|Cap ₂₅|Final del verano y Jungkook volviendo.


En este capítulo narraré algunos saltos temporales, los cuales son cortos, pero todo esto es porque estoy llegando al desenlace de la historia, y planeo resumir en este capítulo dos meses.
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Me había convertido en un FBI. Sí.

Había investigado todo: La causa de su rompimiento era el tema inicial. Y, con ayuda de una amiga, pude saber que Jungkook en realidad había engañado a su exnovia, con una chica de su misma Univerdidad, y al parecer trabajaron juntos en una tienda de marca escolar este año.

Díganme loca. Porque, lo sé, estoy completamente loca. ¡Parezco una jodida psicópata! Pero no me arrepiento de nada.

Por un momento, sentí empatía por aquella chica a quien engañó, pues una infidelidad es de otro nivel. ¡Otro nivel! ¿En verdad Jungkook pudo haber hecho eso? Uno nunca deja de conocer a las personas.

Este sería mi último día de trabajo en la feria de juegos —después de un mes y dos semanas—, pues ya me había cansado y extrañaba a mi familia. Durante el verano, había podido reaccionar frente a mi misma persona. Parecía como si hubiera madurado dentro de un lado sentimental. Pues, es verdad que aún amaba a Jungkook, pero entendí que él no se merecía mis lágrimas, ni mucho más. Él no me merecía, ni un poco.

El día había acabado, y con ello, mis compañeros de trabajo —incluyendo a Whee-in—, querían hacerme una despedida por mi último día. La media noche había llegado, y tras ello; Felix, Hyuna, Whee-in y otras dos personas, nos encaminamos a comprar mucho alcohol.

—¿Has sabido algo de Hoseok? —preguntó mi amiga a mi lado, junto a nuestro grupo de compañeros, yendo a la botillería.

—No —negué con la cabeza—. Bueno, sí.

—¿Sí?

—Tiene novia.

—¿Cómo te sientes?

—No me siento mal. Tampoco debería sentirme mal —me encogí de hombros, apreté mis labios, recordando lo sucedido hace unos meses—. Sólo quiero que él sea feliz con alguien no tan inestable como yo. Nunca merecí todos sus sentimientos.

—Tienes razón —asintió.

Llegamos a la botillería. Habían comprado dos botellas de vodka, una botella de pisco y dos de bebida Coca-Cola, claro, para la Piscola. Luego, nos fuimos hacia la playa.

—¿Y Jungkook? —preguntó Whee-in.

—Jungkook no es tan perfecto como creía... —lamenté en voz baja—. Él engañó a su novia. Eso es horrible.

—Es un patán.

—¿Por qué no les puedo dar oportunidades a las personas de buenos sentimientos? ¿Por qué me tiene que gustar lo imposible? —bufé—. El amor es una mierda —pateé una piedra.

—Somos humanos, ___ —entrelazó su mano con la mía—. Los humanos somos así. Tan imperfectos, y solemos tomar malas decisiones. Pero de eso se trata la vida. De equivocarse. De levantarse. De dar lo mejor de uno. Los amores pasan, tal vez en unos años, ni si quiera recuerdes a Jungkook.

—Siento que estaré toda la vida enamorada de él —suspiré e hice una mueca, mirando a Whee-in—. ¿Es posible?

—Esperemos que no —ladeó la cabeza—. Pero, bueno, ya sabes. Somos adolescentes, y los adolescentes sienten todo con mayor intensidad. Si estás triste, crees que el mundo entero se vendrá abajo, y no es así.

—Es que, Whee-in, lo amo tanto... —toqué mi pecho y lamenté en un susurro, mientras caminábamos junto a los demás—. Lo amo tanto que duele. Me duele tanto. Mi corazón palpita tan fuerte cuando pienso en él. En su sonrisa, en su voz, en sus ojos. Todo en mi maldito sistema se altera al pensar en Jungkook.

—Mujer, tú sí que eres intensa —sonrió un poco, negando con la cabeza.

—Odio ser tan intensa —chasqueé la lengua—. ¿Es normal sentir todo con tanta intensidad y profundidad? Una mirada, un gesto, un beso, un abrazo, una palabra, el jodido tono de voz. Me siento como en la narración de un libro todo el puto tiempo.

—Es lo que tenemos en común tú y yo, nadie más. Las personas de hoy en día lo ven todo con tanta facilidad y pasajero, como si los pequeños momentos no importaran.

Bajamos a la playa, nuestros pies hicieron contacto con la arena. Buscamos un punto específico de la playa, no muy lejos del agua, y nos sentamos todos en círculo. Cada uno con un vaso de plástico, bebiendo.

Mi orientación cambió. De pronto, todo el aire lo sentía tan caliente chocar con la piel de mi rostro, me sentía tan lenta, mis ojos tan cansados. Sólo había bebido dos vasos de vodka con bebida, no podía emborracharme con tan poco. Sin embargo, nos encontrábamos en la playa, y todos saben que la brisa marítima te emborracha rápidamente, de sobremanera.

