|Cap ₁|El Adonis en mi pantalla.


Y ahí me encontraba yo, deslizando mis más que inexpertos y sumisos dedos por el pene de mi mejor amigo, Kim Tae Hyung. Satisfaciendo sus necesidades con placenteros movimientos del nombrado vaivén que lograba hacer mi mano al masturbar su miembro.

Antes de la llegada de esa caliente y fantasiosa madrugada, él había formado un afán con juntar nuestros labios, sin intervención de sentimientos que arruinarían nuestra hermosa amistad de ya dos largos años.

Yo me había enamorado de mi mejor amigo, y que cada vez que estuviéramos completamente solos me pidiera un beso, me hacía tener esperanzas de que tal vez yo le gustaba como a mí me gustaba él.

Esa madrugada de un día caluroso en febrero me había marcado. Me había marcado el hecho de estar junto a él en una cama, dejándome perpleja al momento de sentir sus labios sobre los míos, realizando el amago de tocar mi intimidad con ternura y a la vez pidiéndome a súplicas desesperadas tocar más allá de la tela de mis pantalones.

Lo recordaba como si se tratase de ayer mismo, cuando susurraba sobre mis labios ese... "Por favor... Por favor". Nunca nadie me había tocado y tratado de esa forma, y jamás había imaginado hacer tales morbosidades con mi mejor amigo, aunque él me gustaba, me encantaba y se había transformado la persona con la que mis aniñados pensamientos planeaban tener hijos.

Sí, Tae Hyung era mi persona perfecta.

Él era ese específico chico de novelas románticas, en los que trataba como a una verdadera princesa a su chica, y yo me había transformado en su chica. Él llegaba por las mañanas al salón de clases, venía a mi asiento y me regalaba un beso en la frente, sin falta cada mañana antes de que la maestra llegara.

Todo cambió al separarnos de curso, pues él dejaría de ser mi compañero al elegir una distinta especialidad a la mía. Él se había alejado lentamente de mí, sin enunciar su partida de mi corazón y a la vez echándome con cautela del suyo.

Kim era guapo, por veces hacía ejercicio y vaya que lo demostraba al mostrar su cuerpo casi al desnudo. A él no le faltaban mujeres con las cuales tener algún tipo de relación, y que se hubiera ido de mi vida por querer probar más cuerpos, no se me había hecho de gran asombro, pero sí que había dolido.

Oh, que dolió.

Mi hombre perfecto me había decepcionado, y al mismo tiempo se había convertido en el exhaustivo dolor yaciente en mi pecho, el cual perduraría por siempre, porque lo sabía. Sabía que no podría olvidar sus besos de un día para otro, sabía que no desearía ser tocada por otro hombre que no fuera él, pues él se había ganado mi confianza al pasar de los años.

Al momento de verle con alguien más, mi corazón dolió, dolió como nunca había dolido. Sentía un pellizco en la boca del estómago, y un apretado pecho que latía con demasía velocidad.

Él había dejado atrás nuestros hermosos recuerdos, eliminando todo aquello que provenía de mi persona. Aunque, después de todo él me haya pedido perdón, no funcionaba como una bandita para sanar mis heridas. Heridas que él mismo había provocado, pues Kim Tae Hyung me había matado internamente, me había ocasionado un colapso mental y me había roto en mil pedacitos mientras pedía disculpas por haberme ilusionado, defendiéndose con que él me quería, pero prefería quedarse como amigos y no dañar el sentimiento bonito que en algún momento sentimos por los dos.

Kim Tae Hyung me había dejado en la Friend Zone.

Él se había convertido en la causa de mis lágrimas a media noche, preguntándome insensatamente si en verdad era insuficiente para él.

Noches de frío y un desolado sin fin de lágrimas recorrientes por mi rostro. Noches en las que intentaba preguntarle a Dios el porqué de mi sufrimiento. Por qué lloraba por alguien quien no me quería, al menos de la misma forma en que yo lo sentía.

