5. Autocontrol.
La Secta Gusu Lan se trataba sobre el autocontrol. La cinta que sus miembros portaban en la frente era la máxima prueba de ello.
La serenidad era un valor importante para la secta. No meterse en asuntos mundanos ni perder la compostura eran sus mayores enseñanzas. La pulcritud era su modo de vida.
Y eso fue el terror de Wei Wuxian durante su tiempo de estudios en Gusu.
Si alguien preguntaba, Jiang Cheng pasó horas riéndose cuando recordó lo que su hermano había dicho.
«La Secta Gusu Lan es muy aburrida, nunca me casaría en ella»
Se rió cuando le anunciaron la boda de su hermano con Hanguang-Jun, se rió cuando lo vio vestido de rojo y se rió internamente viéndolo hacer las tres reverencias en el Salón Ancestral de Gusu como de Yunmeng.
Y se reía cada vez que los veía en una Conferencia de Cultivadores.
—¡Cállate! ¿Tienes que reírte cada vez que nos veas? —avergonzado, Wei Wuxian siempre trataba de silenciarlo cuando su shidi no podía parar de reír.
—Es tu culpa, ¿no puedes cumplir tu palabra aunque sea una vez en tu vida? —limpiándose una lágrima que se había escapado, el Líder de Secta Yunmeng Jiang recuperó su postura. A su lado, su marido, Lan Xichen, solo sonreía como siempre.
Pero, a sus adentros, también le hacía gracia el destino de su cuñado.
Nie Huaisang no tuvo ningún reparo en igualmente burlarse de su xiong. Solo disimulándolo detrás de su abanico del día.
—Hermano Nie, ¿no tienes una conferencia que atender?
Con unas risas, el Jefe de Cultivadores se alejó de sus amigos para ir a asistir a sus demás invitados.
—Y tú, ¿no tienes asuntos que hablar con tu marido? Además, ¿de qué te burlas? Tú igual te casaste con alguien del Clan Lan —se dirigió a su hermano menor en un intento por apagar su vergüenza.
Nunca pensó que se terminaría tragando las palabras que alguna vez dijo con tanta confianza.
—Tsk —Jiang Cheng chasqueó su lengua—Pero yo no dije que no lo haría, como ciertas personas —devolvió el golpe con gracia. En un intento por parar aquella pelea infantil, el Primer Jade le ofreció su brazo a su esposo—Nos vemos. Compórtate y trata de no avergonzar a tu alfa.
—No tienes que decírmelo —farfulló viéndolos irse tomados del brazo. Suspiró.
Qué vergüenza. Si tuviera la oportunidad de volver en el tiempo, antes de siquiera intentar reparar todos sus errores, se daría un golpe el día en que dijo aquellas tontas palabras.
¿Que nunca se casaría en la Secta Gusu Lan? ¡Vaya iluso!
«¡Adivina quién es tu esposo, tonto!» se gritaría a sí mismo.
Entonces, recordó otra cosa que había dicho.
«Lan Zhan, si sigues así, nadie querrá casarse contigo»
Esta vez, Wei Ying sí se dio una palmada en su frente.
«¡Adivina quién es su esposo, tonto!»
—¿Por qué te golpeas? —la voz de su alfa lo sacó de su vergüenza propia, un poco sobresaltado, se giró para verlo.
El ceño de Lan Zhan estaba ligeramente fruncido en preocupación por ver a su omega tan afligido, además de que, en sus manos, llevaba a Chenqing, su flauta que había olvidado en la posada donde se quedaron la noche anterior, y que Lan Wangji tuvo que regresar a buscar, retrasándolo en su llegada.
—Por nada, recordé algo vergonzoso —claro que no le diría por qué su rostro estaba casi rojo, aún tenía algo de dignidad—Lan Zhan, vamos, la conferencia pronto comenzará.
Tomando la mano de su alfa, Wei Wuxian se dirigió hasta el salón donde Nie Huaisang siempre organizaba las conferencias.
No es que le gustara estar allí sentado por horas en medio de conversaciones –en su mayoría– aburridas que lo hacían morirse del sueño, es solo que, prefería eso antes que quedarse en el Descanso de las Nubes, donde Lan Qiren seguramente lo haría trabajar en la biblioteca.
Pero sí, requería un esfuerzo sobrehumano el no dormirse. Incluso captó a Nie Huaisang luchando un par de veces por no quedarse dormido mientras algunos líderes platicaban sobre cosas que poco podían importarles a ambos hombres.
Se rió un poco, incluso al Cultivador en Jefe le parecía aburrido todo este asunto.
Bostezó sin disimularlo mucho. Lo único que lo mantenía despierto era que, para ese entonces, la comida ya se estaba sirviendo. Agradeció infinitamente ser amigo de Nie Huaisang cuando vio sus platos ser servidos.
