|Cap ₂₃|Fiesta y Tae Hyung.


El sábado había llegado. Antes de ir a la fiesta de la noche, debíamos terminar nuestro turno de trabajo, por lo que debíamos vestirnos con nuestro outfit para la party directamente, y así no perder tiempo vistiéndonos minutos antes de la fiesta.

Whee-in se había puesto unos jeans de campana, junto a una camiseta blanca, la cual tenía un estampado encima. Realizó un lindo maquillaje, y se peinó un poco. Yo, me vestí con un Crop Top negro, unos jeans del mismo color, apretados, con un cinturón oscuro pasando por mi cintura, y una chaqueta de cuero, negra. Cabía recalcar que amo el negro. Realicé un maquillaje medianamente oscuro y pinté mis labios con un brillo transparente. Planché mi cabello.

Aún faltaban tres horas para la llegada de las doce, así que debíamos cumplir con nuestro trabajo. La feria se había llenado, todas las personas entraban y subían a sus hijos en los juegos mecánicos.

En ello, fijo mi vista en la entrada de los juegos. Abrí grandemente mis ojos, cuando pude visualizar a un chico, el cual le gusté hace un año y medio. Pero, ése no era el problema. ¡El problema era que el chico estaba loco! Fue alguien insistente, y aunque me invitó a diversas citas durante varios meses, yo siempre me negué, pues no quería estar con nadie.

Luego de un tiempo, lo atropelló una camioneta, mientras él iba en su motocicleta. Y la situación se transformó en algo peor cuando supe que la camioneta y el piloto quien manejaba, se trataba de nadie más y nada menos que de mi abuelo. Y, bueno, se afirmó que mi abuelo no tuvo la culpa, pues el chico se había cruzado en su camino.

En fin, ahora él se encontraba aquí, junto a su nueva novia, a la cual yo no le caía muy bien por el simple hecho de haberle gustado a su novio. Tonterías, tonterías. Y, entre tantos puestos de juegos, ellos llegaron a mí. No puedo explicar cómo en realidad me sentí, pero estaba incomoda.

Miré por un pequeño momento al chico, y luego aparté la vista. Mis manos sudaron un poco, y muy pronto me atreví a hablar:

—El juego consiste en que tienes que dejar las seis bolitas en el número seis, para así obtener treinta y seis puntos y poder elegir uno de los peluches más grandes —torcí una sonrisa, tragué saliva.

—Oh, okey —dijo la chica, sosteniendo las seis bolitas, en cambio él no hablaba, estaba estático.

Cuando la chica lanzó las seis bolitas, me acerqué a contar los puntos. Y, como ya se me había hecho costumbre, ni si quiera me digné a contar los números, pues ya sabía cuántos había obtenido con sólo un segundo.

—Bien, no tienes los puntos necesarios para un peluche grande, pero puedes elegir uno de los más pequeños —intenté sonreír, pues después de todo son mis clientes.

—¿Cómo lo sabes? —enarcó una ceja—. Ni si quiera contaste los puntos —protestó ella.

Pasé mi lengua por el interior de mis mejillas, le analicé el rostro con una expresión para nada graciosa, y respondí:

—No tengo que contarlos para saber que no obtuviste treinta y seis puntos. Es cosa de mirar.

Ella se me quedó viendo, algo confusa. ¿En verdad debo explicarle algo tan fácil? De todas formas, me acerqué al juego y conté las pelotitas.

—Seis, cuatro, dos —los apunté—. Obtuviste sólo doce puntos.

Ella hizo una mueca, me miró una última vez, y fue a reclamar su pequeño peluche. El chico me dio una corta mirada, y fue tras ella.

—Eso estuvo intenso —pasé la mano por mi frente.

—Bastante —Whee-in rio un poco.

Bien, al paso de las horas, nuestro trabajo había terminado y debíamos llegar a ésa fiesta. El problema de ahora, es que Jimin nos vendría a buscar, per nunca lo hizo.

—¿Estará borracho? Apenas son las doce y media —hice una mueca y ladeé la cabeza.

—Tal vez, porque de otra manera contestaría el teléfono —suspiró, con su celular en la oreja—. Me deja en buzón de voz.

—¿Qué hacemos? 

—Le hablaré a Tae Hyung —abrió su chat—. Creo que él va a la fiesta justo ahora. De todos modos, no es tan lejos de aquí. Podemos llegar caminando.

—Okey... —comencé a jugar con mis manos, algo ¿nerviosa?

—Viene cerca de aquí —informó la pelinegra, tecleando en la pantalla.

—Okey... —dejé salir aire.

—Oh, creo que ya lo veo —miró por la vereda.

¡Okey!

—¿Tan luego? —tragué saliva.

Alcé mi mirada, encontrándome con la imagen de él y su novia, tomados de las manos, mirándonos. Inquieta, hice como si estuviera arreglando los cordones de uno de mis zapatos. ¡Jamás he saludado a su novia!

Cuando llegaron a nosotros, Whee-in fue la primera en acercarse a saludarlos. Me di un impulso de valentía y me acerqué a su novia, la cual era mi prima, pero nunca habíamos hablado, creo.

—Hola —torcí una sonrisa y me acerqué a su rostro para darle un beso en su mejilla.

