19. Colmillos.
—Recuerden, niños, sean amables con los omegas —Madame Lan acomodó los mechones sueltos del cabello de Lan Wangji antes de darle un par de palmadas en su pecho. Ella le miró orgullosa.
Este año sería el primer año que Lan Wangji asistiría a la reunión de jóvenes herederos de sectas.
La reunión se realizaba con la esperanza de evitar conflictos entre los futuros líderes de secta y demás familia al conocerse los unos a los otros desde una etapa temprana. Por eso no solo Lan Xichen asistía.
La realidad era que, la reunión tenía otro motivo para nada oculto.
Formar parejas. Una unión entre sectas reforzaba la idea de una armonía entre todas, así que, los jóvenes alfas y omegas asistían perfectamente capacitados para responder ante el intento de cortejo de alguien.
Los omegas deslumbraban con finos y elegantes collares para llamar la atención a sus cuellos libres de una marca. Era un aviso de soltería e invitación a un cortejo.
Los alfas, por su parte, atraían a los omegas con sus colmillos. Había algo en ellos que hacía a los omegas temblar en deseo cuando un alfa los enseñaba, sentían sus cuellos picar por tener unos bonitos y afilados colmillos mordiéndolos.
El estándar para los colmillos era bastante sencillo en palabras, pero en la práctica era un poco difícil de alcanzar.
Blancos, largos y afilados.
Entre esta generación de herederos, los Hermanos Jade eran quienes poseían los colmillos que más se acercaban a la perfección, casi a la divinidad. Por eso, en cada reunión, Lan Xichen era el alfa más solicitado por los entusiastas omegas.
Y ahora que su hermano menor también estaría presente, estaba seguro que sufriría el mismo destino.
Qingheng-Jun no podía mentir y decir que no estaba orgulloso de la belleza de sus hijos. Era evidente que serían los alfas más hermosos de todos. Su madre era la mujer más hermosa del mundo.
—Lan Huan —llamó la mujer omega con sutileza—No pierdas la esperanza con el joven Jiang. Hablé con Yu Ziyuan, ella dijo que Jiang Cheng sí está interesado en ti, solo que... es un omega algo complicado de tratar —los ojos de Lan Xichen brillaron emocionados, haciendo que la mujer le sonriera con cariño.
—¿De verdad, mamá? —Madame Lan asintió sin dejar de sonreír. Aquella bella sonrisa que era idéntica a la de su hijo mayor.
—Sí, A-Huan, así que, ve confiado —de inmediato, la postura de Lan Xichen se perfeccionó para deleite de sus padres.
Luego, la mirada de la omega se posó en su hijo más pequeño. Su dulce Lan Zhan.
—Y tú, A-Zhan —su mano se estiró para acariciar el rostro que maduró para ser atractivo, como siempre supo que lo haría—Trata de hacer amigos, ¿si? Recuerdo que un joven que siempre acompaña al joven Jiang estuvo tratando de hablarte durante las clases de este año, si asiste, ¿por qué no tratas de ser más amable con él?
Los orejas de Lan Wangji se comenzaron a sonrojar con la mención de Wei Wuxian. Lan Xichen también reaccionó, se rió discretamente junto a su padre, pues todos sabían bien sobre los sentimientos que el más pequeño de la familia guardaba por el energético omega de la Secta Yunmeng Jiang.
—Mamá... —murmuró avergonzado Lan Wangji cuando Madame Lan estiró sus cachetes con afecto.
—Mi señora, basta de molestar a A-Zhan —Madame Lan soltó pequeñas risas al dejar ir a su pequeño hijo.
—Es tan tierno —susurró enternecida—Bien, deben irse. A ver esos colmillos —pidió con sus dos manos juntas de manera expectante.
Sus hijos abrieron un poco la boca para poder enseñarle sus blanquecinos colmillos. Largos y afilados, como se deseaba.
—¡Perfectos! —aplaudió feliz. Lan Xichen sonrió, esperaba que al joven Jiang le agradaran.
Qingheng-Jun tomó la iniciativa de subirse a su espada para comenzar con su vuelo hacia la Torre Koi, que era donde la reunión tomaría lugar ese año.
—Vamos, niños —siguiendo la orden, ambos jóvenes Lan se subieron a sus propias espadas y se despidieron de su madre con una reverencia.
—¡Suerte, mis pequeños alfas! —Madame Lan los despidió agitando un poco la mano.
Lan Qiren se acercó una vez vio a sus sobrinos perderse a lo lejos junto a su padre.
—Veinte monedas de plata a que A-Zhan se empareja con el joven Wei en esta reunión.
Escandalizado, Lan Qiren miró con los ojos entrecerrados a Madame Lan.
—Están prohibidas las apuestas en el Descanso de las Nubes —masculló como recordatorio—Además, Wei Wuxian no es un buen prospecto para Wangji.
Madame Lan sonrió.
—Al parecer, ese el gusto de los Lan.
Lan Qiren cerró los ojos. Sí, al parecer eso venía de su hermano.
El banquete de bienvenida fue por lo mucho, ostentoso. Algo que se esperaba tratándose de la Secta Lanling Jin.
La comida que se sirvió fue especial, lo más exquisito y fino que se podía conseguir. Había carne de res, que era el platillo que los omegas más esperaban ver a los alfas comer.
Porque allí se podían ver bien sus colmillos rasgando la carne para arrancarla.
Si le preguntaban a Wei Wuxian, había algo turbio en todo aquello. O eso fue lo que siempre pensó.
Sin embargo, tuvo que cruzar sus piernas completamente ruborizado cuando vio a Lan Zhan abrir su boca para morder la carne.
La secta del joven alfa era conocida por llevar una dieta sin carne, sin embargo, no eran ajenos a ella, por lo que cuando se les era ofrecida, la comían sin rechistar.
Por eso nunca pensó que ver los colmillos de Lan Zhan perforar la carne le podría hacer picar tanto su cuello.
Tratando de buscar algo de consuelo en su hermano marcial, se giró para verle.
Se encontró con que Jiang Cheng picaba su comida mientras refunfuñaba ciertas cosas al mirar de reojo a Lan Xichen morder su comida.
El sonrojo en el rostro de Jiang Cheng decía mucho sobre lo que pensaba sobre ello.
Al ver la escena, Jiang Fengmian se acercó a Qingheng-Jun con su conocida sonrisa en su rostro.
—Líder de Secta —lo saludó al pararse a su lado—Parece ser que sus muchachos han llamado la atención de mis hijos —Qingheng-Jun sintió algún tipo de cambio en la sonrisa de Jiang Fengmian.
Él devolvió el gesto un poco incómodo. La sombría aura que Jiang Fengmian presentaba en esos momentos distaba mucho de la tranquila serenidad que siempre lo acompañaba.
—Y eso es algo bueno, me imagino —respondió.
La sonrisa se ensombreció aun más.
—Claro que sí —Qingheng-Jun tragó duro.
¡Alguien traiga de vuelta al otro Jiang Fengmian, este no era el mismo!
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