El color rojo vivo en ellos espantó incluso a los sirvientes que se lo sirvieron. El olor a picante les hizo cosquillas en las narices, el Patriarca Yiling en verdad era un hombre con un estómago fuerte.
—Come despacio —fue todo lo que le indicó su alfa antes de disponerse a comer. Wei Wuxian hizo poco caso a lo que su esposo dijo, y comenzó a devorar sus platillos.
Sin embargo, sí tuvo que tener un poco más de cuidado de no manchar sus túnicas, pues llevaba las blancas de la Secta Gusu Lan. En sus ropas negras, las manchas eran menos visibles, por lo que a menudo no se preocupaba por ello.
La conferencia seguía mientras los líderes comían y compartían el alcohol que les era servido apenas sus copas se vaciaban.
Wei Wuxian se bebía las que eran para Lan Wangji, desde el otro lado de la mesa, Lan Xichen enviaba las suyas hasta su omega. Jiang Cheng se las bebía de un solo trago, tal y como su hermano jurado. Ninguno de los dos quería que ocurriera una tragedia al arriesgarse al tener a alguno de los Jades borracho.
Lan Xichen se pondría a gritar en lugar de hablar y tocaría su dizi sin importarle que estuvieran en medio de una conferencia. Jiang Cheng debía cuidar del honor de su alfa, y del suyo también.
Lan Wangji era otro peligro en estado de ebriedad, el decoro sería dejado a un lado y la cinta sobre su frente sería un chiste, pues las manos del Segundo Jade buscarían meterse entre las túnicas de su esposo. Y si se lo proponía, era capaz de tomar a su omega en medio del salón.
Y, aunque la idea fuera tentadora para Wei Wuxian, Lan Qiren lo mataría si dejaba que eso sucediera, así que, era mejor prevenir.
Aun así, la conferencia no dejó de ser aburrida una vez que la comida terminó. Wei Wuxian estaba un poco borracho, no lo suficiente para no ser consciente de sus acciones, pero sí lo necesario para que un sonrojo se esparciera por sus mejillas denotando su estado.
Escuchaba de forma un poco distorsionada las voces del salón, pero ya no podía comprender del todo lo que decían. Su mente divagaba entre varias cosas, y su vista se paseaba lentamente por todo el recinto.
Hasta que se topó con su marido.
Sonrió dulcemente.
—Lan Zhan —su tono fue melodioso cuando salió de sus labios, su alfa atendió a su llamado apenas le escuchó. Su omega le sonrió con ternura cuando volteó a mirarle—Lan Zhan —repitió.
—¿Wei Ying? —preguntó en voz baja. El líder Yao estaba, como siempre, esparciendo lo que sabía de algunos problemas, y aunque ese hombre no fuera de su agrado, no podía faltarle el respeto al hablar mientras él lo hacía.
Su omega no le respondió, sus grisáceos ojos se movieron a sus muslos, donde descansaba sus manos. Sin pensarlo mucho, una mano de Wei Wuxian se movió para tomar la punta de sus dedos.
—Dame tu mano, Lan Er-Gege —Lan Zhan sintió que estaba en peligro. Normalmente, Wei Wuxian lo llamaba así para incitarlo a hacer el amor.
Pero, ¿por qué lo haría en un momento donde sabe que Lan Wangji no puede siquiera besarlo? ¿Acaso buscaba torturarlo?
Se sintió algo inquieto durante los primeros instantes, afortunadamente, al parecer, su omega se conformó con tener su mano. Se entretuvo jugando con la punta de sus dedos, doblándolos y acariciándolos a su gusto por varios minutos.
Hasta que la sostuvo con cariño, como lo hacían cuando paseaban por el prado de los conejos y por los pasillos del Descanso de las Nubes.
El corazón de Lan Wangji se calentó en un adorable sentimiento, cualquier tipo de tacto con su omega siempre le hacía vibrar el cuerpo en gusto.
Sus manos se mantuvieron entrelazadas por varios otros minutos, donde Lan Zhan se vio obligado a usar su mano izquierda para beber el té que le fue servido. Estaba disfrutando del gesto, hasta que sintió su mano ser liberada. Casi hizo un puchero en protesta, pero, cualquier gesto de tristeza fue reemplazado cuando la mano de Wei Ying entonces se posó sobre su rodilla.
El omega se acercó más a él junto con pequeñas risitas.
—Wei Ying —para ese punto, el alfa comenzó a creer que su esposo estaba borracho, lo cual, le causó un poco de gracia y ternura.
Solo tenía que cuidar que no hiciera nada extravagante.