—Hola —no sonrió, bueno, ella nunca sonríe.

Okey. Incómodo. Okey. 

—Hola, Tae —nos acercamos y dimos un beso en la mejilla, esbocé una mediana sonrisa.

—Hola, ___ —me miró y sonrió igualmente.

—Bueno, ¿sabes dónde es la fiesta? —preguntó Whee-in, rompiendo la incomodidad al paso.

—Sí, es a unas cuadras. Está cerca —respondió él.

Comenzamos a caminar por unas dos cuadras, hasta que ellos se detienen en una esquina y se despiden de un beso en los labios. Creo que ya me había acostumbrado a verlos así durante todo el año pasado. Pero, aquel no era el tema. ¿Ella se iba?

Pronto, la chica se va y Tae Hyung viene hacia nosotras.

—¿No irá? —cuestionó mi amiga.

—No, su papá la está esperando—se encogió de hombros.

—Y, bien —aclaré la voz, caminando en medio de los dos—. ¿Estamos por llegar? Creo que escucho música de ése lado —apunté el mismo, un gran lugar.

—Sí, creo que es ahí —respondió Kim, para luego ver su Google Maps.

Al llegar al lugar, muchas personas entraban y salían, algunos borrachos, otros fumando. Y, entre ellos salió Jimin, con una botella de vodka en una de sus manos. 

—¡Llegaron mis niñas! —anunció, abriendo sus brazos.

—Está borracho, ¿verdad? —le susurré a Whee-in.

—Eso parece, eso parece —devolvió el susurro.

—¿Tan temprano y borracho? —preguntó Tae, acercándose a él, saludándolo de mano.

—La noche es joven, querido amigo —lo abrazó.

—Creo que hoy no beberé —le dije a Whee-in, nuevamente en un susurro.

—Ni yo —devolvió el susurro, las dos mirando a Jimin.

—¿No me van a saludar? —sacudió la cabeza.

—¡Claro, tonto! —fui hacia él y me lancé, abrazándolo y regalándole un beso en la mejilla—. ¿Cómo estás?

—Bien, ¿y tú, preciosa? —me devolvió el beso en la mejilla.

—Sobreviviendo —me encogí de hombros.

Luego Whee-in lo saludó y los cuatro entramos a la fiesta. ¡Como en los viejos tiempos! Antes, Jimin, Tae, Whee-in y yo éramos inseparables. Solíamos ser los mejores amigos, hasta lo sucedido con Kim. Aquella "relación" disolvió el grupo. Me siento culpable por ello.

Entrando al lugar, a un chico se le había caído una cubeta de hielo al suelo. Todos abuchearon, entre risas. Sostenida del brazo de Jimin, pasamos por entremedio de decenas de personas. Olía a marihuana y mucho alcohol. El interior de la fiesta se encontraba inundado en humo de marihuana y luces fosforescentes, las cuales eran las únicas que alumbraban todo.

Nos acercamos a un grupo de amigos externos de Park y Kim, y junto a ellos bailamos, reímos y charlamos. Uno de los chicos juntó bebida Coca-Cola y Pisco en una botella, formando así el trago: Piscola.

Mi amiga y yo empezamos a bailar, muy apegadas, teniendo las miradas de varias personas puestas en nosotras. La música latina retumbaba por todo el lugar, y cuando cambiaron la canción, todos gritaron y cantaron al unísono, inclusive yo:

—¡Si tú te vuelves loca por mí, y yo me vuelvo loco por ti! ¡Entonces, ma', deja al novio que tú tienes, dile que tú no lo quieres! —grité, sintiéndome tan alegre, libre e incorrecta. Mis padres no saben que ahora mismo estoy en una de las fiestas más grandes del verano.

Entre la canción; Jimin, Whee-in y su grupo de amigos fueron a la pista a bailar. Yo, sólo fijé mis ojos en Tae Hyung, quien yacía parado y apoyado en la esquina de una mesa. Él mordía su labio menor, algo inquieto. Lo conozco tanto...

—¿Cómo has estado? —me acerqué y apoyé en la mesa, a su lado.

Él me vio a su lado y sonrió un poco, para luego perder sus ojos entre las personas.

—He estado bien —volvió a mirarme—. ¿Y tú?

—Ha sido un buen verano, la verdad —me encogí de hombros, esbocé una sonrisa.

—Me alegro —apretó sus labios, mirándome a los ojos.

—Extrañaba esto... —visualicé a Jimin y Whee-in entre las personas. Jimin se sostenía del hombro de Whee-in, borracho.

—¿Esto? —volvió a sonreír.

—Sí, ya sabes. Jimin, Whee-in, tú y... —desvié la mirada—. Y yo.

Alcé la mirada al sentir su brazo rodear mi cuello, me atrajo a su pecho y sonrió.

—Yo también extrañaba esto.

—¿Sí? —levanté mi cabeza, encontrando su mirada, muy cerca de mí.

Él sonrió, profundizando en mis ojos, casi viendo a través de mi alma, como antes solía hacer, sin ningún esfuerzo, él me tenía en sus manos con sólo una mirada y su sonrisa cuadrada. Entonces, se acercó más a mí, abrazándome, depositó un dulce beso en mi frente y dijo:

—Te he extrañado mucho, ___.


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