 —Oh, mira, Whee-in, unos lindos perritos —visualicé a un grupo de cuatro perros callejeros.

—Estás borracha —negó con la cabeza.

—Miiiiira, Whee-in, los perritos vienen hacia mí —dije, cuando éstos cuatro se acercaron.

—Cuidado, ___, pueden hacerte daño —habló Hyuna.

—No lo creo —sonreí, acercándome más a ellos—. Me quieren abrazar, ¿no es así? —les pregunté a los animalitos.

De pronto, los mismos se abalanzaron hacia mí, y cuando creí que me estaban dando amor —porque lo necesitaba—, ellos comenzaron a hacer ruidos raros.

—¡NO, PERRITO, NO ME MUERDAS! —grité—. ¡PERRITOOOOO!

—¡___! 

—¡WHEE-IN!

—¡Cuidado!

—¡PERRITOOO NOOO, MI BRAZO NOOO!

Los perros me vieron como presa fácil, entonces cada uno me empezó a tirar de mis extremidades. Pero muy luego llegó mi amiga a mi lado, quitándome los perros de encima.

—¡Salgan! —los empujó.

—¡AHAAA! —grité—. ¡Yo sólo quería amor!

—Te dije que tuvieras cuidado, ___ —la pelinegra comenzó a reír.

Todos comenzaron a reír.

—Si tan sólo ésos perritos fueran Jungkook, les hubiera dejado llevarme —dije, entrecerrando mis ojos, mareada.

Pronto, el celular de Whee-in sonó, era una llamada entrante.

—¡Es tu mamá!

Oh, se me había olvidado. Hoy mis padres vendrían a buscarme, ya que se trataba de mi último día en este lugar, y ellos me llevarían a casa después de esta junta con mis nuevos amigos.

—¡Dámelo! —pedí, ella me entregó el celular, aclaré la voz para no sonar borracha—. ¿Sí, querida madre?

Jamás le digo madre, creo que es parte de estar borracha. Todos rieron en silencio.

—¿A qué hora quieres que te vayamos a buscar? —preguntó mi hermosa madre.

—Amm... —ladeé la cabeza, quité el móvil de mi oreja y vi la hora, eran las dos de la mañana—. A las tres.

—Bueno, en una hora estaremos ahí. Por favor, cuídate —avisó.

—Síííí, mami, no me moveré de aquí... —luego mascullé—: Tampoco puedo moverme...

—Bien, adiós, te amo —y cortó.

—Eso estuvo intenso —formulé una sonrisa.

—Si tus papás te ven así de borracha, me matarán —dijo Whee-in.

—¿Qué? ¿Por qué? Whee-in, no eres mi mamá, haga lo que haga, será mi responsabilidad, no la tuya, tranquila. Ah, y mis papás jamás te matarían —guiñé un ojo.

—Igual. Siento que eres mi responsabilidad.

—Quie lemdaa, piro —me detuve, abrí grande mis ojos—. Nu puelo molular.

—___, no se te entiende, modula mejor —dijo Hyuna.

—¡Nu puelo molular! —me alteré.

Jamás había llegado a este extremo de la borrachera. ¡Jamás! Nunca creí que por estar borracha, no podría ni si quiera hablar. ¡Esto era estresante!

—¡Mi lingua si truabea!

—Quiso decir que su lengua se traba —tradujo Whee-in, como si fuera una de aquellas mamás que le entienden cada balbuceo a sus bebés.

—¡Oh! ¡Esto hay que grabarlo! —dijo uno de mis otros amigos, sacando su celular.

—¡Nu se guían de me! —grité, entre risas, hasta a mí me daba gracia esta situación.

Luego, no sé cómo, pero todo ante mis ojos se volvió negro. Caí en la arena. Me había dormido en cosa de segundos. ¡Odiaba esta parte de estar borracha! Pero, ¡hey! La arena estaba calentita y blandita, perfecta para echarme una siesta a las dos de la mañana. ¡Que se note el sarcasmo!

Cuando abrí los ojos, ni si quiera sabía qué horas eran, pero aún estaba en la playa. Mis amigos hablaban entre ellos, yo alcé la vista, notando que por lo lejos venía caminando un chico, vestido con una camisa y unos shorts.

—¿Dios, eres tú? ¿Me voy al cielo? —susurré para mí, entreabriendo los ojos—. No, creo que eres un ángel, ¿verdad? —hablé nuevamente para mí.

—¡Hey, amigo! —gritó Hyuna—. ¿Quieres beber algo con nosotros?

No, no era un ángel. Todos lo podían ver.