Pero, pronto se daría cuenta de que eso era lo último por lo cual debía preocuparse.
Los ojos del Líder Yao captaron con indignación cómo Wei Wuxian se reía bajito, completamente recargado en el hombro de Lan Wangji. Bufó incluso más indignado cuando vio que ni el propio Lan Xichen parecía tener la intención de reprender al Patriarca.
Iba a hablar, pero, sus palabras fueron cortadas cuando la mano del omega tomó, sin una pisca de vergüenza, la cinta de su esposo y comenzó a jugar con ella, causando que las orejas del gran Hanguang-Jun se tiñeran de rojo.
Si su memoria no le fallaba, la cinta que el Clan Lan portaba era sagrada, nunca antes vio a alguien tocar una de esa manera tan libre.
Wei Wuxian le dio una mirada tierna a Lan Wangji mientras seguía jugando con la cinta entre sus dedos. Una pequeña sonrisa hizo temblar las comisuras de sus labios.
—¿Puedo amarrarte con tu cinta esta noche? —preguntó con la voz más baja que pudo usar. Lan Wangji, entonces, le miró directamente. Un destello de deseo cruzó por el dorado de sus ojos.
—Wei Ying... —masculló.
Allí comenzó su tortura.
Toda su educación que su secta le había impartido se vio puesta a prueba en esos momentos.
Inició con el puchero que apareció en la boca de su omega.
—¿No crees que es lo justo? Mira —levantó sus manos para enseñarle las marcas que la cinta de su marido había dejado después de cada noche que pasaban juntos—Tú siempre me atas, ¿por qué yo no puedo hacerlo?
Su mano volvió a su rodilla, solo que, ahora, el tacto excitó a Lan Zhan, pues ahora, tenía pensamientos sobre las cosas que harían en la noche a modo de castigo de Wei Ying por provocarlo con tanta gente a su alrededor.
Cerró los ojos y trató. Trató de ignorar la voz de su omega, trató de ignorar a su cuerpo que, con cada movimiento de la mano de Wei Wuxian, se estremecía y encendía en deseo. Sentía que su cinta seguía atrapada entre los dedos de su esposo, y eso lo ponía incluso más nervioso.
No debía caer, no debía olvidar lo que su cinta representaba. Él era un hombre que sabía controlar sus instintos, tenía completamente domados sus más bajos deseos, y aunque fuera su hermoso Wei Ying, no debía caer ante la tentación. Era fuerte y determinado.
—Amor... ¿no quieres que te amarre?
¡¿Amor?! ¿Wei Ying lo había llamado amor?
Sus pensamientos desaparecieron en ese mismo instante, seguramente sonrojado hasta las mejillas, miró a su esposo.
La vista... fue lo necesario para que el autocontrol de Lan Wangji se fuera al demonio.
Wei Ying, su Wei Ying, lo miraba con unos ojos brillantes, como si de un pequeño cachorro se tratara. Un pequeño cachorro que estaba triste al serle negado algo.
Y, entonces, sucedió el punto de quiebre.
—¿Qué puedo hacer para convencerte? Mi amado esposo —llevó sin dudar la cinta de Lan Zhan hasta sus labios, donde depositó un ligero beso en el pedazo de tela.
Eso fue todo para el alfa.
Se lanzó hasta su omega, Wei Ying hizo un sonido de sorpresa al ser derribado, alcanzó a abrazar a su alfa antes de que ambos cayeran al suelo juntos. La borrachera se le bajó de inmediato al verse en tan comprometedora situación, además, sabía que Lan Qiren lo mataría por esto.
—L-Lan Zhan —murmuró.
Fue callado por los labios de su esposo.
—Amor... —repitió Lan Wangji como si saboreara esa palabra entre su boca—Mi amor —siguió. Wei Wuxian sintió el calor en sus mejillas subir de repente.
Su omega chilló emocionado por haber sido llamado así por su alfa.
Si iba a decir algo, fue nuevamente interrumpido por los labios de su marido. Y él, decidió dejarse ser.
Lan Xichen trató de mantener su sonrisa amable cuando se dio cuenta de que todos los demás líderes veían a su hermano besar a su esposo enfrente de todo el mundo.
Escuchó un escupitajo, lo cual trajo la atención de los presentes hasta el Líder de Secta Yunmeng Jiang, quien ya estaba rojo de la ira.
—¡Wei Wuxian!
Rugió a todo pulmón, más de uno se encogió ante tal poderoso grito. Zidian hizo aparición en sus manos, y Nie Huaisang rápidamente se colocó de pie para impedir que su amigo asesinara a su propio hermano jurado.
Lan Xichen suspiró para sus adentros.
Cuando un Lan perdía el autocontrol, cosas malas sucedían.
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