Le gritaba al cielo por qué no podía ser feliz por al menos una única vez en mi vida. Kim se había vuelto en mi felicidad al verlo sonreír cada día, y aunque sabía que era realmente penoso y estúpido llorar por un simple hombre, no dejaba de hacerlo, pues tenerlo nuevamente en mi vida se había vuelto una necesidad, como si en realidad él perteneciera a la última pieza sobrante de mi rompecabezas.

Me había prometido salir adelante juntos, convertirnos en una de esas parejas que perdurarían para el resto de sus días. Tae era esa clase de persona quien yo quería para tomar de su mano y recorrer la vida.

Él soñaba con tener hijos junto a mí al ser mayores y tener una vida completa. Él decía ridiculeces como tener una casa con doscientas habitaciones para todos nuestros hijos. Él me hacía reír y con eso bastaba, con tener su presencia junto a la mía ya era suficiente para empezar a sentir el incoherente para algunos, pero hermoso sentimiento del amor.

Jóvenes, pero a Kim lo quería.

Mi mejor amiga y hermana postiza desde toda la vida, Whee-in, me daba apoyo, trataba de hacerme saber lo importante que soy y si Kim no lograba ver mi belleza, entonces no debía sufrir por ello, pues él no me merecía.

El recuerdo de tenerlo en cuerpo y alma a mi lado, sintiendo su desnudez en mi cuerpo me hacía sentir raras sensaciones. Por veces mi necesidad de sentir sus morbosas acciones en mí, crecían.

El día en que decidí no seguir con este constante dolor en mi pecho, fue el día en que abrí la computadora sobre mi cama.

Quería reírme y conocer chicos, aunque los hombres nunca me hicieron falta, pues existió un momento en el que rechazaba todo y todos. No quería besar otros labios que no se trataran de Kim Tae Hyung, y eso influyó en mi vida amorosa al no querer a nadie más quien no sea él.

Me eché sobre mi cama y me quedé mirando Google unos minutos, pensando en lo que haría próximamente.

Poco a poco escribí la palabra prohibida, esa corta palabra conteniente de seis letras.

Omegle.

Al entrar a la página pude ver mi rostro en una de las dos pantallas. Sentía nervios por encontrarme a personas totalmente extrañas, aunque hacía años atrás ya había experimentado la sensación.

En una parte de la pantalla había una opción para seleccionar el país, y aunque las veces en que entraba a esa página seleccionaba todos los países posibles, pero menos en el que yo vivía, esta vez lo hice. Por cosas de orientación apreté la opción; Corea del sur.

La mayoría de los hombres de Corea del sur se trataban de unos pervertidos y a la vez asquerosos al mostrar su pene, lo cual ni si quiera excitaba a una hormiga, pero por una estúpida e ilógica razón lo hice.

La cámara cambió a un chico de cabello negro. Sonreí al notarlo inofensivo frente a mí, pero esa acción cambió al bajar la cámara y mostrar su pequeña erección.

—¡Mierda! —le di click al mouse para cambiar de cámara.

¿Cuál era el afán de mostrar su aparato reproductor masculino? No era bonito para nada, menos para una chica de dieciséis años con carentes habilidades sexuales. Aunque tampoco podía negar el hecho de haber leído libros eróticos en Wattpad, donde prácticamente había aprendido todo lo que sé, junto a Google.

—Vamos de nuevo... —suspiré con pesadez y cruzando los dedos, para luego darle clic al mouse y encontrarme con otra persona—. ¡¿Me estás bromeando?!

Otro pene.

Métanse sus pollas por donde les caiga, malditos —dije en un murmuro para mí, al darme cuenta de que mis padres dormían en la otra habitación.

Cámara tras cámara ser cambiada por el setenta por ciento ser un puto pene.

—Esta es la vencida... —di un clic.

La pantalla de la persona se encontraba en negro, dándome curiosidad y a la vez miedo por ese hecho. Pronto el anónimo usuario había escrito en el chat, dejándome desilusionada al mismo tiempo.

"¿Sex cam?"

No jodas —cambié de cámara.

Me sentía triste por haber pasado dos horas en esa página, sin encontrar algo con qué divertirme, o al menos sonreír.

