su nombre y mi día mágicamente se arreglaba.

Jungkook. Mi medicina a distancia.

—¿Qué han hablado?

—Muchas cosas... —sonreí, traviesa.

—¡___, cuéntame! —exclamó.

—Bueno, bueno —reí a su lado—. Él estuvo cotizando los viajes a Seúl.

—¡¿Qué?!

—Él piensa en venir a verme, aunque aún me siento dudosa.

—¿No sientes nervios por verle frente a ti? ¿No te da miedo que se desilusione de ti? Yo me sentiría así.

¿En serio dices eso, amiga? Chica sincera.

Tal vez —asentí—. Siento un poco de nervios por verle tan cerca —nos sentamos en una banca—. No me siento del todo nerviosa. Al hablar con él me siento segura. Él no deja de repetir lo linda que puedo llegar a ser. Él nombra lo tierna que soy, aunque soy todo menos eso.

Pronto nuestros caminos se unirán, Jungkook.





•••





El día había terminado. Había llegado a casa, exhausta y con hambre.

Al abrir la puerta de mi casa, lo único que había podido llegar a presenciar era la fuerte pelea de mis padres. Ellos discutían a gritos, junto a insultos de gran magnitud de daños.

No se me hacía de otro mundo. Mis padres viven discutiendo, aunque trataba de evitar tomarle importancia, ya que así no interferían en mis pensamientos. No necesitaba más problemas en mi cabeza.

Hoy después de clases había pasado a comer junto a Whee-in, sin ni si quiera pedirle permiso a las personas quienes me dieron la vida. Después de todo, ni si quiera se habían dignado en notar mi llegada al hogar. Ni si quiera se preguntarían por qué vengo llegando a estas horas de la noche.

En mis antiguos años me había acostumbrado a esos típicos sermones de padres. Esos en los que te enfadas por seguir ordenes. Hoy en día ya no eran así conmigo. Hoy en día podía llegar a las diez de la noche y apenas podían llegar a saludarme, sin preguntar en dónde me encontraba metida.

El apetito se me había ido de la nada. Esquivando a sus personas, caminé lentamente a mi habitación, resignada a vivir en un lugar donde las peleas ya son parte del día a día de nosotras. Mi pequeña hermana y yo.

Me eché de espaldas sobre la cama, sin prender las luces. La soledad junto a la oscuridad provocan un blanco mental. No quería que sus peleas provocaran algo en mí, aún así no me considero la persona más fuerte del mundo.

Una lágrima resbaló sin permiso por mi mejilla hasta llegar a mi cuello. Odiaba ser tan débil. Detestaba ser pequeña en este mundo, sin lograr tener voz ni voto.

Dios, ¿por qué me tocó esta vida? Lograba llegar a preguntar en mi cabeza cada que mi cuerpo ya no podía más, y mis lágrimas no podían salir por sentirme seca.

Con los gritos oyentes desde el primer piso, pude obligarme a dormir. Ni si quiera me había quitado el uniforme, y ni si quiera me había quitado los zapatos.

No soy fuerte, y no puedo más.





•••





Una alarma había retumbando dentro de mi cabeza, pero no quería hacerle caso, hasta darme cuenta de que ésta provenía de mi celular.

Abrí mis ojos con lentitud, para así tomar el móvil entre mis manos y observar la hora.

6:00 AM.

Con pocas fuerzas me dispuse a levantarme de la cama. Debía ducharme y cambiarme de uniforme, pues el anterior lo había usado como pijama.

Salí de mi habitación, procurando no hacer tanto ruido, pues toda la casa dormía. Bajé por las escaleras hasta llegar al baño. Hacía frío, aún así me quité toda la ropa y me adentré en la bañera.

La cálida agua recorría cada partícula de mi anatomía. El jabón con olor a manzanilla se deslizaba por mi piel, impregnando su agradable olor en mi cuerpo. Realizaba suaves masajes en mi cuero cabelludo con ayuda del champú, junto a mis ojos cerrados.

Una imagen de mis padres aparece por mi cabeza. Esto odiaba. Odiaba que sus problemas interfirieran en mi vida. ¿Acaso no piensan en el daño mental que causan en personas tan pequeñas como son sus hijas?

