17. Celo alfa.

—Hanguang-Jun —Lan Wangji abrió sus ojos de repente al ser interrumpido en la Primavera Fría. Pero, sobre todo, se alarmó porque reconoció las feromonas de omega que impregnaban a la mujer que le llamó.

¿Qué hacía allí? Le había dicho a su hermano que no dejara pasar a nadie ya que usaría el manantial para suprimir las oleadas de su celo.

No se giró por completo para mirar a la joven chica que se había parado en la orilla de la Primavera Fría, bastó con mirarla por encima de su hombro.

—¿Quién le dejó pasar? —preguntó asegurándose de no sonar grosero. No obstante, tampoco era completamente amistoso.

La chica, al sentir aquello, decidió dar dos pasos atrás. Había algo en el aire, algo que le decía que se fuera y dejara en paz al joven alfa.

—El Gran Maestro me envió para asistirlo —atinó a responder a través de su nerviosismo.

Lan Zhan casi rodó los ojos. No de nuevo...

Con un suspiro cansado, el alfa decidió que no era la culpa de la pobre omega. 

—Lamento que mi tío le haya hecho perder el tiempo, no necesito ayuda. Puede retirarse —se movió para caminar lejos de su alcance, a lo profundo de las aguas heladas para ocultarse. La omega lo miró irse con un puchero en los labios, esperaba que el Gran Maestro no se enojara con ella por no haber cumplido con lo pedido.

Pero, Hanguang-Jun no lucía para nada interesado en ella. Algo extraño, a decir verdad, pues ella era considerada la omega más bella de todo su clan. Esta era, de hecho, la primera vez que un alfa rechazaba su compañía por completo. Trataría de convencerlo, pues el alfa era uno muy conocido y ser su pareja sería bueno para su clan, sin embargo, sentía que el alfa no la aceptaría sin importar las circunstancias.

Además, había algo en el ambiente. Un aire pesado a su alrededor que la estaba haciendo sentir incómoda, incluso asustada. No podría soportarlo por más tiempo, así que, derrotada y rechazada, la joven mujer movió sus pies lejos del lugar.

Cuando Lan Wangji ya no pudo sentir más su presencia, finalmente se dio la vuelta por completo, alcanzando a verla irse con los hombros caídos en tristeza.

Lan Zhan cerró los ojos.

«Ella no eres tú, Wei Ying» pensó desde el fondo de su alma.

Han pasado siete años desde la muerte del amor de su vida. De su único amor.

No sabe cómo ha podido soportarlo tanto tiempo.

No, mentira. Sí que sabe.

Lan Yuan ha sido su razón para seguir viviendo, su pequeño hijo que lo necesita.

Pero, es difícil, claro que lo es. Lo es, sobre todo cuando su celo llega, porque su alfa sabe que la única persona con la que alguna vez querría compartir su celo ya no está en este mundo. Su corazón sabe que el único hombre que veía como su omega hace tiempo que dejó de existir en este mundo.

Y su luto eterno quemaba con más intensidad cada vez que su celo llegaba. Pues una lucha interna se desataba. Una lucha por la dominación de su dolor, la desgarradora sensación de nunca haber estado con su omega, contra los instintos más primitivos de su naturaleza alfa, el incesante deseo de emparejarse con alguien.

En su mayoría de veces el dolor de su pérdida ganaba. Le bastaba con recordar la sonrisa hermosa, alegre y llena de vida del omega para sentir las oleadas de calor irse apagando para dejar paso al dolor de su corazón. Y si se esforzaba más, aún podía recordar a la perfección el tenue calor de las manos de Wei Ying.

El celo perdía, ningún instinto de apareamiento era lo suficientemente fuerte como para eclipsar el vacío de su alma. Ese tormento que con cada día que el sol se volvía a alzar le recordaba que los ojos de su alma gemela jamás se volverían a abrir.

No en esta vida, al menos.

Caminó de regreso a su Jingshi, seguro de que las oleadas ya no volverían en unas cuantas horas, quería descansar para darle a su espalda el gusto de ser recibida por su colchón.

Lan Xichen se cruzó por su camino, justo estaba a punto de ir a revisar cómo estaba su hermano en la Primavera Fría.

—Wangji —lo llamó. En sus manos, había una manta que el alfa sabía no pertenecía al clan—A-Cheng dice que esta es la sabana con la que el joven Wei dormía cuando estaba en Yunmeng.

Lan Zhan rápidamente la tomó de las manos de su hermano. Enterró su rostro en la suave tela para tratar de captar algo del aroma del omega en ella. Han pasado años desde que Wei Ying la usó, por supuesto, pero, quería tener la esperanza de ser capaz de poder captar, aunque sea, el fantasma de este.

Tal vez fue una mala jugada de su mente, tal vez era cierto, tal vez por fin ya se estaba volviendo loco, tal vez sí era verdad. Tal vez, y solo tal vez, pudo sentir los frutos rojos en la manta, como si nunca se hubiera ido.