Apoyé mi mejilla en mi mano, la cual estaba hecha un puño. Me sentía aburrida y con grandes ganas de hacer algo mejor que perder mi tiempo en una web de pollas.

Seguí cambiando, cambiando y cambiando de cámara, hasta quedarme en una, dejándome muda al instante.

—¡Hola! —había dicho el ángel tras la pantalla.

En mi misma posición me quedé, sin emitir palabra alguna. ¿Era real lo que deleitaban mis ojos? Además de ser físicamente algo parecido a un adonis, él había hablado, algo de lo que nunca había visto dentro de esta página.

Se trataba de un castaño con ojos grandes y risueños, junto a unos dientes parecidos a los de un conejito. El sonreía y me miraba, esperando una respuesta por mi parte, más no podía hablar.

—¡Eres muy tierna! —sonrió nuevamente, con mucha simpatía en su voz—. Tus mejillas están rojizas —rio un poco—. Sé cómo se siente, a veces pasa —agregó—. ¿Cómo te llamas?

¡Reacciona!

No podía hablar, mis padres podían oírme y preguntarme con quién hablaba a éstas horas de la madrugada, y si me encontraran dentro de esta página me matarían, sin dudarlo.

Con la única opción dentro de mis manos, escribí en el teclado mi nombre.

—Ah, ya veo, ___ —dijo, como aprobando mi nombre—. ¿Qué edad tienes?

¿Importa la edad? Tal vez.

Escribí nuevamente en el teclado, siendo algo normal, pues él se veía de unos diecisiete años. En realidad sus rasgos le hacían lucir aniñado, pues sus facciones eran lindas y un poco delicadas.

—¡¿Dieciséis?! No quiero ir a la cárcel... —dijo asombrado, con un toque de risa.

Asentí con la cabeza a su pregunta, extrañada. ¿Si esa había sido su reacción al conocer mi edad, cuántos años tenía él? Sin pensarlo dos veces escribí en el teclado, preguntándole su edad.

—Tengo diecinueve.

Al decir su edad quedé en shock, pues aunque no era mucha la diferencia de números, jamás había conocido a un chico con esa edad y guapo a la misma vez.

Supuse que él cambiaría de cámara al saber lo ilegal que yo era, pues él ya era mayor de edad con diecinueve años. Mayoría de edad, algo de lo que me encontraba tres años lejos.

Antes de que él saltara mi cámara y sintiera vergüenza de ser rechazada por un chico tan lindo, lo hice yo. Cambié de cámara sin pensarlo más.

Mis mejillas ardían por haber parecido tierna ante los ojos de ese hermoso hombre. Mi corazón latía a mil, y mi sonrisa no cesaba después de haberle saltado la cámara sin ni si quiera despedirme, aunque en realidad me sentía una verdadera estúpida por haberle dicho adiós con una simple acción.

¿Estás loca?

Mierda, grandísima mierda.

¿En realidad acababa de rechazar una conversación con ese adonis? Estaba loca por pensar ridículamente.

Un poco exaltada y a la vez emocionada empecé a cambiar de cámara en cámara, buscando a ese chico quien me había causado este nerviosismo pero al mismo tiempo felicidad.

El clic del mouse sonaba segundo a segundo, esperando llegar a él nuevamente.

—¿Dónde estás?

¿Qué pasaba si esa hubiera sido la primera y última vez que le vería el rostro? Millones de personas en esta web, y yo me estaba desgastando el dedo índice por buscar sólo a una.

Entonces lo vi nuevamente. Entre miles de opciones me había vuelto a salir. Sin decir alguna palabra, abrí mi boca para demostrar que quería pero no podía hablar.

Él había abierto inmensamente sus ojos al verme de nuevo, y abrí grandemente los míos ante su reacción.

—No. Tú me cambiaste de tu cámara, ahora yo te cambio de la mía —dijo, fingidamente dolido, y desapareciendo de mi pantalla.

¡Él me había cambiado la cámara por venganza!

—No jodas, no jodas —sonreí inmensamente, ¿qué clase de juego era este?