Lo salado de mis lágrimas llegó a juntarse con el agua de la regadera. Ahogué un grito de exasperación al sentirme tan frágil. Había explotado en el momento menos oportuno, en la ducha cuando todos dormían.

Agarré mi pecho, apretando y rasguñando éste con todas las fuerzas que albergaban escondidas en alguna parte de mi ser. Quería gritarle al mundo que odiaba todo de él. Odiaba mi vida al igual que a cada persona viviente que lograba hacerme daño.

Cubrí mi boca con la palma de mi mano. El agua corría y corría, mas yo no dejaba de llorar. Reposé mi espalda en la pared de la ducha, así pudiendo tranquilizar mis impulsos.

Salí de la ducha, rodeando mi cuerpo con una toalla. A duras penas caminé a mi habitación, sintiendo el frío apoderarse de mi espalda.

Saqué el uniforme del mueble, para así vestirme. Antes de ello me digné a sentarme en la orilla de la cama junto a mi celular. Abrí instagram, para encontrar historias de Jungkook.

Apreté su foto, pudiendo apreciarlo en una discoteca. La historia había sido publicada hace unos minutos, o sea que Jungkook se había ido toda la madrugada de fiesta. Él reía junto a más personas detrás de él, entre ellos algunos chicos y otras chicas.

Una pequeña sonrisa se curvó en mis labios al verle tan eufórico al bailar y gritar. Se me hacía realmente encantador verlo disfrutar de su vida. Al menos él podía, y eso bastaba para que yo me sintiera feliz por su persona.





•••





Me encontraba en una aburrida clase de matemáticas. La profesora explicaba, sin saber que yo la miraba, pero ni si quiera le estaba tomando un pelo de atención.

—¿Tus papás no te regañaron por haber llegado a esas horas ayer? —preguntó la peli-negra a mi lado, a diferencia de mí, ella sí tomaba atención.

—No... —negué—. Últimamente creo que ellos no se dan cuenta de mi parada.

—Quisiera que mis padres fueran como los tuyos. A mí siempre me regañan —sonrió.

Créeme, no los quieres.

—Sí... —decolví la sonrisa a medias.

Suelo esconderle cosas a Whee-in. Tal vez por vergüenza al haberme convertido víctima de malos tratos entre mis padres, o tal vez porque confesar mi dolor podría volverme una persona más débil y penosa.

No necesito dar lástima.

Prendí mi celular, abriendo Instagram para al menos encontrar algún rastro de Jeon, pero ni si quiera eso. Lo más probable es que se encontrase durmiendo, o acostándose con alguien luego de la fiesta. ¿Quién sabe? Habían bastantes chicas en ese lugar, y no se me haría de gran sorpresa saber que se agarró a una. Después de todo, cualquier chica moriría por Jungkook.

Bajé por el inicio de instagram, leyendo memes y reproduciendo vídeos, hasta toparme con una publicación. Ésta decía; "¿Todos confirmamos que cuando una mujer no tiene más argumentos suele nombrar la palabra Hipócrita?"

—¿Qué? —cuestioné, enfadada.

—¿Pasó algo? —susurró Whee-in, volteando a verme.

—Nada, es sólo un mal meme —entonces ésta sonrió y siguió tomando atención a la clase.

No me quedaría así, sino que iría a los comentarios a leer qué pensaban las personas al respecto. Sobre todo las mujeres.

Al leer bastantes comentarios, ninguno llamó mi atención, hasta poder encontrar uno que en definitiva querría contestar. Este decía; "Juro que si otra mujer vuelve a decir esa palabra, me corto un huevo". Claro, no podría quedarme sin hacer nada, y obviamente querría que ese tipo se cortase un puto testículo, por lo que respondí el comentario, diciendo; "Hipócrita".

Con una sonrisa en el rostro, apagué el móvil y fingí que entendía algo en dentro de esa maldita pizarra. ¿Es que a quién mierda se le ocurrió juntar letras con números?





•••





Sentada en el autobús en dirección a mi hogar, cerré mis ojos, sintiendo un rayo de sol que entraba por la cortina. En ello una notificación llega a mi móvil, por lo que prendí éste para poder percatarme que provenía de Instagram.

Entré a mis chats, notando que el mismo tipo al que le había respondido el comentario me había hablado por DM.

(hobi_sun) : Hola.

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