Lan Xichen sonrió ligeramente cuando vio los ojos de su hermano menor brillar al reconocer el aroma de Wei Wuxian en la sábana, había cierto rastro de anhelo en la forma en la que Lan Wangji se aferraba a la manta que alguna vez le perteneció a su omega.

—A-Cheng enviará otras cosas de la habitación del joven Wei —Lan Wangji asintió.

Después de la quema del Muelle del Loto y su posterior reconstrucción, Lan Xichen le contó que todo fue reconstruido tal y como alguna vez fue, incluso la habitación de Wei Wuxian, de la cual se pudo rescatar algunas cosas que el fuego no alcanzó a destruir. Jiang Cheng ha pasado siete años mirando aquellas cosas, lamentándose por no haber protegido a su hermano del asedio que Jin Guangshan organizó en su contra.

Lan Xichen le dijo sobre su hermano, sobre los sentimientos que aún guardaba por el omega incluso después de todos esos años. Apiadándose del hermano de su esposo, el omega decidió que ya había tenido suficiente tiempo con las cosas de su hermano. Sabiendo el dolor que era el pensar en él y saber que ya nunca lo volvería a ver, decidió enviar las pertenencias de Wei Wuxian a su alfa para que este tuviera algo con el que recordar a su amado.

—Además, dice que cuando yo vuelva a visitarlo, puedes venir y así él puede mostrarte los lugares donde ambos crecieron y contarte algunas historias de su infancia —el corazón de Lan Wangji palpitó en júbilo.

Recordó cuando Wei Ying lo invitó a Yunmeng para enseñarle la ciudad y su secta, él se negó, y ahora se arrepentía, pues pudo haber creado recuerdos de ambos en el que fue el hogar del omega. Ahora, solo podía escuchar los recuerdos de él solo, no juntos.

Ahora tendría que conformarse con ello. Con saber cómo fue la infancia de Wei Ying por boca de otros.

—Gracias —él sabía de lo mucho que su hermano se había estado esforzando por ayudarlo durante esos años. Haciendo lo posible para animarlo, y ahora con su matrimonio con Jiang Cheng, podía acercarlo más a la secta donde el omega creció.

Lan Xichen estuvo complacido de ver una pizca de alegría en el rostro de su hermano. Satisfecho con su esfuerzo de ayudarlo, él se dispuso a dejarlo solo para darle privacidad durante su celo.

—Hermano —murmuró viendo la espalda de Lan Xichen, el alfa se volteó a verlo. Con su mirada fue suficiente para decirle—Tío.

Bastó una palabra para que Lan Xichen entendiera, fatigado, el Líder de Secta se vio en la extrema necesidad de exteriorizar su sentir con un suspiro.

—Me encargaré de tío —le aseguró con una pequeña sonrisa. Ni él mismo se creía lo que su tío hacía con cada celo de su hermanito.

Respetó los tres primeros años después de la muerte de Wei Wuxian, respetando el luto y la reclusión –el castigo más bien– de Lan Wangji. Al partir del cuarto, Lan Qiren comenzó a sugerirle omegas que podrían ser su esposa a su sobrino menor. Omegas que Lan Wangji rechazaba sin dudarlo.

Era confuso para él, su tío debía entender que un Lan solo amaba una vez en su vida. Solo pertenecería a un único omega, y el suyo era Wei Ying, si no era él, no sería nadie más. Tal parecía que su tío nunca lo entendería.

Quizás Lan Qiren no pensaba que Wei Wuxian era digno de ser el único amor de Lan Wangji.

Confiado en que su hermano haría algo con su tío, él se adentró a su habitación. Con la manta en manos, se movió hasta su cama para recostarse en ella. Abrazó la sábana cerca de su rostro, tal vez pensando que tenía al omega en sus brazos. Su aroma estaba allí con él, mas no su cuerpo.

Dándose cuenta, el alfa casi saltó de su cama para ir en busca del objeto que se le vino en mente. La manta se le uniría en aquella colección.

Cuidado en una preciosa caja de jade, la cinta roja que Wei Wuxian usaba estaba preservada.

La sacó con la misma delicadeza con la que amaba al omega, con la que lo hubiera tocado si hubiera tenido más oportunidades para hacerlo.

Regresó a la cama con la cinta en su mano. La había rescatado cuando fue a los Túmulos Funerarios después del asedio, él necesitaba ver si la noticia de la cual todos se alegraban era verdad. No encontró el cuerpo de Wei Ying, pero sí encontró su cinta del cabello colgando de la rama chamuscada de un árbol.

La cinta se mantuvo intacta de alguna manera, como si el mundo le hubiera dado la oportunidad de poder conservar eso a manera de compensación por arrebatarle al hombre que amaba.