Desgastando la huella de mi dedo empecé a cambiar rápidamente de cámara. Necesitaba más que nunca encontrarlo de nuevo y hablar aunque sea, sin importarme el hecho de ser encontrada charlando con un extraño.

Primer chico que no tenía intenciones de mostrarme más allá de lo que se predomina ropa, y eso en definitiva me había dejado loca en el buen sentido. Era relativamente casi imposible que alguien en esta página no intentase mostrar su pito.

Pasaron treinta minutos intentando encontrarlo nuevamente. Minutos en los que cada click se me había vuelto en una decepción más.

Hasta que lo vi otra vez. Mi rostro estaba en shock y el de él también, tal vez creyéndose lo imposible que era verme nuevamente en su pantalla.

Ahora había algo diferente, y eso era su azul camiseta que antes usaba, pues ya no estaba. Él dejaba ver su piel y eso en definitiva me había dejado perpleja.

—Entre miles de personas, ¿es posible que me vuelvas a salir tú? —dijo, con el ceño fruncido y sonriendo a la vez.

¡Habla!

Puede ser... —hablé por fin.

—¡Hablas! No sabía que tenías esa habilidad...—dijo el castaño, divertido.

—Es sólo que no podía hablar, pues mis papás duermen en la otra habitación —aclaré la voz.

—¿Y ahora?

—No importa si me escuchan —sonreí—. ¿Tienes instagram? —salté a otro tema en dos segundos.

—Tu voz es linda, muy tierna me observaba con detención.

—¿Tienes instagram? —pregunté nuevamente, pues éste no me había respondido.

Sentía vergüenza por el simple hecho de ser observaba por unos ojos tan hermosos. Él me miraba sin decir alguna palabra, y eso me hacía sentir aún más nerviosa e insegura. Tal vez admiraba mi fealdad.

Después de unos segundos respondió a mi pregunta, la cual no había sido respondida al instante.

—Ah, sí, escribiré mi usuario en el chat —dijo un poco avergonzado por haberse distraído.

"@_gguk_j"

Sin pensarlo tomé mi móvil, el cual yacía a un lado de la cama. Entré a instagram y busqué su cuenta, entonces estando ahí pulsé la opción "seguir". No me dedicaría a verle sus fotos, y ni si quiera a leer su biografía, no ahora que lo tenía charlando frente a mí. Tan sólo había pulsado la opción seguir y ya.

Después habría tiempo para stalkearlo.

De un dato realmente significante para saber quién era él, me había saltado. El castaño sabía mi nombre, pero yo ni si quiera me había percatado de preguntarle el suyo, y aunque pudiera encontrar éste en su cuenta de instagram, preferiría saberlo por su voz.

—Eres realmente hermosa suspiró, sentía su mirada atravesar mi pantalla.

—¿Cuál es tu nombre? —cuestioné, cambiando de tema radicalmente al haber presenciado esa loca frase por parte de él, matándome por dentro.

Aunque también debía admitir que deseaba saber su nombre.

—¿Evades mi incoherente confesión? —sonrió.

—N-no es eso, sólo no me haz dicho tu nombre.

Me encontraba nerviosa y él lo notó con claridad, pues empezó a observar mi rostro con más intensidad.

Soy un tomate.

El castaño se reincorporó un poco en su cama, haciéndose notar un poco más su tonificado pecho, para luego suspirar y sonreír.

—Mi nombre es Jungkook.

_______________

Bueno, como está escrito en la descripción del libro, esta historia está basada en mi vida amorosa. Durante 2019 a 2020 :)

Otra cosa, y es que la mayoría sabe cómo soy físicamente por las fotos de mi IG, y aunque el protagonista masculino mencione constantemente lo hermosa y tierna que soy, no significa que ustedes piensen igual, ni si quiera yo. Sólo... bueno, sabemos que a través de los ojos "correctos", somos verdaderamente hermosos, ¿no? En fin, quería aclarar eso, porque en los comentarios hay varias personas un poco desentendidas de la situación y no saben cómo soy en realidad :)

No busquen mi Instagram, porque luego se imaginarán a mí como la protagonista y esa no es la idea.

Ah, y soy chilena 🇨🇱


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