Whee-in y otros dos chicos se levantaron, fueron hacia él, quien se había acercado a nosotros. Yo, borracha y desorientada, me levanté y miré al chico. Entonces, pregunté:

—¿Eres un ángel? Aún estoy muy borracha para irme al cielo, ¿no lo crees? —ladeé mi cabeza, me tambaleé.

—¿Qué sucede? —Whee-in se le acercó a hablar con él.

Y, por fin pude reaccionar un poco, cuando aquel chico se desplomó en los brazos de mi amiga, llorando. Ni si quiera conocíamos al chico, pero al parecer a él no le importaba desahogarse con completos extraños que beben en la playa.

—Mi amigo falleció —confesó él.

Todos quedamos en silencio. No podíamos creer lo fuerte de la situación. Cada uno de nosotros nos acercamos al chico y lo abrazamos inmediatamente, sin pensarlo, formando un lazo grupal. No me podía imaginar el dolor que debería sentir aquel chico.

Y, por un corto momento, imaginé mi vida sin Whee-in. Yo me convierto en nada sin ella. Creo que preferiría morir antes de vivir un día sin su presencia en esta tierra. Descarté ese pensamiento, no quería volver a imaginarme aquello.

Finalmente, el chico se quedó hablando con mi amiga, sentados en la arena. Whee-in es buena con las palabras y dando consejos, por lo que el chico había llegado a un buen lugar para desahogarse.

Al paso de otros cuantos minutos, el chico había seguido recorriendo la inmensa playa. Dentro de un momento, sentí ganas de vomitar, y se lo informé a todos.

—Vamos, vomita, te hará sentir mejor. Expulsa todo el alcohol —animó un amigo.

Me sostuve de mis manos y rodillas sobre la arena, con un perrito. Entonces, escuchando las palabras de mis amigos, comencé a vomitar.

—¡Wrwrwrwrwrwrwrwwr! —se escuchó salir de mi boca.

—¡Eso, expulsa todo! —animaron.

Qué lindo tener amigos quienes te ayuden a vomitar.

Pasaron cinco minutos, mientras seguía vomitando, escuché un auto estacionarse frente a la costanera. Oh, mierda, eran mis padres.

—¡Son tus papás! —se alteró Whee-in—. ¡¿Qué les voy a decir?!

—¡Tranquila, querida Whee-in! —escondí el vomito en la arena, qué puto asco—. Lo tengo todo controlado.

Intenté levantarme, pero me caí. ¡No podía sostenerme en el jodido suelo! Francamente, me estaba arrepintiendo de haber bebido tanto. ¡Me convertí en una borracha, y no estoy orgullosa!

Me levanté de nuevo, pero con ayuda de mi amiga. Me despedí de los chicos, y cuando veo a mi madre bajar del puesto de copiloto del auto, mi sonrisa ensancha. Ella venía caminando a paso apresurado.

—¡Mami! ¡Nuuuu essstoy borracha, todo es tu imaginaciiiión! —me lancé a sus brazos.

—Lo siento, tía, ni si quiera bebió tanto —se disculpó Whee-in, aunque no debía por qué hacerlo, ¡yo era grande, no un bebé!

—Tranquila, corazón, no es tu culpa —respondió mamá.

—Mami, gomité —le dije, abrazándola.

—Así veo, hija —negó con la cabeza, aunque no se veía enojada.

¡Del que tenía miedo se trataba de mi papá! Sin embargo, cuando entramos en el puesto de atrás junto a Whee-in, ellos se rieron. Ni si quiera comenzaron a retarme por lo de hoy. Les había dado gracia verme por primera vez borracha, cuando años antes me negué rotundamente a la idea de probar alcohol.

Después de dejar a mi amiga en su casa, volvimos a la mía. Apenas podía mantenerme de pie, y no sé cómo me las ingenié para poder entrar por la puerta de mi hogar sin caerme. Sólo quería dormir, vomitar y dormir.

—Si vas a vomitar, ve al bañ... —informó mi madre a medias.

¿Por qué a medias? Porque sin querer, ya había vomitado el suelo de la sala.

—Ups... —volví a mirarla, con una mueca.

—¿Qué sucedió aquí? —entró mi papá por la puerta principal, llegando de aparcar el auto. Fijó su mirada en mí y luego en el desastre del suelo.

Mis padres comenzaron a reír. Yo entrecerré mis ojos. ¡Entre todos los escenarios posibles, jamás me imaginé éste! ¡Mis padres no eran así!






•••






Las semanas habían pasado. El verano estaba por acabarse. Todo llegaba a su fin.

Me encontraba en la sala de mi casa, vestida con un usual pijama de seda. Quise prepararme un café, entonces dejé mi móvil encima de la pequeña mesa de centro. Fui hacia la cocina, herví agua y preparé el café. Al volver a la sala, me senté en el sofá, tomé mi móvil, lo prendí, y cuando creí que todo había llegado a su fin, leo entre las notificaciones.

(_gguk_j): Hola.



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