No era suficiente, nunca lo sería. Pero, era mejor que nada.

A veces la usaba amarrada en una de sus muñecas bajo la protección de sus mangas, lo hacía en los días en los que despertaba y su corazón dolía un poco más al saber que pasaba otro día en el cual no escucharía la voz que tanto adoró escuchar en su adolescencia.

Y cuando nadie había mirado, la amarró en el cabello del pequeño A-Yuan mientras ambos estaban en el prado donde los conejos crecían. Ver a su hijo correr tras los conejos con la cinta de Wei Ying en sus cabellos negros lo hacía pensar en lo que no pudieron tener. Una familia feliz.

Ahora solo lo quería con él.

La manta y la cinta olían como él, además de imaginarlo usándolas, Lan Wangji sonrió melancólico.

Si tan solo estuviera aquí...

—Wei Ying... —su voz sonó ahogada, el nudo en su garganta se comenzó a formar. Como en cada ocasión en el que Wei Wuxian visitó su mente.

¿Sería asqueroso hacerlo? Claro que lo sería, el mero pensamiento casi lo hizo regañarse a sí mismo.

A pesar de eso, a su alfa le había gustado la idea. Y siendo consumido por el deseo, él se movió para hacerlo.

Era sucio, deshonroso y hasta cierto punto, patético. Pero era lo que necesitaba.

Unos minutos pasaron para por fin estar desnudo. Su pene flácido comenzó a despertar por el deseo ansioso de lo que su mente planeaba hacer.

Entonces, colocó la manta de Wei Wuxian debajo de sí mismo. Se apoyó en sus manos para sostener su peso, sentía sus orejas sonrojadas y su cuerpo daba comienzo al calor de su celo.

Cerró los ojos.

Y vio a Wei Ying debajo de él, sonriéndole mientras sus manos lo alcanzaban para acariciarlo. Una sensación tibia recorrió su espalda con cuidado y lentitud, casi lo sentía acariciarle las cicatrices.

«Lan Zhan... ¿no lo harás?» se burló el omega. El pene de Lan Wangji palpitó cuando sus caderas se movieron y crearon un roce en la manta.

Su aroma comenzó a mezclarse con el de Wei Ying, como si el omega estuviera allí. La mezcla era perfecta, era dulce y sobria. Un impulso perfecto para seguir.

Ya un poco más motivado, Lan Wangji encontró un poco de desvergüenza en él para iniciar con el vaivén de sus caderas en contra de la tela.

Su mente se encargó de producir escenas que lo excitaron aún más, llevándolo al borde. A su límite.

Recordó cuando el omega había tomado por primera vez su cinta, en ese momento se había enojado tanto, pero, de saber que Wei Ying sería tan importante para él, allí mismo hubiera pedido la mano del omega.

La segunda ocasión fue en la cueva, donde Wei Ying quiso usarla para hacerle escupir la sangre mala y ayudarlo a sanar.

Tocó su cinta dos veces, y ya no pudo hacerlo más.

Él lo hubiera permitido las veces que el omega hubiera querido.

Los gemidos comenzaron a escaparse de sus labios, intentó apretarlos para evitar la salida de aquellos sonidos, sin embargo, pensó en cómo hubiera sonado Wei Ying si alguna vez hubieran estado juntos.

La manta se sentía suave, la fricción contra su miembro era placentera.

Pensó en cómo se hubiera sentido el haber estado dentro de Wei Ying.

Gruñó con el solo pensamiento.

Ya no podía más, había pensando en Wei Ying durante sus celos en varias ocasiones, e incluso cuando no estaba en su ciclo de calor. Mas esta situación era diferente, ahora tenía algo más que había pertenecido a su omega.

Y no lo iba a arruinar con su patético acto.

Así que, cuando sintió que estaba cerca de terminar, se separó de la sábana debajo de sus caderas y se recostó. Alcanzó su pene con su mano y con la otra, tomó la cinta de Wei Wuxian y se la llevó a su nariz para embriagarse del aroma a frutos rojos.

Su mano subió y bajó con rapidez, apretando de vez en cuando en medio de su camino.

Frunció el ceño y apretó los dientes.

«Dámelo todo, Lan Zhan» juraba que esa era la voz de Wei Ying «No desperdiciaré nada, solo dámelo todo»

Con la idea de la boca de Wei Wuxian rodeándolo para atrapar su semen, él se corrió junto a respiraciones pesadas y los ojos fuertemente cerrados.

Él se quedó allí por unos minutos tratando de procesar todo lo que acababa de pasar.

Definitivamente ya había alcanzado el punto en el cual todos lo considerarían un loco.

Incluso si fuera así, si eso le permitía ver de tal vívida manera a Wei Ying, no le importaba.

No me sale escribir smut, así que aquí
tienen cómo Lan Zhan pasaba sus celos durante
los años que esperó por Wei Ying 😭

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