4. Uso de supresores - GeIta

Creyente mío

-- ¡Amén! -- gritaron diversas personas alrededor, arrodillados frente al hermoso orador de la palabra de Dios.

-- Pueden ir en paz.

A los pocos minutos, viendo por última vez a su salvador y se retiraron dando una reverencia.

-- Fue un discurso magnifico, santidad -- alago una persona acercándose a la figura de la túnica.

El chico retiro un poco de la capucha, revelando una hermosa cabellera rosa, esos acompañando los ojos dorados del chico daba un aire celestial que haría caer a cualquiera.

Cuando uno está en su peor momento, suele caer con gran facilidad en las peores cosas.

En el caso de Geto Suguru, quien estaba en su peor momento luego de la traición de su pareja beta, que lo engaño con otro beta, fue fácilmente influenciado a unirse a una ''religión'' anti-evolución, estos teniendo como principal objetivo el regreso de los instintos primitivos de las castas y la erradicación de los betas.

Cualquiera diría que era una locura unirse a una religión que promovía atrocidades por el bien de unos pocos, pero cuando la santidad de la religión se aparecía frente a ti, era imposible negarte.

En este caso, la santidad de la secta, el ''Iluminado por los Dioses'', era un chico de apenas 15 años, pero que tenía un atractivo que lograba hipnotizar hasta a lo más fuertes de moralidad.

-- Ven a mi regazo, creyente mío -- murmuro con voz seductora el pelirosa hacia Suguru quien estaba con un enorme sonrojo y los ojos brillantes.

Guiado por la dulce voz, Suguru recostó su cabeza sobre el regazo ajeno, sintiéndose en el paraíso cuando las manos contrarias comenzaron a acariciar su rostro.

-- Suguru, desde que entraste todo se ha vuelto mucho más llevadero para nuestra causa -- el mencionado sonrió por el halago -- dime, ¿Cuántos fueron este mes?

-- 45 alfas... 14 omegas... también me encargue de que varios betas no vuelvan a ver la luz del día.

El pelirosa asentía a cada palabra, dichoso por lo que escuchaba.

-- Maravilloso, simplemente maravilloso... estas siendo tan buen chico...

Dejo que el menor acariciara su cabello, mientras que sus labios eran rozados por la punta de sus dedos.

-- Todo sea por la causa, santidad.

-- Muy bien dicho Suguru -- tarareo -- estas siendo tan buen chico... que incluso el Dios Sol me hablo sobre ti, o, mejor dicho, sobre la reacción que los supresores están teniendo sobre ti.

El lugar se quedó en silencio por un momento, los ojos del alfa se abrieron al tope, creyó que nadie sabía del consumo de los supresores que tomaba entre semanas para evitar que su lado animal saliera.

-- Suguru... ¿Por qué lo haces? -- la voz del chico se volvió triste, incluso interrogante -- ¿Por qué niegas los instintos dados por los Dioses? ¿Acaso buscas ser un traidor?

La reacción del chico fue inmediata, levantándose de golpe para tomar las manos suaves del menor, que no pareció asustarse por el arrebato.

-- ¡Por supuesto que no Santidad! -- vocifero -- Soy un fiel creyente de que la humanidad debe volver a las leyes de los Dioses originales, de que los betas no son más que abominaciones que deben ser erradicados.

Un brillo peculiar se dejó ver en los ojos del pelirosa al terminar de escuchar el arrebato del pelinegro.

Seguía siendo el mismo chico manipulable que conoció en aquel bar.

Le habían encargado la misión de encontrar a peces gordos para unir a su religión y cuando estuvo por rendirse esa noche, apareció como cosa del destino ese pobre infeliz que fue engañado justamente por betas.

Fuerte, alto, con dinero, posición y lo que es más importante, un corazón herido, la presa perfecta para Itadori Yuuji.

-- ¿Puedo creerte Suguru? -- susurro el omega -- No sabes cuánto me dolió el enterarme que estas usando esos supresores, invención del demonio que solo busca eliminar nuestra naturaleza dada por el Sol y la Luna.

Palabrería que se le fue enseñada desde que era un niño, pero seguía siendo igual de efectivo.

-- Suguru... por favor no lo vuelvas a hacer, sino los dioses te tomaran como un traidor.

Dejando salir su hermoso olor a lavanda y miel, Yuuji encanto a Suguru como el día que se conocieron.

-- Recuerda Suguru... si contentas a los Dioses hasta que cumpla los 18 años...

Como una serpiente a su presa, los labios de Yuuji se acercaron hasta el oído de Suguru y con una mezcla perfecta entre dulzura y lujuria le susurro.

-- Serás el elegido para ser quien me ayude en la creación del siguiente mensajero de los Dioses.

El olor de Yuuji se intensifico como una bomba, los ojos de Suguru les volvieron como los de un felino, empujando al omega contra el piso, haciéndolo gemir por la brutalidad del acto.

-- Jaja, eso es Suguru... ¿Ves lo que pasa cuando dejas de tomar esas cosas del demonio? -- exclamo Itadori con los ojos igual de dilatados.

Para Suguru era extraño, nunca había perdido tan rápido el control con un omega antes.

-- Atrás alfa -- ordeno el omega -- aun no es el momento para que tengamos un cachorro.

Hipnotizado, Suguru lo obedece, haciendo sonreír, al contrario, quien acerca su mano a los bolsillos del mencionado y saca de estos unas pastillas.

-- Así que con esto sometías al regalo de los Dioses -- juguetea con el tablón de pastillas antes de arrojarlas a una esquina de la habitación -- ya no los necesitas, bajo mi mando tu alfa interior nunca será un problema querido... ya que un alfa, nunca desobedecerá a un omega dominante como yo.

Casi como si le diera la razón, un ronroneo salio de la garganta del más alto, haciendo sonreír al omega quien se sentía dichoso.

Era tal y como sus padres se lo dijeron, fue bendecido con ser un dominante, algo que incluso se había considerado extinto.

-- Suguru... yo te elegí... te estoy poniendo sobre todos los otros alfas, incluso sobre tu mejor amigo... por favor... no me decepciones.

Ahora sin los supresores, Suguru no podría controlar su lado animal, lo que significa que el control de Yuuji sobre él era casi completo.

Pero por algún motivo no le importaba ser utilizado por ese hermoso omega que en estos momentos acariciaba su cabello como si fuera un perro.

Ya que cuando el omega cumpla 18, podrá tomar aquello que desea desde que conoció a Yuuji y podrá tener un hermoso cachorro fruto de su obsesión hacia él.

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